(458) Comentarios críticos a Amoris laetitia, X: una pesada y tremenda losa
Comentario 16
«no hay que arrojar sobre dos personas limitadas el tremendo peso de tener que reproducir de manera perfecta la unión que existe entre Cristo y su Iglesia» (A.L. n. 122)
Esto es como decir que no hay que arrojar sobre el cristiano el tremendo peso de tener que ser santo. La proposición muestra un pesimismo escéptico que pasma, viniendo de un documento que se titula Amoris laetitia.
En comentarios anteriores hemos visto el estado deplorable en que se encuentra el matrimonio adámico, herido por el pecado. Pero cómo, por contra, la Buena Nueva de Nuestro Señor Jesucristo es motivo de confianza y alegría, porque viene a remediar los males del pecado y a iluminar las mentes oscurecidas, fortaleciendo voluntades con su gracia.
Es por ello que, para el cristiano, la vida sacramental es fuente de esperanza sobrenatural. No en las propias potencialidades, no porque la causa segunda pueda, por sí sola, autorredimirse; sino porque Dios mismo, Causa Primera, viene en su auxilio. Es por ello que Nuestro Señor llama a su Iglesia al desesperado hombre adámico para fortalecerlo y redimirlo, utilizando palabras que reflejan la eficacia de Sacrificio y la potencialidad vivificante de sus sacramentos. Por eso, por el poder real de la gracia, y por los méritos de su Pasión, el yugo de Nuestro Señor es dulce y su peso es liviano:
«En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera"» (Mt 11,28-30).
Pero he aquí que este pasaje de Amoris laetitia, en lugar de transmitir la confianza que se debe a los auxilios divinos, como es propio de la esperanza teologal, transmite en cambio desconfianza y escepticismo. El yugo de Cristo sería un peso tremendo para las personas, que, debido a sus límitaciones propias y situacionales, no podrían más que aspirar al ideal teórico del matrimonio cristiano. Por eso no se les debería exigir nada más, sino que se vayan moviendo como puedan hacia ese pesado y tremendo ideal, amenazante como una losa que pende sobre el matrimonio, cual espada de Damocles.
Pero hay más.
La razón que debe apartar a los bautizados divorciados en nueva unión de la comunión sacramental, es el estado de contradicción en que viven, pues el adulterio ofende y contradice directa y manifiestamente la unión de Cristo con su Iglesia. Y dado que «el ministro de la Comunión no podría juzgar de la imputabilidad subjetiva», la prohibición de comulgar se fundamenta en el pecado grave objetivamente entendido, en la obstinada perseverancia en el mal, en «el carácter manifiesto de la situación de pecado grave habitual» (Pontificio consejo para los textos legislativos, Declaración sobre la admisibilidad a la sagrada comunión de los divorciados que se han vuelto a casar, n. 2, 24 de junio de 2000).
En definitiva, la imposibilidad de acceso a la comunión se fundamenta en que el adulterio desfigura públicamente la unión de Cristo con su Iglesia, que es precisamente aquello que el pasaje citado niega que se deba exigir a las personas, por constituir, supuestamente, un peso tremendo (como si la gracia no fuera eficaz al respecto).
No podemos dejar, ante esto, de recordar el pesimismo antropológico del protestantismo y su desconfianza radical en la eficacia real de la gracia en orden a la perfección humana. Y aún más, no podemos dejar de recordar el escepticismo propio del pensamiento moderno, que a través de la mentalidad humanista católica pretende rebajar la cruz de Cristo y bajar el listón de la vida cristiana para acomodar la religión al nuevo orden postrevolucionario.
Si no hay que exigir al matrimonio cristiano que figure la unión de Cristo y su Iglesia mediante el estado de gracia de los cónyuges y la rectitud de su vida matrimonial, entonces se podría vivir en adulterio sin ofender al matrimonio. Se podría, incluso, estar en adulterio y estar en gracia de Dios. Se podría, incluso, pecar sin perder la salvación.
Las consecuencias de esta inversión son desastrosas para el catolicismo hodierno. Si la Iglesia enseña al mundo que el yugo de Cristo es áspero y su carga insoportable, ¿quién querría venir a Cristo? Mejor sería, pensaría el mundo, continuar en estado caído, mantenerse en enemistad con Dios, antes que posicionarse voluntariamente bajo una losa tan tremenda. Que cada cual permanezca en su propia religión u opinión personal, con tal de librarse de yugo tan opresor. Al fin y al cabo, ¿no hay semillas de verdad en todas las religiones y en toda opción espiritual? ¿No es indiferente, en el matrimonio, como afirma Amoris laetitia n.77, la religión que se profese?
La incoherencia de este tipo de pastoral salta a la vista. Pero no es nueva, la venimos sufriendo desde hace décadas, con la oficialización del humanismo católico, y su difusión masiva en iglesias locales cada día más descristianizadas. En su esencia, no es verdadera misericordia ni verdadera preocupación pastoral, sino un intento de acomodar el numen católico al espíritu del mundo moderno.
David González Alonso Gracián
22 comentarios
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A.G.:
Gracias Luis Fernando por lo de la precisión de cirujía. Es necesario afinar al máximo con todos estos errores encubiertos y disimulados bajo la retórica humanista. La Causa del matrimonio lo vale. Dios nos ayude.
El capítulo cuarto, es un camino que te va inclinando la mente hasta alinearla con eso que uste dice como "acomodar el numen católico al espíritu del mundo moderno".
Los defensores de AL en todo su amplitud es que dicen que el documento por otro lado si lo dice (n134), es decir el documento va pervirtiendo la mente sin que el lector vea una declaración solemne, sino que te va mostrando realidad y realismos que siguieron posibilidades "nuevas formas de familia" y pervirtiendo la palabra "signos o símbolos".
El método que usa es recapitular otros documentos (declaraciones pasadas) usando las conclusiones paralelamente pero que al leerlas no tiene nada que ver o son contrarias, al fin mismo "la familia santa".
El defensor de AL, si se encuentra con un frendly lector, ve todo bien de según la perspectiva que tiene del tipo y fin de la familia en la que aspira o vive, no llega a toparse nunca de frente con el demonio..., Es que lo lleba al lado sin darse cuenta.jajajaja
Saludos buen fin de semana...
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A.G.:
En mi opinión las novedades que contiene son meras propuestas o reflexiones privadas de carácter pastoral. Porque, como reconoce explícitamente, no pretende dar norma jurídica ni tampoco resolver cuestiones con actos magisteriales. Por eso, desde el pricipio afirma:
"Recordando que el tiempo es superior al espacio, quiero reafirmar que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales.(AL n. 3) "
Pretende hacer una reflexión creativa, esto es un ensayo cuyo objetivo es:
"seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad."(AL, n. 2)
Pretende promover la reflexión, suscitar un diálogo y orientar la pastoral:
"Por ello consideré adecuado redactar una Exhortación apostólica postsinodal que recoja los aportes de los dos recientes Sínodos sobre la familia, agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión, el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades." (AL n.4)
Es un ensayo pastoral sin implicaciones canónicas:
"Si se tiene en cuenta la innumerable diversidad de situaciones concretas, como las que mencionamos antes, puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares" (AL, n. 300)
Por tanto no se le debe conceder autoridad doctrinal alguna, porque no desea ejercerla al modo tradicional sino al modo liberal.
Y este otro párrafo: "Si no hay que exigir al matrimonio cristiano que figure la unión de Cristo y su Iglesia mediante el estado de gracia de los cónyuges y la rectitud de su vida matrimonial, entonces se podría vivir en adulterio sin ofender al matrimonio. Se podría, incluso, estar en adulterio y estar en gracia de Dios. Se podría, incluso, pecar sin perder la salvación." Genial. Aplíquelo a cualquier pecado y desmonta todavía más Amoris Laetitia: se puede blasfemar sin perder la salvación, se puede creer cualquier cosa contra la Fe sin perder la salvación, se puede ofender a los padres sin perder la salvación; se puede matar sin perder la salvación, se puede robar sin perder la salvación... IRONÍA ON.- ¿se pueden construir muros en lugar de puentes sin perder la salvación?
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A.G.:
Sí, eso es lo malo, Octavio, que el mismo principio se puede aplicar a cualquier pecado.
Y lo peor de todo de A.L, es que si se recepta su tesis, ¿entonces por qué limitarse solo al sexto mandamiento? Razones análogas se podrían encontrar para quebrantar los otros nueve y aún así "permanecer en gracia" (desde ya es un oximorón; sería —como usted bien lo expone— poder pecar sin perder la salvación).
Le reitero mis felicitaciones y le agradezco su defensa de la verdadera doctrina católica.
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A.G.:
Gracias. En efecto, Ruben, el mismo principio se puede aplicar a cualquier pecado, quedando gravemente afectada la moral católica.
No obstante, lo que usted dice respecto a que a este documento no hay que reconocerle autoridad doctrinal no parece que se compadezca con la interpretación del episcopado argentino sobre dicho documento dando vía libre a la comunión de adúlteros, interpretación que fue avalada por Francisco e incorporada explícitamente al Magisterio.
Me duele decirlo, pero mucho de lo que estamos viendo( y no sólo AL) se parece mucho al "poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad".
Ojalá me equivoque. Es muy duro tener esa sospecha.
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A.G.:
Se puede intentar imponer una reflexión privada, declarándola magisterio. Pero aún así no deja de ser lo que propio documento expone de sí: una propuesta de diálogo pastoral, a modo de reflexión.
Y eso supone un gran problema para la Iglesia.
Idem con la pena de muerte y su borrado del Catecismo.
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A.G.:
Aunque una reflexión privada se pretenda elevar a rango de magisterio, no deja de ser eso, una reflexión privada. Ningún Pontífice tiene potestad para inventar doctrinas.
Ahora, sin tratar de salvar lo insalvable, ¿podría llegar a entenderse en parte esa frase de AL como que no se está obligado actualmente a ello, sino a tender hacia ello? Me parece que así se debe entender la obligación misma del "sed perfectos", ¿no?, de la perfección en general: que uno no está obligado a ser perfecto ahora sino a tender siempre a la perfección. Ahí veo que el pasaje de marras tiene una referencia a la Familiaris consortio que dice algo de eso.
Es verdad que eso del "tremendo peso" no ayuda a esta interpretación. También es verdad que, aunque quizá sea posible, el que no se interprete así con facilidad es ya algo malo, por la falta de claridad, que además aprovechan los que ya sabemos, como casi todo lo que con poca claridad dice el Papa, que no es poco.
Eso que dijo del Magisterio es muy bueno. Que además es obvio que si innova no puede ser eso auténtico Magisterio.
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A.G.:
Pero ese tender a la perfección incluye el propósito de evitar el pecado con la ayuda de la gracia. Es decir, estando en estado de gracia ya se participa de la perfección, se recibe un organismo sobrenatural que nos capacita para realizar actos sobrenaturales. No hace falta ser absolutamente perfectos para que, mediante el matrimonio, se figure la unión de Cristo y su Iglesia. Basta estar en amistad con Dios, y ese estado se recibe en el Bautismo y en la Confesión. Pero vivir en pecado, y mantenerse en él, no es estar en camino hacia la perfección, sino antes bien en camino hacia lo contrario.
Esa cita del número 122 de Amoris Laetitia es terrible.
¿Qué queda allí del evangélico "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto"?
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A.G.:
Eso creo yo, Daniel, que la cita transmite un mensaje terrible, por su escepticismo respecto del poder real de la gracia.
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A.G.:
En efecto, hay un enorme desconocimiento de la doctrina de la gracia. Se habla a menudo de esfuerzo, pero no como esfuerzo efecto de la gracia, sino como causa sola del acto bueno. Y eso pelagianismo.
Gracias Alonso por sus aclaraciones y disipar las tinieblas.
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A.G.:
De nada. El yugo de Nuestro Señor es suave y su carga ligera, porque su Sacrificio fue eficaz, fue en beneficio nuestro, fue sobreabundante. Sólo falta aplicárnoslo mediante los sacramentos y la vida de la gracia.
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A.G.
En efecto. Y ese tener que, se ha de demostrar con obras, porque la vida moral se desarrolla a través de actos concretos. Sí uno con sus actos concretos no asciende hacia la perfección, está entonces descendiendo hacia el pecado y la condenación. O con Cristo o contra Él. Cada pecado imperfecciona, cada acto bueno en gracia, perfecciona.
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A.G.
Buena descripción: como no es posible alcanzar la santidad, la gracia es innecesaria, en todo caso, sólo para moverse hacia el ideal pero sin abandonar el estado de pecado.
Yo diría que es, simple y llanamente, humanismo naturalista.
De acuerdo a lo que voy leyendo de sus escritos, y si estoy comprendiendo correctamente, en todo caso, esta afirmación se cumple en los matrimonios civiles, en el ámbito creatural, sin auxilio de la gracia que otorgan los sacramentos.
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A.G.:
Lo que enseña AL es que una cosa es el ideal y otra es la realidad limitada de las personas, que hacen lo que pueden, dentro de sus limitaciones, por lo que no se les puede exigir que cumplan el ideal cristiano.
Trato igualmente de seguir comprendiendo el texto y en lo que cabe de salvarlo. Ya me dirá si le parece posible o forzado.
Respecto de un comentario: el "tener que" no está en el texto latino: la traducción literal sería: "... el grave peso de reproducir de modo perfecto..." (grave pondus iterandi perfecto modo). Entonces se podría entender tal "grave peso" de modo actual y no tendencial. Pues si todos estuviéramos obligados gravemente a ser actualmente perfectos, muchísimos estaríamos en pecado grave o mortal: y entonces dicho precepto sería un "grave pondus" para todos los que somos imperfectos, que somos la mayoría (y me refiero al consentimiento deliberado en los pecados veniales, que no es propio de los perfectos).
Obviamente que el tender a la perfección incluye el propósito de evitar el pecado con la ayuda de la gracia.
Y si bien "no hace falta ser absolutamente perfectos para que, mediante el matrimonio, se figure la unión de Cristo y su Iglesia", sí parece que hace falta ser perfectos para figurarla o iterarla "perfecto modo".
Entonces podría entenderse el pasaje no como una aprobación del vivir en pecado ni del cometerlo, sino como la expresión de que la obligación (de la perfección, de figurar la unión de Cristo y la Iglesia) concierne al propósito actual (no a la realización actual), para realizar el cual de modo perfecto ordinariamente suele haber un progreso, al menos en cuanto a los pecados veniales deliberados, que enturbian la imagen de Cristo y la Iglesia en el matrimonio cristiano.
Si cabe esta interpretación benigna, no parece que habría en el pasaje en cuestión nada novedoso.
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A.G.:
Por desgracia AL no se refiere a pecados veniales sino al adulterio. No es un documento para justificar pecadillos, sino para hacer que los adúlteros puedan comulgar.
Y es obvio que a base de pecados mortales habituales no se tiende a la perfección sino a la condenación.
Es decir, si el propio autor de AL dice que AL solo se puede interpretar heréticamente, ¿qué sentido tiene andar jugando a salvar lo insalvable?
Ahora, pregunto: respecto del permitir la sagrada comunión eucarística a un adúltero, ¿recibe esto en estricto sentido la calificación de "herejía"?
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