(466) Neorracionalismo globalista
1.- El Occidente liberal se halla inmerso en un proceso de tecnificación global de las ideologías, cuyo objetivo es diluirlas en una idiosincrasia nihilista vaga e indefinida de apariencia tecnológica. Forma parte de una autocorrección del Estado liberal, que busca defenderse y blindarse.
De esta manera el Leviatán se automatiza y adquiere una apariencia más neutra y aséptica, capaz de acallar bocas disidentes y metamorfosearse en el convulso contexto social de la posmodernidad.
Esta estrategia camaleónica convive, al mismo tiempo, con la ostentación descarada y desvergonzada del poder puro y arbitrario, que agobia al ciudadano con exigencias de, como diría Ernst Jünger, movilización total.
2.- Hablaba Gonzalo Fernández de la Mora, muy cabalmente, de «la progresiva sustitución de las ideologías por los planes técnicos y económicos en los programas de gobierno»[1]. A nuestro juicio, esta idea puede aplicarse al proyecto global de pseudo-objetivación de la ideología liberal, desarrollado progresivamente, desde finales del pasado siglo, en orden a su adaptación a los nuevos tiempos.
3.- Estos nuevos tiempos ideológicos son, como diría Fernández de la Mora, crepusculares. Pero para que la crisis de las ideologías no signifique, también, la crisis de la Bestia postrevolucionaria, el propio sistema se defiende mediante un principio de racionalización compensatoria: El Estado liberal, por instinto, se pseudobjetiviza para cobrar falsa apariencia de universalidad, (que esto es el globalismo), y volverse más aséptico y tragadero a toda reclamación y contrarreclamación (Turgot). Pero siendo, en realidad, más delicuescente, vaporoso y sin sustancia que nunca, esto es, la nada misma.
4.- Se diría, por tanto, que «asistimos a una amalgama liberal-socialista»[2]. Una amalgama general, no universal, sino global; nominalista, por desligada —del orden del ser y de la gracia—; y ante todo, misteriosista, o mejor dicho gnóstica: el Estado liberal corregido, no es que se parezca, cada vez más, a un monstruo de infinitas cabezas pero de una sóla voluntad nihilista; es que el pluralismo administrativo, que es su forma instrumental de dominación, está adquiriendo una objetividad amenazante, polimorfa, técnica, idólatra. Las administraciones liberales posmodernizadas racionalizan sin logos la vida política y social hasta el punto de constituirse un falso logos, una nueva religión: la institucionalización del devenir.
5.- El neorracionalismo político y el irracionalismo posmoderno encajan a la perfección. Se sirven de la tecnología para cosificar el subjetivismo jurídico y proporcionarle apariencia formal. Se sirven de los derechos subjetivos para adquirir legitimidad. Se sirven del administrativismo francoalemán para justificarse intelectualmente y regularlo todo, hasta la conciencia. Se sirven de la disgregación pluralista para ocultar su unidad de dominio.
Es la nueva orientación global sinárquica del mundo en la Era del Subjetivismo. Y lo malo es que gran parte del catolicismo actual ve todo esto con buenos ojos.
[1] Gonzalo FERNÁNDEZ DE LA MORA, El crepúsculo de las ideologías, Espasa Calpe, Madrid, 1986, pág. 45.
[2] Ibid., pág. 47.
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2. La racionalidad humana no es vieja ni nueva, sino concreta, la búsqueda de Verdad, Bien y Belleza. Ésta es la manera de actuar del ser humano que no tiene ningún animal. Ningún animal tiene la necesidad de conocer ni de encontrar orden; ni libertad para escoger responsablemente lo que hace.
3. El Estado postmoderno no es un ser humano, sino una entelequia de constitución, leyes, etc. que no busca conocer, ni encontrar orden y quita libertad humana.
4. La programación del Estado la configura el hombre y si ese hombre que gobierna rechaza a Cristo Rey, sin fe y sin logos, va a ejecutarse una entelequia anticristiana.
5. La entelequia anticristiana estatal es irracional si o si. No tiene fundamento, no existe naturalmente, es artificial, no es natural, ni obedece a la Ley eterna. Sin embargo, tiene efecto real en nuestra vida si se obedece y se está a su servicio, por lo que no nos lleva a la virtud sino al vicio y a la normalidad del pecado personal y social.
6. La libertad que concede el Estado es sin Dios, son derechos, y la Legalidad o Moral es nihilista, las obligaciones son hacia el Estado, todo vale según la "verdad subjetiva" de los grupos mayoritarios que razonan la "verdad objetiva".
7. Sólo el ser humano puede formar una sociedad, entendida como interrelaciones personales, en la que hay derechos y deberes. Pero, el católico sabe bien que los derechos humanos sólo pueden nacer de Cristo pues el Estado no puede dar dignidad a nadie; sabe bien que los deberes nacen de la moral cristiana; y sabe bien que en cada una de sus acciones sólo Cristo es Rey. Lo demás, lo liberal de Dios, se llame como se llame procede del maligno.
No sólo es que grupos católicos estén de acuerdo, es que, como dicen ellos de sí mismos, lo lideran, como poco lo colideran. El pueblo católico no lo apoya, permanece en su mayoría indiferente y obediente, engañado a la fuerza por falsos profetas. Nada nuevo bajo el sol.
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A.G.:
Coincido desde luego en que el método y motivo de todo esto es la deshumanización del hombre, o más exactamente, su desnaturalización. Me ha parecido muy cierto eso que dice Ud. del odio al hombre. Significativo que el antropocentrismo sea en el fondo aborrecimiento del ser humano, sobre todo cuando no actúa como persona según la perspectiva moderna, esto es, cuando no puede autodeterminarse, por no haber nacido aún.
¿Como acabara esto?
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