(387) Personalismo y liberalismo de tercer grado
«Liberalismo de tercer grado.
14. Hay otros liberales algo más moderados, pero no por esto más consecuentes consigo mismos; estos liberales afirman que, efectivamente, las leyes divinas deben regular la vida y la conducta de los particulares, pero no la vida y la conducta del Estado; [y que] es lícito en la vida política apartarse de los preceptos de Dios y legislar sin tenerlos en cuenta para nada.» (LEÓN XIII, Carta Encíclica Libertas praestantissimum, 20 de junio de 1888)
Liberalismo de tercer grado es separación del orden político del orden natural y sobrenatural, y relegacion de éste al ámbito doméstico, para salvaguardia de la libertad negativa (que diría Danilo Castellano) del Estado y los particulares.
El liberalismo de tercer grado, es decir el personalismo político, pretende ser antiliberal y antimarxista sin dejar de ser moderno. Pero el subjetivismo moderno es la causa del liberalismo y del marxismo, conforme a su concepción desustanciada de la persona.
El liberalismo católico de tercer grado pretende poner las fuerzas sobrenaturales de la religión al servicio del progreso. Y desde abajo, desde las subjetividades individuales, a modo de fermento. Nunca desde arriba, desde las leyes, desde las instituciones, desde la comunidad política.
La ambigüedad del liberalismo de tercer grado, que aplicado al cristianismo se llama personalismo, consiste en que se sitúa en una posición de invisibilidad, entre los ojos, en una zona muerta a salvo de la crítica. Porque, por una lado, no apoya explícitamente el error liberal; pero por otro, tampoco apoya explícitamente la verdad católica. Por lo que se mueve en un terreno de doble realidad, de doble catolicismo, de anfibológica indefinición, que le protege cual coraza de toda crítica.
El personalismo tercergradista pide a la Virgen le ayude a construir el Estado Nominalista de los derechos positivistas, en que el deber religioso de las sociedades ha desaparecido, y la ley moral tan sólo brilla en la subjetividad del testimonio. Pero luego se lamenta de las leyes que vomita el Leviatán.
El personalismo tercergradista no busca el Reino de Dios sino una Nueva Humanidad en que la gracia está al servicio del hombre, como instrumento para fines inmanentes. El amor humano está en el centro, con la gracia subordinada a él, a su servicio, como simple ayuda para fines temporales autónomos.
11 comentarios
Una cosa es la teoría y otra cosa es llevarlo a la práctica.
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A.G.:
Pienso que el primer paso para cristianizar la vida socio-política sería que los católicos abandonaran el personalismo.
Según su parecer, hay alguna iniciativa en España totalmente ortodoxa que pueda construir ese Estado Católico.
Se pueden admitir propuestas como la de VOX o la de Hazteoir.
Muchas gracias
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A.G.:
Me dedico a dar doctrina católica tradicional hispánica. Mis intereses nada tienen que ver con las propuestas que Ud. cita. El asunto es mucho más profundo que como lo plantea. Se trata de conocer la verdad. Porque sólo con la verdad los católicos podrán volver a la tarea de cristianizarlo todo. Los católicos deben saber que la propuesta personalista es falsa, descristianiza la sociedad, es perjudicial, es liberalismo de tercer grado.
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A.G.:
En efecto lo ha descrito muy bien.
Qué referentes hay de este personalismo tercergradista?
Cómo se relaciona con los milenarismos seculares de Comte y Hegel?
Gracias por su paciencia
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A.G.:
La relación con Hegel es clarísima, por la dialéctica y por el concepto de libertad.
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A.G.:
Es que la libertad negativa, aunque se adorne y domestique de piedad, es lo que es.
Es mi opinión muy discutible.
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A.G.:
Cuando se separe el trigo de la cizaña.
Podemos hacer una analogía entre una epistemología teológica concreta y el caso que hemos conocido recientemente de las figuritas de la mujer embarazada en una iglesia romana.
Algunos incautamente criticaban la sustracción clandestina de estas figuritas y su posterior arrojamiento al río y, ante la crítica acerca de su carácter pagano, negaban éste y aducían la inocuidad de su significado. Bien, aunque fuese así, aún en el caso de que estas figuritas no detentasen propiamente un significado contrario a la fe de la iglesia y su presencia no resultase blasfema, su permanencia en el contexto de un templo y, mucho mas, en el de una ceremonia liturgica está de mas por carecer de un significado apropiado.
En cuestiones doctrinales no pueden haber ambigüedades ni definiciones vagas. Se puede dar el caso, y a esto llevan los teólogos dedicados desde hace dos mil años, de la existencia de cuestiones sobre las que aún no hay un conocimiento claro o que directamente se desconocen, pero no cabe incorporar al cuerpo doctrinal asuntos que no han sido debidamente depurados, y esta depuración se ha de hacer de acuerdo a las herramientas tradicionales.
Yo no tengo ni idea de personalismo pero entendo que su peligro radica o en un planteamiento inicial erroneo en cuanto a la relación entre Dios y la criatura o, eventualmente, en planteamientos no claros que suscitan el deslizamiento hacia interpretaciones equívocas.
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A.G.:
Exacto, no puede haber ambigüedades.
Por eso no puede haber personalismo, porque un pensamiento que quiere ser moderno y también quiere ser católico es ambiguo en su esencia.
AG., muchas gracias. El Señor y Santa María Inmaculada le bendigan
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A.G.:
En efecto, amigo José Díaz, todo se resume en el nominalismo, y más aún, en la via moderna, que irrumpe en protestantismo y humanismo. La Modernidad que gira y gira sobre si misma, como bien dice, como el agujero negro del Maelstrom.
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A.G.:
Así es, y no sólo a Santo Tomás, sino principalmente la síntesis clásica y tradicional de principios y nociones compendiada por él y la tradición aristotélico-tomista en general, incuyendo en ella la hispánica.
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A.G.:
De hecho, el personalismo político es la ruina espiritual de la sociedad.
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