(503) Corona nueva
12. Su triunfo nos renueva como el águila.
13. Ni inútil ni absurda es nuestra fe, pues Cristo venció. La aurora caída no apagará su victoria, que es real: en ella confiamos porque fue.
14. Nuestra alma no morirá; será la carne objeto de resurrección, solamente el cuerpo se deshará. Debe sucumbir primero y sin remedio, para expandirse hacia otra luz, como una tarde sedosa, recompuesta de claridades.
15. Quotidie morimur, dice Juan de Borja. Pues como el fabuloso cinocéfalo, cada día morimos miembro a miembro, poco a poco y es real. También todos, sin excepción, resucitaremos, pero con suerte dispar: unos justamente, por gracia, para la eterna salud; otros justamente, por su culpa, para la eterna decepción.
16. Pero será esta carne y no otra, la que se pueda sobrecoger de fulgor. Ahora la puerta es estrecha con dientes de astillas, su paso aterrado de umbral. Pero tenemos un Vencedor que tiene reino, y la corona no es de otro sino Suya. En él cada parte a su todo será devuelta, y tierra nueva y cielo nuevo desplegarán sus orillas; dejó de existir el mar (Ap 21,1).
17. Vasallo quejumbroso, deja atrás el lamento y celebra esta victoria, de la que puedes participar; no te ha de faltar penitencia y plegaria. Pero ahora confía. Estate tranquilo. Virescit vulnere virtus, con la herida se renueva la virtud, porque Él ha vencido.
REY BURLADO