(291) Personalismo y confusión doctrinal
De las acepciones de confusión que aporta la RAE, nos interesan mezcla y desconcierto. Las siguientes las entendemos, sobre todo, en cuanto consecuencias de ellas: perplejidad, turbación, equivocación, error, abatimiento. Su etimología latina, confusio, -ōnis, es asimismo elocuente: desorden.
Alberto Caturelli, en su espléndida obra Libertad y apostasía, explica que:
«Si se piensa en el significado exacto del término “confusión”, se aplica muy propiamente al tema [del liberalismo]; porque, en efecto, “confundir” es mezclar dos o más cosas de naturaleza diversa de modo que las partes de unas se incorporen a las de las otras; nuestra expresión proviene de cum y fundo, y este último verbo (que nada tiene que ver con fundo, as, are = fundar), cuyo infinitivo es fundere, significa derramar, fundir; de modo que “confundir” es juntar en uno, mezclar, o juntar mezclando, desfigurar. Y eso es, exactamente, lo que pasa con el tema “liberalismo”, respecto del cual, a fuerza de agregar, de quitar, añadir o delimitar, se ha logrado mezclar; es decir, confundir.» (Alberto CATURELLI, Liberalismo y apostasía, Gratis date, Pamplona 2008, p. 15)
Nosotros relacionamos la confusión, también, con el confuso personalismo, que interpretamos como una metamorfosis del liberalismo de tercer grado. Respecto a la escuela personalista, decimos que a fuerza de agregar y añadir elementos del pensamiento moderno al pensamiento católico, — silenciando al mismo tiempo elementos del pensamiento clásico tradicional—, ha logrado mezclar, perturbar, confundir.