(473) Crepúsculo del catolicismo
Cada día que pasa, signos aciagos cobran voz potente y atronadora. En su elocuencia dramática, nos hablan del sentido de estos tiempos de crisis religiosa, suscitando en nuestra mente algunas conclusiones poderosas.
La primera de ellas puede formularse así: los antiguos bastiones han caído. El católico parece no tener doctrina inquívoca a la que aferrarse. Se ha sembrado sospecha sobre las viejas seguridades. La antigua sabiduría tradicional está descartada, la nueva ortodoxia está pendiente de reinterpretación continuadora. El deseo de Hans Urs Von Balthasar ha triunfado. El pluralismo doctrinal es un hecho.
La Ciudadela doctrinal abrió la puerta, derribó sus muros defensivos (el tomismo), y lo hizo queriendo, por mero pacifismo. Se utilizó de ariete el pluralismo, no ese radical que quieren los progres, sino el moderado, que tanto aprecian los conservadores. Los textos docentes se fueron desdibujando a la sombra de mil y una ambigüedad, hasta tal punto que el católico se ve forzado a elegir entre una doctrina antigua, que ahora se tacha de gnóstica, por ser segura; y otra novedosa, radiante de misericordia, cuya cerradura secreta se abre a discreción, con sólo usar, como palabra mágica, el título de una fatídica exhortación apostólica postsinodal: Amoris laetitia, la llave nigromántica que da acceso libre y gratuito al nuevo mundo moral de 1789.
La segunda de ellas puede explicitarse de esta manera: el catolicismo tradicional parece formar parte, ya, de una religión antigua, que la inmensa mayoría de los católicos nuevos desconocen y no aprecian. Venerar textos de PÏo XI, Pío XII, León XIII, o el mismo San Pío X, te hace sospechoso de ser un “positivo” en integrismo. E integrista es, ya, quien aprecia en algo el catolicismo antiguo. Gustar doctrinas precisas, inequívocamente antimodernas, es indicio de inadaptación, para muchos, incluso, de no haber tenido un encuentro personal con Jesús.
La tercera de ellas tiene un corolario político: o navegas en las aguas territoriales del Leviatán, o no hay espacio para ti en este nuevo orden. No hay voces, apenas, muy pocas, entre la jerarquía y el pueblo de Dios, que se oponga de manera manifiesta, íntegra y pugnaz al nuevo credo globalista, que no haya asentido a la revolución democrática, que no reconozca la soberanía del pueblo caído, y no consienta la descristianización total de las instituciones. No hay apenas quien disienta de esta nueva cristianidad maritainiana que quiere ser teocéntrica siendo persona-céntrica; que quiere círculos cuadrados y la Torre de Babel en las conciencias.
Y así, esta triple tesis queda corroborada por los hechos: apenas hay católicos que perciban el carácter antimoderno del catolicismo, apenas hay católicos que admitan su necesidad, hoy día; y apenas hay católicos que reclamen, siguiendo el ejemplo de nuestros antepasados, la subordinación de toda ley a la sabiduría eterna de Dios.
Existe un sentir con la Iglesia que, mayoritariamente, ha sido inducido, durante los últimos decenios, a la conformación con el mundo de 1789. Es un sentir cuyo afecto está contra la tradición, y que, si bien en muchos adopta un rasgo moderado y continuador, en muchos más adquiere tintes de revolución. Y esto es, sin duda, lo que estamos viviendo, y que resume las tres tesis anteriores.
Existe, de hecho, una revolución contra el antiguo orden católico. Sus antecedentes remotos son Ockham, Lutero, Pico de la Mirandola, y los reformadores y humanistas católicos; su obra fue continuada, discreta y sibilinamente, por los sempelagianos encubiertos, que postularon ese humanismo que luego, tras estallar en ilustraciones y revoluciones, dio forma al liberalismo.
Se declaran, sin embargo, estos revolucionarios moderados, antiliberales, pero siéndolos, no de primer y segundo grado, sino del tercero. Precisamente ese que reclama fecha de caducidad para el catolicismo de Cristiandad, el antiguo; ese que reclama las maravillas conceptuales del pensamiento moderno, kantiano, hegeliano, husserliano y heideggeriano, bajo forma de personalismo y Nueva Teología. Precisamente ese que pretende que la Iglesia ya no es columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15), sino columna y fundamento de los derechos humanos.
Es patente el evolucionismo infiltrado. No hay más que comparar lo que se enseña hoy en los púlpitos, de un perfil lo suficientemente bajo como para no molestar al Leviatán, con lo que se enseñaba antes, cuando el catolicismo bíblico-tradicional no era, aún, una antigualla.
Sin embargo, sabemos que la Iglesia nunca desaparecerá. Y esto nos proporciona cierta esperanza, contra toda evidencia, y a contracorriente. Nunca, como ahora, ha sido tan necesario el catolicismo. No el que viste sus conceptos con las ropas de la Ilustración, para lucir figura postrevolucionaria. No el que el numen liberal polarizó, definitivamente, entre conservadores y progresistas, desactivando así la identidad tradicional, que es contrarrevolucionaria.
No. El catolicismo que ahora es necesario no es el modernizante, kantiano, antisacrificial, festivo, globalizado. Sino el antimoderno, antikantiano, sacrificial, crucificado. Que entiende que sin Nuestro Jesucristo no podemos hacer nada (Cf. Jn 15, 5), porque de Él es nuestro obrar según su beneplácito (Cf Fil 2, 13), tanto a nivel personal como social e institucional. Que sabe que ser cristiano es una cosa muy seria y muy importante, y que no es un juego salvarse o condenarse.
18 comentarios
Y si lo permite es porque es necesario. Como bien dice:esperaremos la aurora.
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A.G.:
No queda otra que esperar y, mientras, recibir la doctrina de nuestros antepasados, y volver a darla, porque es luminosa para los tiempos que corren.
¡Viva Cristo Rey!
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A.G.:
Y yo. ¡Vivaaaa!
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A.G.:
No sabemos, en realidad, si la aurora está próxima o lejana, pero desde luego hay que dar pasos hacia ella, con la ayuda de Dios, dando doctrina, que siempre es lo primero.
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A.G.:
El Magisterio de la Iglesia no se limita a un texto concreto, sino que es un cuerpo doctrinal coherente y orgánico de muchos siglos. Los viejos catecismos, el Tridentino, Orange II, el magisterio antiliberal, etc., la Pascendi, Humani generis, Libertas, etc., son también de un valor precioso por su precisión y claridad.
Al primer comentario: lo permitido por Dios no es necesario, ni es positivamente querido por Dios (aun cuando sí quiera permitirlo). El pecado, que es lo que Dios permite que de hecho se dé, y que es lo que está a la raíz de todos estos males, es más bien odiado por Dios. Y sí que podría Dios impedirlo, aun cuando ordene su permisión, últimamente, para su mayor gloria.
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A.G.:
Bien dice Ud. que lo permitido no es ni necesario ni por supuesto causado por Dios.
El Espíritu sigue enseñándonos y fortaleciendonos para no dormirnos en el camino hacia la perfección personal y como Iglesia.
No hay duda que la Iglesia hoy día ha superado algunas de las actitudes de los apóstoles, caminando con la sociedad e influyendo en ella, por ejemplo ya hemos conseguido, al menos en parte, lo que para Pablo era un camino y un deseo sobre la esclavitud.
Posiblemente la Iglesia de hoy en día siente de diferente manera lo decisiva de la gracia para nuestra salvación y tampoco se predicarían las indulgencias de la misma manera que en siglos pasados.
No hay duda que junto a la Acción del Espíritu Santo tenemos que estar atentos a que el Maligno no nos meta sus maldades.
Una de esas maldades puede ser el exceso de individualismo y la división en la Iglesia
No es fácil separar la cizaña del trigo. Tampoco lo es diferenciar al buen Pastor del asalariado.
Pero Jesús nos dijo quien y cuando es el encargado de separar la cizaña del trigo, quemar la una y guardar el buen grano.
Sobre todo tener presente el Consejo constante de Cristo resucitado: No tener miedo, estar alegres y ser uno como Él lo es con el Padre.
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A.G.:
Lo sustancial no cambiará nunca, aunque puedan modificarse cosas accidentales, que no es el caso de las indulgencias. No obstante, separar la cizaña del trigo corresponde al supremo Juez, cuando venga de nuevo y mande a unos a su izquierda y a otros a su derecha.
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A.G.:
Esta autodemolición no cabe duda que consiste en asumir los fundamentos de la filosofía moderna a través del Personalismo y la Nueva Teología.
Adivine quién escribió esto
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A.G.:
La teología de Hans urs von Balthasar tiene algunas cosas positivas, pero en general es nociva, porque participa de los presupuestos de la Nueva Teología y del personalismo, y sus fundamentos se inspiran en el pensamiento moderno.
"pues el Señor corrige al que ama y castiga al que recibe como hijo........"
En Hb 12_11
"ninguna corrección nos alegra en el momento, más bien duele, pero con el tiempo, si nos dejamos instruir traerá frutos de paz y santidad".
Algunos somos duros de cabeza y nos cuesta ver la realidad.
Agradezco la corrección,Federico Maria.
Yo recomendaría leer continuamente la historia del Pueblo de Israel y de la Iglesia*. Lo digo en orden a mantener la esperanza. Un Jeremías o un San Atanasio, pueden darnos luz para no desfallecer.
Puede que sea la peor y la última de las apostasías, o no, Dios dirá. Lo que es claro es que en innumerables ocasiones quedó solo un resto fiel, paupérrimo en lo humano, y Dios los multiplicó cuando se volvieron a Él (y agotaron el tiempo de sus penitencias).
Soy muy cansino con respecto a esto, por el bien que me hace y porque creo que no hace falta tener don de discernimiento para ver que acontecimientos como el destierro de Babilonia se pueden aplicar punto por punto en nuestros días.
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A.G.:
La situación desde luego es dramática. Si es la apostasía general, me parece a mí que será la definitiva, pues se ha hecho un fenómeno global, propicio para el gobierno del señor del mundo.
Y en cuanto a los hombres: una cosa es declararlo "en particular" y otra en general: pero basta declararlo en general, como lo está, para que el infierno no esté "vacío" (además de que ya sabemos que lo ocupan los demonios). Basta fijarse, por ejemplo, en Mt 25, 31-46. La doctrina de la predestinación, verdad de fe católica, también supone, como es obvio, que los no predestinados se condenarán por sus culpas.
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A.G.:
Gracias por este y su anterior comentario.
La teología de Von Balthasar es que es perjudicial, no sólo por la confusión que padece en temas escatológicos, sino porque parte de presupuestos subjetivistas, antiintelectualistas, y heideggerianos, que a pesar de las buenas intenciones que tenga su autor, deterioran gravemente su doctrina.
Estoy con Natanael en que la lectura de la Biblia, en la que me aplico, es fundamental, el seguimiento de la Doctrina, el Dogma y la Tradición. Ésa es nuestra brújula y señala a Jesucristo como Redentor y Salvador de aquellos que le sean fieles. No sé cuántos pertenecerán al "resto fiel" que, una tras otra vez, señala el AT pero esas personas existen y esperamos la Segunda Venida de Cristo como Él prometió y confesamos en el Credo.
Por lo tanto, mañana, Pascua de Pentecostés el Espíritu Santo, Espíritu de Amor, de Verdad y de Vida es el signo de nuestra esperanza.
Creo en Ti, espero en Ti y te amo sobre todas las cosas, Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
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A.G.
Se puede cambiar de nick avisándolo, porque eso no es ocultarse, así que no hay problema. En efecto la Iglesia sigue siendo columna y fundamento de la verdad, la Escritura y la Tradición son fuentes de la Palabra Divina, Cristo sigue teniendo un Magisterio.
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A G.:
La Iglesia no será nunca destruida, como bien dice.
Para mucha gente la Iglesia en cuanto católica-universal se cierne en el vacío como una especie de tejado que ya no está unido a la casa, por encima de los pisos que ellos habitan”. Ante el riesgo que esto supone Balthasar afirma que “todo el enorme esfuerzo de Pablo tuvo como finalidad el sustraer a la comunidad eclesial del ataque disgregador de las vivencias carismáticas y dirigirla –por medio del ministerio apostólico- hacia lo católico más allá de sí misma. Ciertamente el ministerio es siempre servicio y nunca señorío o dominio, pero un servicio con pleno poder para demoler todos los bastiones erigidos por los carismáticos contra la Communio universal para obediencia de Cristo (2Cor 10,5).
Quien nivelándolo todo destruye carismáticamente (democráticamente) el ministerio eclesial, pierde así el momento que anima, refiera más allá de sí misma y eleva a toda misión específica eclesial al nivel de la Catholica, cuyo vínculo unificante no es la experiencia o vivencia común (gnosis), sino el amor que se entrega (ágape). A fin de cuentas, aquella destruye, mientras que este edifica”.
Cardenal Ratzinger.
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A G.:
La teología de Von Balthasar es perjudicial por la confusión que padece, porque parte de presupuestos subjetivistas, antiintelectualistas, y heideggerianos.
A G.:
La teología de Von Balthasar es perjudicial por la confusión que padece, porque parte de presupuestos subjetivistas, antiintelectualistas, y heideggerianos
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Usted tiene una opinión. Ratzinger tiene otra.
Las personas son libres de elegir entre una o la otra. Ambas son posibles, pero prefiero la de Ratzinger. Como ve, Ratzinger tiene una opinión completamente opuesta a la suya en cuanto a la pluralidad doctrinal que supuestamente Balthazar introdujo en la Iglesia.
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A.G.:
No es una opinión, es un hecho la influencia de Heidegger, Kierkegaard, Kant, los nominalistas, etc., en la teología de Hans urs Von Balthasar, y es un hecho su defensa del pluralismo, el subjetivismo de su estética teológica, etc. Es mejor huir de estas teorizaciones que son del gusto de los especialistas, pero que confunden a los católicos, porque se basan en el pensamiento moderno. Son preferibles teologías más sanas, más tradicionales, sustentadas en la recta metafísica del Aquinate.
Gracias, Alonso, porque su descripción de la situación actual no permanece ajena a la esperanza ni a la certeza de que es Cristo Quien lleva el timón. Podrá parecernos que duerme reclinado en la Barca, pero ahí está Él. En cualquier momento puede levantarse y mandar callar al viento y las olas del mar. Gracias una vez más y que Cristo y Santa María Inmaculada, debeladora de todos los errores, le bendigan
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A.G.:
Es evidente que hay un deterioro en muchos textos docentes de la Iglesia, y no digamos en documentos recientes. Pero como bien dice amigo José Díaz, Cristo aún tiene el control y esto es motivo más que sobrado para estar tranquilos y continuar dando doctrina con eficacia y espíritu sobrenatural.
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