(338) La lluvia interrumpida. Beato Diego José de Cádiz
Beato Diego nació en la ciudad del Atlántico el 30 de marzo de 1743. De las calles y las olas de Cádiz pasó al convento de los Padres capuchinos de Sevilla, donde profesó austerísima vida el 31 de marzo de 1759. Vive oculto, estudiando y orando, hasta los veintitrés años de edad, en que es ordenado sacerdote en Carmona, en 1766.
Otros siete años más se dedica al estudio y a la vida ascética en el convento de Ubrique. Allí, en la sierra gaditana, tiene la visión apostólica que determinará su vida. La describe su biógrafo y estudioso, Fray Ambrosio de Valencina:
«allí siente venir sobre sí el Espíritu de Dios, que le da el fuego de los Profetas, la sabiduría y el celo de los Apóstoles, el heroísmo de los Mártires, y lleno del Espíritu Divino, recorre, predicando y haciendo prodigios, las Andalucías, Murcia, Valencia, Cataluña, Aragón, ambas Castillas, León, Galicia, España toda entera; y en todas partes es oído como un oráculo, como un enviado de Dios, que prueba su misión con multitud de milagros» (P. VALENCINA, El director perfecto y el dirigido santo, correspondencia entre el Beato Diego José de Cádiz y su director espiritual Fray Francisco Javier González, Sevilla, Imprenta de la Divina Pastora, 1924, p. 7).
Dios le concede numerosos dones, curaciones milagrosas, milagros y portentos, conversiones de multitudes, que abarrotan Iglesias, plazas, calles, para escucharle predicar, implorarle curaciones o consejo.
Beato Diego ora abrazándose al crucifijo, a las imagenes de Nuestra Señora, su vida de oración no tiene descanso, y su penitencia no se demora. Se cree el hombre más vil del mundo, pero es consciente de su misión.
Predica con fuerza contra las ideas ilustradas y el ethos de la Revolución, defendiendo la raigambre tradicional de España. Y es odiado por los neotéricos, por los que quieren, para la Hispanidad, las nuevas ideas que vienen de más allá de los Pirineos. Beato Diego, para los proliberales, será ya siempre el gaditano reaccionario, el capuchino oscurantista opuesto al progreso.
La lluvia interrumpida
Predicaba el beato Diego José de Cádiz en la Iglesia de San Pablo para pasmo de los cordobeses; más no cabiendo la gente, de tanta que había, saliose el santo a predicar en la plaza de la Corredera. La tarde era lluviosa. Comenzado el sermón, tumultuoso y potentísimo como siempre, la lluvia comienza a arreciar, y de tal forma, que según cuenta Fray Ambrosio de Valencina “en tales términos que parece un diluvio".
Y sigue contando el biógrafo que, de tal forma torrenciaba, que el santo enarbola su crucifijo, haciendo la señal de la cruz sobre las nubes, al mismo tiempo que clama con voz de trueno: “en nombre de la Beatísima Trinidad, de la Virgen Santísima Madre del Buen Pastor, del Arcángel San Rafael protector de esta ciudad, y por los méritos del V.P. Posadas… ¡cese pronto esta agua!”
Y el agua cesa en el recinto de la plaza durante hora y media que duró el sermón, mientras llovía torrencialmente en los alrededores de la misma.
Movió grandemente a penitencia y dolor de pecados a toda la multitud, y de tan grande manera, que recordando lo sucedido, pudo D. Victorio Molina y Pastoriza escribir que tras el fin de la predicación:
«Huye Fray Diego al convento,
que los aplausos le amargan,
y el prodigio pregonando
la multitud se separa.
Quedó la plaza desierta,
y el suelo mojado estaba,
que lo que el cielo no hizo
lo hicieron luego las lágrimas.»
La dirección del P. Francisco Javier González
La sabia dirección del Padre Fr. Francisco Javier González fue decisiva en la vida apostólica del Beato Diego José de Cádiz. En el epistolario entre ambos, de recia y profunda espiritualidad cristiana, encontramos plasmados en un lenguaje vibrante, de gran riqueza doctrinal, los consejos y avisos con que el Padre González iba encaminando el alma de Fray Diego a altas cimas de santidad y encauzaba su obra misionera, contrarrevolucionaria y tradicional.
El P. González manda al capuchino gaditano cosas como estas:
«predicará a Jesús Crucificado, como el Señor quiere ser predicado» (p.87)
«que no se desperdicie la sangre de nuestra redención, viva el espíritu del cristianismo […] predique a Jesucristo Crucificado» (p.95-96)
sea «observante en el tiempo y santo en la eternidad» (p.97)
Le advierte de esta manera:
«Castiga el Señor con doble miedo al que no se quiere vencer para hacer su servicio» (p.97)
«nada debe asustar al que va a hacer lo que a Dios agrada, porque ¿qué puede suceder al que lleva consigo al Omnipotente?» (p.97-98)
«Arrójese impávido a la ejecución de lo que más le acobarde» (p.98)
«¡Sí, sí! Dios quiere servirse de ti ignorantísimo, y te ha traído a la religión y al ministerio para, armado de su omnipotencia, sabiduria y virtud, declares la guerra al dominante libertinaje y obscurísima ilustración del siglo tenebroso» (p. 125)
«pelea las batallas del Señor y preséntate en el campo que te sañale» (p127)
«Tú no hagas empeño en ir por aquí o allí a hacer Misión; hazla donde te manden, con indiferencia» (p.127)
El Beato sigue fielmente las directrices y avisos del P. Francisco Javier. Declara repetidamente que
«quiere mi Dios y Señor valerse de esta su vilísima criatura para los altos fines de destruir los errores del presente siglo y renovar el espíritu del cristianismo, cosa que tanto ansía mi corazón»
Le confiesa que vive
«ansiosísimo de consolar a los enfermos y necesitados a costa de portentos. Deseo también proporcionarme para ser un grande instrumento para la gloria de Dios, y que le conozcan y veneren por grande todas las gentes» (p.118)
Beato Diego sigue un meticuloso plan de perfección, siempre al socorro de la divina gracia, de los consejos de su santo director espiritual, y a tenor de los acontecimiento de su siglo, cuyo ethos ilustrado quiere destruir en la conciencia de la gente, sin componendas ni concesiones.
Contra los errores del siglo ilustrado y revolucionario
A partir de 1782 predica multitudinarias misiones fuera de Andalucía. En Toledo se encuentra con el cardenal Lorenzana. En Aranjuez su poderosa voz conmueve al rey Carlos III y se gana la enemistad de los sectores ilustrados.
Recorre toda España predicando y combatiendo las ideas iluministas y revolucionarias, animando a combatir la revolución y defender la Cristiandad. Con tal proposito escribe El soldado cristiano, que tanta influencia tuvo en la Guerra de la Independencia.
Difunde el rezo del Trisagio, la devoción a la Divina Pastora y a la Virgen de la Aurora, la penitencia, el castigo divino, los ideales tradicionales de España, la configuración con Cristo Crucificado y, en definitiva, la lucha contra el mundo moderno y la renovación del espíritu del cristianismo.
Toda una Opción Pelayo frente al espíritu revolucionario, que se iba adueñando de la Cristiandad y pretendía su bastión, la Hispanidad. Por eso, en las fiestas en su honor, con ocasión de su beatificación, se leyeron públicamente poemas con este:
«Cádiz, su patria querida,
Y Málaga agradecida,
Y Sevilla, que lo adora,
Y Ronda la guardadora
De su cuerpo ya sin vida,
Y a su vez la España entera
Honra, da culto y venera
Al gran Apóstol Fray Diego,
Que hará triunfar con su ruego
La católica bandera.
Esa bandera bendita
Que en Covadonga Pelayo
Tremola al aire y agita,
Y al muslime precipita
Con la presteza del rayo»(Recuerdo de las fiestas de Ronda en honor de Beato Diego José de Cádiz, Málaga
Talleres de Imprenta, Encuadenaciones y Rayados de A. Gilabert 1895, p. 55, 1895)»
Beato Diego fallece en Ronda el 24 de marzo de 1801. Fue beatificado por León XIII, que le llama «nuevo Apóstol Santiago».
Dios suscita varones apostólicos cuando su Iglesia los necesita y Él quiere suscitarlos, según los misterios de su providencia. Debemos pedirlos con insistencia, como hijos inoportunos. Que aunque no merezcamos merced de Dios, contamos con intercesores poderosos por su gracia.
Uno de ellos fue el bienaventurado Fray Diego José de Cádiz.
David González. Alonso Gracián
8 comentarios
Lo que acaba de escribir es medular para entender la situación de ahora de España y de nuestras repúblicas.
Siga cargando los fusiles así que parque no le va a faltar.
El fue el que redactó la misa y los oficios propios de la Divina Pastora , devoción muy sevillana ya que fue Fray Isidoro de Sevilla, capuchino al igual que fray Diego, quien la difundió a principios del s XVIII después de haber tenido una visión de la Virgen vestida de pastora y rodeada de ovejas.
Cuánto necesitamos un fray Diego en estos momentos!!!
Que Dios te bendiga y la Santísima Virgen te cubran con su manto, David.
"Difunde el rezo del Trisagio, la devoción a la Divina Pastora y a la Virgen de la Aurora, la penitencia, el castigo divino, los ideales tradicionales de España, la configuración con Cristo Crucificado y, en definitiva, la lucha contra el mundo moderno y la renovación del espíritu del cristianismo... "
Incomprensible que no se lo halla hecho santo de altar. Aún ahora me ha conmovido mucho su testimonio y me da alegra y me da esperanza en la providencia de Dios que nos puede enviar grandes santos en cualquier epoca.
Dios te bendiga rezo por usted.
Lástima que cada vez que me acerco a mi ciudad, su capilla sólo abra y se oficie misa un día a la semana. Pero guardo las estampas y el triduo que allí adquirí hace algún tiempo como oro en paño.
Este paisano suyo y mío se merece más reconocimiento. Gracias por el artículo.
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A.G.:
Completamente de acuerdo, César. Merece más, mucho más reconocimiento. En su época fue luz de España y fuerza contra la revolución. Yo también guardo sus estampas como oro en paño.
Saludos gaditanos
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