(332) Comentarios Católicos, I: al Documento sobre la fraternidad humana, por la paz mundial y la convivencia común
«Por lo cual, no sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.» (PÍO XI, Quas primas, 11 de diciembre de 1925)
«si se pregunta cuál es la religión que hay que seguir entre tantas religiones opuestas entre sí, la respuesta la dan al unísono la razón y naturaleza: la religión que Dios ha mandado» (LEÓN XIII, Libertas praestantissimum, 15)
Cito el texto del Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común en cursiva y aparte, y a continuación realizo mis comentarios.
Dado que el Documento se dirige explícitamente a los filósofos solicitando de alguna manera su reflexión, las apostillas críticas que siguen analizan la propuesta a la luz del pensamiento católico tradicional, sin otro interés que la defensa del mismo.
Comentario I
«la fe lleva al creyente a ver en el otro a un humano que debe sostener y amar»
La afirmación es cierta para el cristiano, que tiene fe y caridad teologales recibidas por el Santo Bautismo junto con la gracia santificante. Pero es falsa referida a los fieles de otras religiones, sectas o herejías, que carecen de fe teologal y de caridad infusa. La confusión es entre la fe teologal cristiana y las creencias e ideas de otras religiones, como explica la Dominus Iesus, 7:
«Debe ser, por lo tanto, firmemente retenida la distinción entre la fe teologal y la creencia en las otras religiones. […]No siempre tal distinción es tenida en consideración en la reflexión actual, por lo cual a menudo se identifica la fe teologal, que es la acogida de la verdad revelada por Dios Uno y Trino, y la creencia en las otras religiones […] Este es uno de los motivos por los cuales se tiende a reducir, y a veces incluso a anular, las diferencias entre el cristianismo y las otras religiones.»
No se debe nivelar la Religión revelada con las religiones adámicas, porque entonces se denigra la teologalidad de la fe, que es reducida a constructo adámico. Con esto se anula la diferencia que existe entre el orden de la redención y el orden caído, entre la gracia y la naturaleza herida, entre religatio sobrenatural y pseudo-religatio, entre doctrina y herejía.
Comentario II
«todos los seres humanos —iguales por su misericordia»
No es cierto que respecto a la misericordia divina todos los seres humanos sean iguales. Son iguales respecto a la dignidad ontológica, pero no en cuanto a su dignidad moral, que es dañada por el pecado y aumentada por la virtud y los méritos sobrenaturales. Y sobre todo, y ante todo, no es cierto bajo un punto de vista religioso, porque hay una parte del género humano que, al no haber recibido la gracia de la justificación, continúa en estado caído, en estado de enemistad, es decir en estado de pecado; y otra, que por haberla recibido, está en estado de amistad con Dios, es decir en estado de gracia. El mundo, por tanto, se divide en justificados y pecadores, en seres humanos redimidos y seres humanos no redimidos. El pasaje anula esta distinción entre estado de justicia y estado de pecado, que divide al linaje humano en dos, y que es de fe divina y católica definida.
Comentario III
«De estos diálogos fraternos y sinceros que hemos tenido y del encuentro lleno de esperanza en un futuro luminoso para todos los seres humanos»
El mito de una nueva humanidad, que el personalismo toma del progesismo moderno, adolece de naturalismo pelagiano. Se basa, más que en un error, en una vana presunción, en razón de la cual pueblos e instituciones hacen planes de autorredención al margen del Cristo Total, con el único apoyo de las fuerzas de su naturaleza caída y de sus instituciones heridas por el pecado y la ofuscación adámica o sectaria.
La pretensión de construir un futuro ideal, sin contar con los planes y medios de Dios al respecto, está viciada de origen, y pende sobre ella la espada de dos filos de la Sagrada Escritura, que advierte:
«Maledictus homo qui confidit in homine, maldito el hombre que confía en el hombre» (Jer 17, 5)
Comentario IV
«Un documento pensado con sinceridad y seriedad para que sea una declaración común de una voluntad buena y leal, de modo que invite a todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y la fe en la fraternidad humana a unirse y a trabajar juntas, para que sea una guía para las nuevas generaciones hacia una cultura de respeto recíproco, en la comprensión de la inmensa gracia divina que hace hermanos a todos los seres humanos.»
De nuevo nos encontramos la igualación de la fe con la creencia de otras religiones, ahora extendida, también, a la fraternidad humana. Pero tener fe en la fraternidad humana, de nuevo hay que decirlo, es pelagianismo, porque el ser humano en estado caído está necesitado de redención, es hijo de la ira e inmundo a ojos de Dios, como enseña Trento en su sesión VI. Y sobre todo es enemigo de Dios. Por eso no entendemos cómo se puede ser amigo de todos los hombres siendo, al mismo tiempo, enemigo de Dios.
Por otra parte, afirmar que la gracia divina hace hermanos a todos los hombres anula la mediación sacramental de la Iglesia, que es la dispensadora de la gracia. La gracia santificante, que da la filiación adoptiva, se recibe por el Santo Bautismo y resulta inalcanzable al ser humano, que necesita de la mediación sacramental de la Iglesia para recibirla. El orden sacramental queda profundamente desdibujado, resultando un accesorio.
Comentario V
« Esta Declaración, partiendo de una reflexión profunda sobre nuestra realidad contemporánea, valorando sus éxitos y viviendo sus dolores, sus catástrofes y calamidades, cree firmemente que entre las causas más importantes de la crisis del mundo moderno están una conciencia humana anestesiada y un alejamiento de los valores religiosos»
A nosotros nos parece que los males que aquejan al mundo se centran en el rechazo explícito del cristianismo, en el alejamiento de Cristo y de su gracia, en la separación del orden moral del orden político, en la persecución de la religión cristiana producida no sólo en los países musulmanes, sino también en los países rendidos al humanismo ecologista, liberal, progresista y tecnocrático, cuyo trasfondo conceptual enmarca la declaración.
Comentario VI
« Nosotros, aun reconociendo los pasos positivos que nuestra civilización moderna ha realizado en los campos de la ciencia, la tecnología, la medicina, la industria y del bienestar, en particular en los países desarrollados, subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un deterioro de la ética»
En el Occidente moderno y posmoderno no hay un deterioro de la ética, sino todo lo contrario, un resurgir de la ética, global y ambientalista, humanitaria y buenista; lo que hay es, digámoslo claro, un deterioro de la ley moral, un abandono de la moral cristiana, que ha sido sustituida por la ética de los derechos humanos en clave positivista, en cuyo marco filosófico se encuadra el Documento.
Comentario VII
« En este contexto, es evidente que la familia es esencial, como núcleo fundamental de la sociedad y de la humanidad, para engendrar hijos, criarlos, educarlos, ofrecerles una moral sólida y la protección familiar. Atacar la institución familiar, despreciándola o dudando de la importancia de su rol, representa uno de los males más peligrosos de nuestra época.»
Echamos en falta una condena precisa de los males antiguos y modernos que deforman el amor conyugal y destruyen el matrimonio, como son la poligamia, el divorcio, el adulterio, la fornicación, la anticoncepción, las relaciones de género, etc.
Comentario VIII
« Declaramos también la importancia de reavivar el sentido religioso y la necesidad de reanimarlo en los corazones de las nuevas generaciones»
En un documento conjunto cristiano-musulmán, este llamamiento a reavivar el sentido religioso es explícitamente indiferentista. Un cristiano tiene presente el mandato de Cristo: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19), «Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.» (Mc 16, 15-16)
Comentario IX
« La libertad es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción.»
Es necesario recordar aquí que el artículo 18 de la Declaración de los derechos del Hombre de la ONU no es doctrina de la Iglesia. Que la libertad de culto está condenada por la Iglesia. Y que aunque Dignitatis humanae ambiguamente parezca referirse a este tipo de libertad religiosa, por ejemplo en su punto 15: «la libertad religiosa se declara como derecho civil en muchas Constituciones y se reconoce solemnemente en documentos internacionales.», aunque parezca, equívocamente, referirse también a este tipo de libertad religiosa, decimos, no es doctrina de la Iglesia, porque, como enseña Libertas praestantissimum :
«esa libertad tan contraria a la virtud de la religión, la llamada libertad de cultos, libertad fundada en la tesis de que cada uno puede, a su arbitrio, profesar la religión que prefiera o no profesar ninguna […] es contraria a la verdad»
Comentario X
«El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente. Por esto se condena el hecho de que se obligue a la gente a adherir a una religión o cultura determinada, como también de que se imponga un estilo de civilización que los demás no aceptan.»
Dios no quiere pluralismo religioso. Porque «si se pregunta cuál es la religión que hay que seguir entre tantas religiones opuestas entre sí, la respuesta la dan al unísono la razón y naturaleza: la religión que Dios ha mandado» (Libertas praestantissimum, 15)
Tampoco se puede relacionar este pluralismo con la libertad, porque como explica León XIII en el mismo sitio:
«conceder al hombre esta libertad de cultos de que estamos hablando equivale a concederle el derecho de desnaturalizar impunemente una obligación santísima y de ser infiel a ella, abandonando el bien para entregarse al mal. Esto, lo hemos dicho ya, no es libertad, es una depravación de la libertad y una esclavitud del alma entregada al pecado.»
Comparar la diferencia entre la religión revelada y los constructos religiosos del hombre adámico, con las diferencias naturales entre los sexos o las razas mueve a grave confusión. No sólo porque nivela la religión de Cristo con las demás religiones y sistemas de creencias y opiniones religiosas elaboradas por el hombre en estado de enemistad; sino porque favorece el indiferentismo religioso. Y no de forma ambigua, sino con claridad y explícitamente.
En estos tiempos de confusión, como católicos, estamos llamados a retener firmemente la verdad católica, también acerca de la paz:
« Síguese, pues, que la paz digna de tal nombre, es a saber, la tan deseada paz de Cristo, no puede existir si no se observan fielmente por todos en la vida pública y en la privada las enseñanzas, los preceptos y los ejemplos de Cristo: y una vez así constituida ordenadamente la sociedad, pueda por fin la Iglesia, desempeñando su divino encargo, hacer valer los derechos todos de Dios, los mismo sobre los individuos que sobre las sociedades. » (PÍO XI, Ubi arcano, 23 de diciembre de 1922)
David Glez. Alonso Gracián
47 comentarios
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A.G.:
Gracias M Virginia, gloria a Dios y viva la santa Causa católica. ¡Que todo el mundo arda de fe y caridad en el Corazón de Cristo!
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A.G.:
Efectivamente, lo mismo pensé yo.
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A.G.:
Así es, Pedro, sólo hay un Nombre por el que podamos salvarnos, y es Cristo. Viva la Causa católica y viva la realeza de Nuestro Señor.
Gracias, David, por llamar a las cosas por su nombre y por no caer en la cobardía, tibieza y/o complicidad con la apostasía, típica del oficialismo neocón, que roba a los fieles su derecho a conocer la gravedad de lo que está ocurriendo hoy tanto en el mundo como sobre todo, ¡ay, ay, ay!, en la Iglesia.
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A.G.:
Hay que iluminar las tinieblas. Gracias Luis Fernando. Tenemos una Causa común, que es tradición y Cristo Rey. Viva la Inmaculada Concepción.
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Pues si esto es así, si este Documento ha sido escrito siguiendo la ética derechohumanista en clave positivista, entonces este Documento no es católico.
Así de simple.
Y así de terrible.
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A.G.:
Está escrito en clave personalista, desde los presupuestos de la ideología de los derechos humanos. Tiene algunas cosas positivas, pero el trasfondo es este. Lo peor a mi juicio es que promueve el indiferentismo, y no puede tolerarse.
Además del gran error que resulta en igualar a la Religión Revelada, a Cristo, con el resto de construcciones religiosas caídas, resuena todo esto a esa secta infernal (pues adora a Lucifer en sus grados superiores) que promueve, desde su fundación en 1717, la creación de una religión universal basada en lo común a todas las religiones, y en el panteísmo que lleva necesariamente al relativismo para acabar, sin remedio, en la negación de la Verdad Revelada en Cristo y por lo tanto absoluta.
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A.G.:
Interesante eso que dice, del fraternalismo al panteísmo, de éste al relativismo y del relativismo a la apostasía.
"Cristianos y musulmanes, tenemos muchas cosas en común, como creyentes y como hombres. Vivimos en el mismo mundo, marcado por muchos signos de esperanza, pero también por múltiples signos de angustia. Abraham es para nosotros el mismo modelo de fe en Dios, sumisión a su voluntad y confianza en su bondad. Creemos en el mismo Dios, el único Dios, el Dios vivo, el Dios que crea los mundos y lleva a sus criaturas a la perfección."
"En un mundo que desea la unidad y la paz y, sin embargo, tiene muchas tensiones y conflictos, ¿no deberían los creyentes fomentar la amistad y la unidad entre las personas y los pueblos que forman una sola comunidad en la Tierra? Sabemos que tienen el mismo origen y el mismo fin último: el Dios que los hizo y los espera, porque los reunirá.
Cristianos y musulmanes, por esto, tienen muchas cosas en común, como creyentes y como hombres; y en un mundo cada vez más secularizado y ateo, deben dar un testimonio común de sus valores espirituales."
"Todos los hombres, especialmente los hombres de fe viva, deben respetarse mutuamente, superar toda discriminación, vivir juntos y servir a la fraternidad universal. La Iglesia presta especial atención a los creyentes musulmanes, dada su fe en el Dios Único, su sentido de la oración y su estima por la vida moral. Quiere "promover juntos, para todos los hombres, justicia social, valores morales, paz, libertad" (cfr. Nostra Aetate 3, 5)".
Son palabras de viejas, del 19 de agosto de 1985, en Casablanca, de un Papa santo ante 80.000 jóvenes musulmanes. Me parece que el documento aquí criticado está mucho más cerca de ellas que esos 10 comentarios críticos.
En mi opinión, la distorsión del punto de vista de este artículo es fijarse más en lo que nos separa a unos de otros que en lo que no une. La Iglesia Católica lleva 50 años haciendo lo contrario... y pidiendo que hagamos lo contrario.
Fijarse en lo que nos une, y potenciarlo, no significa renunciar a los propios valores adicionales. De entrada es un modo de entrar en diálogo, que es una condición indispensable para transmitir el propio mensaje.
Esa fijación en lo que nos diferencia también impide reconocer al mayor enemigo que tiene la Iglesia, y lleva a meterse en batallitas colaterales que impiden la principal; incluso a considerar enemigos a los que deben ser aliados.
La verdad es que me apena mucho encontrarme estas distorsiones en Infocatólica.
Gracias.
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A.G.:
Me alegro mucho Maricruz que te sirva.
anónimo", que tanto rebajó el empeño misionero.
¡Cómo convendría un buen repaso de la "Redemptoris missio"!
Todo acercamiento entre culturas o religiones diferentes es bienvenido, pero nunca basado en la ignorancia de la verdad, desdibujando, por ejemplo, ancestrales reparos y odios islámicos para con la fe cristiana.
¿Se atenderá alguna vez a los más que justos reparos de algunos jesuitas libaneses o de origen cercano a regiones musulmanas, que llaman la atención sobre estos "buenismos?
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A.G.:
Indudablemente, Don Miguel Antonio. Muy de acuerdo con su comentario.
El personalismo de Rahner es un trasfondo claro, como el del personalismo filosófico y teológico en general.
Gracias por su comentario.
A usted le da pena la fe católica tradicional. Nosotros la exponemos y defendemos ante la apostasía que se quiere imponer al pueblo de Dios.
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A.G.:
La fe de nuestros padres, de nuestros mayores; la fe que suscitó una gran tradición, surgida de la gran Tradición.
os iré contestando, como siempre, a lo largo del día.
Antes de continuar, recuerdo a todos que no publicaré comentarios sobre el Pontífice, para que podamos limitarnos única y exclusivamente a las ideas en sí mismas.
Os ruego lo comprendáis. Gracias y un saludo.
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A.G.:
En efecto, no hay necesidad de indiferentismos, porque ni es caridad ni es cristiano sumar religiones como si fueran sumandos de la misma operación.
“En primer lugar examinemos, en relación con los particulares, esa libertad tan contraria a la virtud de la religión, la llamada libertad de cultos, libertad fundada en la tesis de que cada uno puede, a su arbitrio, profesar la religión que prefiera o no profesar ninguna. Esta tesis es contraria a la verdad. Porque de todas las obligaciones del hombre, la mayor y más sagrada es, sin duda alguna, la que nos manda dar a Dios el culto de la religión y de la piedad. Este deber es la consecuencia necesaria de nuestra perpetua dependencia de Dios, de nuestro gobierno por Dios y de nuestro origen primero y fin supremo, que es Dios.
21. Mucho se habla también de la llamada libertad de conciencia. Si esta libertad se entiende en el sentido de que es lícito a cada uno, según le plazca, dar o no dar culto a Dios, queda suficientemente refutada con los argumentos expuestos anteriormente. Pero puede entenderse también en el sentido de que el hombre en el Estado tiene el derecho de seguir, según su conciencia, la voluntad de Dios y de cumplir sus mandamientos sin impedimento alguno.”
Dignitatis Humanae:
“Confiesa asimismo el santo Concilio que estos deberes afectan y ligan la conciencia de los hombres, y que la verdad no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas. Ahora bien, puesto que la libertad religiosa que exigen los hombres para el cumplimiento de su obligación de rendir culto a Dios, se refiere a la inmunidad de coacción en la sociedad civil, deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo. Se propone, además, el sagrado Concilio, al tratar de esta verdad religiosa, desarrollar la doctrina de los últimos Pontífices sobre los derechos inviolables de la persona humana y sobre el ordenamiento jurídico de la sociedad.
2. Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural . Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil.”
Es claro que "LIbertas" rechaza en primer lugar la libertad del hombre ante Dios de reconocerlo o no, darle culto o no, obedecer a su Revelación sobrenatural, o no.
Cuando "Libertas" rechaza la libertad de "profesar la religión que prefiera o no profesar ninguna", está hablando de la libertad ante Dios, porque de lo contrario estaría diciendo que la sociedad puede obligar a alguien a profesar la religión verdadera, cosa que es contraria a la enseñanza de la Iglesia.
Lo mismo dice en ese punto, como vemos, "Dignitatis Humanae".
Por otra parte, la Iglesia ha enseñado siempre que se debe obedecer a la conciencia, incluso errónea, en ese caso, puede ser venciblemente o invenciblemente errónea, en el primer caso no exime de pecado, en el segundo sí, pero en ambos casos debe ser obedecida.
Y si existe una obligación, debe existir el derecho correspondiente, es decir, si estoy obligado a obrar según mi conciencia, tengo derecho a que los demás me dejen hacerlo, a no ser, claro, que termine perjudicando el derecho de otros.
“Libertas” dice que el hombre, en el Estado, tiene el derecho de seguir, según su conciencia, la Voluntad de Dios y de cumplir sus mandamientos sin impedimento alguno. Esto lo entiende ante todo, obviamente, del hombre cristiano y católico, en el cual en principio la conciencia es verdadera, no errónea, pero “Dignitatis Humanae” lo aplica también al caso de la conciencia errónea, lo cual en principio parece coherente con la doctrina tradicional sobre la obligación de seguir la voz de la conciencia arriba mencionada.
Y es que si no fuese así, la afirmación de la libertad de conciencia de “Libertas” quedaría bastante confusa, porque en todo caso debería haber dicho que los que quieren seguir el camino indicado por la Verdad divina mediante el Magisterio de la Iglesia tienen derecho a hacerlo sin que se les ponga impedimento alguno.
Tampoco quedaría claro yuxtaponer la conciencia y la Verdad objetiva como dos factores de esa obligación de respetar la libertad del hombre, sin decir cuál de las dos, en definitiva, es la determinante de esa obligación y esa libertad, en cuyo caso no hace falta mencionar a la otra.
Saludos cordiales.
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A.G.:
La cosa es muy sencilla. La libertad de la conciencia, sí. La libertad de conciencia, al modo ONU, no. Libertas es un texto muy claro, sin sombra alguna. La oscuridad está en pasajes ambiguos de DH, que admiten una doble interpretación, sobre todo al introducir el vocablo libertad religiosa donde habla de libertad de coacción en materia religiosa, que es doctrina tradicional. El equívoco es ese, utilizar términos poco adecuados, que suscitan un lectura en clave personalista, y otra en clave tradicional.
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A.G.:
Sólo hay una Religión Revelada, sólo hay una verdad, y solamente una Iglesia, fuera de la cual no hay salvación.
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A.G.:
Glorificado sea Nuestro Señor, Rey y Señor Nuestro. ¡Que todo el mundo sea de Cristo!
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A.G.:
Hay que ganar muchas almas para Cristo. El apóstol católico quiere que todo el mundo se convierta y por eso predica su doctrina a los cuatro vientos. No basta el testimonio. Es necesario y urgente dar razones de nuestra fe, dar argumentos, refutar errores, defender la verdad y echar por tierra los engaños del Gran Teatro del Mundo.
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Es éste un ejemplo acabado de falacia, porque opone la conversión a la Religión Verdadera con la predicación evangélica, lo cual es un disparate por donde se lo mire, ya que la predicación y el testimonio apuntan a que todos se salven MEDIANTE la conversión a la Religión Verdadera.
O sea que no hay oposición sino todo lo contrario, hay principio de causalidad: Causa y Consecuencia.
No hay salvación fuera de la Iglesia y no hay más SALVADOR que Nuestro Señor Jesucristo. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea y no se bautice se condenará.
Yo esto lo veo clarísimo...
¿Que no crees o no aceptas el dogma? Pues no eres católico... Y ya está. No pasa nada... ¿o sí?
"Urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar, con muchas tribulaciones, contra el demonio, e incluso de padecer la muerte. Pero, asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegará, corroborado por la esperanza, a la resurrección. Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual" (Vaticano II, GS 22).
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A.G.:
Gracias, gloria a Dios.
Quizás no has entendido. Quizás no me he explicado. Al final es lo mismo. Pero es sencillo, lo que tú llamas un "disparate por dónde se lo mire", no es sino el orden natural de las cosas, en lo que seguramente no has reparado. Verás, Jesús funda la Iglesia con la fundamental misión de anunciar el Evangelio y ser pilar de la verdad, eso desde luego lleva a la conversión, y la Iglesia quiere y desea la conversión de los hombres, de todos. Pero la conversión es una decisión personal, y su principal actor es el Espíritu Santo, no la Iglesia, no yo, tampoco tú. La actividad de la Iglesia no es ni puede ser (seguro lo entiendes) convertir a los hombres, porque eso es sencillamente una decisión personal en la que la Iglesia no puede interferir, es sencillamente imposible dirigir la voluntad de una persona. Lo que sí puede y debe hacer la Iglesia es anunciar la verdad, predicar, enseñar, orientar, cuidar, etc., para que eso motive o sea causa de conversiones, de muchas, todas las que sean posibles. En resumen, la conversión no está dentro del campo de acción de la Iglesia porque es una decisión personal (esto es obvio); en cambio, el anuncio del Evangelio, la predicación, la defensa de la fe, la administración de sacramentos, etc., eso sí que está en su campo de acción.
¿Y a qué va todo esto? Bueno, a que algunas personas creen, seguramente de buena fe, que la Iglesia debe buscar puntos de unión con otras religiones. Pero esto en realidad importa un pimiento, porque la misión de la Iglesia no es esa, sino anunciar el Evangelio (y todas las actividades inherentes) con la finalidad de habilitar/facilitar/permitir la decisión personal de conversión, inspirada por el Espíritu Santo.
En uno de los comentarios habla vd de este Gran Teatro del Mundo. Lo entiendo como una referencia calderoniana. Gracias, pues, por citar una de las obras y de los autores que mejor encarnaron nuestra Tradición Hispánica.
Un saludo y que el Señor y María Inmaculada le bendigan.
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A.G.:
Gracias amigo José Díaz. Me alegra valore la referencia calderoniana. Como bien dice, "es urgente predicar la única verdad revelada a tiempo y a destiempo". Queremos un 2 de mayo contra la intoxicación revolucionaria. Hay que levantarse contra la escuela extranjera, que ha colonizado la mente católica. Y la mejor forma es recuperar lo nuestro, que ha surgido de la gran Tradición, y no en vano.
Saludo en Cristo con su Madre Inmaculada.
Depende, Alá puede ser el nombre de Dios para los musulmanes o, simplemente, puede ser el nombre de Dios en árabe. Nosotros no pedimos que alguien que rece en inglés diga Dios cuando reza, si un árabe cristiano dice Alá hay que suponer que lo dice, no porque sea musulmán, sino porque está rezando en idioma árabe.El problema no está solo en el nombre Palas, que si eso fuera, entonces no habría mayor inconveniente. El problema es que el Dios de los católicos es trino y uno, es la Santísima Trinidad en tanto que Alá, es uno. Pero no se terminan ahí las diferencias; nadie llega al Padre sino por mi dijo el Señor. Y los musulmanes pretenden llegar a Dios por un camino diferente de Cristo. Si te tomas la molestia de leer algunas "suras", algunas "aleyas" del Corán, te vas a dar cuenta que los musulmanes no solo no conocen a Cristo, sino tampoco a Dios.
El magisterio, además de enseñar que la iglesia católica posee los medios plenos para la salvación, asimismo transmite que también existe la posibilidad de la salvación fuera de la iglesia...Lo que tú citas a continuación (GS 22), lo tienes que entender a la luz del dogma de fe proclamado por el IV Concilio de Letrán (bajo el Papa Inocencio III) que dice que "una sola es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual nadie absolutamente se salva". Sin embargo, no excluye de la salvación a quienes estén en ignorancia invencible, pero aunque puedan llegar a salvarse no tienen la garantía de ello y debido a su ignorancia, no cuentan con los medios para alcanzarla. Esto que te digo es dogma de fe, o sea que el que no cree esto no es católico. Por ende, el que interprete GS 22 con un alcance distinto de lo que te acabo de escribir, erra, y si conociendo el error persiste en él, entonces está en herejía. Y Cristo derramó su sangre por muchos, no por todos.
Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.
—Mateo 26, 27-28
Saludos cordiales.
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A.G.:
Toda persona (y sociedad) tiene un deber religioso para con la religión verdadera, deber que debe realizarse libremente.
La libertad de coacción significa que no se puede impedir la realización de este deber religioso.
Pero esa libertad de coacción no se extiende a la libertad de cultos, que afirma que la persona no tiene un deber religioso para con la verdadera religión, y por tanto puede profesar y difundir la que le venga en gana, o no profesar ninguna, o incluso abandonar la verdadera religión (apostatar) y cambiarla por otra.
La libertad de coacción no implica el indiferentismo hacia el deber religioso.
Ninguna persona nace, por el hecho de ser persona, con libertad de cultos, es decir, SIN el deber religioso de profesar libremente la religión verdadera, y CON derecho a profesar y difundir cualquier religión que le apetezca.
La libertad de coacción no implica el artículo 18 de la Declaración de los derechos del hombre. Lo que implica es derecho a religarse con Dios de la manera que Dios mismo ha establecido. De forma que nadie tiene derecho a no tener un deber respecto al Dios verdadero y su Hijo primogénito.
Que no se pueda ser coaccionado en la realización del deber religioso no significa que se tenga derecho a cambiar al Dios verdadero por Moloc.
"Artículo 18
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. "
no es doctrina católica.
Dignitatis humanae, por defectos de expresión, por uso ambiguo del término libertad religiosa en lugar de libertad de coacción respecto al deber religioso para con la verdadera religión), puede entenderse en algunos pasajes referida a este artículo. Pero se debe descartar ese sentido, e interpretarse rectamente según la tradición. Creemos que es necesario corregir las expresiones de esta declaración, con objeto de que quede claro el pensamiento católico y no se entienda que aprueba la libertad religiosa (o de cultos) en sentido moderno/ONU. Quedémonos, hasta que llega esa corrección, con el uso tradicional.
Libertad de la religión verdadera, sí.
Libertad de religión (art. 18), no.
Libertad de las conciencias, sí.
Libertad de conciencia (art. 18), no.
Libertad para el culto en espíritu y en verdad, sí.
Libertad de cultos, no.
Libertad de coacción en el acto de fe, sí.
Libertad de coacción en la herejía y el cisma, no. (Recordemos que existe un derecho penal en la Iglesia para los delitos contra la fe por parte de bautizados)
Libertad para la ley moral, sí.
Libertad de moral, no.
Distinción entre religión verdadera y política, sí.
Separación entre religión verdadera y política, no
«La consideración de este doble derecho de las almas es lo que nos movía a decir hace poco que estábamos alegres y orgullosos de combatir la buena batalla por la libertad de las conciencias, no ya (como alguno tal vez sin advertirlo nos ha hecho decir) por la libertad de conciencia, frase equívoca y -de la que se ha abusado demasiado para significar la absoluta independencia de la conciencia, cosa absurda en el alma creada y redimida por Dios». (PÍO XI, Encíclica Non abbiamo bisogno, 50)
La libertad de las conciencias, a las que no se debe coaccionar para impedirles cumplir su deber para con la religatio verdadera, nada tiene que ver con la libertad de conciencia, por la cual ésta se declara independiente de ese deber y reivindica un supuesto derecho a inventar su propia religatio a medida, a adorar a sus propios ídolos o a renegar del Dios verdadero.
Por eso la libertad de las conciencias (libertad de coacción en su deber religioso) no desemboca en la libertad de conciencia (libertad de desligarse de ese deber y declararse indepediente del mismo, solicitando una potestad privada para vincularse a falsos dioses o a ninguno)
Libertad de la conciencia en el sentido de libertad de coacción, es decir, que toda persona y sociedad tienen derecho a cumplir el primer Mandamiento sin impedimento ninguno: sí.
Libertad de conciencia, en el sentido de libertad desligada del deber de cumplir el primer Mandamiento personal y socialmente, es decir, en el sentido de que supuestamente es lícito a cada uno, según le plazca, no tener deber para con la verdadera religión, dar o no dar culto al Dios verdadero, dar culto indiferentemente a un ídolo o a otro, o renegar del Dios verdadero como se puede renegar de un ídolo para cambiarlo por otro, etc., no.
En este sentido la Iglesia jamás ha aprobado ni puede aprobar este falso derecho a la libertad religiosa en sentido moderno e indiferentista.
Pero en el anterior comentario incurriste en falacia, porque no se pueden oponer la predicación evangélica y el proselitismo. La primera lleva a lo segundo, que es su fruto. Y a ello concurren la Causa Primera, y las causas segundas, nosotros.
En el artículo del blog de Virginia sobre Mons. Schneider. éste ha puesto una frase de San Cipriano de Cartago muy a propósito:
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“no puede tener a Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia por Madre” (De Unit., 6).
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Sin embargo, la carta de Fancisco a los obispos de Buenos Aires sobre la interpretación de Amoris Laetitia sí está incluida en la AAS y resulta que dicha interpretación es herética. Es más, el Pontífice añade que dicha interpretación herética es la única posible, lo cual confirma que la exhortación apostólica Amoris Laetitia es, ella misma, herética. Cosa que algunos hemos denunciado públicamente por escrito en este mismo portal.
¿a cuento de qué se puede dejar a un lado la Revelación divina para contribuir al bien común de la humanidad?
No se puede decir que la fe no esté involucrada cuando un Papa firma algo que es contrario a esa fe. Y sobre todo cuando la inmensa mayoría de los fieles reciben la idea de que eso que es contrario a la fe, en realidad es compatible con la misma. ¿De qué les vale a esos fieles que el texto no sea magisterial si prácticamente nadie les explica el verdadero magisterio y los medios de comunicación, empezando por la propia COPE, les venden las maravillas del texto como algo que es la continuación y profundización del Concilio Vaticano II?
Por supuesto que la fe es afectada y quebrada con textos así.
Les recuerdo que ser católicos no es ser sectarios.
Saludos cordiales.
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A.G.:
De eso se trata. De darle el sentido católico, tradicional, clásico, y no el de la ONU.
Y este documento firmado por Francisco es una prueba más - desde luego no la única - de lo que acabo de escribir.
Eso sí, muchos gustan de calmar sus conciencias negando los hechos, para así no tener que sacar las consecuencias oportunas.
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A.G.:
Es un hecho innegable que hoy en día todo el mundo católico (casi todo el mundo) entiende la libertad religiosa como la libertad para tener la religión que se prefiera, abandonarla por otra o no tener ninguna. Es decir, como derecho humano, según el art. 18 de la ONU. Y este art. no es doctrina católica.
Respecto a este sentido (como derecho humano subjetivo) no hay hermenéutica de la continuidad posible, porque es sencillamente erróneo. Hay que descartar esta lectura oficialista de la ONU y corregir las deficiencias textuales y ambiguas de DH, para que el único sentido quede más claro.
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A.G.:
No se trata de Inquisición sino de vivir conforme al derecho natural y cristiano, incluido el derecho penal, buscando siempre el bien común.
Sobre tu referencia desaforada a la Inquisición, creo que no está demás decir que fue una institución que se estableció bajo las siguientes condiciones:
1. La inmensa mayoría de la sociedad era católica.
2. Toda la jerarquía de la Iglesia era católica.
3. Existía el peligro a conjurar de los falsos conversos.
4. También de los mercaderes de la religión, que aprovechaban la buena fe del pueblo.
Y otras cosillas más, pero básicamente todo esto que antes existía ya no se da, así salvando tu ironía, establecer ahora la Inquisición es impensable.
Y de paso digo que criticarla desde la ignorancia o la inquina a la Iglesia como hacen muchos, es ridículo.
núnca hubiera hecho tal comentario: "Entonces hay que restablecer la Inquisición. No entiendo nada"
Por si acaso.
San Juan Pablo II: "como escribí en la encíclica Redemptoris missio, no se puede limitar el don de la salvación "a los que, de modo explícito, creen en Cristo y han entrado en la Iglesia. Si es destinada a todos, la salvación debe estar en verdad a disposición de todos... También para quienes, sin culpa, no conocen a Cristo y no se confiesan cristianos, el plan divino ha dispuesto un camino de salvación. Como leemos en el decreto conciliar sobre la actividad misionera Ad gentes, creemos que Dios, por caminos conocidos sólo por él, puede llevar (...) a los hombres que ignoran el Evangelio sin culpa propia a la fe necesaria para la salvación (n. 7)" (San Juan Pablo II, Audiencia Miércoles 31 de mayo de 1995).
"Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de lagracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna" (Vaticano II, LG16; cf DS 3866-3872).
Por tanto, "asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegará, corroborado por la esperanza, a la resurrección. Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual" (GS 22)
(No hubiera puesto esta acotación, pues mi comentario de 11/02/19 5:42 PM estaba justo detrás del del suyo de, 10/02/19 6:51 PM; pero como han intercalado, entre ambos, el acertado comentario de Ricardo de Argentina; pues trato de aclarar. Gracias).
Saludos cordiales.
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A.G.:
Hay que distinguir.
Si se entiende el derecho de la conciencia respecto al deber religioso, es un principio de derecho natural.
Si se entiende, en el sentido de la ONU, derecho de conciencia, es un derecho subjetivo. Porque en este caso lo que la conciencia subjetiva pide no es talmente estar libre de coacción, sino libre de coerción para poder liberarse del deber religioso y poderse decantar por el gusto religioso propio.
Sé que hay quienes rechazan los derechos humanos por ser derechos subjetivos en ese sentido (no en el sentido del subjetivismo gnoseológico o ético), basándose en que la tradición clásica del derecho sólo conoce el derecho en el sentido de la "res iusta".
Eso me ha dejado siempre la duda de cómo hablar de una "res iusta" sin basarse en última instancia en los derechos de las personas, es decir, en el derecho subjetivo.
Saludos cordiales.
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A.G.:
Néstor, pienso que considerar este asunto clásicamente ayuda mucho a dilucidarlo bien y con precisión. El derecho subjetivo se refiere a una facultad o poder o potestad del sujeto particular, a una reclamación o contrarreclamación privada, como diría Turgot. Por eso se refiere a bienes no comunicables, porque no radican en la naturaleza común; sino que proceden de un interés particular. Por eso, el supuesto derecho subjetivo a la libertad religiosa se entiende como reclamacion de un poder privado, el de autodeterminarse a la religión personalmente preferida. No es un derecho basado en lo común, sino en la voluntad o interés privado, y por tanto no está referido directamente al bien común objetivo.
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