(447) Dios revela una doctrina
Dios, que se revela a Sí mismo, revela también una doctrina divina que es Palabra de salvación.
Su doctrina revelada es como un depósito, como un legado, una herencia divina entregada por Nuestro Señor Jesucristo a la Iglesia para que el Magisterio la custodie, defienda y enseñe.
«Ni, pues, la doctrina de la fe que Dios ha revelado se propuso como un invento filosófico para que la perfeccionasen los ingenios humanos, sino como un depósito divino se entregó a la Esposa de Cristo, a fin de que la custodiara fielmente e infaliblemente la declarase. De aquí que se han de retener también los dogmas sagrados en el sentido perpetuo que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, ni jamás hay que apartarse de él con color y nombre de más alta inteligencia» (Concilio Vaticano I, Const. Dei Filius c.4)
«En efecto, constando, según el testimonio de los Padres de Trento, que la Iglesia recibió su doctrina de Cristo Jesús y de sus Apóstoles, que es enseñada por el Espíritu Santo» (Gregorio XVI, encíclica Mirari vos, n.6, 15 agosto 1832)
Dios ha entregado su doctrina revelada a la Iglesia para que la declarase infaliblemente. Para ello, promete la asistencia del Espíritu Santo. Esta asistencia no es para enseñar novedades, sino para enseñar las verdades reveladas, el Traditum.
«pues no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación trasmitida por los Apóstoles, es decir el depósito de la fe.» (Concilio Vaticano I, Cont. Pastor aeternus, c.4)
«apoyados en la Palabra de Dios como la hemos recibido en la Escritura y la Tradición, religiosamente preservada y auténticamente expuesta por la Iglesia Católica» (Concilio Vaticano I, Const. Dei Filius c.4)
«Esta revelación sobrenatural, conforme a la fe de la Iglesia universal declarada por el sagrado concilio de Trento, “está contenida en libros escritos y en tradiciones no escritas, que fueron recibidos por los apóstoles de la boca del mismo Cristo, o que, transmitidos como de mano en mano desde los apóstoles bajo el dictado del Espíritu Santo, han llegado hasta nosotros” [Concilio de Trento, sesión IV, dec. I.]» (Concilio Vaticano I, Const. Dei Filius c.2)
«Toda la verdad católica que debe enseñarse a los fieles está contenida en las fuentes de la Revelación: la Sagrada Escritura y la Tradición» (Catecismo Romano, Prólogo, II, C)
«Y para que nadie tomase como palabra humana - cuando es verdadera palabra de Dios (1 q 2, 13) - la doctrina divina anunciada por los ministros de la Iglesia, quiso el mismo Señor autorizar su magisterio:» (Catecismo Romano, Prólogo, II, B)
«Y si siempre fue misión y deber esencial de la Iglesia el predicar la verdad revelada, hoy más que nunca representa una necesidad urgente, a la que debe dedicarse todo el posible interés y celo, porque los fieles necesitan, como nunca, nutrirse con auténtica y sana doctrina, que les dé fuerzas y vida.» (Catecismo Romano, Prólogo, III)
La Iglesia, columna y fundamento de la Verdad (Cf. 1 Tim 3, 15)
9 comentarios
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A.G.
Gracias. Hay que defender la doctrina de Jesucristo frente al espíritu de novedad.
La consecuencia es que la fe deja de ser la adhesión de la inteligencia a la Verdad revelada, transmitida por los Apóstoles, los autores sagrados y la Tradición ("fides ex audito", la fe se recibe a través del oído), y pasa a ser una experiencia personal de "encuentro con Jesús", en los moldes del Modernismo. Eso para los cristianos, porque para los demás también sirve el encuentro personal con Buda o con la Pachamama (Abu Dabhi) o hasta el cuestionamiento existencial del ateo, "cristiano anónimo" (Karl Rahner).
No veo por qué tanta ansiedad por remarcar que no es una construcción humana. Es una construcción humana hermosa, guiada por la inspiración de este Dios en el que los hombres y mujeres elegimos creer, y que nos fue transmitido por nuestros padres humanos.
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A.G.:
Los dogmas son verdades reveladas por Dios, lo que la Iglesia hace es explicitarlos, extraerlos de las fuentes del dogma, que son la Palabra de Dios escrita o transmitida.
José Antonio Ureta: ¿leyó la Dei Verbum? ¿"Muy al contrario"? "Intima autem per hanc revelationem tam de Deo quam de hominis salute veritas nobis in Christo illucescit..." (n. 2). Por la divina revelación Dios, que es la Verdad, se ha manifestado y comunicado a los hombres: "Divina revelatione Deus Seipsum atque aeterna voluntatis suae decreta circa hominum salutem manifestare ac communicare voluit, "ad participanda scilicet bona divina, quae humanae mentis intelligentiam omnino superant" (Dei Filius, 2)" (n. 6). En manera alguna se sigue de ello la consecuencia que Ud. menciona.
«este sagrado Magisterio, en las cuestiones de fe y costumbres, debe ser para todo teólogo la norma próxima y universal de la verdad (ya que a él ha confiado nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación del todo el depósito de la fe, o sea, las Sagradas Escrituras y la Tradición divina)» (Humani Generis, 12)
Como los principios de la razón son fundamentales e indemostrables (v. gr.: principio de no contradicción), así los principios de la fe son fundamentales e indemostrables, como el principio de que la Iglesia es infalible al enseñar las verdades de la fe y moral. De hecho, nosotros, por poner un ejemplo, sólo creemos que es verdadera Palabra de Dios las Sagradas Escrituras porque así lo ha sentenciado la autoridad de la Iglesia, como dice san Agustín de Hipona:
«No creería en el Evangelio, si no me moviera a ello la autoridad de la Iglesia católica» (Contra epistulam Manichaei quam vocant fundamenti, 5,6) Lo mismo dígase de la Sagrada Tradición.
Por eso, por ejemplo, cuando se cuestiona la ortodoxia de algún texto magisterial (como los del Sacrosanto Concilio Vaticano II) en última instancia, consciente o no, se pone en duda uno de los fundamentos de la fe, que es la indefectibilidad doctrinal de la Iglesia.
Somos católicos porque creemos que la Iglesia Católica enseña la verdad de la fe y moral sin error; esto es indemostrable, no se puede apelar a ninguna autoridad que se sustente en las Sagradas Escrituras, Sagrada Tradición, etc, porque estas dependen a su vez del fundamento de la autoridad de la Iglesia. Y creemos que la Iglesia enseña la verdad de la fe y la moral porque hay razones para aceptar su autoridad, como son los milagros y las profecías, hechos inexorables de la realidad que fundamentan esta autoridad eclesiástica como diviniamente inspirada y sostenida.
muy interesante la temática.
Gracias por su claridad.
Sin duda hay que impedir contaminar la doctrina infalible con lo que usted gusta llamar "espíritu de novedad" y que interpreto como un ansia por todo lo que suene moderno y de alianza con la mundanidad.
También, de igual modo, se deberá preservarla del espíritu de petrificación. Es decir, esa alocada pretensión de anclar la acción Divina en una determinada coordenada temporal, reconociendo vagamente, que la doctrina hasta esa fecha pudo ir profundizandose y purificandose, pero a partir de allí, el Espiritu que sin cesar "renueva todas las cosas" abandona a la Iglesia.
Ecclesiam:
brillante comentario al que adhiero plenamente.
Bendiciones
Ester :
El cumplimiento de una doctrina tiene que ser expresión de nuestra relación con Cristo.
La doctrina no son meras normas, entenderlo así sería caer en un moralismo. La doctrina cristiana nos constituye ontológicamente porque es el Espíritu Santo el que nos regenera y nos hace criaturas nuevas.
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