Un bautismo vivido en serio: Santa Teresa de Jesús
1. La espiritualidad como forma de vida
1.1 La vocación del Carmelo viene a recordarnos de manera muy visible que la espiritualidad no es un agregado opcional–una especie de decoración–dentro del conjunto la vida cristiana.
1.2 En realidad, ser “espirituales” no es una opción sino un deber y un derecho que brotan como lógica consecuencia de haber sido renacidos “del agua y del Espíritu.” Un bautismo tomado en serio se llama una vida santa. Así de sencillo.
1.3 Esto ya indica que la santidad no es privilegio elitista ni puede ser tampoco una serie intrincada y compleja de instrucciones. La vida del Espíritu es a la vez sencilla y profunda, bella sin ser superficial, fecunda sin olvidar la interioridad. Principios como estos gobernaron la vocación y la enseñanza de Santa Teresa de Jesús.
2. Una vocación tardía
2.1 No muchas personas saben o toman suficientemente en cuenta que la vocación de Teresa de Jesús es más bien tardía. Y aquí hay que hablar del sentido de la palabra vocación, o sea, llamado. Si bien Teresa había entrado al convento siendo relativamente joven, su verdadero “llamado,” el que llegó a hacer de ella maestra y testigo eminente de la vida en Dios, llegó más bien tarde, cuando la monja llevaba camino recorrido en el convento y frisaba los cuarenta años de edad.
2.2 Esta experiencia de ser llamada “tarde,” o mejor: de haber escuchado solo tardíamente la voz divina, tuvo un impacto muy singular en dos cosas: por un lado, el lenguaje de absoluta confianza en el Dios que es bueno y sabe esperarnos; por otro, la centralidad de la humanidad de Cristo, pues fueron las llagas del Señor las que le hicieron brotar tan copiosas lágrimas.
2.3 Lo tardío de la vocación realmente contemplativa de Teresa también podemos leerlo como un signo para cada uno de nosotros, especialmente si la mediocridad, el cinismo o la tibieza nos acechan: recordar siempre que nos “acecha” también el amor de Dios, y su gracia.
3. Doctora-Maestra de los Caminos de la Gracia
3.1 No debe extrañarnos que la figura de Teresa esté bajo ataque en estos últimos años, sobre todo en su nativa España, que tanto tendría que agradecerle. Bajo pretexto de revelar lo “humano” de una mujer incomparable se han dicho toda clase de tonterías que sólo revelan la incapacidad de la mente mundana para reconocer que existen otros anhelos en el corazón del hombre, más allá de lo sensible, lo placentero o lo puramente psicológico.
3.2 Una actitud más sensata sería sencillamente reconocer que nuestros pobres ojos, fatigados de hurgar los bienes y males a ras de tierra, necesitan el reposo de un buen retiro espiritual, y necesitan también acostumbrarse a un lenguaje que no por diferente es irracional o inútil. Muy al contrario, la deliciosa literatura que Teresa nos ha dejado es el testimonio vívido de cuántos tesoros quizás nos estamos perdiendo, pero que están ahí para nosotros.
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