(487) Creer en 1789, pero no del todo
1.- Una reducción pragmática.— El liberalismo de tercer grado, desde mediados del pasado siglo hasta el momento presente, ha asumido la ideología del moderantismo católico. Éste consiste en una atenuación utilitaria de la doctrina católica tradicional; atemperamiento doloso e impostado cuyo fin no es otro que privar de terribilidad a la religión revelada, para suavizarla lo suficiente como para hacer innecesaria la cruz de Cristo y de los cristianos, y poder hacerla cohabitar con el siglo. Es el pragmatismo de la acedia.
2.- La gran tibieza.— Y es que no se trata, sólo, de hacer de la propia medianía un canon de catolicismo. Se trata, sobre todo, de institucionalizarla, de manera que se extienda de lo personal a lo eclesiástico. Aguar el catolicismo a lo grande, no a lo pequeño. ¿Cómo? Cambiando de nombre la acedia para transformarla, via hechizo lingüístico, en otra cosa: en humanismo piadoso.
Es una licuefacción de la espiritualidad cristiana, por compresión a bajas temperaturas metafísicas, con las que se reduce el orden natural al punto cero ontológico.
3.- Kantiano y siempre kantiano.— Es objetivo específico disimulado, pero cierto, es ahogar el catolicismo inequívoco de otros tiempos, desenfocándolo a base de inyecciones de plauralismo intelectual moderno. Pero no de cualquiera, sino del principal, el del Antitomás de Königsberg. Con sortilegio criticista, convierte la acedia mortal en autonomismo moral. Lo explica con genio y acierto el P. Castellani, en su prédica del buen samaritano:
«Estos días he leído el famoso libro de Troeltsch El Protestantismo y el Mundo Moderno, el cual alaba al Protestantismo de haber quitado (o “superado") la moral sobrenatural, dependiente de Dios y de la Iglesia, sustituyéndole la moral “autónoma", dependiente de la Razón del hombre. Hoy día sabemos lo que trajo al mundo el famoso invento de Kant, la “moral autónoma": trajo un colapso tremendo de toda la moral, de la sobrenatural y de la natural: trajo justamente las calamidades que sufrimos en este “mundo moderno", que jamás se vieron en los siglos cristianos. ¿Moral autónoma, eh? Ya te voy a dar moral autónoma, dice el Diablo».
4.- Autonomismos.— El Moderantismo es autonomista: apuesta por el hombre, al que Dios contempla a la espera, sin influirle, porque se bastaría a sí solo; quiere que la sociedad no dependa de un Redentor. Que la voluntad no dependa del entendimiento. Que la libertad no dependa de la moción divina, natural o sobrenatural, ni la razón de la fe. Que el Estado no dependa de la ley natural y divina. Que los gobernantes no dependan de Cristo Rey. Que las realidades temporales no dependan sino de sí mismas: de sus instituciones, de la ciencia y de la técnica, del derecho nuevo y de la Constitución, supuesta norma normarum.
O, en su versión moderada, que las realidades temporales dependan del Creador, pero no del Salvador; que dependan de lo natural, como si no estuviera caído, pero no de lo sobrenatural.
y 5.- Un mundo de tópicos.— No vive el moderado de la fe, como vivirá el justo (Cf. Hb 10, 38), sino de tópicos eclesialmente correctos; de eslóganes tomados del Personalismo, o de la Nueva Teología y sus peritos prestigiosos. Pero en el mundo de los tópicos, que no es el de la verdad sino el de los tópicos, no vale la humildad, sino la obediencia al paradigma. Y así, de soberbia en soberbia, no se atiene a la razón católica, ni a la fe de nuestros mayores, sino a los modos espiritualistas de la pastoral reciente. El moderantismo aborrece los extremos de la tradición católica, por ásperos y duros. Prefiere caminar a hechura protestante, por libre, a su manera, a su aire.
Prefiere que el templo de la verdad no se levante sobre columnas y fundamentos (Cf. 1 Tim 3, 15) sino sobre la dignidad del hombre. El moderado católico quiere creer en el orden revolucionario, pero sin pasarse. Quiere la luz y la tiniebla, el sentido y el sinsentido, para no tener que pronunciarse. Y es por eso que confirma la mala nueva de 1789, pero no del todo. Solamente lo preciso, lo suficiente para evitar la cruz.
13 comentarios
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A.G.:
No es sano, por ser moderno. El NOM es, de hecho, un orden enfermo.
Si Dios es creador lo creado responde a unas leyes. Si Dios ha dado unos derechos naturales, el hombre actual sin fe, considera que no existen, solo los derechos positivos que emanan de las leyes que por mayoría simple se establezcan. El dogma actual pagano es del 51%. Es lo que determina tu dignidad.
A partir del año 1789 tuvo lugar al genocidio de la región de Vandee (de ochocientos mil cristianos quedaron doscientos mil), a partir de entonces, tenemos atentados a la vida, (abortos, eutanasia), a Instituciones queridas por Dios (matrimonios LGBTQIA+, divorcios) y a otras hecatombes por determinadas ideologías que niega la existencia de Dios (millones de muertos de hambre en Ucrania en la era de Stalin, millones de muertos de hambre en la China de Mao). El hombre que no cree en Dios y se cree Dios nos salva de la forma que nos salva,muchos derechos humanos en muchas leyes vacías de la dignidad humana, si se quiere saber sobre que base.
Confiemos en el Espíritu Santo, que es el que dirige el devenir de la historia.
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A.G.:
Realmente, todas las dimensiones de la persona, afectivas, intelectuales, sensitivas, son restauradas por la gracia, aunque siempre hay que seguir pidiendo auxilios, y combatiendo la tendencia al mal. Por eso, quien rechaza la gracia rechaza su salvación, y se acoge a leyes vacías, con la esperanza de justificar el mal social y personal.
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A.G.:
Se reciben, las virtudes teologales, con el estado de gracia, por el bautismo y la confesión.
La gracia de la justificación: quien la posee se salva y quien la pierde por el pecado se condena.
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A.G.:
Muchos huyen de la cruz. Para ello, silencian el pecado y la deuda que nos deja con Dios.
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Exactamente como el clero juramentado de la Francesada...
Pues sí, hay mucho consagrado juramentado (juramentado de hecho, obviamente, sin juramento formal alguno), y en TODOS los niveles de la Iglesia.
Luego de la repugnante carnicería de la Revolución Francesa, la mayoría del clero - según tengo entendido - aceptó juramentarse, esto es, ponerse al servicio de la Revolución y no de la Iglesia. El ejemplo más vomitivo fue el del obispo Talleyrand.
Mutatis mutando, luego de la espeluznante matanza de la IIGM -la más grande que los siglos han visto, y muy probablemente la más despiadada - donde triunfaron TODOS los enemigos jurados de la Iglesia, se dió un fenómeno que podríamos llamar de la "juramentación espontánea": de pronto, la gran mayoría de los consagrados descubrió que ahora, a los grandes enemigos de Cristo no había que evangelizarlos sino reírle las gracias.
Entonces se hizo una gran reunión universal. Y luego se cambiaron muchas cosas siguiendo este patrón.
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A.G.:
Parece claro que tras la Segunda Guerra Mundial se produjo una especie de amalgama de muchos católicos con el nuevo orden comunista/americanista. El ejemplo más elocuente es Maritain y los neoteólogos progres.
Es el non serviam hecho filosofía de vida, y sus frutos de egoísmo y soberbia están bien a la vista.
Frente a él se alza, como siempre, la Palabra de Dios y la tradición católica.
Que tantísimos clérigos, religiosos y fieles se hayan dejado seducir por semejantes filosofías tan radicalmente a-cristianas es muy lamentable, pero muy real.
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A.G.:
Así es, apreciado Luis I., el liberalismo en sus variantes es autodeterminación y autonomismo, libertad negativa, en conclusión. El non serviam, como bien dices. La difusión de este gran mal es causa de pasados y presentes males, y serán futuros, si no se reacciona como se debe, con la ayuda de Dios.
Tengo una duda sobre el francés Jacques Maritain. En la década de los sesenta viví en mi ambiente, una gran aceptación por parte de algunos sacerdotes conservadores sobre la filosofía de Maritain, creo que hasta incluso el Papa Pablo VI lo elogió, te ruego que me digas algo al respecto, ya que tengo mis dudas. Muchas gracias.
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A.G.:
Miguel, la primera obra de Maritain está bien, y algunas cosas valen la pena. Luego, por desgracia, se hizo liberal de tercer grado y difundió su liberalismo moderado por toda la Iglesia, haciendo un daño enorme. El P. Meinvielle, con mano maestra, analizó y advirtió de sus errores en varias de sus obras, lo mismo que Leopoldo Eulogio Palacios y otros grandes autores católicos.
Pero cierto también que Montini había traducido a Maritain al italiano y se había empapado del maritainismo refutado por Meinvielle y Palacios. Y que como Pablo VI aprobó los documentos del Vaticano II Gaudium et spes y Dignitatis humanae, inspirados por Maritain, y le encomendó la redacción del Mensaje final del Concilio a los gobernantes, verdadero condensado del mismo maritainismo. Incluso quiso elevarle al cardenalato, aunque fuese laico, pero Maritain declinó el honor.
A Mons. Fava, no le parecia bien que se le representase a la Virgen Maria con un delantal, como tampoco con un crucifijo : " ¡ El modelo que he mandado ejecutar es mucho mejor ! . En primer lugar no llevará cruz... porque mire Ud. esto entristecerá a los peregrinos, y la Santísima Virgen no debia de tener cruz..."
Tambien rechazó la regla que le dio la Virgen, de los apóstoles de los últimos tiempos a Melania que el Papa quería que la vivieran los misioneros de la Salette, porque le parecia muy dura.
La moral de estos era bastante "autónoma", robaban lo que podian a los peregrinos y comerciaban con todo tipo de objetos en el santuario.
Este me refresca una cuestión que desde hace muchos años me da vueltas y que podría tocar usted en el blog. Lo que se suele llamar «autonomía de lo temporal», concepto sobre el cual tengo intuiciones encontradas. Me lo inculcaron católicos liberales, y la denominación (de notorio cuño liberal) parece connotar esa antonomía moral kantiana y las otras «autonomías» que ha enunciado Amorós. Pero bajo el cual me enseñaron una doctrina muy sana y tradicional y que habría que recordar especialmente en estos tiempos, a saber: que el magisterio de la Iglesia se debe abstener de los asuntos en los que no tiene autoridad y en los cuales los fieles son libres para tener opiniones diversas. Por ejemplo, la tesis del calentamiento global antropogénico, expuesta como «magisterio» en la Laudato Si. Es paradójico que aquellos católicos liberales, que en nombre de la «autonomía de lo temporal» trataban de sustraer los ámbitos de la política y de la economía al dominio de la moral, y escamoteaban la Doctrina Social de la Iglesia, hoy se adhieren a los dogmas ecologistas, haciéndolos pasar por doctrina católica, aunque siguen siendo alérgicos a la Rerum Novarum.
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