(375) Ideas claras, católicas y tradicionales, ya apenas escuchadas
O se está en estado de gracia o se está en estado de pecado. No hay estados intermedios.
Con el pecado mortal se pierde el estado de gracia.
Quien muere en estado de pecado es castigado con el infierno.
Es preferible perder la vida corporal antes que perder el estado de gracia.
Hay que salir cuanto antes del estado de pecado, por si se muere repentinamente.
Sólo en estado de gracia se puede merecer.
El estado de gracia se obtiene con el santo bautismo y se recupera con el sacramento de la confesión. Si no hay posibilidad de confesarse, basta un acto de contrición perfecta y el propósito de confesarse cuanto antes. Luego se recupera el estado de gracia de forma condicional. (A condición de confesarse en cuanto haya ocasión).
El ser humano en gracia merece verdaderamente.
El hombre en estado de pecado está en estado de enemistad con Dios y es hijo de su ira (Cf. Concilio de Trento ses. VI)
La voluntad no puede aceptar la gracia por sí sola. Necesita de la gracia para aceptar la gracia. (Cf. Concilio de Orange).
La fe es necesaria para salvarse, porque sin fe es imposible agradar a Dios (Hb 11, 6).
La persona no es el centro de la religión cristiana.
Hay una dignidad humana ontológica, que no se pierde, y una dignidad humana moral, que sí se pierde con el pecado.
Dios ama a todo ser humano en cuanto criatura, pero no en cuanto pecador. En cuanto pecador el hombre es objeto de ira. Por eso en cuanto que está en estado de pecado, el ser humano necesita reconciliarse con Dios (a través de su Hijo, que es el reconciliador).
Las religiones naturales son religiones adámicas, o sea, surgidas del estado de enemistad.
Las religiones adámicas son un obstáculo para salvarse.
Hay que salir a predicar por todo el mundo, para que los que no conocen a Cristo lo conozcan, y puedan salvarse.
Ningún bautizado tiene derecho a dejar la religión católica y pasarse a otra. Las herejías y las heterodoxias no son derechos de conciencia.
Todo ser humano tiene deber religioso para con la religión revelada.
No existe derecho a liberarse del deber religioso para con la religión revelada, y preferir otra distinta.
La misión es urgente para llevar la fe a los que no la conocen.
Sin fe no se llega a estar en estado de gracia, y sin estado de gracia nadie puede salvarse.
La fe sin caridad y sin buenas obras en estado de gracia no basta.
Dios no reparte las gracias por igual. A unos da más gracia que a otros.
Dios no niega jamás a nadie gracias necesarias y suficientes para salvarse.
El que está en estado de gracia no puede perseverar largo tiempo en su estado de gracia sin auxilios especiales de Dios. (Cf. Concilio de Éfeso, Concilio de Orange, Concilio de Trento)
El hombre en estado de gracia también necesita el socorro de la gracia actual para realizar actos sobrenaturales.
El hombre adámico con sus solas fuerzas naturales, aunque no sin moción divina creatural, puede realizar algunas obras buenas sin ayuda de la gracia sobrenatural. Luego no todo es gracia (sobrenatural).
La libertad no fue destruida por el pecado, aunque sí herida.
La libertad es para el bien, no para el mal. La elección del mal es un abuso de la libertad.
Toda autoridad viene de Dios, y por delegación, de su Primogénito.
Toda potestad humana debe ser delegación de la potestad única de Cristo.
Cristo debe reinar en todo, no solamente en los corazones, para que todo sea restaurado.
Separando el orden de la gracia de la vida social, la vida social se deteriora, porque la gracia es necesaria para el orden social.
Todo lo que es bueno viene de Dios. Todo lo bueno es reinado de Cristo. Luego para que el bien se difunda y se haga mayor, se debe difundir y expandir el reinado de Cristo.
26 comentarios
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A.G.:
Gracias Juan. En efecto, la corrección político-eclesial ha callado estas verdades, desde hace mucho. También ocurre que mucha gente no las cree porque no las conocen, se les ha enseñado lo contrario.
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A.G.:
Gracias María. Hay que tener siempre, en la mente, las verdades fundamentales, y no dejarnos confundir.
Muchas gracias por compartirlo. Debiera ser la enseñanza prioritaria. Sí no se enseña o es por malicia o por falta de fe... O por qué?
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A.G.
Gracias Arturo. Las verdades fundamentales deberían ser siempre prioritarias, sin duda. Los novísimos, ciertamente, son otra de esas verdades silenciadas.
Cuando desconocemos que Dios se abaja para elevarnos hacia El, y que El es el principio de todo, la soberbia humana se dispara y creemos que todo lo merecemos o conseguimos por nuestras propias fuerzas y capacidades. Solo en ese reconocimiento de debilidad, ayudada y cimentada en el Sumo Ser, cabe la acción meritoria de nuestros actos.
Todo es gracia.
Agradecido, como siempre, por tus palabras.
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A.G.:
Gracias amigo Manuel. Importante, fundamental, reconocer nuestra debilidad, como bien dices, reconocer nuestra dependencia absoluta de Dios. Ese reconocimiento procede del organismo sobrenatural que proporciona la gracia santificante, el estado de gracia, fuera del cual es imposible merecer.
Respecto al todo es gracia, no olvidemos que hay acciones buenas que el hombre puede realizar sin necesidad de gracia sobrenatural, aunque sí de mociones naturales o creaturales, es decir, del concurso general de Dios como causa primera. Por eso prefiero no usar el todo es gracia.
Ciertamente, la soberbia del hombre se dispara cuando cree poder conseguir su perfeccionamiento con sus solas fuerzas, como bien apuntas.
No es una pregunta retórica, le he leído y me asustado de veras.
Le agradezco su artículo, no quiero condenarme.
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A.G.:
Óscar no hay que tener ansiedad porque es un gran consuelo y una gran alegría contar con el sacramento de la confesión. Si uno cree que ha cometido pecado va a confesarse y ya está, se recupera el estado de gracia.
Añadiría algunas verdades y dogmas relativos a la Virgen y al fin de los tiempos, tan poco predicados ahora y que, por esa razón, dejan indefensos a los fieles, como:
La Iglesia no triunfará por sí misma sobre el mundo. Al contrario, caerá en la apostasía del Anticristo (Catecismo 675).
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A.G.:
Gracias. Dios nos conceda fidelidad, y la Santísima Virgen nos proteja. Laus Deo Virginique Matri.
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A.G.:
Anastasia, hay cuestiones que pertenecen a lo que es justo por naturaleza, al derecho natural, a la ley natural. La maldad de ciertos actos puede conocerse por la razón, el hombre tiene conciencia, que es la voz de la sabiduría divina, que dice lo que es bueno y lo que es malo.Y sabemos que esta voz de la conciencia no está destruida, sino herida.
Para curar esta herida, Dios comunicó, mediante su Revelación, dichas verdades morales, de forma que pudieran ser conocidas sin error y con facilidad. Las cuestiones morales de ley natural, que pueden ser conocidas naturalmente, y también sobrenaturalmente, son verdades que atañen a todo hombre por el mero hecho de ser hombre, no sólo a los creyentes.
El derecho natural debe volver a estar presente en las legislaciones de todos los países, porque no puede haber leyes que lo contradigan. Temas como el aborto, la eutanasia, el divorcio, etc., etc., son cuestiones que importan a todo ser humano.
La cuestión está en que las leyes que legislan actos inmorales, des-educan la conciencia y la malforman. Y dado que el hombre caído tiene su razón muy ofuscada, puede tener problemas para conocer sin error y sin dificultad la inmoralidad de estas cuestiones. Por eso la Revelación es moralmente necesaria, para poder conocer sin error y con facilidad qué es lo correcto en estos temas. Y por ser moralmente necesaria, debe ser reconocida como bien de orden público, como fundamento del bien común.
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A.G.:
Gracias Javi. Laus Deo Virginique Matri.
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A.G.:
Del Evangelio y de la Tradición, Manuel, verdades bíblico-tradicionales. Como bien dices, el olvido de las verdades esenciales nos sumerge en la tibieza.La importancia del estado de gracia y de nunca perderlo, y de recuperarlo por la confesión, si se perdió; la oscuridad en que vive el hombre caído, y la necesidad de la religión revelada; el gran regalo que son los méritos sobrenaturales; la realeza de Nuestro Señor Jesucristo, cuyo reino no debemos parar de pedir... etc. Son verdades fundamentales que siempre nos han enseñado.
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A.G.:
Gracias Fidelio. Me alegro que este escrito resulte provechoso.
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A.G.:
No publicaré ningún comentario que acuse al autor de este blog de practicar libre examen a la manera de los protestantes. Todo el que lee este blog sabe que llevo años defendiendo la doctrina católica y el magisterio de la Iglesia contra todo tipo de interferencias del pensamiento moderno. Con mis limitaciones y defectos, claro, pero siempre dentro de la fidelidad a la Iglesia.
Comentarios y críticas constructivas, vale.
Siendo ésta una rotunda verdad dogmática -especialmente atacada por los protestantes-, quizás debería añadirse algo que sólo quien está en gracia es consciente: ante Dios somos meros siervos inútiles; Él nos lo ha dado todo (en sentido literal), y aunque efectivamente podemos merecer en estado de Gracia, nadie puede decirle a Dios que tiene derecho a algo.
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A.G.:
Ciertamente, no hay un derecho en sentido estricto. Lo que son méritos reales nuestros, son, primeramente, dones suyos.
Pero sí son méritos reales, porque Dios quiere concederlos y los concede, aplicando los méritos de la Pasión de su Hijo. No son méritos de estricta justicia, como si Dios nos debiera algo, pero sí son méritos que quiere Dios que sea justo conceder al hombre. Méritos que, antes, son dones de su gracia.
Que el Espíritu Santo te siga iluminando.
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A.G.:
Gracias. No perdamos de vista nunca lo esencial, no dejemos de recordarlo. Laus Deo Virginique Matri.
Todas las afirmaciones de este artículo salen del Magisterio. Sin excepción.
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A.G.:
En este blog se cita el Catecismo frecuentemente, y con provecho. También se le parafrasea, sin citarlo. Y también el Compendio.
No se preocupe Ud. que lo seguiré citando siempre que lo considere oportuno. Y Trento, y Orange, y otros Catecismos, y otros Concilios. Hay mucho magisterio en los cientos de artículos de este blog.
Los comentarios que pretendan arrojar sombra, sin aportar nada positivo, no tienen lugar en este blog. Aquí nos guía el amor a la doctrina de la Iglesia y su esclarecimiento.
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A.G.:
Sobre el mérito sobrenatural he hablado a menudo en este blog. Por ejemplo, en este artículo
Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bianeventurados es lo que se designa con la palabra " infierno ".
Creo que el Catecismo aporta matices importantes
al tema de la ira de Dios, pues pone el acento en la autoexclusión del pecador.
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A.G.:
Claro que es una autoexclusión. Así se explica casi siempre. Por eso he querido resaltar lo del castigo, que no se escucha nunca. Este post trata de verdades silenciadas o apenas escuchadas, y el aspecto de autoexclusión se escucha mucho más.Es importante recalcar la idea de castigo, para que ningún catolico se confunda creyendo que Dios no castiga ni impone penas justas.
principal responsable del castigo es el propio pecador al rechazar la misericordia de Dios.
Al menos así lo interpreto de la lectura del catecismo.
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A.G.:
Lo interpreta ud. antropocéntricamente porque no está acostumbrado a oir la parte principal del asunto, que es la que corresponde a Dios, no a la causa segunda, que nunca tiene el papel principal, tampoco respecto al juicio. Es lo que tiene el silenciamiento de verdades, que acostumbra a los fieles a pensar con reduccionismos, en este caso mermando la primacía de Dios remunerador. El hombre moderno, en su soberbia, acepta autocondenarse, no que Dios le condene. Y esta perspectiva se introduce en el pensamiento católico a través del personalismo. Es como decirle a Dios: Tú no me condenas, me condeno yo.
El pensamiento antropocéntrico moderno pretende hacer del hombre juez de sí mismo y autopenalizador de sí mismo. Lo cierto es que Dios es juez y condena, y el hombre no puede sustituir a Dios en el papel de juez. Es una de las verdades fundamentales del cristianismo: Dios es remunerador, premia a los buenos y castiga a los malos.
Dios quiere que todo el mundo se salve, pero desde el momento en que permite el pecado, quiere mostrar su justicia castigando.
Dios decide el grado de culpabilidad, de gravedad de las penas a recibir, el grado de sufrimiento que habrá de padecer el culpable. El juez no es la criatura sino el Creador, en este caso Nuestro Señor Jesucristo, que vendrá a juzgar a vivos y muertos.
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A.G.:
¿Dios inmanente al hombre? ¿En qué sentido lo dice? Creo que introducir inmanencias en este asunto confunde y puede llevar a graves errores. El tema es claro: el pecado implica autoexclusión, y esa autoexclusión es castigada con una pena justa. ¿Qué hay que conciliar?
Le copio este pasaje de Caturelli, que puede venirle bien para delimitar su pensamiento y apartarlo del naturalista método de inmanencia personalista, si es que va Ud. en esa dirección:
"Aceptado el principio de inmanencia, se acepta instantáneamente la no-distinción entre naturaleza y gracia o, peor aún, la ruptura entre naturaleza y gracia y el centro de la reflexión teológica ha de ser, entonces, necesariamente el hombre y no ya Dios revelante. Por consiguiente, la divinización del hombre y, ¡oh paradoja!, la des-divinización de Dios-vivo va penetrando la teología cristiana. "
Por eso hay que tener cuidado con predicar inmanencia de Dios en el hombre porque en la teología contemporánea a menudo con este inmanentismo se está divinizando la persona, y postulando la presencia inmanente y exigida de lo sobrenatural en lo natural, como hacen los modernistas, Blondel por ejemplo, y los neomodernistas, como de Lubac. O incluso, como hace Rahner, concluir vagamente que, por la Encarnación, Cristo se inmanentiza al hombre, tanto, que todo hombre es cristiano anónimo.
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A.G.:
Gracias Palas Atenea por sus palabras. Es verdad que la gracia actúa de esa forma, tan inefable y maravillosa. Aún así, podemos comprender muchas cosas de cómo actúa, porque Dios mismo nos lo concede comprender, y así tenemos la ciencia de los santos, y los concilios, para conocer mejor su divina eficacia.
San Pablo se dirige a los gálatas, y les escribe diciéndoles: "Yo estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gal 2,20).
Se podría decir que en ese estado tiene una especial resonancia las palabras del génesis:
" Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"
Si perdemos esa semejanza Divina nos apartamos del amor de Dios.
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A.G.:
Es mejor, en lugar de inmanencia de Dios Uno y Trino, hablar de inhabitación de Dios Uno y Trino. Como bien hace Ud. en este comentario, y no en el anterior.
Esta inhabitación no es lo mismo que la imagen y semejanza divina. Son cosas que pertenecen a órdenes distintos, el natural y el sobrenatural.
En un hombre que está en pecado, sigue habiendo semejanza e imagen de Dios, porque no pierde su condición de persona, pero no hay inhabitación trinitaria.
La inhabitación divina, de todas formas, no viene al hilo de la conversación, porque la conversación trataba del pecador que va al infierno, y en el pecador que no está en gracia no habita Dios Uno y Trino.
Sobre esto no se enseña, o se enseña muy mal. Es una forma de decir que el hombre se salva solamente por sus obras, como Lutero dijo que se salvaba solo por la fe, cuando se necesitan las dos cosas.
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A.G.:
Es que siempre se ha predicado la importancia de pedir ayuda a Dios para conservarse en estado de gracia, para no perderlo por nada del mundo. Y si se pierde, ir a confesarse rápido, para recuperarlo.Yo creo que, como apunta su comentario, dejar de predicar esto ha traído muchos males a la Iglesia.
"Respecto al todo es gracia, no olvidemos que hay acciones buenas que el hombre puede realizar sin necesidad de gracia sobrenatural, aunque sí de mociones naturales o creaturales, es decir, del concurso general de Dios como causa primera. Por eso prefiero no usar el todo es gracia".
Entonces ¿qué interpretación se da, según el verdadero Magisterio a 1Cor 13, 1-3? Estaré equivocado, pero creo ver que sin Caridad (sin Gracia) todo es inútil. He mirado en Nácar-Colunga y habla de cómo debe ser el Amor, pero sigo en la duda pensando que si no tengo Caridad ya puedo dar de comer a todo el mundo que seré címbalo que retiñe. No sé si estoy confundiendo la Caridad con el estar en Gracia de Dios ¿Se puede estar en Gracia de Dios sin Caridad, sin amar a Dios? ¿Si se remarca la Gracia. la Caridad a ultranza,se puede caer en protestantismo?¿Si se remarcan las buenas acciones aún sin verdadera Caridad no se puede caer en pelagianismo?
En fin, mi pensamiento es que sin Gracia no es posible la salvación, aunque esta Gracia dada gratuitamente por Dios se debe aceptar y dejarse llevar por ella que nos llevará a hacer buenas obras.
Es lo que en mi niñez y adolescencia se nos remarcaba en diferenciar Fe viva y Fe muerta.
Ya ves, a mis 75 años y no estoy convertido.
A.G. te pido aclares mis dudas. Es que me doy cuenta, gracias a Dios, que si no es por Dios no se salva ni el tato, y Deus caritas est.
¡Ven Señor Jesús! Cuando me confieso, a veces no veo con claridad el grado de Gracia en que estoy, y se lo digo al confesor, pero le añado que lo que quiero es ser amigo de Jesús. Esto me basta.
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A.G.:
Amigo Tomas Bertrán, la gracia santificante, que da el estado de gracia, y la caridad, son cosas distintas.
La caridad es hábito de amor sobrenatural, infundido por Dios junto con la gracia santificante. Es la más excelente de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad).
La virtud de la caridad no es natural al hombre, no puede practicarse con actos naturales, sino que es causada en nosotros teologalmente, es decir, que Dios la infunde.
La caridad, que es amor sobrenatural, se pierde con cualquier pecado mortal. Luego si se pierde el estado de gracia, se pierde la caridad. Sólo queda el amor natural, que no es caridad.
Respecto al todo es gracia. No todo es gracia, porque hay obras buenas naturales que no necesitan de la gracia. Es decir, el hombre puede hacer obra buenas naturales sin estar movido por la gracia sobrenatural, movido sólo por una moción creatural.
Por supuesto que sin gracia no es posible la salvación. Los actos salutíferos necesitan de la gracia.Luego, las obras buenas naturales en estado de pecado no son salutíferas.
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