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14.11.15

Arde París

El título de la famosa obra de Collins & Lapierre, aunque esta vez sin el interrogante, es el resumen de una serie trágica de atentados que dejan un saldo de decenas de muertos. Escribo esto en medio de la consternación propia del 13 de noviembre de 2015.

El presidente Hollande ha ordenado cierre de fronteras y para todos los efectos el pueblo francés experimenta el dolor y angustia propios de una situación de guerra. Pero en la novela histórica de 1964 el enemigo era claro, visible y externo: los nazis. Ahora, en cambio, una sociedad pulverizada ha descubierto con un golpe de terror que no sabe bien ni quiénes son sus enemigos ni cuáles podrían ser sus amigos de fiar. Resulta que los “valores” no subsisten por sí mismos, ni por la sola inercia cultural, si no están anclados firmemente en algo más profundo y estructurado: un credo común. Duélale a quien le duela, y llámenme fanático religioso si les place, el hecho es que los enemigos, bien infiltrados y presentes en las entrañas mismas de Europa, se reconocen entre sí al grito de “¡Alá es grande!” Frente a ellos, la mayor parte de los actuales europeos no tienen nada que gritar porque la única consigna posible sería “¡Viva Cristo Rey!” y ese es un grito malsonante para el laicismo que campea por la Europa otrora cristiana.

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11.11.15

Homilía en el Jubileo de la Orden de Predicadores

Homilía del Provincial de los Dominicos en Colombia, con ocasión del Jubileo por los 800 años de la fundación de la Orden de Predicadores - 7 de noviembre de 2015

Querida Familia Dominicana:

Reunidos a los pies de la Santa Virgen María, Madre de los Predicadores y Reina de Colombia, a quien invocamos como Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, asistimos todos a un momento histórico: con profundo gozo, y en mi condición de prior provincial de los dominicos en Colombia, declaro inaugurado el Año Jubilar con motivo del Octavo Centenario de la Fundación de la Orden de Predicadores.

Jubileo: palabra derivada de “júbilo,” con la que el Maestro de la Orden, fray Bruno Cadoré, ha querido sellar este tiempo de gracia, que se inicia con una fecha notable en nuestro calendario litúrgico: la Fiesta de Todos los Santos de la Orden.

En el contexto de esta bella celebración litúrgica, les invito a que reflexionemos unos minutos en el motivo que nos congrega y también en el camino que tenemos por delante. Cómo predicar el Evangelio en un mundo marcado por la violencia, tanto en Colombia como en el mundo: hemos visto las crisis en Siria, la persecución a los cristianos, la corrupción mundial que permea a todas las instituciones; en Colombia, la pobreza, leyes en contra de Dios que destrozan a la familia misma, los diálogos de paz en medio del posconflicto.

Es ahora cuando nuestros ojos y nuestra voz de predicadores deben fijarse en la santidad de nuestro Padre Domingo como obra del Espíritu Santo. Hay un claro paralelo entre la fiesta litúrgica de hoy y la Solemnidad de todos los Santos, que abrió este mes de noviembre.

Podemos decir que así como la Solemnidad del 1° de noviembre contempla el eco y la plenitud de la santidad de Jesucristo en el conjunto de la Iglesia, así esta Fiesta de Todos los Santos de la Orden nos invita a contemplar la riqueza interior de la santidad de Domingo de Guzmán en sus hijos más fieles y generosos, aquellos que han vivido el carisma a plenitud. A través del lente de la historia, apreciamos con mayor claridad y amplitud la grandeza de los dones que, estando en Domingo como en semilla, han florecido y fructificado en sus hijos e hijas espirituales, a lo largo de un camino que ya llega a sus ochocientos años de anunciar el amor de Dios por la humanidad. De esta consideración podemos sacar algunas ideas y aplicarlas a nuestra vida.

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25.10.15

Siete claves post-sinodales

Concluido el Sínodo de la Familia, y después de escuchar tan diversas voces, es preciso mirar con realismo y espíritu de fe en Cristo el tiempo que sigue. Como un aporte, propongo siete claves:

1. Hagamos que resuene la Palabra de Dios con toda su claridad y belleza. Ninguna palabra humana, ninguna escuela teológica, ningún obispo individualmente considerado, está por encima de la Palabra de Dios y la gran Tradición de la Iglesia, como fiel intérprete de esa Palabra. Libres de arrogancia pero con verdadero espíritu de servicio a los hermanos han de oírse, sin recorte ni disminución de tono, frases como estas: “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio” (Lucas 16,18). Una predicación sencilla, directa, fiel a la letra y el espíritu, hace mucho bien en toda circunstancia. Por supuesto, centrar toda la predicación sólo en los versículos de denuncia sería también error: lo correcto es presentar toda la ternura y a la vez toda la firmeza de Cristo; toda su misericordia y todo el vigor con que, por misericordia, predica sobre la realidad del pecado y la posibilidad espantosa de la muerte eterna.

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13.10.15

Prepararse para lo improbable, 2 de 2

Hacer una lista de lo imprevisto puede ser bastante frustrante. Es darse cuenta de cuántas cosas ya han sucedido sin que las viéramos venir: toda una colección de sorpresas, a veces gratas, y a veces no tanto.

Todavía más difícil es hacer la lista de lo imprevisible. Apenas contamos con algunas instancias de fenómenos que tal vez se repetirán y amplificarán en el futuro. ¿Cómo distinguir la señal del ruido? ¿Qué acontecimientos son simplemente marginales, y cuáles son signo de tendencias que después cobrarán fuerza? Cristo nos manda que leamos los signos de los tiempos pero nuestra capacidad de lectura no suele estar al nivel requerido para tal empeño.

Y sin embargo, la tarea hay que hacerla, y aún nuestras equivocaciones pueden al final traer algo bueno. En esa línea quiero presentar una breve lista de realidades nuevas que creo que deberían atraer la atención de nuestros pastores, y en general de todos los que amamos la Iglesia.

1. Hay que prepararse mejor para las entrevistas y sesiones de preguntas. Quiero saber: ¿Quién entrena a los obispos, los teólogos, o al Papa en esto de las entrevistas? No soy un experto pero creo que hay bastante espacio para mejorar aquí. Es preciso comprender que, de modo ordinario, los intereses del periodista y los del entrevistado están cruzados: al primero le interesa la novedad, el conflicto, incluso el escándalo; se supone que al segundo le preocupa más confirmar en la fe, ampliar un punto de vista mientras se afianza la certeza de las enseñanzas recibidas. En asuntos doctrinales lo que debe esperarse del ministro ordenado es firmeza, claridad y luego también buena pedagogía. No veo yo mucho entrenamiento real en esas exigencias.

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14.09.15

Prepararse para lo improbable, 1 de 2

El mundo contemporáneo abunda en sorpresas. Lo inesperado es el recurso cotidiano para ganar un poco de atención y unos segundos del precioso tiempo de posibles clientes o compradores.

El problema es que en una sociedad progresivamente desconectada de sus raíces culturales, e incluso raciones, más y más cuestiones caen en la penumbra de lo “decidible.” La típica sociedad liberal deja prácticamente abiertas a discusión interminable asuntos tan decisivos como el aborto, la estructura de la familia o la modificación genética de la especie humana. Es apenas natural, entonces, que diversos grupos de intereses quieran hacerse oír de modo que sus agendas particulares puedan imponerse por encima de la cacofonía reinante. A su vez, esto implica que nuevos modos de publicidad y marketing hagan su aparición en los lugares menos esperados, precisamente porque el factor sorpresa es vital para el éxito de esta clase de campañas.

En sí misma, la capacidad de sorprender es moralmente neutra, diría yo. Jesús fue “sorprendente” muchas veces y en la Historia de la Iglesia no han faltado novedades y sorpresas que han hecho posible o más eficiente o más amable la evangelización. De hecho, todo o casi todo lo que damos por descontado en nuestra vida cotidiana como creyentes, algún día fue sorprendente. ¿Se usaban las campanas en la Jerusalén de la  época de Cristo? ¿Se rezaba el rosario en tiempos de San Gregorio Magno? ¿Escribió San León Magno meditaciones para el Via Crucis? ¿Qué dice San Ireneo del uso del órgano tubular en la liturgia? ¿Se postró San Bernardo ante algún Pesebre (o Belén, o Nacimiento, según se le conoce en otros sitios)? La respuesta a todas estas preguntas es: No. Lo cual quiere decir que el uso de campanas, el rezo del rosario, la práctica del Via Crucis, el uso del órgano tubular o la costumbre de hacer el pesebre en algún momento, con mayor o menor medida fueron “sorpresas.”

También en los métodos de evangelización ha habido grandes sorpresas, que con el tiempo se han mostrado sumamente positivas. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola generaron no poca desconfianza y preguntas en su tiempo. Siglos antes, aquello de que los religiosos vivieran en la ciudad y predicaran y enseñaran en universidades fue muy mal recibido, por lo menos en la Universidad de París, con la dirección del arzobispo de la misma ciudad, en el siglo XIII. Si vamos al siglo XIX, encontramos que hubo en Roma quienes se preguntaban por qué Don Bosco no se dedicaba “como todos los demás” a una parroquia, en la que, juzgaban ellos, tendría amplio espacio para todo su celo pastoral.

Hay sorpresas negativas también en el campo de los métodos. Infocatólica ha informado oportunamente de muchas combinaciones explosivas o incluso sacrílegas que se han intentado bajo capa de una “novedad” en la evangelización: desde abusos litúrgicos que claman al cielo hasta mezclas sincréticas con estilos y filosofías orientalistas.

Por ello digo que el hecho mismo de que algo sea sorprendente no es todavía información suficiente, para decidir si es útil y correcto, en términos de nuestra fe.

Este tema tiene otra faceta, sin embargo: las sorpresas que el mundo nos da. En lo cual también hay de riesgo, de trampa pero también de oportunidad.