En la Iglesia, hay escándalos mayores que la pederastia
En estos últimos años, y fruto del desmadre espiritual, doctrinal, disciplinar y pastoral montado en tantos sitios del occidente -antes católico, ahora no-, se han destapado una serie de casos de pederastia perpetrados por sacerdotes y religiosos; infinitamente menos, tanto en números absolutos como relativos, si los comparamos con los de otras instituciones civiles, militares, políticas o religiosas de distinto pelaje.
Aún siendo menos, ciertamente son más “escandalosas” por venir de quienes vinieron; y la Iglesia Católica, con caridad para con las víctimas y con valentía y mano firme para con los autores y quienes les “protegieron” -o pretendieron “mirar para otro lado” de un modo u otro-, se preocupó con decisión, desde las mismas leyes eclesiásticas y con firmeza disciplinar y pastoral, de atajar todos los casos. Y ha cercenado el tema sin contemplaciones. Cosa, por cierto, que no pueden decir las otras instituciones que, públicamente, no han hecho nada o casi; y han tenido casos muy, muy sonoros y sonados.
Dicho esto, hay que decir también que, a día de hoy, en la Iglesia Católica hay otras “cosas” que son mucho más escandalosas y mucho más dañinas, para la misma Iglesia y para sus hijos, que la pederastia. Con perdón. Y están al orden del día. Públicamente. Y amparándose en el papa Francisco; si con razón o sin ella no entro ahora, pero sí lo constato, porque lo dicen ellos mismos; y en el caso que nos ocupa, el p. A. Spadaro, sj por más señas, de todas las veces que ha largado -y ya son unas cuantas-, no ha sido desmentido o desautorizado nunca por la autoridad competente, a la que recurre con soltura, que se sepa, y se sabe. Y ahí están, erre que erre, sus declaradas y nunca desmentidas palabras.
Pues bien, Spadaro, editor de “La Civiltà Cattolica”, no es un pardillo -como puede serlo el párroco de Villarrodona, el de las cajas de votos y cantos a la Virgen a la vez, que hay que aprovechar el tiempo; ni un “nadista” como su arzobispo: el que le dio un abrazo por su buen hacer pastoral-, sino que es un puntal “pontificial” de renombre y poder; y acaba de explicar -una vez más y bien a las claras-, ante un reducido grupito de jerarcas católicos y teólogos -en total, 38 personas de todo EEUU-, y -¡cómo no!-, en una conferencia sobre AL, cap. VIII, como era obligado: “ya no es posible juzgar a las personas sobre la base de una norma que está por encima de todo".
Por cierto, que este sujeto está llevando a cabo toda una cruzada -por todas partes por donde se le da cancha- sacándole a la famosísima AL todas las “virtualidades” que directamente alienta y alimenta.
Por si alguien se quedaba descolgado de a dónde quería ir a parar este buen señor, sj, recalcó que AL reconoce que incluso las personas que viven en situaciones familiares “irregulares” -es el caso de los divorciados vueltos a casar y quienes conviven sin casarse-, “pueden vivir en la gracia de Dios, pueden amar y también pueden crecer en una vida de gracia". Tal cual, y sin espatarrarse.
Pero no se queda ahí, sino que añade más: “Debemos concluir que el Papa se da cuenta de que ya no se puede hablar de una categoría abstracta de personas ni […] de una praxis de integración en una norma que debe seguirse en todos los casos".
Y pretendiendo hilar fino, fino -nada de ir al bulto, porfa-, y aterrizar doctrinal y pastoralmente en la vida “real", agrega: “Dado que el grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, las consecuencias o los efectos de la regla no tienen necesariamente que ser siempre iguales".
Para más pistas, y yendo a un caso práctico, se refirió a las indicaciones pastorales de los obispos de Sicilia -del pasado mes de junio, 2017- para implementar AL en dicha región italiana:
“El documento concluye con claridad que en algunas circunstancias, en lo que respecta a los divorciados vueltos a casar, según la evaluación del confesor […] es posible concederles la absolución y admitirles a la Eucaristía".
¿Se ha perdido alguien al ir leyendo? ¿Alguna duda al respecto? ¿En quién se escuda o a quién cita para confirmar lo que afirma? Y, ¿en base a qué lo afirma?
Da toda la impresión -lógica- de que lo que dice lo hace con absoluta seguridad y en base, no en su ‘opinión particular’, que no pasaría de eso, “una opinión", sino en argumentos de máxima autoridad. Más máxima, imposible.
Pero, ¿tiene razón? Porque esta es la clave: la madre de todas las claves.
Si uno se lee -y se ciñe- únicamente a AL -cap. VIII, no olvidemos-, y si uno ha seguido las palabras del Papa al respecto tras el documento, SÍ. Indudablemente, SÍ. No se puede concluir otra cosa, porque a eso lleva AL. Ahí están las distintas diócesis donde esto se está ya llevando a cabo sin problemas; en unas con alguna tímida restricción -al menos aparentemente-, y en otras a tumba abierta.
Pero, ¿es ese todo el argumentario? “Esto es lo que ha escrito el Papa, y esto es lo que ha dicho después al respecto". Porque asumir esto sin más es lo mismo que afirmar que la Iglesia Católica ha nacido -"ha vuelto a nacer” si lo prefieren, porque lo anterior les haya dado vértigo- en el papa Francisco. Y claramente no es así, en absoluto: el papa Bergoglio no puede ser un nuevo principio, porque no lo es; sólo es un nuevo Papa -eso sí-, al que le sucederá otro.
Pero es que no tiene razón: primero, porque no se pueden dejar caer las cosas así, y luego que cada uno se apañe; segundo, porque “mezcla churras con merinas” -como se diría por tierras castellanas de saber y sabor multisecular, y poco dadas a “abstracciones delirantes": aquí se pisa en el suelo-; luego, porque en su pretendida ilazón, rompe la lógica interna del discurso, que es contradictorio, y porque las cosas que pretende asentar no se derivan de las que presenta y a las que acude este buen hombre, por muy sj que sea, y por muy “listo” que pretenda ser, que no dudo que lo sea. O “carrierista". O “un mandado con títulos", que da toda la impresión.
Pero es ya innegable que hay todo un “circuito” montado para ir desgranando e implantando, etapa a etapa, diócesis a diócesis, declarada a declarada, el tristemente “famosísimo” capítulo VIII. Y hoy es Spadaro, y otro día son los sicilianos, y antes los malteses, y bastante antes los de Buenos Aires, y ya en Francia el cardenal Barbarin, hace muy pocas fechas.
Vamos con Spadaro.
Y lo primero que hay que preguntarle es si cuando habla de “norma", se refiere a las normas morales contenidas, en sus lineas rojas, en los Mandamientos de la Ley de Dios. Lo digo por situarnos. Si se refiere a las normas de tráfico, acabamos mucho antes: enseguida. Porque sí parece que los Diez Mandamientos están por encima de todo y valen para todos: nadie puede voluntariamente quebrantar uno solo de ellos y decir que no ha pecado. Lo contrario no es católico.
En este supuesto, negar que haya una norma que está por encima de todo, efectivamente invalida juzgar a nadie, pues se queda uno sin referencias y, por tanto, sin autoridad para hacerlo. Pero, ¿de dónde se saca que esa norma no existe? No lo dice. Y entonces, ¿qué valor tiene su afirmación? Ninguna. Y aquí no puede recurrir ni a Francisco, ni a Santo Tomás, al que todo parece indicar que hay que volver a tenerle en cuenta, al menos “interesadamente” -para el cap. VIII, y punto- después de haberlo echado a patadas desde hace décadas de las universidades y seminarios católicos.
Pero, además, si no hay una norma que está por encima de todo, entonces la norma -caso de que se quiera recurrir a alguna cuando ya no hace ninguna falta, porque precisamente la norma sirve en esa medida-, la pone uno. Y se queda tan pancho. Y todo se dispara: subjetivismo, relativismo, tolerancia, comprensión, discernir, acompañamiento, pecado, gracia, sacramentos, etc., etc.
Así, y solamente así, es como se puede afirmar -y esto sí lo pone en boca del Papa- que “ya no se puede hablar de una norma que debe seguirse en todos los casos". O sea: no hay normas absolutas, no hay mandatos absolutos que no pueden romperse nunca o no seguirse en algunos casos… y todo ello con tranquilidad de conciencia, porque ya no hay normas cuya trasgresión sea pecado siempre.
Así es como puede uno montarse en la ciencia-ficción de que, aún reconociendo estar en una situación moral y eclesialmente “irregular", uno mismo puede “abstraerse” de esa situación real y sumergirse en la imaginación de no ser moralmente responsable de esa situación. Y esto, aplicado a pretender ser católico, a pesar de estar divorciado -el divorcio no existe para un católico: sigue casado con su mujer/marido, y a pesar de haberse arrejuntado voluntariamente con otr@ señor/a, a lo que se le sigue llamando “matrimonio” -o no; aunque ya da igual-, y se puede seguir teniendo coyunda carnal con él/la de repuesto, -os. Y todo con tranquilidad de conciencia.
Por cierto, y por aclarar: reconocer que se está en una situación “irregular” sólo se puede hacer si hay una norma que lo dice; porque, si no la hay, no sé en base a qué se puede reconocer tal situación: máxime para luego decir que no rige; y como suena demasiado fuerte se mete de tapadillo -como simulacro de ser y mantenerse ecuánime-, lo de “en algunos casos, etc.”
Esto tiene el mismo peso doctrinal y pastoral que el de ese otro sacerdote “católico” -eso dice él de sí mismo-, sj también -que será casualidad seguramente, no digo que no, pero que ya es mucha casualidad, ciertamente-, que dice que los homosexs tienen bula para seguir sus prácticas, y que no necesitan vivir la castidad como el resto de los católicos. Nada de esto es católico, por supuesto. Y por cierto, este sujeto al que siempre muestran con clergimen, también es amigo o consejero de Francisco; que también será casualidad.
Además, ¿qué significado tiene hablar de “categoría abstracta de personas"? ¿Cuándo y dónde en la Iglesia Católica se ha enseñado y admitido eso? Serán los que han dejado a Santo Tomás de lado, y luego, eso sí, montan el pollo que montan.
Todo para llegar a su objetivo propio: “El documento concluye con claridad que en algunas circunstancias, en lo que respecta a los divorciados y vueltos a casar […] es posible concederles la absolución y admitirlos a la Eucaristía".
Nada, absolutamente nada de todo esto es católico: es un choque frontal de trenes. Y lo mismo con los homosexs. Habrían ganado, habrían doblegado, unos y otros -homosexs y reajuntados- a la Iglesia, de la que, desde el mismo momento en que admitiera algo de esto en su seno, dejaría de ser Ella.
Algo así como lo de Puigdemon y Rajoy…, si es que fuera verdad, y no una pantomima pactada, huntada y reglada. Vamos, que habrían conseguido la independencia.
Las cosas en el interior de la Iglesia están cada vez peor; y acelerándose.
PD: como a esta gente la sacan siempre vestidos de cura -como al gay polaco, por cierto-, estoy por no ir ya de cura para que no me confundan con toda esta patulea que aúnan a la vez ignorancia vencible y rebuscada con maldad: porque estos se hacen los tontos a sabiendas.
19 comentarios
Ha llegado la hora de que todos nos quitemos la careta y empecemos a llamar al pan pan y al vino vino.
Perdone, d. José Luis, estoy de acuerdo con todo lo demás. pero, sintiéndolo en el alma, no puedo compartir la afirmación de arriba: el cardenal Daneels no ha pagado por haber encubierto los abusos del obispo Vangheluwe --reconocidos por él mismo- sobre sus sobrinos -hay grabaciones de cómo el cardenal les pidió que retiraran la denuncia y se olvidaran del tema-. No sólo eso: fue invitado a participar en el Sínodo de la Familia... No hemos limpiado lo suficiente, y lo pagaremos. Ya lo estamos pagando.
1. "Reconoce que incluso las personas que viven en situaciones familiares “irregulares” -es el caso de los divorciados vueltos a casar y quienes conviven sin casarse-".
No se puede admitir que esas situaciones sean "familiares" en el sentido que no son una familia según la ley de Dios, son otra cosa pero no una familia, no se le puede conceder el estado o la categoría de familia según Cristo.
El reconocimiento de la "irregularidad" significa que se trata de una situación que está fuera de una regla que la antecede, situación que confrontada a esa regla no coincide, no da el tipo, carece de la tipología necesaria para ser regular.
Ahora bien ese situación si es irregular no debe permanecer debe regularizarse o quedará siempre fuera de la norma.
2. "El documento concluye con claridad que en algunas circunstancias, en lo que respecta a los divorciados vueltos a casar, según la evaluación del confesor […] es posible concederles la absolución y admitirles a la Eucaristía".
Claro que es posible que el confesor los absuelva, de ese pecado y de cualquier otro, pero debe haber una confesión de un pecado, un acto deliberado y voluntario del pecador de reconocer su pecado y pedir perdón. Pero una vez que ha hecho ese reconocimiento ya no podrá hablarse de responsabilidad reducida o de grado de responsabilidad. La primera vez del reconocimiento de la situación de pecado será suficiente para hacerlo responsable para siempre, ahora no va a poder decir que no sabía, vulneraría el principio de no contradicción o del respeto a los actos propios. Pero si insiste en la situación de hecho irregular el algún momento el confesor le va a decir o para o no lo absuelvo más, y ahí pregúntenle a Spadaro que hace el confesor ?, dejemos atrición y contrición para otro momento.
o será que no somos misericordiosos???
Esto, va de mal en peor y a mucha celeridad. Le felicito de.nuevo.
Corviértelas en oración: el Señor la quiere necesitar.
Así les va.
¿Con qué Iglesia nos encontraremos en un futuro próximo de 10-15 años, no más, si la Sede de Pedro es ocupada por Papas que sigan la línea modernista de Francisco I?
Prefiero no imaginármelo, pero me temo que si esto sigue así no sólo tendremos el santo adulterio, sino también la santa anticoncepción artificial, el santo gaymonio, el santo aborto, la santa eutanasia, (lo de santas es en plan irónico) y lo que se tercie con tal complacer los dictados del Nuevo Orden Mundial políticamente correcto. Deseo vivamente equivocarme y ser un falso profeta de calamidades.
Veo que no has pillado por dónde iba lo de Spadaro...
www(poner un punto aquí)periodistadigital(poner un punto aquí)com/religion/opinion/2017/10/22/religion-iglesia-opinion-jose-maria-castillo-la-religion-mato-a-jesus-la-religion-incompatible-con-el-evangelio(poner un punto aquí)shtml
Castillo tiene de católico lo que yo de tibetano. Te aconsejo que no entres en RD porque puedes envenenarte; además de que te subirá la tensión, ya de entrada.
Cada unos es muy libre de sacar las consecuencias que quiera
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