El P. Sosa, "oráculo de la Nueva Iglesia". O así.
Normalmente no escribiría del padre Arturo -título, el de “padre” que da toda la impresión de que el interfecto ya no sabe ni lo que significa-: pues dar rienda suelta a las estulticias de una mente que, eclesialmente hablando, ha explotado en mil pedazos no merece la pena.
Entonces, ¿por qué estoy escribiendo esto? Para intentar paliar las repercusiones que tienen siempre las rajadas de “personajes", aunque sean tan supuestos o “simbólicos” como lo es este.
Y lo hago, en primer lugar, para defender a mi Madre la Iglesia Santa: porque cuando se enseña desde la propia Iglesia -de la que se vive como una rémora, y sin la que no se estaría donde está, como es el caso- lo contrario de lo que Ella enseña, se la insulta, se la degrada: y sus hijos no podemos callarnos.
En segundo lugar, porque hay gentes que, deslumbradas por los cargos de algunas personas que han subido -en la Iglesia- a base de no pesar nada -de “flotar” en el éter-, pasan a “creerse” lo que estos mindundis difunden en los medios.
Pero además, como el demonio se las sabe todas -es “ángel"; “caído", pero ángel, y nos da mil vueltas-, utiliza a estas personas y sus intencionados desvaríos para hacer daño, mintiendo, que es lo específicamente suyo; de ahí mi interés en escribir lo que estoy haciendo: para administrar la triaca contra el veneno.
¿De dónde se saca este buen señor que el demonio es/existe “como una realidad simbólica"? O sea, que no es nada real: solo sería “real” en nuestra imaginación, o como “símbolo", por darle un nombre a la lucha, en nuestra conciencia, entre hacer lo bueno o lo malo. Pues se lo ha sacado únicamente de sí mismo: no hay/tiene otro sitio donde rascar.
Lo pavoroso del asunto, más allá de la propia afirmación -que ya es suficientemente pavorosa de por sí, por anticatólica-, es lo que dice antes, en la “entrevista” que le hacen en la revista “Tempi". A la pregunta sobre la Escritura Santa: “¿Cómo deberíamos leer y apropiarnos [hoy] de las Sagradas Escrituras?”, responde:
“La Sagrada Escritura es una fuente privilegiada de relación con el Señor: le escuchamos a Él, es el Señor. (…). La Biblia debe entenderse como un todo que se entiende a través de la persona de Jesucristo: Él es la clave para la interpretación. Entendemos esto por la historia de los discípulos de Emaús: fue al escuchar las explicaciones de Cristo como entendieron los eventos que ocurrieron y su conexión con las Escrituras”.
Nada más ortodoxo que estas palabras; tan contrarias ciertamente -tan opuestas- a las que, a este respecto, pronunció en 2017: aquello tan espeluznante en un católico, de que “en tiempos de Jesucristo no había grabadoras”. Por contra, lo que dice ahora, y las he traído a colación de propósito, son absolutamente ortodoxas: las podría haber dicho el mismo Papa Francisco. O san Pablo VI, por poner algún ejemplo.
Entonces, ¿dónde está lo “pavorosamente anticatólico", como me he sentido obligado a calificarlo para, a la vez, denunciarlo?
Lo más pavoroso es cómo se puede pasar de estas palabras que acababa de pronunciar a estas otras, sin solución de continuidad y sin que se le mueva un pelo del bigote o se le caiga la tirilla blanca (cuando la lleve). Ante la pregunta “¿Existe el diablo?", contesta sin rubor, sin pudor, sin vergüenza propia y sin ninguna muestra de darse cuenta del escándalazo que pueden suponer… y suponen ciertamente:
“De diferentes maneras. Necesitamos entender los elementos culturales para referirnos a este personaje. En el lenguaje de san Ignacio, es el mal espíritu el que te lleva a hacer cosas que van en contra del Espíritu de Dios. Existe como el mal personificado en diferentes estructuras pero no en las personas, porque no es una persona, es una forma de implementar el mal. Él no es una persona como una persona humana. Es una forma de maldad que está presente en la vida humana. El bien y le mal están en una lucha permanente en la conciencia humana, y tenemos formas de indicarlos. Reconocemos a Dios como bueno, completamente bueno. Los símbolos son parte de la realidad, y el demonio existe como una realidad simbólica, no como una realidad personal”.
¿Lo han pillado? Tras echar primero balones fuera -“de diferentes maneras. Necesitamos entender los elementos culturales…”-; tras pretender esconderse luego en san Ignacio -misión imposible a poco que se conozca de tal santo-, acaba marcándose unas sandeces -por decirlo caritativamente-, que no pasarían de eso si no fueran contra la línea de flotación de la Revelación contenida en las Escrituras Santas. Las mismas que acababa de catalogar como “es el Señor. Le escuchamos a Él. Él [Jesucristo] es la clave para la interpretación”.
¿Acaso este sujeto ha olvidado las reiteradas veces en que, tanto en el Antoguo como en el Nuevo Testamento, aparece el diablo? Un símbolo “no aparece", sino que lo creamos nosotros; por ejempmlo, la bandera.
¡Pero si la Biblia casi se inicia con el asunto de la “manzana": Eva que es tentada por el demonio! Y, en el Apocalipsis, el demonio también actúa contra la Mujer que da a luz, contra su Hijo, y al no poder nada, se vuelve contra sus hijos: contra todos nosotros.
¿Y la expulsión de los demonios obrada por Jesucristo -uno de los signos mesiánicos más fuertes que se le habían revelado al pueblo de Israel, y a nosotros también-, en qué queda entonces? ¿Es mero simbolismo? ¡Que se lo pregunte, el tal Sosa, al que se quedo sin cerdos! Este hombre, el p. Arturo, está mal, mal.
¿Cómo se puede sostener lo que afirma de las Escrituras y, a renglón seguido “decantarse” por lo contrario: quitarles toda credibilidad? Pues, una de dos… o de tres.
a) La primera opción es que la declaración ortodoxa repecto a las Escrituras -Revelación divina, Palabra de Dios, es el Señor- no es más que un mero trampantojo, que no hace sino ocultar la podredumbre -intelectual y moral- en la que se manejan tantas gentes hoy en la Iglesia, superiores religiosos y jerarcas incluidos. Y, al no verse desde el público, lo que hay detrás -todo parece que está correcto, o que son unas obritas de nada-, tener la coartada perfecta para inocular todo el veneno posible. Que hoy es mucho, sinceramente.
De este modo, lo “ortodoxo” viene subsumido de inmediato por lo cuasi-herético, cuando no por lo directamente herético, que es lo que se ha pretendido decir. Porque se ha dicho.
b) A esta opción habría que añadir que tal “ortodoxia” no define la Fe del personaje en cuestión, porque tampoco creo que lo pretenda: esa supuesta “fe", visto y oído lo que ha seguido, demuestra que hace mucho tiempo ya que ha quedado relegada a una insulsa y débil “recitación” -incolora, inodora, insípida e indolora-, que no significa nada: porque nada es, ya que en nada ha quedado.
El demonio existe. ¡Vaya si existe! Y actúa. Y trabaja. Y es que no para. ¿La demostración más neta? Los que dicen que no existe.
Amén.
22 comentarios
Si San Ignacio lo viera
Saludos.
Gracias a Dios le tenemos a usted y otros como usted. Es que hay algunos que estarían mejor en clausura con arduos trabajos, sin tiempo para nada y en silencio, que cuando hablan, además de quedar en evidencia, contaminan.
En cuanto leo noticias tóxicas, busco su blog para releer lo que escribe porque tranquiliza. Es horroroso como está el patio. Menos mal que usted siempre está pendiente de aclarar los temas, y dar verdadera enseñanza católica. Así que por mi parte no es solo aplauso sino verdadero agradecimiento. Rezo para que tenga tiempo para escribir, para enseñar, para ayudar dando testimonio de Fe, pido a Dios que le dé y le aumente dones, gracias, bendiciones y larga vida.
Muchísimas gracias, de corazón.
Igual el entrevistado se piensa que el demonio, el Mal, es una bacteria presente en la vida humana, que pulula por los aires y realiza estructuras químicas de pecado. Con este señor, se podría dar por hecho que no estudió el tema pastoral de los exorcismos. Es por eso, que le viene ni pintado el siguiente pensamiento tan comentado en estos tiempos de apostasía: "Si en tu camino no te golpeas de frente con el Diablo, es porque tú estás caminando en la misma dirección que él". Virgen Santísima, defiéndenos del maligno enemigo, y de Teólogos des-teologados. Con mi oración, Padre, y continúe deshaciendo entuertos por la salvación de las almas.
El nivel de corrupción de la otrora gloriosa Compañía de Jesús es pasmosa. Quedan unos cuantos de los grandes Jesuítas que antes abundaban. Así van los frutos amargos del Vaticano II y su secuela. No digo que los documentos del Vaticano no contienen mucho doctrina valiosa, pero el "evento concilio" ha resultado nefasto.
El tema es que el Prepósito General de la Compañía de Jesús es un hereje redomado. Punto final.
Satanás existe. Es un ángel caído. Y eso lo niega ese señor. Así que déjese de gaitas. Esa es la cuestión. Fin.
Persona es un término que se aplica al hombre al ángel y a DIos.
Santos Ángeles y ángeles caídos: Ambos son personas
Esto lo dice Santo Tomás de aquino cuando explica a quiénes se aplica el nombre de persona y lo que significa el nombre de persona.
Acaso lo dudas, no has sido tentado?
La Fuerza de Dios se siente, cuando las personas asumen que la tentación viene del que nos puede zarandear... y que la Ayuda viene de Dios!
Qué zarandeada!!!
La Iglesia siempre habla de personas lo que da una contundencia y una realidad que todas las religiones orientales no tienen (ignoro qué pensarán al respecto los musulmanes), pero los panteístas hablan de otra cosa.
Por lo tanto ni simbólico, ni "forma de maldad" ni gaitas: "porque no es una persona, es una forma de implementar el mal. Él no es una persona como una persona humana". ¿Y quién ha dicho que toda persona sea necesariamente humana? El Espíritu Santo es una Persona Divina ¿o es que tampoco existe el Espíritu Santo?
De puro antropocéntricos que nos hemos vuelto va a resultar que los únicos que existimos somos nosotros, y si nos ponemos en plan Descartes suprimo el plural y digo aquello de "Yo pienso, luego existo" y le quito la existencia de un plumazo al mismísimo Padre Aberasturi, al que no he visto jamás.
P.S: Usted perdone, Padre, era un poné, que decía mi padre.
El espíritu invisible que a los ojos de nuestra opaca retina acompaña o posee al ser responsable durante toda du vida; ya sea éste como espíritu demoníaco o espíritu angélico hablará y se justificará por boca del acompañado o poseído en la medida que éste, como ángel de la guarda o como espíritu demoníaco posee a su ser poseído.-el hombre como responsable.-
Y así tanto quien esté poseído por el espíritu angélico, también llamado Ángel de la Guarda, en la medida que lo esté, éste, hablará y se justificará en sus asuntos celestiales; Como así quien esté poseído del espíritu demoniaco, en la medida que lo esté, éste hablara y se justificará en sus asuntos temporales, terrenales.
Yendo a otra cosa, es claro que el diablo no es el mal. El mal es una privación, el diablo es un ser sustancial. No es el mal, sino que es malo, que es otra cosa. Y cuando el Señor dice que Judas es un diablo, está hablando metafóricamente, no así cuando dice que los judíos son de su padre el diablo, que por otra parte tampoco eran hijos de Judas, y si bien lo de "padre" ahí también es metafórico, lo de "diablo" ahí no lo es, porque ni en metáfora tenía sentido decir que los judíos eran hijos de Judas, aunque fuesen de Judea.
También dice Jesús que vio a Satanás caer del cielo como un rayo, y Judas jamás tuvo el honor de semejante trayectoria, aunque puede ser que con el tiempo se haya caído del árbol en que finalmente se ahorcó.
Saludos cordiales.
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