(237) La crisis de fe actual, y sus causas, I: la de-formación del pensamiento católico
Voy a tratar de exponer en esta serie de breves artículos las que a mi juicio son las causas de la crisis de fe actual que vive la Iglesia católica.
Para empezar, hay que decir que la Iglesia vive para iluminar en las tinieblas. Es su sentido y su tarea.
—Si el faro deja de iluminar bien, o ilumina débil, ambigua o confusamente, las naves —personas, instituciones, asociaciones, diócesis, etc— las naves, digo, pueden naufragar. Muchas de ellas, de hecho, naufragan. —Naufragan también sociedades y pueblos si son abandonados a su adámica condición, en pos de un prejuicio antiproselitista, o mejor dicho antimisionero.
Pero si el faro ilumina bien, de forma bíblico-tradicional, las naves navegan con buen Viento, defendidas de los peligros que acechan. Pueden llegar a buen puerto.
Y es que si no se iluminan debidamente las tinieblas, los que caminan por ellas pueden perecer. También el que andaba en la luz, si se le priva de ella, puede volver a la oscuridad.
En muchos sentidos, el católico en general de hoy, perjudicado por la omisión de buena luz, parécese a un jinete que, a lomos de un caballo imprevisible, desobediente y estresado, cabalga por el precipicio de su salvación, a riesgo de caer y estrellarse; a riesgo de no alcanzar la meta, que es su fin último.
Yo quisiera aplicarlo a la situación actual de la Iglesia. Pues si a la luz de este principio consideramos la crisis, constataremos que una alteración de la forma mentis, una de-formación de la forma en que el católico piensa su fe, puede trastocar la naturaleza bíblico-tradicional de la misma, corrompiéndola.
Lo tradicional es forma de lo católico. Lo no tradicional deforma lo católico y lo vuelve antinatural.
—Y con naturaleza me refiero aquí a la esencia, a lo que es, al carácter constitutivo de la fe, que es su teologalidad. Su ser infundida autoritativamente por Dios. De esta teologalidad habla el Catecismo con palabras luminosas:
1814 La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo […] vivirá por la fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6).
Ahora bien, dado que la forma determina la naturaleza de una cosa, si se trastoca la forma en que el cristiano cree, se trastoca la naturaleza de su fe; lo mismo, si esa alteración se refiere a sus conceptos, a sus contenidos, a sus nociones, a su inteligencia.
El creyente, para poder dar razón de su esperanza, debe pensar correctamente, según la forma recibida y entregada de generación en generación, con obediencia ordenada, pero no absoluta. Con realismo moderado, no con nominalismo.
Pero si no se piensa tradicionalmente, no se puede pensar teologalmente. Será opinión, pero no será fe.
Si la mente católica piensa su fe de forma existencialista, la naturaleza de su fe se deformará y se volverá existencialista.
Si la mente católica piensa su fe de forma emotivista, la naturaleza de su fe se deformará y se hará emotivista.
Si la mente católica piensa su fe de forma marxista, la naturaleza de su fe se deformará y se hará marxista.
Si la mente católica piensa su fe de forma heideggeriana, la naturaleza de su fe se deformará y se volverá heideggeriana.
Etc. Creo yo que es algo de cajón. Hoy día se tiende a dudar, sobre todo, de cuanto es de cajón. Es decir, de todo aquello que es real, que es simple y llanamente metafísico. No pensar, desde luego, no sería una solución. Más bien lo propio de la naturaleza supra-racional, constitutivamente sobrenatural de la fe, es su armoniosidad con la razón, de acuerdo con el principio de la gracia, que perfecciona la naturaleza.
No nos interesan, por tanto, católicos que no piensen, o que piensen de manera de-formada, sino católicos que tengan la cabeza bien amueblada, no sea que las malas ideas alteren la forma en que su entendimiento conoce a Cristo. Ello alteraría, consecuentemente, la forma en que lo ama. Porque no se puede amar bien a Quien no se conoce debidamente.
Quedémonos, para terminar, con un dato esperanzador. Lo enuncio con forma de axioma, y es el siguiente:
Si la mente católica piensa la fe de forma tradicional, ésta no sufrirá desorden conceptual ni corrupción doctrinal, porque sus elementos constitutivos no serán trastocados. Será cultivado, de esta manera, un pensamiento católico consecuente con la teologalidad de la fe.
La fe católica ha de ser, por tanto, necesariamente tradicional, porque su teologalidad, su infundirse sobrenatural, es mediado por un sacramento. Y ese sacramento es realizado y conocido y predicado y enseñado de generación en generación. Por la Iglesia, casa del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15).
David G. Alonso Gracián
14 comentarios
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A.G.:
Es que sin la doctrina de Nuestro Señor, la razón queda a merced de su propia ofuscación.
Me explico con un ejemplo sencillo. Hoy día muchos viven en las ciudades, por tanto, la mayoría de las almas están en las ciudades. Pues bien, en las ciudades es donde menos uno puede observar las estrellas, dado el gran numero de luces que impiden total o parcialmente la visualización de las mismas. Pero, ver las estrellas causa un impacto de admiración en el hombre, y la admiración precede a la búsqueda de las causas, y la búsqueda de las causas lleva a la búsqueda de la causa última, esta búsqueda puede llamarse sin problemas filosofía, y ésta búsqueda termina por llevar a Jesucristo, pues comenzó con una admiración de lo temporal, y terminará en la admiración del Eterno en el tiempo, Jesucristo, Rex mirabilis. Dicho lo cual, hay un gran número de almas privadas de un medio que otrora debió llevar muchas almas a Dios.
Y así se podría dar muchos ejemplos. Con esto no condeno la técnica, sino que muestro una realidad patente del mundo actual.
La esencia de la posmodernidad es impedir la conexión de la mente con la realidad.
Un pescador de galilea en el siglo I era mucho mejor filósofo que cualquiera de los disque grande filósofos modernos, sencillamente porque su mente estaba más conectada a la realidad que éstos últimos. Y por ello, su mente estaba mucho más preparada y mejor dispuesta para recibir al Verbo Eterno, causa de todo lo real.
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A.G..
No conozco el tema en profundidad, pero me parece que Mons. Lefebvre tenía razón en unas cosas y en otras no. Desde luego, me siento más próximo a él que a los pastores o teólogos que han perdido o corrompido su fe, que relativizan o niegan verdades católicas, la virginidad de María, el infierno, o la importancia de la síntesis tradicional escolástica.
No obstante, dado que no domino el tema, que ha sido suficientemente analizado por el P. Iraburu, y que no es propiamente el asunto de este post, no publicaré más comentarios al respecto.
Me parece muy interesante su planteamiento:
Es decir, hacer hombres donde no pueda depositarse la fe, o si ésta se deposite, se haga mal.
Encaja bien con esta distopía el papel del absolutismo de la técnica, que diría Benedicto XVI. Haría imposible la conexión de la mente con la realidad, como dice Ud., con lo cual la crisis de la descristianización constituiría una especie de Matrix.
Si la mente católica piensa su fe bajo una forma filosófica concreta, la naturaleza de su fe se (de)formará precisamente bajo ese aspecto.
Si tu filosofía es aristotélica la naturaleza de tu fe estará deformada aristotélicamente. Cuando Santo Tomás dijo que el embrión no era persona hasta el día 40, pues lo hizo siguiendo a Aristóteles y se equivocó.
Pero no por ello rechazamos la filosofía de Santo Tomás, es decir a Aristóteles.
Pues lo mismo con las demás filosofías.
Las filosofías no solo deforman la fe sino que también la forman. En lo que tienen de error la deforman; en lo que tienen de verdad dan forma a la fe.
Por eso es necesario sumar filosofías. Por ejemplo, Santo Tomás sumó al platonismo agustino el aristotelismo.
Solo hay que seguir la vía que él abrió.
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A.G.:
No. Hay un conocimiento natural verdadero y objetivo de la estructura de lo real, que la filosofía cristiana sintetiza y pone al servicio de la fe. La providencia divina elige una forma de expresar esta síntesis de verdades esenciales, conduciendo a su pueblo hacia la verdad, porque Dios quiere que todo el mundo se salve y llegue al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4); no sólo sobrenatural, sino natural. Es el caso de la filosofía griega y latina, convenientemente redimida por Padres y Doctores y quintaesenciada en síntesis. Existen, pues, verdades filosóficas irrenunciables, al margen de sistemas subjetivos. Estas verdades configuran una auténtica filosofía cristiana, tradicional y verdadera, no comparable en modo alguno a las filosofías modernas. Y al servicio de la Iglesia. Es el conjunto de verdades heredado, irrenunciable.
/EDIT/
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A.G.:
Estimado Juan Alonso, como le comenté, es un tema que no domino y no voy a tratar por ahora. No voy a publicar comentarios al respecto.
Aquí, si le haria yo una critica al metodo fenomenologico, pues este parte de la idea de que el razonamiento correcto es el que hace el filosofo. Y la mision del filosofo seria aclarar estas cosas para el hombre comun, que con su razon no tiene acceso a ellas. Asi, por ejemplo, lo que ponia usted el otro dia de Guardini y su analisis de la experiencia religiosa, entre otras criticas que se le pudiera hacer, en mi opinion está, el hecho de que un filosofo tiene que "aclarar" al hombre común esta experiencia y sus procesos y es el que verdaderamente puede explicar en qué consiste, pues tiene el "metodo" que permite razonar adecuadamente.
Esto me parece un error, pues ya se hable de la cosa más intelectual o mas profana, el modo correcto de razonar es universal.
Y por eso es valiosa esta tradicion porque se adecua tanto a la realidad cognitiva humana, como al estatus objetivo del razonamiento, sin incurrir en psicologismos. Para Aristoteles, la realidad era tal, que lo que es, cómo lo pienso (adecuadamente) y su entidad logica objetiva se corresponden.
Por lo demas, estoy de acuerdo con algunas cosas. La fe no puede ser existencialista, ni emotivista, ni nada de eso. Pero, no quiere decir que no sean aspectos importantes.
Pensar la fe solo existencial o emotivistamente transmuta su fundamento. Pero si el fundamento, primero lo tenemos claro (algo muy importante), podemos dar paso a la reflexion sobre el resto de aspectos que comporta. Porque una fe que no afectara o se manifestara en los aspectos vivenciales concretos, en un tipo de organizacion emotivo afectiva, etc, seria una fe que no ha calado al ser completo de la persona.
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A.G..
Interesante, y cierto, lo que dice Ud. acerca de la tradición aristotélico-tomista. Y lo que apunta de la fenomenología, también. Tenga en cuenta que, como explica muy bien Budziszewski, en un libro de lectura imprescindible: Lo que no podemos ignorar, una vez que se abandona la tradición, o ésta es eclipsada, comienza el culto a los expertos. Que es lo que ha pasado. Que los especialistas, con su visión de especialistas, usurpan el lugar de la tradición.
Tampoco debe confundirse el aspecto existencial con el existencialismo, ni las emociones con los emotivismos, etc. Precisamente, los ismos son constructos de especialistas, que se apropian de esos aspectos que, como bien dice ud. es enriquecedor conocer, siempre y cuando no se coloquen en el centro. Yo, incluso, soy reacio a hablar de tomismo, y a menudo hablo preferentemente, como sabrá el lector asiduo de este blog, de síntesis metafísica tradicional.
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A.G.:
Magisterio importantísimo, el que cita. Puede iluminar mucho los males que nos aquejan.
"Ni tradicionalismo ni progresismo: Papa Francisco pide creer en la familia"
Mons. Bruno Forte | Nov 05, 2014
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A.G.:
Ni de uno ni de otro trato yo en este post. Yo hablo de lo tradicional en cuanto clasicidad.
[Magisterio importantísimo para nuestros tiempos el que he citado (¡vaya!, pero si domina el "quid" de la cuestión). Precisamente porque es tan importante hoy se divulga tanto y domingo tras domingo nos lo exponen desde los púlpitos.]
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A.G.:
Obviamente, NO ES OPTATIVA, la Tradición es fuente de la Revelación.
Catecismo 97 «La Santa Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un único depósito sagrado de la Palabra de Dios» (DV 10), en el cual, como en un espejo, la Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas sus riquezas.
Le ruego cambie el tono de sospecha, o no le publicaré más. Aténgase, por favor, a comentar el post, si lo desea, y será bienvenido todo comentario al respecto.
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A.G.:
Yo, Alonso Gracián, también suscribo el juramento antimodernista.
Me parece acertadísimo su análisis. Es necesario pensar bien. Y pensar bien es pensar cosas, realidades, de tal manera que mis juicios sean verdaderos (afirmando lo que es en la realidad, y/o negando lo que en la realidad no es). Pensar bien no es pensar el pensamiento. Pensar bien es contemplar la realidad de las cosas.
De esta manera, la fe es pensada, y creída, y vivida, porque hay una adhesión de la voluntad a esa verdad previamente conocida -pensada- por la inteligencia (iluminada). Por eso la fe, en cuanto virtud teologal, inhiere en la inteligencia.
Por el contrario, si la fe se entiende como algo primariamente vinculado con la voluntad pierde, ipso facto, su carácter universal, es decir, "católico".
Una lombriz muy atractiva (pero creo que puesta en anzuelo)
Bueno, bromas a parte, no creo que sea momento para discutir más sobre los pros y contras de la fenomenología.
La Iglesia ha recibido el "Credo" por revelación divina. Desde sus orígenes, la Iglesia apostólica, la Iglesia de los grandes Concilios dogmáticos, la Iglesia de los Santos Padres ha acogido con piedad y sabiduría el Sagrado Depósito de la Fe revelada (no inventada), lo ha custodiado con la sangre de los mártires y con la virtud de los Confesores, lo ha testimoniado de modo eminente con la vida de innumerables santos y santas, lo ha expuesto íntegramente en su catequesis para inteligencia de todos, incluidos los "rudos", manteniendo constante la fidelidad a la Verdad del Verbo Revelador.
Esto es, entiendo, la Forma de la Fe de la Iglesia, la forma de la Tradición.
Hoy, en cambio, lastimosa e inaceptáblemente tratan de enseñar (dicen que para atraer a los jóvenes) que hace falta "cambiar el paradigma", o sea la Forma de la Fe de la Iglesia y de la Moral que de ella se desprende.
Cambiar de paradigma equivale a cinismo satánico, a mentira y falsedad diabólica.
/EDIT/
En el Sínodo de la familia se aseguraba: ningún cambio de doctrina, solo cambios en la pastoral... Ahora van a tumbar la Humanae Vitae, La Veritatis Splendor, el Catecismo de la Iglesia... et reliqua.
Nuestros Obispos, en su mayoría, callan y dejan que otros hablen, Pero las cosas se van poniendo cada día más tensas.
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A.G.:
Cierto, la Iglesia custodia, defiende con su vida el depósito. Es su misión. Es el motor vital y sobrenatural de los santos. Es su razón de ser.
(Edito las alusiones personales, que sabes que no publico en el blog)
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