(320) Trasfondo de incertidumbre
1.- Lo legal y lo moral.— La ambigüedad posmoderna intercambia las nociones de legalidad y moralidad.— Ánomos se vale de Anfíbolos y viceversa, como en un ánillo único de poder: es una colusión que daña el bien común, en perjuicio de la vida social virtuosa y beneficio de unos pocos.
Disipar esta anfibología es necesario. Primero, proclamando que algo que las leyes civiles permiten puede no ser lícito. Que una acción legal puede ser inmoral. Que no es admisible ampararse en la legalidad para transgredir la ley moral.
Esta ambigüedad forma un trasfondo de incertidumbre en que las viejas certezas acerca del bien y del mal morales se vuelven sospechosas. ¿Será que lo que antes era ilícito, piensa el ciudadano, ahora, con la nueva ley, es lícito? Así las malas leyes propician malas conclusiones, premovidas por la vieja condición adámica del hombre, y modifican las mentalidades.
Y es que en el actual estado de enemistad de las sociedades, pensar es concluir. La herida original arrastra, persuade que lo erróneo es verdadero. De tal manera que la falsa identidad positivista entre legalidad y moralidad se concluye para todos los casos, como conviene al Leviatán. No todo está perdido, sin embargo. Porque las leyes son pedagógicas, también en el buen sentido.
2.- Custodiar lo natural, porque es universal.— La Iglesia lo custodia, la revelación lo repropone. Ánomos pretende trasladar al ámbito sobrenatural lo que pertenece al orden racional y natural, para desactivar políticamente a los católicos y reducir su acción al ámbito doméstico y privado. Pero procurar que las leyes civiles sean leyes especialmente protectoras del orden creado debe ser tarea urgente de un político católico. No con objeto de imponer el acto de fe personal, que debe ser libre, sino de proteger lo natural, que es bueno para todos. Procurar que las leyes civiles sean de inspiración católica se refiere, también, (además de a procurar la constitución cristiana del Estado siempre que sea posible, y la unidad católica) a que, contra el nominalismo anticatólico de origen protestante, se custodien los universales, se custodie la naturaleza común a todos, se custodie aquello que confiere al hombre su condición de hombre.
Se custodie, también, un principio clave del pensamiento clásico: «La gracia presupone la naturaleza, al modo como una perfección presupone lo que es perfectible» (Summa Theologiae, I, q.2, a.2 ,ad 1.) Objeto de la política católica debe ser custodiar lo que es perfectible, para que pueda ser perfeccionado natural y sobrenaturalmente, porque es bueno para el bien común que lo sea. El Estado no sólo tiene el derecho, sino el deber, de promover la religión revelada, y evitar el agnosticismo institucional. Debe procurarse la constitución cristiana de los estados siempre que se pueda. La paz de Cristo en el Reino de Cristo.
3.- Lo bueno para todos.— Defender la ley y el derecho naturales no es obligar al acto de fe, como pretende el laicismo, sino proteger un bien universal que incumbe a todos. Vale la pena recordar cómo lo explicaba, ya en 1979, Javier Nagore:
«Muchos preguntan: y para el que no tiene fe, ¿han de valer estas reglas? ¿Ha de ser la ley civil “cauce” de una norma moral, un reflejo de un Derecho natural en que no se cree?
«Estas son las preguntas: debe quedar claro siempre que la inspiración cristiana de las leyes civiles no tiene por objeto lograr la protección de algo específicamente cristiano, religioso, sino la conformidad de las leyes positivas con la ley natural. No tiene por objeto la tutela, por medios coercitivos, de la vida cristiana, sino la defensa del derecho de todos los hombres —cristianos o no— a vivir con arreglo a la ley natural, es decir, de acuerdo con las exigencias de la naturaleza (humana, claro es) que Dios les concedió al crearlos.
¿Y para el que no cree en Dios? Incluso para éste ha de seguirse lo que sea objetivamente justo para la naturaleza humana y, por ello, adecuado al bien común, único criterio al que ha de acudir el legislador civil. Por eso, cuando para evitar la implantación del divorcio o la legalización del aborto, se invoca el respeto a la ley natural, no se refiere esto a algo de la vida de fe, sino algo que —¡siempre! —corresponde a la naturaleza del hombre, a la defensa de la dignidad humana frente a las aberraciones que la degradan. Pues —decía Chesterton— “el Derecho natural es lo natural para todos, excepto para el que no es ` natural´» (Verbo 171-172, Madrid 1979, p. 274)
Esto debe ir unido a la promoción de los deberes del Estado y de la sociedad para con la religión revelada y el orden sobrenatural, el cual, por ser garante del natural, no debe ser separado del Estado y de la sociedad.
4.- Leviatán y Midas.— El derecho no es creación del Leviatán, no es inventado por el gobernante, no todo lo que toca el gobernante es oro. El Estado no puede pretender ser Midas.Todo cuanto el Estado legisla no es, por ser legislado, justo. Para liberar las leyes de este absolutismo totalitarista, de este trasfondo de incertidumbre, en que no se sabe si lo ilícito sigue siendo ilícito por ser legal, se necesitan principios rectores, conforme al pensamiento tradicional. (Y no nos referimos al pensamiento conservador, sino al tradicional).
El primero, un concepto objetivo de lo justo, que trascienda al Estado mismo. El segundo, la subordinación de la comunidad política al orden natural. El tercero y el cuarto, los enuncio citando a Juan Vallet:
«—Suficientes garantías para todos contra la arbitrariedad del poder, y procedimientos adecuados para hacer efectiva la responsabilidad de los gobernantes por sus transgresiones del orden jurídico juzgadas por una magistratura independiente.
—La no confusión de la sociedad y el Estado que, al elaborar sus leyes, debe respetar las ordenaciones jurídicas de los cuerpos intermedios existentes, sin suprimir su justa autonomía y las del derecho históricamente constituido en la sociedad política.» (Juan VALLET, El estado de derecho, Verbo 168, Madrid 1978, p. 1049)
y 5.- Clarificar el trasfondo de penumbra, tarea del político católico.— Puede contribuir a ello, creemos, difundiendo una acepción clásica de la sociedad como organismo constituido por familias, antes que por individualidades autodeterminadas, cual sujetos huérfanos aislados que reclaman y contrarreclaman (Turgot) sus pretensiones subjetivas. Puede contribuir a ello transmitiendo un sentido orgánico, no inorganicista, de la comunidad, que evite presentar la vida social atomizada, como diría Caturelli.
Sociedad conformada por la ley y el derecho naturales, grabados en el alma humana sub specie aeternitatis, y por eso abierta a lo sobrenatural, aunque sin exigencia. Encauzada «al mejor bienestar común, en concreto, apoyado en libertades específicas, no en derechos abstractos y ahistóricos», como dice Vallet.
Ánomos y Anfíbolos suscitan un trasfondo de incertidumbre en que lo legal y lo justo parecen identificarse, para glorificación oculta del Estado. Que su objetivo es la constitución de un nuevo género de universalidad, global pero no católico, no cabe duda. Como tampoco hay error en creer que es misión urgentísima del político cristiano, hoy más que nunca, clarificar con bienes universales y verdades perennes este estado de penumbra.
6 comentarios
No permitir luego leyes que hasta 14 semanas o más según supuestos eliminan la vida del ser humano individualizado desde su concepción. Pero médico y padres pueden destruirlo,
Antes de votar un cristiano catolico debe ver y examinar lo que hace con su voto que es su poder dado por Dios y libremente lo delega a un partido para que cumpla con su voto lo prometido en su programa ,así todos sabemos en conciencia que nuestro voto tiene sus consecuencias.un ej es un nuevo partido Vox con la ley gradual para abortos no es permitido para una conciencia de un votante Catolico ya que no hay bebés a plazos y derogar ya las leyes abortistas ,eso en programa político ,si salen elegidos ver si hay mayoría o mejora de las leyes ,EV 73 sería un mal menor.
Cristo reina en sus elegidos cuando en lo civil e iluminado por Verdad sobrenatural se cumple el orden natural.u
Pero después de la Francesada, Cartago triunfó sobre Roma, y en esas estamos. Como muchas de las medidas políticas que toman los gerentes de los burgueses llamados "políticos", tienen tanto sustento moral como las fortunas que amasaron sus mandantes, y ellos lo saben, intentan darle a las leyes que ellos promulgan y sancionan el carácter de indiscutibles, de justas "per se", para lo cual apelan a las infames teorías jurídico-positivistas, llenándose la boca con consignas como el respeto al "estado de derecho" o al "imperio de la ley". De la ley que a ellos se les ha ocurrido, obvio. Y cuando se ven acorralados por las evidencias eructan sofismas indemostrables y hasta absurdos, como por ejemplo : "la democracia es el menos malo de los sistemas políticos", o bien "los males de la democracia se curan con más democracia".
La democracia burguesa tiende a la concentración de capitales, tanto privados (multinacionales que crecen arruinando a la competencia) como estatales (exacción tributaria salvaje), porque mayores capitales permiten mayores hazañas tecnológicas y de paso, hace posible que ejecutivos y funcionarios reciban "propinas" opulentas . No importa si en el camino crecen las chabolas, las favelas y las villas, y la familia vuela hecha pedazos, total, hay leyes inicuas lo permiten. Y estamos "en democracia".
Hay que volver, no al imperio de la ley sino al imperio de la moral, que es el imperio de Dios, llamado también Reinado Social de NSJC. La discriminación social, que ahora se basa en la riqueza y se esconde como si no existiera, debe hacerse abiertamente pero basándose en las virtudes. Y la política no debe ser coto cerrado de caza de los demócratas, sino que los católicos debemos disputar palmo a palmo los espacios de poder porque de esa manera, se hace posible la evangelización y se evita la apostasía colectiva.
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A.G.:
El estado no sólo tiene el derecho, sino el deber, de promover la religión revelada, y evitar el agnosticismo institucional. Debe procurarse la constitución cristiana de los estados siempre que se pueda.
Voy a ponerlo en el post, para que no haya duda, jeje. Gracias Juan.
«Estas son las preguntas: debe quedar claro siempre que la inspiración cristiana de las leyes civiles no tiene por objeto lograr la protección de algo específicamente cristiano, religioso, sino la conformidad de las leyes positivas con la ley natural. No tiene por objeto la tutela, por medios coercitivos, de la vida cristiana, sino la defensa del derecho de todos los hombres —cristianos o no— a vivir con arreglo a la ley natural, es decir, de acuerdo con las exigencias de la naturaleza (humana, claro es) que Dios les concedió al crearlos.
¿Y para el que no cree en Dios? Incluso para éste ha de seguirse lo que sea objetivamente justo para la naturaleza humana y, por ello, adecuado al bien común, único criterio al que ha de acudir el legislador civil. Por eso, cuando para evitar la implantación del divorcio o la legalización del aborto, se invoca el respeto a la ley natural, no se refiere esto a algo de la vida de fe, sino algo que —¡siempre! —corresponde a la naturaleza del hombre, a la defensa de la dignidad humana frente a las aberraciones que la degradan. Pues —decía Chesterton— “el Derecho natural es lo natural para todos, excepto para el que no es ` natural´» (Verbo 171-172, Madrid 1979, p. 274)
Como dice Juan Donnet creo que esa es la diferencia fundamental con lo que propone Maritain y es el deber de promover la religión revelada. Algo que se ha ocultado en las últimas décadas amparados en filósofos católicos como el mencionado anteriormente. Hoy la mayoría son católicos liberales a la fuerza. Quiero decir que nadie les ha explicado la Verdadera doctrina social de las obligaciones del Estado con la verdadera religión.
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A.G.:
Hay una gran diferencia, porque el personalismo entiende el derecho natural en clave moderna y racionalista, en torno a los derechos humanos. Y no postula la unidad católica siempre que sea posible, entiende la libertad religiosa en sentido moderno, y no admite la constitución cristiana del estado como garantía de la ley y el derecho naturales. La laicidad débil que postula, remite la ley natural al plano de los derechos humanos, y entiende la separación de la Iglesia y el estado.
Por eso en el post presente se dice:
El Estado no sólo tiene el derecho, sino el deber, de promover la religión revelada, y evitar el agnosticismo institucional. Debe procurarse la constitución cristiana de los estados siempre que se pueda. La paz de Cristo en el Reino de Cristo.
Lo he resaltado en negrita, para que se vea más claro.
Hay que tener en cuenta que la unidad católica no siempre es posible, aunque hay que promoverla siempre que se pueda. Cuando no sea posible, el derecho natural es un fundamento racional para promoverla, como decía en el post anterior.
¿Que es la ley natural?
Intuyo algo sobre eso y he intentado investigar pero no he encontrado explicación precisa.
Muchas gracias.
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A.G.:
En pocas palabras:
Dios ha ordenado su Creación, y ha impreso en el ser humano ese orden. Ese orden referido al ser humano, y conocido por él, es la ley natural. "La ley natural contiene los preceptos primeros y esenciales que rigen la vida moral" Catecimo 1955
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