1.- Siendo la santidad el bien supremo, el deseo de alcanzarla es el deseo supremo.
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2.- ¡Desea la santidad! Bien no comparable a nada en esta tierra. Bien infinitamente deseable, infinitamente apetecible, infinitamente valioso para ti, frente al cual todo habrá de parecerte vacío, corteza de la nada y podredumbre:
8 Más aún, todo me parece una pérdida comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como basura, con tal de ganar a Cristo (Filipenses, 3)
3.- Tu sola voluntad no puede. Date cuenta: el Espíritu Santo te mantiene firme en la libertad que Cristo alcanzó para ti.
4.- Querer firmemente la santidad supone, ya, comenzar a caminar en ella.
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5.- Tremendo el peligro que se corre, si uno, movido por Dios, no se propone en serio ser santo con total e inaplazable determinación.
6.- No te sorprenda la presunción y vanagloria que mancharán tu deseo de perfección. Dios las permitirá, y las castigará en tu carne, para que compruebes en ti mismo, y te des cuenta de verdad, de tu radical incapacidad para ser santo por tu cuenta.
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7.- Sin el auxilio del Señor eres ABSOLUTAMENTE incapaz. Hasta que no te des cuenta, darás coces contra el aguijón. Que no es tu sí el que da vida a la obra del Señor en ti, sino la obra del Señor, que insufla vida a tu cooperación y la habilita, como a un fruto extraordinario.
8.- El Señor hace maravillas en sus hijos. Que éstos no se atribuyan a sí mismos lo que corresponde principalmente al Señor. ¿Qué tenemos, que no hayamos recibido? Lo tenemos, es nuestro, y nos fue dado.
9.- Cuando el pecado mata la sed de gracia se detiene el caminante, y sólo en la confesión de los pecados se reaviva la sed y se recomienza el camino.
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10.- Toda la Sagrada Escritura te da aliento de perfección.
11.- Considera la sobrenaturalidad del deseo de perfección, y humilla tu voluntad a los pies del Hijo del Hombre para pedírselo sin demora, que nada podrás hacer para obtenerlo a fuerza de brazos, propósitos autosuficientes de año nuevo, planes de autoabastecimiento y presuntuosos proyectos de mejora.
12.- Ya que un ardiente anhelo de perfección sólo puede venirnos de lo alto, al Señor hemos de pedirlo insistentemente.
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13.- Tu deseo de perfección coincide con tu deseo de oración
14.- Grados de oración = grados de santidad
15.- No hay voluntad de santificación que sea extraeucarística.
¡Santidad o muerte!