(315) La vía moderna de la ética: normas generales en lugar de preceptos universales
1.- El nominalismo es la raíz de la Modernidad.
2.- El nominalismo niega el fundamento real de los universales.
3.- Negar la realidad de los universales supone negar la realidad de lo común.
4.- La negación de una realidad común a todos constituye la raíz de la vía moderna de la ética.
5.- La ética moderna no será nunca una ética universal porque se basa en la negación de los universales.
Hablando con propiedad, es un remedo agnóstico de catolicidad, esto es, una ética general, global o mundial. Lo general (mudable) sustituye a lo universal (inmutable).
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6.- La negación de una realidad común a todos supone, como contrapeso ideológico, la afirmación de una experiencia personal de la ética; no común a todos, sino autodeterminada por los propios sujetos; y con pretensión de poder ser reclamada y contrarreclamada como derecho. Lo universal se reduce a suma de individualidades. El bien común es degradado a suma de bienes particulares incomunicables.
7.- La vía nominalista implica, por tanto, una ética de pretensiones subjetivistas, que no es capaz de vencer el individualismo por más comunitarismo que pretenda. Y dado que individualidades hay muchas, será una ética que englobe a esas muchas, sin que lo común influya en ellas. Es decir, una ética global o mundial de tipo cuantitativo.
8.- Tenemos, pues, como resultado, una ética global blindada por un concepto no moral, sino axiologico de la dignidad humana. Concepto que, en clave roussoniana, considera un valor inviolable el estado de naturaleza (sin tener en cuenta la Caída). Concepto que, por tanto, pone entre paréntesis el estado de enemistad producido por el pecado.
9.- La ética global consistirá entonces en una regulación de alcance mundial, mediante la promulgación de normas generales, de reclamaciones y contrarreclamaciones particulares (Turgot). Es una ética, en definitiva, ilustrada.
10.- Por el contrario, la ética universal, es decir, el ethos católico, se basa en lo que los sujetos tienen en común, una ley natural universal inscrita en sus naturalezas. También en lo que tienen de comunión sobrenatural, por la gracia, que es la Iglesia.
La universalidad católica, por tanto, es doble: la de la ley natural, que implica una dignidad moral, además de la ontológica; y la de la ley de la gracia, que implica una dignidad sobrenatural.
La enorme influencia de la modernidad ilustrada de corte humanista, esto es del personalismo, ha hecho creer que la ética global es equivalente a una ética universal. Y que los derechos individuales, regulados mediantes normas generales de alcance mundial, pueden sustituir al Decálogo en las legislaciones.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Siendo un hecho que, entre ambas éticas, hay una distancia infranqueable.
David Glez. Alonso Gracián
15 comentarios
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A.G.:
Gloria a Dios.
Creo que las raíces nominalistas de la crisis actual de la Iglesia van quedando cada vez más claras, a tenor de los desvaríos, cada vez mayores, del pensamiento humanista contemporáneo.
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A.G.:
La ética kantiana supone la no inteligibilidad del bien, la autonomía de la voluntad y la persona como fin en sí mismo. Y todo ello deriva en un fenomenismo, en una fragmentación, en una cuantificación. En realidad, siempre que se postula una autoteleología, o la primacía de la persona sobre el bien común, se deriva en una especie de cuantificación. De hecho, el bien es reemplazado por el valor, que no es más que un cuantificador de relevancia subjetiva.
Aqui es donde debe pivotar nuestra realidad,la realidad común de la que nos habla.
La otra opción es la que Le responde a Norberto E..
El problema es que la filosofía hace mucho que no busca la verdad. Todos estos lodos son sus frutos. Estamos enfangados en el error, dentro y fuera de la Iglesia.
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O sea, la Unión Europea. O sea, la ONU.
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A.G.:
Ciertamente, no andamos descaminados.
¿El ethos se construye o se padece?.
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A.G.:
El fenomenismo cuantitativista de Kant se constata muy bien, por ejemplo, cuando deriva el imperativo categórico al derecho: “Una acción es conforme a derecho cuando permite, o cuya máxima permite, a la libertad del arbitrio de cada uno coexistir con la libertad de todos según una ley universal”
Lo universal aquí es lo global, la suma de cada unos, el todos, el número (de individualidades), la suma, (no lo común, lo esencial postulado por el realismo metafísico católico).
El concepto de universalidad en Kant y en el catolicismo no tienen nada que ver.
Creo que desestima en Kant su premisa clave: "máxima", como fuente del enunciado posterior.
En principio lo que denomina ética católica no tiene proyección en la Ética de la Inteligencia Artificial, donde el ethos prolonga, debe prolongar, su efecto a las máquinas, en ello investigo.
O sea que la modernidad toma como valor fundante lo que para el cristianismo es un pecado: amarse a uno mismo por encima de Dios y de los demás.
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"El concepto de universalidad en Kant y en el catolicismo no tienen nada que ver. "(AG)
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Creo que estas citas apuntan a señalar a la parafernalia dialéctica que se ha montado alrededor del nominalismo.
La cual, fuerza es reconocerlo, es un edificio sofístico imponente que pretende desautorizar u oscurecer las verdades filosóficas que el Aquinate ha dicho de una vez y para siempre, apoyado en la roca firme de la Verdad, que es Dios.
¿A qué viene esta magna empresa de engaños encadenados y sistematizados que ya lleva siglos?
Creo que su objetivo es poner al Egoísmo como motor de la historia, desplazando a Dios.
Fue el egoísmo lo que motorizó el afán de riquezas de la banca judaica, así como el ascenso social de la burguesía renancentista "ilustrada", causa mediata que fue de la Francesada.
También el egoísmo permea tanto la desenfrenada acumulación de riquezas del liberalismo clásico, como la lucha de clases que promueve el comunismo.
Y ni que hablar que el egoísmo tiene un papel central en la democracia y en las varias aberraciones que que ella nos ha traído, como el aborto y la Ideología de Generada.
La tecnología avanza, ya se ha dado, debidamente verificado el caso de la máquina AlphaGo, que no solo ganó a su oponente, campeón del mundo del juego chino Go, sino que "autoajustó" a sí misma durante las partidas.
Los más involucrados en IA reclaman Ética, yo, modestamente, sin medios, pero con la razón a punto, trato de pergeñar algo al respecto.
Saludos Palas, me ayudan muchos sus comentarios en este portal, los leo, casi, todos.
Que la máquina es capaz de ganarle a campeones no significa nada, eso viene sucediendo desde le lejanísima antigüedad, cuando máquinas como las palancas ganaban al levantador de pesas más pintado. Y los "auto"ajustes sólo podrán darse luego de que hayan sido cuidadosamente calibrados por el hombre que los ha creado, caso contrario deviene caos.
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