Sobre las tensiones dentro de la Iglesia
¿Hay tensiones en el interior de la Iglesia Católica? Sí. Puede decirse además que es normal que las haya, como señal de crecimiento y de la riqueza del don del Espíritu, que no está reservado sólo a algunos sino que alcanza a multitud de fieles de distinta clase y condición. Lo malo empieza cuando esas tensiones incluyen insultos, irrespeto, descalificación absoluta, o también: desprecio del depósito de la fe simplemente por deseo de imponer una determinada agenda o postura.
¿Pueden sanarse las tensiones en la Iglesia? Por supuesto. Estamos llamados a seguir el ejemplo que nos muestra el capítulo 15 de Hechos de los Apóstoles: escucha, diálogo, oración, y al final, la palabra autorizada de los sucesores de los apóstoles. Esto indica que hay cosas que definitivamente NO van a funcionar y cosas que tal vez SÍ pueden funcionar. En la medida en que todos nos concentremos más en lo que sí puede ayudar a la unidad de la Iglesia, mejor para todos, en Cristo.
1. El lenguaje apocalíptico, marcado por el pánico, endurece todas las posturas. Pregonar a las masas que estamos al borde o al comienzo de un cisma espantoso no ayuda por una razón: la inmensa mayoría de los fieles católicos no tienen la preparación teológica ni pastoral para comprender los términos de lo que está en discusión. Lo que se logra con un lenguaje de pánico es acelerar que la gente se apegue por razones más bien emocionales a los líderes, voces, sacerdotes o movimientos que les ofrecen de modo más inmediato una sensación de seguridad. Los llamados “tradicionalistas” se encerrarán con mayor empeño en el latín y en las costumbres de hace años; los llamados “progresistas” se encerrarán en los discursos y páginas web que les confirmen que recién ahora estamos descubriendo el Evangelio. No sirve. No funciona.
2. La multiplicación de “etiquetas” para designar a la parte opuesta sólo hace daño. Buena parte del conflicto actual proviene de una auténtica guerra de palabras. Y ello no puede dar fruto que sirva. Repetir palabras como “hereje” al que sostiene una postura para que luego ése grite “fariseo” a quien así lo llamó no es útil para la unidad del Cuerpo de Cristo. No es difícil hacer la lista de los epítetos lanzados por cada parte contra la otra. Unos serían los “legalistas, casuistas, fariseos, retrógrados, inquisidores, ultra-católicos,” y más adjetivos de ese orden. Los otros serían los “modernistas, progres, herejes, mundanizados, masones,” y otras cuantas palabras más. Detrás de las etiquetas ha habido, con dolorosa abundancia, exageraciones y sofismas, en particular, el muy famoso sofisma del “hombre de paja": presentar una caricatura de la postura del otro para así ridiculizarlo y vencerlo.
3. El silencio, o simplemente dejar pasar el tiempo, no arregla nada. Si alguien pregunta, sobre todo si se esfuerza por preguntar con respeto, ciertamente merece una respuesta que esté por lo menos al mismo nivel de elaboración y precisión de la pregunta. El simple silencio envía un mensaje errado, o mejor, una serie de mensajes que sólo pueden hacer daño: ¿No me responden porque no merezco que me respondan, es decir, predicamos diálogo con los de fuera pero despreciamos el diálogo con los de adentro? ¿O es que todo lo que estoy preguntando ya está respondido en alguna parte? ¿O ese silencio es una estrategia para que, en el tiempo que va pasando, se afiancen posturas pastorales, como quien “crea un hecho” con el que después no se pueden ya detener? ¿O ese silencio es una estrategia mediática para supuestamente no dar voz a los que tenemos objeciones, o sea, estamos frente a una simple pugna de poder ante los medios? Uno ve que todas esas nuevas preguntas, claramente dolorosas y legítimas, sólo pueden empeorar la división y no sanarla.
4. Los actos administrativos o de potestad contra personas que sostienen perspectivas contrarias a la de uno aumentan y no disminuyen la desconfianza. Si un adversario teológico es simplemente removido de su cargo, la teología no resulta enriquecida ni aclarada ni beneficiada. La desconfianza, en cambio, crece, y con ella crece también la sensación de que aquel que está en el poder está aprovechando su tiempo para instalar su propio programa y su propia agenda con su propia gente. Todo ello parece sólo una invitación a que un día los del otro “bando,” cuando por fin logren “el poder” hagan lo mismo. ¿Acaso se parece eso a la Iglesia de Cristo?
1. Es nuestro deber más inmediato ORAR. Pedir luz, gracia, don del Espíritu Santo, y en particular, don de sabiduría. Pedir en favor de todos, empezando por el Papa. Pedir con perseverancia, humildad, esperanza firme, caridad ardiente.
2. Es necesario utilizar lenguajes más formales. Las metáforas, anécdotas y sobre todo, como ya se dijo, las caricaturas, crean demasiado “ruido” y no son útiles para aclarar las cosas. Los grandes maestros de la “disputatio,” entre los cuales todos cuentan a Santo Tomás de Aquino, se caracterizaron siempre por el sosiego de ánimo, la precisión del lenguaje, el uso coherente de los términos. Esto vale particularmente para los temas de moral en los cuales el emocionalismo, las historias particulares, el dramatismo en el discurso no ayudan a un verdadero discernimiento. De hecho, ese lenguaje de emociones crispadas ha sido útil a los enemigos de la Iglesia, como en el ya conocido caso de la despenalización del aborto en tantos países: siempre se empieza por casos lacrimógenos como la pobre niña violada que ahora es “condenada” a tener el hijo fruto de esa violación.
3. Conviene centralizar los espacios de diálogo. Lo propio de la Iglesia está en la unidad expresada por el apóstol: “Un Señor, una fe, un bautismo” (véase Efesios 4,5-6). Cuando lo que es creído y vivido en una parte se opone frontalmente a los que es creído y vivido en otra parte la belleza y la verdad de la Iglesia dejan de ser reconocibles. No puede ser bueno para la Iglesia que a pocos kilómetros, los que cruzan la frontera entre Polonia y Alemania se practique la fe y se entiendan los sacramentos de modos opuestos e incompatibles. Cuanto más se delegue a las Conferencias Episcopales mayor es el riesgo de que casos así se multipliquen. Y lo que cabe esperar de tales diferencias de credo es que cada uno se endurezca más en lo suyo, sea porque lo considera una especie de “conquista” o porque lo ve como una “verdad defendida.” Por todo ello, es muy necesario centralizar el diálogo: un diálogo real, honesto, seguramente prolongado, pero que puede dar verdadero fruto.
4. Hay que enviar un mensaje claro sobre la verdadera catolicidad de la Iglesia. Es preciso cuidar que la potestad de régimen no se utilice como una especie de argumento implícito, que luego todos tendrían que “descifrar.” Sobre todo porque cuando los nombramientos dependen de “si eres o no” de mi grupo, el mensaje que se está enviando es: “Haz esto y tu carrera eclesiástica tendrá futuro.” Ello se traduce en que lo verdaderamente correcto es nombrar también a aquellos que pueden parecer “opuestos” en un cierto sentido de doctrina o de teología pero cuya adhesión a Cristo y deseo de servicio estén fuera de discusión.
5. Este es el tiempo para mostrar el verdadero sentido de la “senda estrecha” y de la Cruz misma de salvación. Mientras que el mundo se rige por la lógica de las mayorías; mientras que el mundo usa sin remordimiento estrategias de manipulación y marketing masivo; mientras que el pensamiento mundano se impone con dinero y lobbies, la Iglesia está llamada a ser a la vez signo de misericordia y signo de contradicción. ¡No puede renunciar a ninguna de las dos cosas! No puede, a precio de verse más acogedora, ser menos verdadera, ni tampoco, a precio de fidelidad a la doctrina, ser menos compasiva y madre de todos.
6. Sobre todo es necesario preguntarse con honestidad en qué puede estar acertando el que no piensa como yo. Y en este punto quiero terminar con una alusión personal. Si hay algo que, como cristiano, como teólogo y como dominico, le admiro a Santo Tomás de Aquino es su capacidad de buscar hasta el último miligramo de acierto o verdad en sus oponentes, o en general en quienes él cita o estudia. Es una actitud sabia, prudente, de la más alta caridad, que tiene mucho que enseñarnos hoy.
25 comentarios
Estamos en babel siglo XXI
Las oraciones por la obediencia al Mandato divino es la clave y en esto nos acompaña San Miguel protector de la Iglesia.
Guadalupe lo proteja. Viva Cristo Rey!
Dios se lo pague.
De todas las observaciones, acertadas e innegables, que Ud. analiza,
me inquietan especialmente (como lo he manifestado varias veces) esa
"romántica descripción" del "Pastor con olor a oveja", que después, en
la práctica, resulta tan "selectiva". Porque, se responde de inmediato a
los obispos bonaerenses, pero se sepulta en mortal silencio a los cuatro cardenales y ahora a los fieles, que piden un necesarísimo esclarecimiento.
Después: ese ejercicio del "diálogo", con musulmanes, judíos, luteranos, etc. y renuncia cerrada a hablar con Caffarra, Brandmüller, Schneider, Spaemann y tantísimos otros. O bien, respuestas, pero "evasivas", sin preocupación por ir al meollo de los asuntos.
Y...¿la preparación, para que el sucesor, continúe con la línea innovadora del actual pastor supremo? Müller fuera; El Instituto Juan Pablo II casi "transsubstanciado", para que se adapte a la "Amoris laetia", que, como sesudos anális han mostrado, se opone a los inmediatos antecesores del Papa actual: San Juan Pablo II y Benedicto XVI.
También: la manía de colocar al mismo nivel, tanto una declaración
irrebatible del Papa (por ejemplo todas las canonizaciones, que ha llevado a cabo), con las respuestas en entrevistas de vuelos aéreos o de parte de revistas de todo tipo.
Es de lamentar todo lo que se está perdiendo de rigor en la actual teología y esa inquina, fomentada, entre "pastoral" y "doctrina".
El modernista es modernista porque su forma de razonar y actuar entra dentro de los parámetros del modernismo.
El semiarrianismo es tan herético como su padre. Sí, sí, no, no. Ortodoxia o heterodoxia. Solo por gracia se permanece en la ortodoxia. Y si es por gracia, sobra la jactancia. ¿Puede haber ortodoxos fariseos? Claro, y modernistas a los que calificar de "buena gente". Pero la verdad está donde está. Y sólo la verdad nos hace libres.
Nota de fray Nelson: Nunca en mi escrito he propuesto "puntos medios."
La táctica del avestruz no sana, porque huye de la realidad. Y la realidad es que estamos en una guerra entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Hay que defender el Depósito, y si es necesario luchar contra el modernismo, habrá que luchar. Basta ya.
Nota de fray Nelson: Nada en la parte positiva que he dicho supone omitir lo que llamas enfrentamiento. Se trata eso de sí de que sea un enfrentamiento desde la claridad, sin caricaturas ni etiquetas, y con la formalidad de una argumentación que no prejuzga la intención del adversario.
No he podido seguir leyendo ...
Nota de fray Nelson: Anímese, y lea. El bien que ha de ser construido siempre requiere escuchar más allá de lo que a uno ya le gusta y ya comparte.
Padre, si vd. estuvo en Valencia, le envío recuerdos de mi madre que con casi 90 años se acuerda de su estancia y como los animaba a cantar. Si no cantamos , ¿cómo no va a oír Dios?
Nota de fray Nelson: Hay puntos de estructura y de contenido que no me convencen, aunque creo que la Correctio tiene mucho valor. No es ese sin embargo el tema de mí post.
Una lucha para mejorar la vida interior y la santidad de todos.
Hay que hablar con claridad y más ante unas preguntas y dudas que te están haciendo los tuyos, los más cercanos y no comentarios en petitcomite. Porque sino esas dudas como una pelota de nieve van a ir rodando y nos van ha destruir a todos.
Yo no sé si usted escucha los tambores de guerra. Yo sí.
Son tambores de guerra los que llaman a dialogar y cuando quieres dialogar, ni te atienden, es como si hablaras a la pared,oiga.
Son tambores de guerra los que suenan cuando quieren venderte como "lectura del signo de los tiempos" lo que es una semi-herejía vestida con los ornatos de una nueva "práctica pastoral".
Y no sigo porque sé que usted sabe perfectamente lo que le quiero decir.
Yo más bien creo que lo prudente aquí y ahora es recuperar la épica paulina e ignaciana del "buen combate" y de alistarnos tras la bandera de Cristo, porque el enemigo se acerca con sus pendones en alto y con propósitos torvos.
Vemos no obstante con horror y preocupación que el campo de la lid es la propia Iglesia, pero lo mismo pasó en las épocas del arrianismo, lo cual no arredró a los campeones de Cristo, quienes acometieron con decisión y arrojo contra los prelados infames.
Ellos no trataron de acercar lo inacercable, y ahora están en los altares.
Estamos en tiempos recios, actuemos pues en consecuencia.
Nota de fray Nelson: Sólo reiterar que no he hablado de puntos medios ni negociaciones.
Analizat esa línea fina nos va a salvar como Iglesia unida. Pero requiere mucho salirse de sí y ver con ojos de Verdad.
Gracias nuevamente.
Creemos en la verdad revelada por Jesucristo o en las posturas intelectuales para agradar a los hombres ?
No se trata de ningún enfrentamiento de egos. Simplemente reflexione: cree en los mensajes de la Virgen ? (La Salette, Fátima, por no citar mas), cree en los dogmas ? en el Catecismo ? ...
Nota de fray Nelson: Las posturas intelectuales que quieren agradar a los hombres al margen de Dios por supuesto han de ser rechazadas. Pero es que el criterio para agradar a Dios no necesariamente es desagradar a los hombres. Nuestra intención ha de centrarse en la fidelidad al Señor--no en agradar, pero tampoco en desagradar.
Es bien complicado tratar de encontrar puntos tan soegados y neutrales como el suyo, cosa que admiro mucho en estos tiempos de posturas tan extremas, por eso le doy mi más sincera felicitación, y cuente usted con mis oraciones para que siga manteniendo esa postura firme y fuera de tendencias "políticas".
He tratado de escuchar, ver y leer las noticias, los eventos y las circunstancias con una lectura desapasionada (dificil cuando mi tendencia personal es hacia lo místico, digo yo..) siempre y cuando la comunicación venga de medios creíbles (muy complicados de encontrar, igual)... y este ejercicio de pararse mirar los 2 frentes y tratar de encontrar una manera de entender es muy loable, es realmente admirable..
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