(356) Que el agua está turbia
«Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció, porque no eran del mundo, como Yo no soy del mundo.» (Jn 17, 14)
Cristo no prueba el agua del mundo.
Poco fruto concede el Señor, que es Verbo de belleza, al que maltrata su Palabra, y no la expone ni la explica con esmero de converso, sino con el desaliño negligente de la acedia. Que el Logos viviente no es maestro de apáticos ni conformistas, sino de embajadores suyos.
Quede invisible nuestra sobrestimación, y brille la merced de Cristo, para que sea posible ser cristiano.
Como una parva retahíla de pequeñas perlas. Es poca cosa. Pero el Señor las pronuncia y tú oras. Es el tesoro escondido del Rosario.
Pide ardiente deseo de perfección, que nunca es bastante.
No es nueva la amenaza, porque siempre estuvo la Ciudadela sitiada por demonios. Lo que es nuevo es que se deje la puerta abierta.
La gracia no se cancela a sí misma.
Ciervo blanco, cuya sangre es triaca para todos los males, cuya sed es justificación de todos los manantiales, cuya hechura es forma de toda forma.
Evitan los demonios la orilla de los ríos para que el agua de Cristo no les encuentre.
Nada tener y nada querer, todo rehusar por Cristo.
Porque tiene sed, se acerca el Ciervo blanco a la torrentera, pero no la prueba, porque el agua del mundo está turbia.
David Glez. Alonso Gracián
3 comentarios
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A.G.:
Buena observación Manuel. Es la risa del mysterium iniquitatis. De esa mentalidad que engendra el enemigo, como bien dices, con sus estructuras de pecado, de ese agua, no bebe Cristo. No beban tampoco los cristianos.
Ahora leo un gran e injustamente desconocido: Francisco López de Gomara y su Conquista de México y me parece que usted se desliza cada vez más hacia la vieja escuela. Le deseo suerte De Gomara sufrió la censura.
No es un comentario a tu reciente artículo, por cierto, muy acertado.
He comenzado a leer con interés tu Blog. Particularmente aquellos artículos en que analizas el pensamiento personalista. Quisiera detenerme en ellos pero su multitud me desorienta un poco. El tema me interesa vivamente, pues estoy emprendiendo un estudio de la Bioética. ¿Qué me recomiendas para leerlos en orden? ¿Por dónde comenzar? Muchas gracias.
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A.G.:
Gracias Tomás P., me alegro le parezca acertado e interese. Yo creo que podría empezar por (241) La suspensión teleológica de la clasicidad, y el problema de Midas. Y a partir de aquí, podría ir por temas: los que tratan del giro teológico del marxismo, los que critican la fenomenología, etc.
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