El egoísmo, epidemia espiritual de nuestro tiempo

Una comparación con la hipertensión

  • La hipertensión ha sido llamada «asesino silencioso» porque da muy pocas señales externas, lo cual le permite avanzar e instalarse en el cuerpo de su víctima.

  • La hipertensión hace particular daño en el corazón y en el cerebro; metafóricamente: en nuestros sentimientos y pensamientos (proyectos)

  • La hipertensión no se cura con una intervención drástica, como decir, una cirugía, sino que requiere medicamentos y a la vez cambios en el estilo de vida.

  • La persona hipertensa puede verse saludable, así como un egoísta radical puede llegar a ser una persona muy agradable, pero sólo cuando le conviene, y en la medida en que logra lo que quiere.

  • SIN EMBARGO, la hipertensión no se propaga por contagio; el egoísmo, sí.

  • Además, la hipertensión es algo fundamentalmente individual; el egoísmo funciona también en grupos más o menos concéntricos: Yo, yo y mi pareja, yo y mis amigos, yo y mi familia, yo y mi grupo o clase, etc. (A esto llamamos «egoísmo extendido»)

Factores actuales de gravedad

  • La idea muy generalizada de que libertad es “hacer lo que a cada quien le dé la gana” ve al individualismo como el estado natural de la especie humana.

  • A su vez, para los intereses económicos actuales, el individualismo se asocia con mayor consumo: si menos se comparte, más tiene que comprar cada uno.

  • Para los intereses políticos actuales, la desaparición de los medios de asociación significa mayor capacidad de control del individuo por parte del Estado.

  • Para las tendencias subjetivistas y relativistas, lo más cómodo es que cada uno “viva y deje vivir,” incluso si eso supone dejar aislados o en naufragio a millones de seres humanos, considerados como poco interesantes o poco productivos.

  • La soledad y el aislamiento agravan todas las necesidades del corazón humano; ese mismo agravamiento facilita la impulsividad y disminuye la capacidad de análisis y crítica de la gente, que por ello mismo se vuelve más fácil de manipular.

  • Muchos papás favorecen actitudes egoístas en sus hijos, a veces sin darse cuenta. Por ejemplo:

  • * Cuando deciden tener muy pocos hijos (no me refiero al caso en que las circunstancias determinan el número de nacimientos) y ponen por delante una especie de excusa: “Para darles lo mejor.” Esta actitud fomenta abundancia de regalos y atención obsesiva en los niños que a veces se sienten dueños y señores de las decisiones que se tomen en casa.

  • * Cuando les enseñan a tratar solamente a los compañeros buenos y a no juntarse con los considerados malos. Si bien es comprensible este criterio, para evitar malas influencias, el hecho de no enseñar nunca cómo ayudar al que está en problemas engendra una mentalidad egoísta.

  • * Cuando infunde o aumentan el espíritu de competitividad, de modo que el niño aprenda que sólo importan los propios logros.

  • * Cuando en un ambiente sobreprotector se rodea a los hijos de una comodidad constante y excesiva.

  • * Cuando, al hablar del futuro de los hijos, se mencionan triunfos, logros, dinero, títulos… mientras que el lenguaje del dominio de sí mismo y del servicio a los demás no aparece.

  • * Cuando se justifican los errores y defectos de los hijos frente a las correcciones que hacen otras instancias, por ejemplo, el colegio.

Consecuencias

  • El egoísmo produce una catarata de pecados de omisión. Uno mantiene la conciencia tranquila pero en realidad está adormecida, como drogada por sobredosis de EGO.

  • El egoísmo está detrás de los pecados de corrupción que vemos en el gobierno, en el mundo académico, en el arte, en sectores de la Iglesia, en tantas empresas, en muchos procesos de contratación. Básicamente, un corrupto es una persona que ha llegado a la conclusión: “Si no me aprovecho de esta oportunidad de ganancia, poder o placer, otro lo hará; entonces, ¿por qué no yo?”

  • El egoísmo nos vuelve resignados y pasivos frente a los fenómenos sociales con que somos invadidos y manipulados.

  • * El egoísta típico razona de este modo: “No estoy de acuerdo con eso, pero ¿a mí qué? Mientras no se metan conmigo…” Y no se da cuenta que YA se metieron en su vida, la vida de su familia, la vida de su país, la vida de sus hijos.

  • * El egoísta típico, si empieza a despertar, también razona diciendo: “No estoy de acuerdo, pero ¿yo qué podría hacer? Seguramente somos muy pocos los que nos oponemos a esos cambios que pervierten la sociedad, y no hay modo de hacer algo sino sólo aguantar.” Y no se da cuenta que son muchísimos los que rechazamos el rumbo que va tomando la sociedad, y que lo que hace falta es salir de la comodidad falsa y cómplice, y empezar a unirse a otros, para crear movimientos sociales robustos, que tendrán que ser oídos.

  • El egoísmo en la familia engendra violencia en los hijos: violencia que dirigen contra sí mismos, haciéndose cortadas, tatuajes o mutilaciones (tipo “Ballena Azul”); violencia de pandillas y vándalos; violencia de conciertos espantosos de rock, droga y sexo. Si eres joven y el egoísmo te ha atrapado, estás preparando cosas muy duras para el futuro de la familia que vas a formar.

  • El egoísmo favorece los métodos sistemáticos de eliminación social. En efecto, el egoísta considera que cada uno tiene el deber de velar por lo suyo. Su lógica le conduce a que si alguien no quiere, o incluso no puede, cuidar lo suyo, al egoísta le parece entre «normal» y «justo» que lo pierda. El que no tenga garras para pelear, que se hunda en el fracaso. Estamos a un paso de permitir abortos, infanticidios, eutanasia y eugenesia.

Tratamiento y prevención de reincidencias

  • La sinceridad es la mejor aliada para despertar una conciencia moral adormecida. Los buenos diagnósticos, que siempre son variaciones de los buenos exámenes de conciencia, son irremplazables.

  • Uno jamás avanzará en su integridad como ser humano, y en su coherencia como cristiano, sí la población de las disculpas crece más rápidamente que la población de los cuestionamientos. Y es seguro que uno se llenará de disculpas convincentes si simplemente uno se la pasa conversando con uno mismo. Es necesario recibir el cuestionamiento exterior: alguien que desde fuera interrumpa, interpele, no acepte fácilmente mí manera de justificarme. Un buen amigo, que sea sanamente crítico conmigo; un director espiritual; un confesor frecuente; un buen orientador es indispensable para salir de multitud de trampas que tiene el cerebro humano.

  • La comodidad es la gran incubadora del egoísmo y sus crías. Salir del egoísmo implica aprender a decirse «NO.» Sin una dosis de ascetismo, mortificación o penitencia voluntaria, uno está a merced de los propios caprichos, y a través de los caprichos, es una marioneta de los intereses y modas de este mundo.

  • Las experiencias de generosidad, propias de una buena amistad o un buen noviazgo, enseñan a ver la vida desde más de una perspectiva, y además, con una dosis de confianza y alegría.

  • Una de las características del egoísmo es que uno no está disponible para nadie sino sólo para uno mismo, o para lo que a uno le guste o le convenga. La única manera de romper de verdad con esa tiranía del propio YO es tener lugares específicos y rostros específicos de personas a las que uno apoya, ayuda y sirve. Es importante no dejarse engañar por la idea de que «por ahora no puedo servir a nadie porque estoy muy ocupado preparándome para servir después a muchos.» La capacitación más importante para el servicio es aprender ya, ahora mismo, a tener tiempo para los demás en mi agenda.

  • Como creyentes tenemos grandes auxilios y recursos contra el egoísmo: los sacramentos, la dirección espiritual, las buenas lecturas. Debe destacarse el valor de la oración silenciosa en que uno le pregunta al Señor: «¿Tú qué quieres de mí?»

  • También para nosotros los creyentes es de gran ayuda el ejemplo de los santos, y muy especialmente los mártires, así como aquellos que practicaron abundantes obras de misericordia.

  • Es preciso fomentar actitudes de escucha. Lo mismo que la soberbia, el egoísmo va produciendo en uno el deseo de sólo oírse a sí mismo o a los que ya pienses como uno piensa. La búsqueda sincera, perseverante de la verdad, es indispensable.

7 comentarios

  
Palas Atenea
Es curioso oír hablar de egoísmo en una sociedad que tiene a gala la sensibilidad hacia los pobres y los inmigrantes y cree tener un valor-que no virtud-en la justicia social, donde los ricos van a África a fotografiarse con los desheredados de la Tierra y los telediarios se pasan la vida hablando de solidaridad.

Nota de fray Nelson: ¿Y además de ser curioso?
14/05/17 8:07 PM
  
Palas Atenea
Es curioso porque la mayoría de la población cree que hemos progresado mucho en el interés por lo demás y me he dado cuenta de que el uso del adjetivo egoísta ha ido disminuyendo a lo largo de mi vida: en la primera parte de ella se oía bastante, en la segunda menos y ahora, que he llegado a la vejez, no oigo calificar a nadie como tal. Es decir, me temo que al egoísta se le confunda hoy en día con la persona autónoma y liberada y que el egoísmo haya pasado de ser defecto a virtud pero, como no puede desprenderse de su significado primitivo, se condena el término al ostracismo. Ya no existe.
Una virtud es la disposición habitual para hacer el bien, si se considera como tal los intereses particulares de cada uno (que yo creo es el caso) podríamos encontrarnos con la paradoja de que en los tiempos que corren el egoísmo sea una virtud, aunque nadie se atreva a definirlo así.
Una de las características de los jóvenes es que no ven la diferencia entre distintas conductas: la que decide cuidar de sus padres y la que decide no hacerlo hacen gala de su autonomía; la persona muy colaboradora y la que no lo es, también. He observado en mis propias sobrinas esta disposición: nunca juzgan conductas y, por lo tanto, todas son iguales. Creo que les pondría en un apuro si les pidiera que definieran el término. Incluso a mi el leer un post-todavía no he visto el vídeo-dedicado al egoísmo me ha hecho encontrarme con un viejo conocido de mala reputación con el que todo el mundo evita encontrarse cruzando a la acera de enfrente y haciendo como si no lo viera. La comparación con la hipertensión me parece brillante por todo lo que acabo de exponer.
14/05/17 11:32 PM
  
Ricardo de Argentina
Excelente y certero artículo el suyo, Padre. Y no se moleste si le señalo que tiene usted una gran capacidad divulgadora, que hace entretenido seguirlo en su prédica aún cuando trate temas muy profundos, como lo es éste.
Y el comentario de Palas me ha parecido muy adecuado, porque nos muestra cómo en las últimas décadas el egoísmo se ha apoderado de la sociedad occidental.
Y lo ha hecho en la exacta proporción en que el liberalismo -que postula la inexistencia de Dios y por lo tanto, la fatuidad de toda religión- ha ido reemplazando al cristianismo que impregnaba y fundamentaba toda nuestra cultura: cuando desterramos el amor a Dios y al prójimo por el derecho al capricho, el egoísmo se hace plaga.

Y como también señala Palas, hay enfermos que no ven su enfermedad. Incluso si disfrazan su egoísmo como "amor propio", o como "autoestima", pueden hasta creerlo una virtud.

Es en las familias donde se notan muchísimo los estragos de este pecado porque afecta a su mismísimo fundamento, el cual no es otro que el amor que se tienen los cónyuges. Amor que significa -rectamente hablando- querer lo mejor para el otro aún por delante de lo propio.
Si de pronto reemplazamos ese amor esponsalicio por los "egoísmos coincidentes" de la inmensa mayoría de las "parejas" actuales, el drama está servido.
15/05/17 5:45 PM
  
Josefarma
Le doy al play del vídeo y veo que tiene una duración de una hora y nueve minutos, "que pereza- pienso" "a ver cuanto aguanto". Una (brevísima) hora y nueve minutos más tarde, me alegro de haberlo visto, no se pueden decir más cosas importantes, de forma tan clara e incluso amena y desde una perspectiva tan auténticamente Católica en tan breve tiempo. Muchas gracias Fray Nelson Medina por su maravillosa predicación.
17/05/17 6:48 PM
  
Palas Atenea
Ya he escuchado el video y, al hacerlo, me ha venido a la memoria el interrogatorio de un grupo de psicologos a un salvador de judios polaco: -¿Conocia usted a la persona que le pidio auxilio? -No
-¿Y por que lo hizo? -Porque estaba entrenado para ello. -¿Que quiere decir con "entrenado"? -Cuando era niño me encomendaron llevar a la escuela a mis hermanos menores y a los hijos de mis vecinos porque yo era el mayor. La escuela estaba a 7 km. Y durante años aquellos pequeños fueron de mi responsabilidad. Cuando el judio me pidio que escondiera a sus hijos volvi a sentir lo mismo, estaba entrenado para ayudar.
20/05/17 3:14 PM
  
Juan Sebastían.
Descritos a la perfección… Hoy en día solo pensamos en nosotros mismos, hoy en día nos ensimismamos en nuestros propios mundos, y se nos olvida que el otro también existe.
23/05/17 7:58 PM
  
Gregory
El egoismo es la actitud que hiere y lesiona no solo el noviazgo sino la misma vida matrimonial y familiar, la familia es lugar de amor y entrega mutua, Es en definitiva una labor artesanal
25/05/17 7:29 AM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.