Fracaso matrimonial = derecho a comulgar.
El «fracaso matrimonial» se ha convertido en «derecho a comulgar». Bueno, aún no se ha convertido; pero, por parte de algunos -Cardenal Martínez Sistach, padre Costadoat, etc.,- se está en ello, se «trabaja» para ello, y se quiere así. Incluso no dudan en afirmar, públicamente, que el Papa le va a dar el visto bueno: el «via», que dicen en italiano.
¿Cómo se convierte doctrinal, moral, teológica y eclesialmente un «fracaso matrimonial» en un «derecho a comulgar»? Vamos a intentar una «aproximación» al tema, que debe estar más o menos al caer, o no.
En primer lugar, se engloba en el término «fracaso matrimonial» toda ruptura matrimonial entre católicos; incluyendo también ahí -faltaría más-, a los católicos que, divorciados del verdadero matrimonio, se han reajuntado por sus pistolas con una segunda «pareja». «Pareja» que será estable o no -qui lo sá?-, pero que ahí está; y que, hasta no hace mucho tiempo, ni en las leyes eclesiales, ni en la doctrina, ni en la praxis pastoral se le antojaba a nadie que podían ser admitidos a la comunión si no cambiaban de vida.
Por tanto, se engloban ahí las segundas situaciones -los «divorciados reajuntados»-; porque con las primeras -la simple ruptura matrimonial- nadie tiene impedido, solo por ese hecho, el acercarse a comulgar. Que se rompa un matrimonio no impide a los conyuges ir a comulgar porque no están en una situación irregular: confiesan las culpas que personalmente puedan tener, en cualquier orden que sea, y a comulgar con toda conciencia de lo que hacen, y hacen bien.
Como no es el caso de los «divorciados-arrejuntados» -en absoluto-, hay que meterlos ahí, bajo ese paraguas: ponerlos en la pestaña «fracaso matrimonial»; que lo ha habido evidentemente. Pero luego, y es lo que en principio estorba, hay ese dichoso y molesto añadido del «arrejuntamiento», al que hay que poner, para que «cuele», la vitola de «normalidad», «derecho a rehacer mi vida», «situación estable», «hijos sobrevenidos» -«¡y qué culpa tienen ellos, pobrecillos!» Tampoco dicen de qué culpa se les acusa a los hijos, ni quién los acusa-, «ansias infinitas de comunión y de seguir siendo Iglesia», etc.
Y como esto choca frontalmente con lo que ha vivido la Santa Madre Iglesia -que para estos «nuevos profetas» no ha sido madre nunca, y tiene que empezar a serlo ya, ¡que se le pasa el arroz!-, pues, ¡ya está! Se «cataloga» como de «no-adulterio» su segunda situación, y ¡a correr! ¡Todo arreglado, todo bendecido! Aquí ¡borrón y cuenta nueva! ¡«Paz, y después gloria», que estamos en Navidad!
Así que ¡a comulgar! Y sin confesarse antes: porque ¿de qué tendrían que hacerlo y por qué, si lo suyo es «normal» por obra y milagros de la iglesia «madre», «misericordiosa», «perdonadora», «innovadora», «hecha un pimpollo», «moderna», «superadora de las doctrinas y los legalismos», «con corazón»…? Bueno, corto, que me he cansado de cursiladas: el que las quiera, que las añada.
El «detallito» que se les escapa a este personal tan moderno y misericordioso es que «eso» que traman, «eso» que urden… ya no es la Iglesia Católica.
Y a Jesucristo se le ha echado -es la seña de identidad de la «modernidad»-: se le ha vuelto a dar con la pùerta en las narices, como cuando quiso nacer en Belén.
Todo este desastre, ¿lo veremos?
16 comentarios
Saludos cordiales y Feliz Navidad.
Es realmente muy triste leer notas como las suyas, escritas con tanta liviandad...
Con mi esposa, somos divorciados en nueva unión y parte integrante, desde el año 2006, del "Servicio de Verdad y Misericordia" (pastoral para divorciados vueltos a casar, en la diócesis de Rafaela -Santa Fe, Argentina-).
Este mensaje es solo para manifestarle lo siguiente:
Obviamente que estamos siguiendo con atención lo que sucedió en el Sínodo, y todas las cosas que se dicen y escriben (desde Francisco para abajo, pasando por cardenales, obispos, laicos, periodistas, opinólogos, etc.) sobre quienes estamos en la situación de divorciados y vueltos casar.
Tendrían que saber los fariseos del Siglo XXI, que se rasgan las vestiduras y están aterrorizados frente a la posibilidad de que nuestra Iglesia modifique la prohibición que pesa para acceder a los Sacramentos (cosa, que como Ud. bien sabe y a pesar de su temor, todavía está por verse y correrá bastatante agua debajo del puente), que, si aquello llegase a suceder, ni la Iglesia se va a derrumbar, ni la indisolubilidad del matrimonio se va a poner en duda. Parece que todavía no se dan por aludidos de la prédica constante del Santo Padre acerca de la Misericordia de Dios.
También habría que recordarles lo dicho por el Cardenal Carlo M. Martini, cuando expresó que los Sacramentos no deben ser usados instrumentos de disciplina. Si todos los que hablan con tanta liviandad presenciaran los testimonios de decenas de personas que hacen los encuentros de nuestro Servicio, reflexionarían más antes de abrir la boca para levantar el dedo juzgador...
Además, todos se centran en la discusión sobre la Eucaristía. ¿Y con la confesión? Pareciera que los divorciados vueltos a casar somos una condición especial de “superpecadores” inperdonables sacramentalmente… De todos modos, obediencia, fe y esperanza. Que ya tendremos nuestra recompensa. Santo Evangelio según San Mateo 15:21-28 … Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!
Enrique Terragni - Rafaela, SFe, Argentina
Frente a la aseveración del Cardenal Martini -un verdadero sofisma, ,
porque lo esencial de los sacramentos es que son signo de realidades sobrenaturales. cuánta mentira hay en llamar "disciplina" a obedecer a Cristo, o simplemente vivir el evangelio- San juan Pablo II enseñó que lo verdaderamente demoledor sería una praxis sacramental contraria al significado real del propio sacramento
Solamente en la medida en que Uds estén dispuestos a un comportamiento de vida que no contradiga la unión que Dios hizo, cuando comulgue -después de recibir la absolución-recibirá Ud a Cristo. Si Ud se reseva el derecho de ofenderle con un supuesto cónyuge que no es aquel con el que Cristo le unió , la comunión será en perjuicio de su alma. Auqnue se lo toleren todos los obispos que Ud quiera. Cristo y San Pablo lo dejaron muy claro., y les conviene atenerse a ello. Duélanse de sus faltas-y yo de las mias probablemente mayores- y ruegue que Dios con su gracia convierta nuestros corazones para alcanzar lo que con nuestras solas fuerzas no podemos.Recen el rosario,si no lo hacen ya
No, no lo son. Son pecadores como todos los demás, en este caso, de adulterio (dicho por NSJC, no por mi). Para recibir el perdón sacramental necesitan arrepentirse y tener intenciones de no volver a pecar, como en el caso de cualquier otro pecado. Pero, si pretenden seguir en el pecado, significa que no hay propósito de enmienda, y por ello no pueden obtener la absolución sacramental y consiguientemente, no pueden comulgar. No hay grupos de pastoral para divorciados que valgan, ni decretos de obispos ni papas que puedan negar las enseñanzas de nuestro Señor. El dejó muy claras las condiciones para recibir su Cuerpo y su Sangre.
Soy casado católicamente y si no entiendo que se casen los viudos, menos aún que se casen los divorciados y además quieran comulgar y monten los sofismas que divulgan para envenenar.
Me recuerdan mucho los razonamientos de los casados que colgaron la sotana para excusarse de cumplir su compromiso con el Maestro (Parece que no entienden la fidelidad de Bar-Tolomé/Natana-El).
Ahora bien:
1. Por donde el maligno da la palmada en la espalda es por donde la rompe.
2. Todo lo que sea fomentar el pecado, NO es de Jesús de Nazaret (No sé si era del otro Jesús Bar-Abas que fue indultado).
Así que cada uno que cargue su cruz como nos dijo el Crucificado.
In Domino.
NB: Solo hay que rezarle a la Madre y nunca nos abandonará para ganar la Vida eterna.
Con mi esposa, somos divorciados en nueva unión
Luis Fernando:
O sea, adúlteros, según las palabras de Cristo.
Enrique:
Pareciera que los divorciados vueltos a casar somos una condición especial de “superpecadores” inperdonables sacramentalmente.
Luis Fernando:
Ni mucho menos. Basta con que hagan exactamente lo mismo que el resto de pecadores que acuden al sacramento de la confesión. Arrepentirse se sus pecados y hacer propósito de no volver a pecar. Porque claro, si van a confesarse con la intención de seguir conviviendo en adulterio, no se les puede dar la absolución sacramental. Es de puro sentido común.
Me ha encantado lo de "Servicio de la Verdad y la Misericordia". De verdad de la buena. Nunca se me hubiese imaginado un nombre así para atender "pastoralmente" su situación, y la de su circunstancia de plan B.
Ahí, ¿cómo le han dicho que hay que llamar a lo suyo en Verdad y Misericordia? ¿"Matrimonio"? ¿"Segundas nupcias"? ¿Otras expresiones? ¿Les han dicho que pueden comulgar con total tranquilidad de conciencia? ¿Y que, por supuesto, no tienen nada que confesar a respecto? ¿Quién dirige ese "Servicio"? ¿Algún obispo o arzobispo? ¨¿El del bautizo en la Catedral de la niña de la "pareja" lesbi "amadrinada" por la ex-Presidenta?
Para qué seguir. Vaya tropa! Y cómo está el patio!
¿Qué hacemos con el mandamiento "No cometerás adulterio", confirmado por Jesús en el Nuevo Testamento? (Marcos 10,19) ¿Lo eliminamos de la Biblia?
¿Qué hacemos con el pasaje de la adúltera a quien Jesús despidió: "Yo tampoco te condeno, vete y no peques más". ¿Eliminamos de la Biblia ese mandato incómodo de "no peques más"?
Con la excusa de que todo lo que atéis y desatéis en la tierra quedará atado y desatado en el Cielo, ¿el Papa y los obispos pueden cambiar lo que mandó Dios?
(Le recuerdo que atar y desatar se refiere a perdonar y no perdonar pecados. Al que muestra contrición y propósito de enmienda, cuando confiesa su pecado en el confesionario se le perdona aquí en la tierra y allá en el Cielo; al que no, no.)
Dios es infinitamente misericordioso. ¿Es infinitamente justo?
Se entiende que no sólo usted, sino los demás católicos también, quisiéramos lo mejor de los dos mundos: el camino ancho y llegar al Cielo. Pero Dios no quiso que así fuera. Odioso, ¿no? ¿Qué le costaba querer?
Lo que se puede entender es si hubo un verdadero Matrimonio en su primera unión, pues aunque se unieron carnalmente puede no ser un verdadero Matrimonio en Cristo Jesús y ahí se contempla la nulidad o sea nunca hubo matrimonio.
Muchas parejas cuando se separan y siguen pegaditos del Señor, han logrado luego de su duelo... regresar sobre sus pasos, y reunirse nuevamente! ES LA MISERICORDIA DEL SEÑOR! Nos hace humildes y obedientes al Evangelio. Pero... cómo es de astuto el Maligno! Pone esperanzas donde sólo debe haber dolor por el porcentaje miti-miti que le corresponde como pareja en su fracaso matrimonial! Verdaderamente el Mentiroso los junta y rejunta...
En efecto, si nosotros no respetamos al Señor Sacramentado cómo queremos que lo respeten los de afuera!!
Saludos cordiales.
Saludos.
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