(474) Moderantismo católico y crisis de la Iglesia
El P. Meinvielle, en El progresismo cristiano (Colección Clásicos Contrarrevolucionarios, Cruz y Fierro Editores, Argentina, 1983), con gran clarividencia, señala la raíz liberal y progresista de Maritain, recalcando la ambigüedad de su moderantismo. Pues si bien Maritain se opone al liberalismo decimonónico, (esto es, el de primer y segundo grado); y también se opone al progresismo marxistoide, (por ateo); no se opone del todo a ellos, porque no se opone a la causa de ambos, que es el subjetivismo enajenado del mundo moderno.
A pesar de sus ataques a estas dos ideologías, Maritain en realidad no combate su raíz, que es la Modernidad. Y así, dice el P. Meinvielle con toda la razón:
«Adviértase bien que Maritain en sus obras posteriores continúa atacando las posiciones ateístas del mundo moderno, el liberalismo de los siglos XVIII y XIX y el comunismo ateo, pero no ataca al mundo moderno en cuanto tal, es decir, en su intento de llegar al orden cristiano por el camino de los derechos o libertades públicas de conciencia y de prensa; tampoco ataca al comunismo en su tendencia fundamental de querer emancipar de toda servidumbre al hombre, lo ataca sólo por su ateísmo» (Pág. 169)
Este equívoco personalista y comunitario de Maritain consiste en criticar el liberalismo, pero siendo moderadamente liberal, y criticar el marxismo, siendo moderadamente marxista. Es la esencia, como decíamos, del moderantismo católico.
Y quiero usar, adrede, y no sin cierta ironía, el calificativo de católico para el moderantismo por lo siguiente. El católico moderado quiere permanecer entre los límites del catolicismo, no quiere salirse fuera ni de la ortodoxia ni de la Iglesia; quiere ser católico, pero con moderación. El moderado católico no quiere la cruz ni el sacrificio, porque ni en la cruz ni en el sacrificio hay moderación. Quiere canonizar la acedia moderna. Y para ser católico y moderno va a rechazar el liberalismo (de primer y segundo grado) y el marxismo (por ateo). Pero, por modernizante, no va a rechazar ni la esencia del liberalismo, ni la esencia del marxismo, que curiosamente coinciden.
Esencia que, en este blog, hemos condensado muchas veces en la máxima ilustrada del Conde de Volney, recogida por Marx: «el hombre, ser supremo para el hombre». O, en lenguaje más moderado, la persona humana, ser supremo para el hombre. El problema es que es imposible conjugar catolicismo y Modernidad. El moderado, como todo liberal, tiene alma moderna, y en el fondo antitradicional. Por eso su catolicismo es imposible, y aunque a menudo bienintencionado y voluntarioso, está partido en dos y es contradictorio consigo mismo. No puede sino estar constantemente en crisis.
Y es que la falsa solución que encuentra el moderantismo al problema de la Modernidad es la siguiente. Dado que el liberalismo moderno es malo por su individualismo, imaginemos un liberalismo no individualista sino solidario; y entonces inventan el personalismo. Y dado que el marxismo es malo por su ateísmo, fabriquemos un marxismo no ateo, y entonces inventan el comunitarismo.
Lo presagiaba muy certeramente el P. Meinvielle, a continuación, cuando indicaba que:
«La tesis de Maritain es entonces una ideología que, si bien opuesta a las ideologías rousseauniana, marxista y proudhoniana, coincide sustancialmente con ellas en la línea de la Revolución.» (Pág. 169).
Porque, como dijo un poco antes,
«si el mundo moderno es malo porque es ateo, si se bautizara, esto es, si se le despojara del ateísmo, pareciera que ya podría ser bueno. Y entonces, continuando los pueblos en la misma línea del mundo moderno o de la Revolución, sin abandonar sus aspiraciones de emancipación de toda servidumbre, sin renunciar a las libertades públicas modernas y al deseo de autogobernarse, volverían a la Iglesia y al amor de Dios. Aquí radica la funesta ilusión.»
Esta funesta ilusión, este equívoco personalista, consiste, entonces, en un sobreoptimismo suicida, que se diría a sí mismo así: vamos a asimilarnos para nosotros los elementos conceptuales esenciales de la Modernidad, pero antes le extraemos su individualismo ateo, luego lo convertimos en personalismo piadoso, y ya está listo para ser incorporado al cristianismo. De esta manera, una vez domesticado el espíritu del Leviatán, podremos introducirlo en la Iglesia, y aprovecharnos de sus muchas bondades, que tan atractivas y deleitosas son para el hombre de hoy.
Y así, las libertades modernas, el concepto roussoniano de persona, la centralidad del hombre, el mundo kantiano de los fines, el experiencialismo, el colectivismo izquierdista, el filoluteralismo, el prosaísmo litúrgico, el escepticismo de la nueva filosofía, el subjetivismo del nuevo derecho, la teoría de los valores, la autodeterminación humanista, el antiintelectualismo existencialista, el situacionismo moral, el concepto pelagiano y amoral de dignidad humana, y tantas otras brillantes ideaciones del espíritu moderno, se introdujeron en la Iglesia por una rendija, como humo de Satanás.
La crisis, entonces, estaba servida. Porque la Iglesia, casa del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad (Cf., 1 Tim 3, 15), no puede sufrir el error, y si éste se propaga irresponsablemente entre sus miembros populares o jerárquicos, en sus templos y en su púlpitos, para expulsarlo sufre violentas fiebres y no poco sufrimiento. La confusión se extiende, la división se expande, la crisis aumenta y va enfermando la vida eclesial en general. Y así llegamos a Amoris laetitia, a la Pachamama, y más allá.
Es un proceso dramático, que el P. Meinvielle diagnosticó en la obra funesta de Maritain. Y así, resume:
«De aquí que Maritain invente su “Nueva Cristiandad esencialmente diversa de la tradicional"; cristiandad sustancialmente laicista y naturalista; sustancialmente liberal y progresista, en camino hacia el comunismo; sustancialmente humanista y personalista.
Y a este primer “equívoco” maritainiano de una Cristiandad laica se le ha de añadir otro “equívoco", el de una sociedad sustancialmente naturalista y laicista donde se volcaría “la refracción socialtemporal de las verdades evangélicas", sociedad en la que el fermento evangélico y sobrenatural, lejos de levantar hacia Dios al hombre, lo estimularía en su impulsión revolucionaria y laicista.
Con su tesis de la “Nueva Cristiandad laica", abre Maritain en los medios intelectuales católicos el amplio cauce de la problemática nueva en el campo de las relaciones de la Iglesia y mundo, problemática que, por una parte, rechaza la posición tradicional de un orden temporal subordinado indirectamente al sobrenatural y, por otra, legitima las aspiraciones laicistas del mundo moderno como conformes y ajustadas a la ley evangélica» (Pág. 170).
En definitiva, el catolicismo actual, que en el artículo anterior calificamos de crepuscular, está gravemente enfermo de moderantismo. Tiene que sanar. Es posible. No decimos que sea fácil, porque el mal es grande, está sobre-extendido, las metástasis abundan, pero no es imposible.
Lo primero, sin duda, es perdir perdón a Dios Nuestro Señor por haber pretendido introducir en su Iglesia los valores (moderándolos) de la Revolución anticristiana. Y expiando este pecado, con mucha penitencia, y una intensa ascesis intelectual; orando sin cesar, como en tiempos de persecución; corrigiendo y enmendando lo que se enseña; recuperando la fe, la sana doctrina; reaprendiéndola; sólo así, poco a poco, se podrá curar la herida, si Dios lo concede.
En este camino no dudamos que, siguiendo las recomendaciones de tantos Papas, junto a otras muchas medidas, será urgente y vital volver a Santo Tomás y al sentir tradicional. Practicar, con temor y temblor, la olvidada virtud de la clasicidad. Y combatir, por venenosa, la funesta ilusión contra la cual nos advertía, tan lúcidamente, el P. Meinvielle.
17 comentarios
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A.G.:
Todo tiene un orden, y lo primero es que la jerarquía y los pastores, la Iglesia docente, en general, vuelva a Santo Tomás y se deje de personalismos y Nueva Teología, y vuelva a dar sólo doctrina sana al pueblo.
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A.G.:
Gracias Pedro. Laus Deo Virginique Matri.
Precisamente, mientras lo iba leyendo, no podía sino pensar que el colofón de esta exposición debía ser la exhortación perenne que el Espíritu Santo, por medio de su santa Iglesia, ha hecho con tanta insistencia (y en estos últimos tiempos con más apremio que nunca) de la recomendación de santo Tomás.
En efecto, si, como la recta filosofía reconoce, nada hay en la inteligencia que no haya estado antes en los sentidos (y así lo asume la liturgia de la Iglesia, al decir en el Prefacio I de Navidad: «para que, conociéndote visiblemente, por medio de tu Hijo, Él nos lleve al amor de lo invisible»), así, hemos de asumir también con ella, que ningún bien quiere la voluntad (sea un bien real o aparente) que antes no haya conocido el intelecto. Que esta verdad lo sea es tan patente para todos que, no hay hombre sensato que no asienta aquella afirmación que dice que nadie puede amar lo que no conoce.
De ahí la suprema sentencia del Papa Pío XI en la gran encíclica Studorium Ducem:
«Para evitar los errores, que son la causa primera de las miserias de nuestros tiempos, es preciso permanecer fieles, hoy más que nunca, a las doctrinas de Santo Tomás».
Y esto según las fuerzas y vocación de cada miembro de la Iglesia. Porque así como de los ríos fluyen los arroyos, y ambos fecundan toda la tierra, así en primer lugar corresponde a los sagrados pastores, quiénes por mandato de Dios han recibido la orden de enseñar, y en segundo lugar a todos los maestros y doctores, para que con su acción fecunda empapen toda la tierra, es decir, todo el pueblo santo de Dios, con la sana doctrina de la fe, bajo la guía del magisterio prístino y admirable del Doctor Angélico.
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A.G.:
Está claro, hay que volver al pensamiento tradicional y a la mente que lo sustenta, que es Santo Tomás.
"Pero la mayor gloria propia de Tomás, alabanza no participada nunca por ninguno de los Doctores católicos, consiste en que los Padres tridentinos, para establecer el orden en el mismo Concilio, quisieron que juntamente con los libros de la Escritura y los decretos de los Sumos Pontífices se viese sobre el altar la Suma de Tomás de Aquino, a la cual se pidiesen consejos, razones y oráculos." (LEÓN XIII, Aeterni patris)
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La Iglesia Católica ha proclamado a unos 32 doctores más, después que doctorara a Santo Tomás. Y unos 16 sólo desde finales del XIX.
No soy muy partidario de las escuelas, porque la fuente de la revelación no es Santo Tomás, sino la Tradición, de la que el forma parte.
Está bien que quienes tengan un pensamiento especulativo se acerquen a Santo Tomás, pero es que hay también otros tipos de pensamiento que encajan mejor con otras personas, y por ello es mejor que se acerquen a otros doctores.
El pensamiento especulativo no es común y por eso la filosofía no es del gusto de muchos. Por ejemplo, este es el caso de Frank Morera, un apologeta católico impresionante por you tube, que vive en Miami, y que el hombre se disculpa humildemente porque dice que leer a Santo Tomás le puede. Y que lo intenta leer pero que es superior a sus fuerzas.
Pero en cambio es un biblista enorme, en la estela de San Jeronimo.
Por otra parte, necesitamos de los doctores anteriores al año 1000 para el diálogo con los ortodoxos, cuya teología no es tomista.
Ahora en cambio se prefiere resaltar el carácter de Iglesia Peregrina olvidando su necesaria nota militante. Pero como bien lo sabían los Cruzados (y la Iglesia está ahora mucho peor que en aquéllos heroicos tiempos), si no hay militancia, tampoco habrá peregrinación.
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A.G.:
Esa frase lo define bien, Ricardo, claudicación del espíritu militante. Es el pacifismo moderado y requetemoderado.
Al fondo del enjuague, Kierkegaard y Hegel, Blondel y, cómo no, Maritain.
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A.G.:
Gracias Scintilla. Sí, en efecto, esas triquiñuelas intelectuales introducen de soslayo el error liberal y el marxista, como sin querer, y cuando te das cuenta, ya eres progre o moderado, y has perdido el oriente.
Hegel omnipresente, incluso cuando es negado.
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A.G.:
La Iglesia es la Casa del Dios Vivo, columna y fundamento de la verdad (Cf. 1 Tim 3, 15). Lo sigue siendo. Así que no, no es imposible.
A Chimo ya le respondió hace algo más de cien años San Pío X, en "Doctoris Angelici":
"Si alguna vez Nos o Nuestros antecesores hemos aprobado con particulares alabanzas la doctrina de un autor o de un Santo, si además hemos aconsejado que se divulgue y se defienda esta doctrina, es porque se ha comprobado que está de acuerdo con los principios de Santo Tomás o que no los contradice en absoluto".
Y todavía antes, Juan XXII, cuando afirmó que "iluminó más a la Iglesia que todos los otros doctores".
Vale aclarar que Maritain también tiene algunas obras buenas, en que expone la doctrina tradicional y lo sigue a Santo Tomás: incluso primeramente defendió la Cristiandad en su sentido tradicional. El mismo P. Meinvielle, cuando con razón lo critica, se apoya en parte en obras de Maritain de su período "pre-crítico", como "Antimoderno", "Tres reformadores". Luego hizo un desgraciado viraje... En otras obras, como "El Doctor Angélico", "Arte y escolástica", tiene páginas muy buenas. Y al final de sus días parece que se lamentaba del estado en que habían venido a parar las cosas.
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A.G.:
Gracias Federico María. Como bien dice Maritain tiene algunas obras que están bien, las primeras. Luego dio un vuelco enorme para mal, más bien para fatal.
El Buen Pastor corregirá el rumbo de su Iglesia.
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A.G.:
No es imposible, desde luego. Cristo Nuestro Señor está al control. Lo que hay que hacer es expiar y pedir perdón.
Voy comprendiendo cada vez más lo "razonable" que es nuestra "Fe", y lo necesario que es, para nosotros los cristianos, imbuirnos de sana y recta Doctrina.
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A.G.:
Gracias a Ud. La sana doctrina es que es vital, sin ella sólo queda oscuridad y subjetivismo.
"No soy muy partidario de las escuelas, porque la fuente de la revelación no es Santo Tomás, sino la Tradición, de la que el forma parte."
La fuente de la revelación es la Sagrada Tradición y las Sagradas Escrituras. No solamente la Sagrada Tradición.
Además, los tomistas suelen darse cuenta que nuestra religión nació hace 2.000 años y que santo Tomás hace 800. Por eso usualmente pueden darse cuenta de que él no es la fuente de la Tradición, porque generalmente los mismos suelen saber hacer algunas restas y sumas y han oído algo de historia.
"Está bien que quienes tengan un pensamiento especulativo se acerquen a Santo Tomás, pero es que hay también otros tipos de pensamiento que encajan mejor con otras personas, y por ello es mejor que se acerquen a otros doctores. "
No hay pensamiento que no sea especulativo y no hay hombre sano que no piense. Luego todo hombre sano tiene un pensamiento especulativo.
"El pensamiento especulativo no es común y por eso la filosofía no es del gusto de muchos. "
Ya respondido lo primero. Pero sobre lo otro, hay que tener en que cuenta que santo Tomás es ante todo y en primer lugar un teólogo; él utiliza la filosofía como sierva de la teología. Además, el oficio de un teólogo del siglo XIII era el de comentar y explicar las Sagradas Escrituras. Por lo que santo Tomás se dedicaba a ello principalmente, y todas sus otras labores se ordenaban a este fin tan glorioso.
Por otra parte, el que la filosofía no sea del gusto de muchos se debe, entre otras razones, principalmente a que los hombres están apegados a las cosas sensibles y temporales, y la filosofía versa ante todo de las cosas invisibles y eternas, sobre todo, a la contemplación de Dios, como bien dice el Doctor Angélico: «La contemplación de Dios es de dos modos: una, por medio de las criaturas y que es imperfecta según la razón ya dicha, en cuya contemplación el Filósofo puso cierta felicidad contemplativa, que es la felicidad en esta vida, y a la cual se ordena todo conocimiento filosófico» (Super Sent., lib. 1 q. 1 a. 1 co).
Además, es imposible entender bien las Escrituras divina si no se tiene una buena filosofía. Y ésta ha de adquirirse, ya por el estudio (ordinariamente), ya por ciertos dones y gracias del Espíritu Santo (extraordinariamente). Por eso, es un requisito esencial para ser proclamado Doctor de la Iglesia es que el santo que ha de ser nombrado, o esté de acuerdo con santo Tomás, o no lo contradiga, como bien citó Federico a san Pío X.
"Por otra parte, necesitamos de los doctores anteriores al año 1000 para el diálogo con los ortodoxos, cuya teología no es tomista".
Precisamente santo Tomás es el gran doctor para el diálogo con los mal llamados ortodoxos, no sólo porque él es como la síntesis perfecta de los santos padres de la Iglesia, sino porque ya trató las cuestiones de fe que pueden enfrentarnos con aquellos, en su escrito "Contra los errores de los griegos" (Además, claro, de en muchos lugares de sus obras).
Por otra parte, santo Tomás murió precisamente de camino a un Concilio en el cuál se había de tratar de la unión de los latinos con los griegos.
Además, está el hecho de que la filosofía de santo Tomás bebe de Aristóteles, principalmente, y Aristóteles fue introducido en la Iglesia por vez primera (aunque no como en la Escolástica) por los padres griegos. Dejo un texto del cardenal y arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, Josyf Slipyj (La importancia de Santo Tomás de Aquino en favor de la Unión y su influencia en la teología oriental):
Por lo tanto, ni el carácter específico fundamental de los escolásticos –la penetración y la declaración de las verdades de la fe mediante la razón, en cuanto sea posible–, ni la misma filosofía aristotélica, cosas que no son extrañas al espíritu griego, de ningún modo se oponen a la tradición oriental. En efecto, son los protestantes quienes objetan precisamente esto: que los Padres griegos habrían mutado y viciado la revelación con una concepción especulativa del acontecimiento[5]. Sólo es verdad que los Padres y escritores griegos, dotados de una mente especulativa y estimulados por la sagrada Escritura (1 Cor 3,1.3.15; Tt 1,9; 1 Pe 3,15)[6], antes que los latinos aplicaron la agudeza de su entendimiento a las verdades de la fe[7].
De entre la Escuela Alejandrina, Clemente se pregunta sobre la relación entre la revelación y la razón, llamando fe al conocimiento breve y compendioso de las cosas que son necesarias[8]. Orígenes, como proponiendo una primera suma de teología en su obra [De principiis, Sobre los principios], advirtió que los apóstoles nos transmitieron la revelación, pero dejaron muchas cosas para investigar a través de la razón: «…han dicho ciertamente que existen; sin embargo, han callado indudablemente de qué modo o de dónde vienen, a fin de que los más estudiosos de sus sucesores, que serían amantes del ejercicio de la sabiduría, pudiesen tener en qué mostrar el fruto de su ingenio…»[9]. S. Basilio exalta la dialéctica como la muralla de los dogmas[10]. S. Cirilo sobresale por su gran ingenio especulativo y dogmático[11]. La [Fons cognitionis, Fuente del conocimiento] de San Juan Damasceno ofrece todos los elementos escolásticos; éste, habiendo seguido principalmente a Aristóteles en su suma de teología en griego, propone, expone y afina los términos técnicos. Sin embargo no siguió ciegamente al Estagirita, ya que contrapuso su propia posición a la de los Monofisitas y Nestorianos[12].
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A.G.:
Buenas matizaciones y explicaciones. Gracias Ecclesiam.
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A.G.:
La mayoría son conservadores, es muy cierto, y es un problema, porque hay pocas voces que abanderen la tradición.
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A.G.:
Gracias a Ud. y a su maestro el P Meinvielle, uno de los grandes. Tiene mucho que enseñarnos, porque vio venir el problema doctrinal tan grave que se nos avecinaba y fue de los primeros en dar la voz de alarma. Hay que tenerlo en cuenta y estudiar sus escritos. Gracias de nuevo y un saludo.
2. Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, puede ser conocido con certeza a partir de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana. Pero, es posible y conveniente que el ser humano sea instruido por medio de la revelación divina acerca de Dios y del culto que debe tributársele, pues el rebaño no entiende de filosofía, metafísica ni teología. Pues, el ser humano puede ser divinamente elevado a un conocimiento y perfección que supere lo natural, y no que pueda y deba finalmente alcanzar por sí mismo, en continuo progreso, la posesión de toda verdad y de todo bien.
3. La razón humana es dependiente del Logos de Dios, por lo que puede serle mandada la fe por Dios. La Fe divina se distingue del conocimiento natural sobre Dios y los asuntos morales, por consiguiente se requiere para la Fe divina que la verdad revelada sea creída por la autoridad de Dios que se revela. Y la revelación divina puede hacerse creíble por signos externos (históricos), por lo que los hombres no deben ser movidos a la fe sólo por la experiencia interior de cada uno o por inspiración privada. Pues, los milagros son signo externo o hecho histórico (obras libres de Dios para demostrar Su autoridad y personalidad de Cristo), que pueden ser conocidos con certeza y pueden probar legítimamente el origen divino
del Cristianismo. El asentimiento a la fe cristiana es libre, no es producido por ningún argumento de la razón humana, ni la gracia
de Dios es necesaria sólo para la fe viva que obra por la caridad. Por tanto, la condición del fiel católico y de aquellos que todavía no han
llegado a la única fe verdadera no es la misma, de manera que los católicos no pueden tener una causa justa para poner en duda, suspendiendo su asentimiento, la fe que ya han recibido bajo el Magisterio de la Iglesia, hasta que completen una demostración científica de la credibilidad y verdad de su fe porque corren el riesgo de ser malditos.
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