6.10.14

(29) Del hombre máquina que vuelve, y la inutilidad de la New Age

0 La New Age pretende combatir el mecanicismo moderno con su irracionalidad, y el resultado es catastrófico. Mucha gente hastiada del vacío mecanicista se hunde en el pensamiento novaeriano y su pseudometafísica mágica.

1 La New Age es una tentación demoníaca –para huir del materialismo mecanicistaLos extremos se tocan. Contra su irracionalismo van surgiendo formas de filosofía mecanicista atea, por ejemplo en psicología, biotecnología, educación. Pero el círculo se cierra y el ahogo espiritual va en aumento. Sólo Cristo puede arreglarlo.

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2 La sensación desagradable y tenebrosa que nos invade cuando contemplamos obras de arte desproporcionado y absurdo,  formas portadoras de ese espíritu asimétrico o simétrico-artificial que inspira profundamente el arte postmoderno y la cultura de las sociedades apóstatas

–y disfrazado de utilitarismo técnico, en que la asimetría es técnica constructiva, por influencia oriental. Es la opresión terrible del mundo exclusivamente irracional del mecanicismo absurdo, que de forma tan impresionante denuncia Kafka en “El proceso". La asimetría irracional y la simetría mecanicista son formas hermanas del voluntarismo antropocéntrico.

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4.10.14

(28) De disonancias y remolinos, y del sentido común

Os costará un poco leer este post, lo reconozco. Pero os animo a ello. 

Porque es importante darnos cuenta de la gravedad de la deconstrucción postmoderna de la razón,  y cómo ello afecta a la vida cristiana.

Con la deconstrucción de la metafísica, lo vertiginoso se apropia del ethos, y transmuta la moral cristiana en ética existencial y experiencialista.

La Iglesia  ha de seguir defendiendo el poder de la razón. Porque la hermenéutica de la reforma en la continuidad que quería Benedicto XVI no puede realizarse al margen del sentido común y del orden de las certezas.

Un apostolado de la razón es tan propio de la Iglesia como el apostolado mismo.

Hay que defender la razón, afianzarla en la naturaleza humana, reconstituirla con la sana metafísica del Angélico. Y en esta labor de reconstrucción, es imprescindible la gracia y la verdad, que nos vienen con Jesucristo (Juan 1, 17)

Vamos a ello. No será muy larga la caminata. La imagen del gran remolino, del Maelstrom, en cuya cercanía todo se acelera deconstruyéndose, nos acompañará en esta reflexión

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1 Este rechazo a apacentarse en verdades inamovibles, no es más que una muestra de la atracción del Maelstrom, del espíritu antropocéntricamente acelerado de la Postmodernidad.

2 El ansia nihilista de grandes disonancias se refleja en el mundo de las grandes velocidades generadas por la técnica.

2.1. El hombre postmoderno sueña con vivir y pensar a la velocidad de la luz, y lo refleja en sus obras literarias o en el mundo del cine. Y es que la técnica, por su antropocentrismo, es puesta a cooperar con el espíritu del Maelstrom nihilista y hace reales sus sueños.

3 El deseo antropocéntrico de deconstruir la razón es mal fruto del espíritu de disonancia, que resuena en cuanto el Logos es desplazado del centro, y el ruido de esta impostura llena todo logos particular.

3.1. La certeza, que es consonancia de ideas en el entendimiento, es considerada una vulgar estática, mero estancamiento.

3.2 El espíritu del Maelstrom sobreacelera las certezas hasta que de ellas sólo quedan restos, y sobre esos restos edifica la nave que marcha hacia el abismo.

4 Expulsar la razón del orden de la fe conlleva sujetarla al capricho de la voluntad, y sustraerla de la acción integradora de la gracia.

5 La racionalidad de la música es herida por el espíritu de disonancia, que da el paso al  racionalismo técnico artificial, o al irracionalismo salvaje.

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28.09.14

(27) De la pereza metafísica que conduce a la muerte, y su remedio

Una y otra vez caemos en la misma sima y tropezamos con la misma piedra. Y nos desanimamos.

Pero hemos de tener esperanza.

¿En qué?

La Imitatio Christi nos dice en qué no hemos de ponerla:

“No debe poner su esperanza en cosa alguna de la tierra” (L I, c 12,1 )

En cosa alguna de la tierra:

es decir,

ni en el amor, ni en el dinero, ni en la salud, ni en la familia, ni en los jóvenes, ni en la voluntad,

ni en la lotería, ni en un nuevo gobierno, ni en un partido político nuevo, ni en nuevo proyecto educativo,

ni en fabulosos y atractivos programas pastorales, ni en una nueva titulación, ni en los viejos planes ni en las nuevas ideas, ni en los teólogos de fama ni en grandes manifestaciones, ni en la naturaleza humana ni en una nueva declaración de intenciones… ni en cinco millones de firmas hemos de poner nuestra confianza.

En cosa alguna de la tierra.

Hemos de poner toda nuestra esperanza en UNA SOLA COSA, y esa cosa apropiárnosla y aferrarnos a ella. Que a eso nos mueve el Señor. Y luego, si Dios nos lo concede con su divino auxilio, ponerla a trabajar y no hacerla vana, nos cueste lo que nos cueste.

Hemos de poner toda nuestra esperanza en una sola cosa.

Una sóla cosa que no viene de cosa alguna de la tierra, sino que viene de lo alto.

Es lo único, repetimos, que debemos apropiarnos, de forma que apoyemos toda nuestra existencia en ella, y construyamos nuestra casa en su roca. Y dejaremos de caer y tropezar en las mismas simas y piedras.

Ya nos lo dice el Bautista:

“No debe el hombre apropiarse nada que no le venga de lo Alto” (Jn 3, 27)

Sólo debemos, pues, hacer propiamente nuestra una cosa. Una cosa que viene de lo alto.

Veamos cuál es.

La Palabra Divina nos lo dice con claridad.

“Poned toda vuestra esperanza en la Gracia de la Revelación de Jesucristo". (1 Pe 1:13)

En la gracia, en la vida sobrenatural, que juntamente nos viene con la verdad de Cristo, según Juan 1, 17:

“La gracia y la verdad nos vienen por Jesucristo”

No hay nada en la faz de la tierra ni en la propia naturaleza del ser humano que nos traiga por sí misma la gracia. Sólo Cristo Salvador, en su Cuerpo, que es la Iglesia. 

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23.09.14

(26) De las primicias del Espíritu en el agua de la lluvia

Tiempos duros, sombríos y recios. No viene mal un poco de belleza, y a eso me he aplicado en este post. A contemplar un poco. Unas nubes sobre un charco, en el pavimento, mientras oraba camino de casa, dieron pie a esta contemplación. Sirva como consuelo y recreación orante, y de intermedio.

Se lo dedico a la Santísima Virgen y al Niño chico de su mano, saltando entre charcos, que va jugando.

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1 Todas las calles son la calle que llega hasta el Sagrario.

2 Mira que el Sagrario es el centro del mundo, y allí estás recogido en tu Salvador

3 Cuando eras niño, hacías estallar el agua llovida de los charcos, junto a la puerta del templo. Y cuando entrabas en Misa con tu madre, la lluvia cesaba y te arrimabas al Misterio de su mano.

Ahora que eres hombre, contemplas la verdad reflejada en el espejo de la lluvia, como un esbozo de pintura italiana sobre el azogue del pavimento.

“pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.” (1ª Cor 13, 12)

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17.09.14

(25) De impertinencias y tonterías y el misterio de la gracia

Donde está el Espíritu de Cristo allí hay libertad 2 Cor 3:17

En este post os invito a reflexionar sobre algunas de esas tonterías e impertinencias varias a que tan aficionados eran y son pelagianos y semipelagianos. Lo hacemos con ánimo amistoso y doctrina recta, y no descartamos tomarnos un café con ellos siempre y cuando moderen sus lenguas y no se pongan jartibles hablando de la voluntad una y otra vez.

1 Calvinismo: libertad 0% gracia 100%

Pelagianismo: libertad 100% gracia 0%

Semipelagianismo: libertad 50% gracia 50%

Doctrina verdadera y católica:

libertad 100% y gracia 100%
Y el resultado es 100%, no 200% ¡Misterio tremendo!

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Plena gracia para plena libertad.

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