Ahora, las "diaconisas"
Por si faltaba algún palo por tocar -a este paso, seguro que faltan-, ahora le toca el turno a las “diaconisas". Y las que ya se ven -o ya las ven- vestiditas muy monas con su alzacuellos y todo -algo así como el espectáculo que han montado los anglicanos con sus diáconas, sacerdotas y obispas; modelo, por cierto, cada vez más “inspirador” para los demoledores de la Iglesia Católica- están aplaudiendo hasta con las orejas. ¡Qué pena!
Vamos a entrarle al tema, pero con la Palabra de Dios por delante: no con los “inventos” de la “no iglesia". Y nos vamos a los Hechos de los Apóstoles, escrito por san Lucas, el mismo autor del tercer Evangelio.
De las “diaconisas", por concretar, solo se las nombra: san Pablo; y nunca se les refiere función eclesial alguna, que yo recuerde. De los “diáconos” se nos narra con detalle su “institución y funciones". Vamos a verlo a continuación.
Exactamente, ¿a qué respondió la elección de los siete primeros diáconos de la historia y la vida de la Iglesia? Los Hechos nos responden: En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, se levantó una queja de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas estaban desatendidas en la asistencia diaria. Los Doce convocaron a la multitud de los discípulos y les dijeron:
-No es conveniente que nosotros abandonemos la Palabra de Dios para servir las mesas. Escoged, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, a los que designemos para este servicio. Y añadieron: Mientras, nosotros nos dedicaremos asiduamente a la oración y al ministerio de la Palabra.
La propuesta agradó a toda la asamblea y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe,… Los presentaron ante los Apóstoles y orando les impusieron las manos (6, 1-6). Esteban será mártir, mientras Saulo aprobaba su muerte; y Felipe predicará en Samaría, y bautizará al eunuco de Candace, la reina de Etiopía. Y ya no hay más noticia revelada de los diáconos en la primerísima Iglesia.
¿Por qué en la Iglesia se dejó relativamente pronto el cargo de “diaconisa"? En cuanto el cargo de “diácono” pasó a ser “ministerio ordenado", y no solo de “servicio a las mesas” como nació; y, más tarde y para algunos de ellos, paso previo para ser ordenados “sacerdotes“. Como ese no podía ser camino para las mujeres en la Iglesia -esto lo tuvo clarísimo la Iglesia desde el primer minuto de su vida e historia-, se dejaron las “diaconisas", fuese cual fuese su verdadera función en la primera Iglesia; porque ha fluctuado mucho de unos sitios a otros.
Por ejemplo, en unos sitios no se las ordenaba, solo se las bendecía; en otros parece que sí había una ordenación. Siempre se trataba de señoras mayores -de 60 años o más-, y de probada virtud. Y un Concilio mandó que las que habían sido “ordenadas” se las redugera a fieles “normales". Siempre estaban para hacer los servicios a otras mujeres, pues no sería decoroso que lo hiciesen los varones; por ejemplo en la atención de pobres y enfermas, o en el bautizo de señoras por inmersión. Su “institución” nunca fue generalizada en la Iglesia: hubo sitios y sitios.
La mujer en la Iglesia Católica nunca ha necesitado ser “diaconisa” para ser lo que es y lo que tiene que ser: santa. Lo mismo que los hombres y como todos en la Iglesia, por cierto. Y la santidad, en la Iglesia, no es un problema de función o cargo, sino es una cuestión personal: de amor de Dios, de corresponder personalmente al Misterio del Amor de Dios por nosotros.
De hecho, en la Iglesia Católica, no hay más que una categoría o naturaleza: la de HIJOS DE DIOS. Y no hay más que una vocación: la SANTIDAD. Todos hechos hijos de Dios por la Gracia del Bautismo, y todos llamados a la santidad, por esa misma Gracia.
Hay “cargos", que son siempre cargas, porque hay diferentes SERVICIOS que atender o cubrir. El primero, instituido por Jesucristo, el sacerdocio: porque sin sacerdotes no hay Eucaristía, y sin Eucaristía no hay Iglesia, porque no está Cristo presente, vivo, real. Y constituyen la JERARQUÏA, porque en la Iglesia Católica, sí hay Cabeza.
Santa Teresa no necesito para nada ser diaconisa. Ni santa Catlina de Siena. Ni santa Isabel de Portugal, o santa Brígida, o la abadesa de las huelgas. Esta última, por cierto, con más “mando en plaza” que el propio Obispo de Burgos, en todos de los temas que concernían a la Abadía, sus dominios y sus prerrogativas.
¿Quién “reverdece” este tema en el seno de las religiosas? Las que no tienen un sentido eclesial, las que están infectadas de los parámetros mundanos y pretenden establecer las “cuotas por sexo” en la misma Iglesia. Las que pretenden que la Iglesia es “nuestra” y, por tanto, "la hacemos nosotros". Y posiciones por el estilo.
¿Y entre los miembros de la Jerarquía, por ejemplo, Burke, que se ha lanzado en plancha y en marcha en cuanto le ha llegado la noticia? Qué voy a decir de Burke que no se sepa a estas alturas.
Me da que, como esto siga así, van a acabar “infartando” a la misma Iglesia. Porque no se puede tener a la gente en un “¡ay"” continuo. ¿Les parece misericordioso o mínimamente caritativo?
29 comentarios
En cuanto a su comentario sobre el Cardenal Burke (supongo que se refería a él), no lo he entendido bien, pero si quería criticarlo, debiera considerar que es necesario que al menos un Pablo audaz, claro y firme encare a este "Pedro" tan confuso.
Roguemos al Espíritu Santo que haga pasar luego esta hora oscura del pontificado.
Solamente una cuestión: ¿cómo podían ordenarse "diaconisas" si esta ordenación es inválida a ojos de Dios, como dijo, entre otros, el cardenal Müller en 2001 (hay un artículo en Infocatólica), y si el sacramento del orden está reservado a sacerdotes?
Reciba un cordial saludo:
Juan G. C.
Y tantos católicos, ya muy blanditos tras años de despropósitos, están encantados con lo de la ordenación de las diaconisas. Es lo que percibo en mi ambiente.
El problema es que , cuando se hace esa pregunta, no se puede salir diciendo que lo hablaste tiempo ha con un señor muy sabio y que en realidad no sabes mucho de la cosa y que mira que bien,que alguien se ocupe y si es una comisión , miel sobre hojuelas...
Cuando uno no es omnisciente , que tampoco hace falta, basta con ser prudente.
Y yo no veo ningún plan demoledor, solo improvisación y demagogia .
Por cierto ¿ qué ha hecho, o no hecho, el cardenal Burke ?
Porque entre los hombres, si no hay "avalanchas" en las cercanías de los seminarios, no para ordenarse diácono, como paso previo para ser ordenado sacerdote, ni lo hay para ser ordenado "diácono permanente"; mucho me temo que tampoco hay dichas avalanchas entre las mujeres, para acceder a una hipotética ordenación como diaconisa.
Pero no sacan y además desprecian cualquier signo de intensa piedad y veneración; cualquier costumbre que tenga olor al estilo tradicional y sea claro reflejo de la incómoda enseñanza de los Apóstoles que a ellos ya no les va. Así por ejemplo, el uso del velo de las mujeres en la misa, o la confesión y penitencia pública por los pecados públicos y notorios. Si un pecador de esta clase se hubiese acercado a los sacramentos sin antes expresar su rechazo frontal y el arrepentimiento por los pecados y ofensas hechas, se cometería un enorme escándalo. La Iglesia primitiva sabía que eso era inadmisible.
Este tema la Iglesia lo zanjó ya. Benedicto XIV, 26 de julio de 1755, Encíclica Allatae sunt:
"Papa Gelasio (muerto en 496) en su novena carta ( Cap 26) a los obispos de Lucania condenó la infame práctica que había sido introducida de mujeres sirviendo al sacerdote en la celebración de la misa. Dado que este abuso se había extendido entre los griegos, Inocencio IV prohibió estrictamente en su carta al obispo de Tusculum: "las mujeres no deben atreverse a servir en el altar; deben ser rechazadas por completo de este ministerio. "Nosotros también hemos prohibido esta práctica con las mismas palabras en nuestra constitución muy repetida Etsi pastoralis, secc. 6, no. 21."
16 ENCOMIÉNDOOS empero a Febe nuestra hermana, la cual es diaconisa de la iglesia que está en Cencreas:
2 Que la recibáis en el Señor, como es digno a los santos, y que la ayudéis en cualquiera cosa en que os hubiere menester: porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.
Efectivamente, he equivocado el nombre: quería decir Kasper y he puesto Burke. Siento el error
Como consecuencia de estos errores, se nos ha instalado una casta (con honrosas excepciones, por supuesto) que son como el lobo disfrazado de la abuela de Caperucita. Son enemigos declarados tanto de la nación española en un caso, como de la Iglesia en el otro, y parecen dispuestos a destruir todo lo que puedan, que es mucho.
Cosa curiosa, parece que ciertos signos como la escuadra y la plomada son comunes en ambos casos.
No veo mal que se estudie esto, aunque el resultado tiene que ser algo prudente, estable, justo, no se trata de precipitarse y hacer las cosas por hacerlas o por novedad. Así como el sacerdocio de la mujer es inadmisible, el diaconado lo veo como una cuestión abierta.
De todas maneras en España de aquí a unos años, ni sacerdotes, ni diáconos habra casí. En algunas diócesis rurales son equipos de seglares las que atienden a los pueblos haciendo celebraciones de la palabra. Y eso cada vez se dará mas.
es.zenit.org/articles/lombardi-el-papa-no-dijo-que-quiere-introducir-el-diaconado-femenino/
Que alguien me explique qué bienes acarrearía para la Iglesia este cambio. Pues si es sólo para satisfacer la ambición de poder de algunas, mejor ni se les ocurra. Después será tarde para el arrepentimiento.
Bendiciones.
No se que tiene que ver el estudio de "atraco a mano armada" o "el asesinato de los hijos a la luz de las comunidades primitivas" con el asunto del diaconado femenino. Si lo que pretendes hacer es una ironia graciosa no le veo mucho la gracia, la verdad.
Afirmas taxativamente que no hay nada que estudiar y que todo está estudiado, entonces ¿porque el Papa plantea una comisión investigadora? ¿sabes tú mas que el Papa? Pregunto.
Trabucaire:
Me dices que no diga tonterias; a mi este asunto no me parece una tontería. El diaconado en un principio no formaba parte de ningún sacramento del orden ni tenía una función litúrgica sino de servicio a los más necesitados; el desarrollo histórico de .
los ministerios en la Iglesia ha sufrido cambios y transformaciones, es que parece que todo ha sido así desde siempre de manera monolítica
e inamovible.
Cualquier alumno de 1º de carrera de Teología sabe que Cristo no instituyó literalmente ningún sacramento del orden, aunque el sacramento del orden hunde sus raíces en la Tradición apostólica y en la persona del mismo Cristo, eso no lo podemos negar, pero de ahí a decir que los ministerios eclesiales tal como los entendemos actualmente son como "dictados" literalmente de Dios (como algunos parece que quieren dar a entender) sin que se den cuestiones abiertas y discutibles es vivir fuera de la realidad.
Y que conste que no defiendo a ultranza que las mujeres tengan que ser diaconas, pero decir NO por sistema pues tampoco. Otra cosa es el sacerdocio ministerial.
Para Roberto:
Jesucristo instituyó el Sacramento del Orden. Él. De primera mano. Y le fue dando su contenido: su sentido y vida DESPUÉS. Primero, el Jueves Santo, a la hora de la institución del Sacramento de la Eucaristía -"Esto es mi Cuerpo..., esta es mi Sangre...-, añade: "Haced esto en memoria mía": es decir, confiere a los Apóstoles -y lógicamente a sus sucesores- la potestad de CONSAGRAR "in Persona Christi". Mäs tarde, les mandaRÁ Bautizar y Pedonar los pecados. También el deber de prodicar "hasta el fin del mundo", etc. Y todo por una razón muy concreta: "Seréis mis testigos".
Afirmar que Jesús no instituyó ningún Sacramento, cuando los instituyó todos, y menos el del Orden Sacerdotal, ESO, la verdad, NO ES CATÓLICO, lo pintes como lo pintes
1. Lanzar la idea, que se «investigará» (aunque sea un tema cerrado). Lombardi —la verdad es que se gana el sueldo— ya se encargará de apagar fuegos, sobre todo entre los carcas.
2. «Montar lío». Los medios de comunicación, sobre todo los seculares, ya se encargan de que no cese, con entrevistas a «expertos» en heterodoxia, si son cardenales mejor aún.
3. La «sorpresa». Después de muchas comisiones e investigaciones, con heterodoxos en puestos clave en la redacción de las conclusiones, por eso de que son «grandes teólogos de rodillas», se dirá para no caer en herejía e irse al paro que «sí, pero no, que a veces no, pero sí... pero pastoralmente es conveniente para que nadie se sienta excluido» y bla, bla, bla. Y el que se oponga a las sorpresas del espíritu, es un pepinillo en vinagre murciélago neopelagianiano autorreferencial y prometeico fomentador de coprofagia, y además feo, gordo y con granos.
Me temo que, a este paso, además de las estolas arcoiris y multicolorines «étnicas», pronto vamos a ver dalmáticas marca Chanel.
Muchas mujeres en mi parroquia igualmente asisten con sus actividades a las necesidades de la iglesia y de los fieles, toman del sagrario el cupón para repartir la comunión, se ocupan de todo en la parroquia salvo decir misa... ¿Qué más pretenden hacer?
En un pueblo de Salamanca restauraron la iglesia totalmente con sus manos, haciendo de albañiles, pintores, arqueólogos, recuperaron unos capiteles y una pila bautismal románica que estaba de bebedero en un corral. Es para verlo, no tienen parroco fijo y se las apañan que no les falta de nada...
Si a esto añadimos la oración de intercesión, de acción de gracias, de alabanza etc. La ayuda a los desfavorecidos, a los enfermos, a los ancianos, las catequesis, las celebraciones todas y el mantenimiento del templo... Bueno, no multiplican los panes y los peces, pero hacen de un duro dos para pagar todos los gastos y siempre hay de todo para todos sea comida, ropa, atenciones espirituales y corporales, cosen, cantan, hacen mercadillos para recaudar para los pobres, van de viaje, hacen procesiones y romerías varias... En fin...
Siendo mal pensada, si las monjas en el convento y las misiones no tienen suficiente es que han confundido la vocación y mejor se hubieran hecho bomberos, del Samur, asistentas sociales o que se yo.
Le haría bien estudiar el Catecismo, convertirse , y leer los artículos - como este- antes de soltar sus opiniones personales y erróneas.
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