"Con los Sacramentos no se juega"
Le tomo prestado el título de su último libro a Nicola Bux porque me parece de una actualidad y de una urgencia tan vitales, el que nos demos cuenta de lo que estamos haciendo con los Sacramentos en la Iglesia Católica desde hace más de 40 años, que no puedo por menos que sacar a relucir el tema. Doloroso tema en extremo.
Un “tema” que trae como consecuencia -previsible ayer; visible trágicamente hoy-, si no se corrige con urgente autoridad y exigente fortaleza, el desmantelamiento de la misma Iglesia. Es lo que se ve ya -no hay peor ceguera que la de los que no quieren ver- en todo el mundo occidental, especialmente en los países de más que milenaria tradición católica. Están laminados, espiritualmente hablando.
Esta descristianización, tan pública y tan evidente, que ha sido reiteradamente denunciada por los últimos Papas, desde Pablo VI hasta hoy; y, por lo mismo, también reiteradamente hemos sido convocados todos en la Iglesia -sacerdotes, laicos y religiosos- a la re-cristianización de esos mismos países y de esas mismas sociedades; esta misión apostólica de reconstrucción de lo demolido y desmantelado a conciencia empieza, DEBE EMPEZAR, por la DISCIPLINA SACRAMENTAL.
Es decir, debe empezar por el reconocimiento de LO QUE SON todos y cada uno de los Sacramentos, instituidos por Jesucristo, y por Jesucristo entregados a su Iglesia y puestos en manos de sus Pastores para la Salvación de sus fieles. Primero, por tanto, lo que son.
Luego, tener clarísimas -para respetarlas escrupulosamente- las CONDICIONES de VALIDEZ en su “confección” y de LICITUD en su “aplicación".
Finalmente, LO QUE DEBEN SER en la vida personal -Fe y vida de Fe: vida cristiana, imitación y seguimiento de Jesucristo- de cada uno de los miembros de la Iglesia.
Hoy, en muchísimos sitios -parroquias, colegios “católicos"-, ninguno de los tres horizontes que acabamos de señalar está reconocido, respetado, transmitido, celebrado y defendido así. Y no se salva ni uno solo de los 7 Sacramentos de la Iglesia Católica, desde el Bautismo hasta el Matrimonio; por señalar el primero y el último en el listado de los Sacramentos, tal como se recogen en el Catecismo de la Iglesia Católica.
No se salvan ni en el plano de la mera doctrina, ni en el plano de la catequesis; mucho menos en el plano de las condiciones para administrarlos por parte de los pastores, o para recibirlos por parte de los fieles, que somos todos: sacerdotes, religiosos y laicos.
Lo que sobran son pruebas de esto que, con dolor de corazón, afirmo. El último ejemplo, calentito aún, es la polémica que se ha suscitado entre lo mejor y lo peor de la Iglesia, con la admisión de los católicos divorciados y vueltos a arrejuntarse con otra por lo civil y por sus pistolas, al acceso a la Eucaristía, sin otro fundamento que su propia voluntad, o la del obispo o sacerdote correspondiente.
Esto, solo esto, si se lleva a la práctica -hay diócesis donde ya es la práctica común y pública-, es cargarse de un plumazo TODOS los Sacramentos de la Iglesia y, por ende, a la Iglesia misma. Automáticamente no seríamos más que otra secta protestante más: sin Sacramentos, sin Cristo, sin Iglesia. Solo que ya no sabríamos ni contra quién o qué protestábamos: más tontos y más inútiles, imposible.
Y, lógicamente, desde ahí no podríamos salvar a nadie, porque habríamos hecho traición a todos, empezando por Jesús y acabando en el último miembro recién incorporado a la nada más absoluta.
21 comentarios
Tan verdad es todo lo que dice, tristemente, que si nos ponemos en el lugar de abogado del diablo, por un momento, entendemos que el diablo no puede pedir otra cosa que pastores que guían a las ovejas sin guiarlas, dandole lo mismo el sendero que lleva al corral, que el que lleva a la boca del lobo, todo en nombre de una misericordia, que más bien es condescendencia con el orgullo y la rebeldía, de quien no reconoce la Voluntad Divina, y no está dispuesto sino a que le den la bendición a cualquiera sea la dirección que quiera tomar.
Es para graficarlo, como si nos vendieran un GPS, navegador satelital, pero que lo programaramos para que por "misericorida" nunca nos corrija si equivocamos de camino; mal destino tendremos si nos dejamos llevar por esa guía...
Buen artículo padre, no excluye de esta responsabilidad a ningún clérigo. que Dios constantemente los ilumine
Ya lo creo que duele Padre. Creo que la Iglesia prevalecerá, no tengo dudas de ello.
Sólo dudo, mejor dicho, no sé, la cantidad de millones de almas que se han perdido y aun se perderán con el relajo de ésta falsa misericordia que nos corroe.
Un saludo.
Lo de "dos años de catequesis y comulgas" "y "dos o tres y te confirmas" y "unas charlas prematrimoniales y te casas", y unas reuniones a los padres y bautizar al niño" y cosas parecidas se ha quedado totalmente obsoleto e ineficaz.
Y tampoco entiendo que no se vea.........o es que se mira para otro lado.
¿No se podría salvar a nadie? Ni fata que hace, pues de un tiempo para acá se ha decretado que todo el mundo inexorablemente está salvado por derecho divino y humano aunque no quiera. Y se añade que Dios nos ama a cada uno así como somos, cada cual en su cada suyo.No hay Infierno ni cosas parecidas como condenación.
¿Para qué Sacramentos? Precisando más, ¿Para qué Liturgia Sacramental conversora de Gracia Santificante? ¿Para qué Sacerdotes Liturgos de Cristo? ¿Para qué Orden Sagrado?¿Para qué Jesucristo? ¿Para qué Religión Católica?
La Iglesia es perdurable, las puertas giratorias del averno no prevalecerán contra ella, pero a su Religión Católica única verdadera de la Iglesia de Jesucristo la pueden derivar a interreligiosidad como es el caso
.Nos quedamos en la pastoral como el judaísmo se quedó en el rabinato. Todo laicista, profano, sin trascendencia sobrenatural.
Tiene lógica implacable lo que ocurre. Es la guerra contra los fieles del Señor Jesucristo cuyo Dios es UNO y Trino en personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¿Ha leído usted la oración de Francisco para el Día de la Naturaleza?
Desde los días del arzobispo Cirarda en Pamplona un sacerdote está fuera de misión canónica hasta hoy por defender el Sacramento de la Confesión y Penitencia al manifestarse en contra del simulacro de las llamadas Penitencias-Confesiones Comunitarias.
Se cargaron a propósito la confesión vocal penitente porque no era consensuable con la doctrina de Lutero,pionero, guía y medicina de la reforma impuesta de la iglesia.
Confesarse hoy es caérsele a uno el alma a los suelos. ¡Qué cosas dicen determinados confesores del propio sacramento! ¿Y quién confía en los curas confesores aseglarados ni siquiera que guarden el secreto profesional laicista?
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