(230) Diccionario de la crisis -I: ¿norma general en lugar de ley?

La crisis actual de fe que agobia a la Iglesia es la crisis del modelo fenomenológico. Un modelo que no da más de sí y que colapsó.

Con la expresión modelo personalista englobamos los dos personalismos, el explícitamente heterodoxo, como por ejemplo el de Bernhard Häring o Teilhard de Chardin; y el pretendidamente ortodoxo, como el de Bernhard Häring en su primera época, las justificaciones de Teilhard de Chardin por de Lubac, o todo el conjunto de obras divulgativas que reinterpretan la doctrina católica en clave personalista.

En este último grupo incluyo manuales y libros de divulgación usados para la formación del clero y del laicado.

No dudo en calificar la crisis actual de fe como crisis personalista.  Para obtener un conocimiento exacto del problema, es preciso conocer en profundidad los sutiles desenfoques doctrinales con que se puede recontextualizar la doctrina católica, aun con voluntad de ortodoxia.

Realizamos esta labor analizando los términos, conscientes de la importancia de clarificar nociones y conceptos para enfocar con claridad los males que nos aquejan. Tras la glosa del concepto incluyo algunas citas de obras de divulgación personalista, para que las distintas acepciones sean localizadas en sus contextos.

 

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NORMA (en lugar de ley)

Es el término con que el personalismo teológico se suele referir en general a la ley moral, sea la ley natural, la ley eterna, la eclesiástica o la civil, indistintamente. Con este vocablo se proporciona a la noción de ley un sabor inmanente, axiológico, ideal, arbitrario y convencional, más adecuado para resaltar la primacía de la persona particular sobre lo abstracto y general. De alguna manera, utilizando norma en lugar de ley moral se produce una nivelación de lo divino y lo humano, de lo inmutable y lo mutable. A menudo va asociada en plural al calificativo generales, “normas generales", para hacer alusión a los preceptos universales, y crear así una falsa dicotomía entre lo particular (lo concreto y personal) y lo general (lo abstracto y universal)

 

Contextos:

—«En efecto, muchos manuales de esa época [la anterior al Concilio] han sido tachados de exponer una teología moral juridiscista, en la que la norma era el canon exclusivo para juzgar la moralidad de un acto. Tal orientación conllevó una moral “casuista", tan poco animada por el espíritu del Evangelio. De hecho, la manualística de la primera mitad del siglo XX se fundamentaba en dos supuestos: la ley natural y la norma canónica» (AURELIO FERNANDEZ, Pensar el futuro. Apostar por la verdad y el bien en el siglo XXI, Palabra, Madrid 2003,p.140-141)

«la teología moral, en efecto, había cristalizado en una doctrina excesivamente rígida, que insistía de modo desmesurado en cuestiones como el pecado, la ley, el deber o las normas, lo cual conducía a ver la moral como algo extrínseco a la persona, como un mero conjunto de leyes y deberes promulgados por Dios, o por la Iglesia que se imponían desde fuera de la conciencia […] Ante esta situación algunos vieron en los principios  personalistas una posibilidad de salir de esta situación » (JUAN MANUEL BURGOS, El personalismo, Palabra, Madrid 2000, p.165)

«La moral tiene mucho más de deliberación, interrogación, paradoja, búsqueda o discernimiento que de demostración o mecánica de aplicación de principios y normas para resolver los dilemas de la existencia» (JULIO LUIS MARTÍNEZ S.I., Discernimiento y Moral en el Magisterio del Papa Francisco, Revista Medellín 168 / Mayo - Agosto 2017, p. 378)

«El tipo puro de moral religiosa es el “responsivo", el dialogal, en que el obrar moral es entendido como contestación a la llamada de una persona santa y absoluta. El arquetipo de la moral arreligiosa es la moral monologal, en la que todas las tareas éticas, todas las normas y leyes encuentran su centro de convergencia y su sentido en el yo humano y en su perfección. Toda ética religiosa que de un modo u otro presente todavía este rasgo, podrá, a lo sumo, pasar por una moral dotada de una super-estructura religiosa. » (BERNHARD HÄRING, La ley de Cristo, Herder - Barcelona 1961
Págs. 81)

«¿Existe una conciencia creativa? A mi parecer, la respuesta puede ser solamente un claro sí. Notando enseguida que la conciencia de aquél que está totalmente aferrado a preceptos rígidos y a normas prohibitivas no puede ser creativamente activa. Esta se aferrará literal y escrupulosamente, en la medida en que podrá, a las normas consideradas como algo inflexible.» (BERNHARD HÄRING, Norma y conciencia creativa, Il Regno, Attualità, 34, n. 615 (1989) 177-181)

«El que mide su relación con Dios en base a normas inflexibles entendidas de manera estática estará totalmente aferrado a la voluntad de obedecer a la letra hasta el punto de no ser capaz de cumplir espontáneamente las obras que nacen de la grandeza de corazón. […] Una vida completamente prisionera de rígidos preceptos y de prohibiciones termina siendo irremediablemente estéril, es decir, lo contrario de creativa. La conciencia, que está frente a conflictos normativos de preceptos que aquí y ahora se contradicen, que no parecen admitir ninguna flexibilidad y ninguna excepción, llegará a ser inevitablemente enferma con reflejos devastadores en la relación con el Dios legislador.» (BERNHARD HÄRING, Norma y conciencia creativa, Il Regno (Attualità), 34, n. 615 (1989) 177-181

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En Amoris laetitia se usa a menudo el concepto personalista de norma general como oposición a existencia concreta y situación particular. Por ejemplo aquí:

«Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano.» (Amoris laetitia 304)

Rodrigo Guerra en su justificación personalista de Amoris laetitia utiliza el vocablo en el mismo sentido, opiniendo lo general (universal) a lo particular, y negando con ello la universalidad de la ley moral:

«Quien quisiera que la norma moral se aplicara del mismo modo, de manera unívoca y directa, a todos los casos y circunstancias, prescinde tanto del método de la Encarnación como de la estructura de la reflexión moral que implica siempre una deliberación prudencial. No es más seguro, como algunos parecen insinuar, que la aplicación de las normas morales se realice de manera más o menos mecánica sin atender a las circunstancia concretas. La comprensión intelectual de la norma es necesaria pero no suficiente. Francisco, por eso, insiste:

Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares” (Amoris laetitia 304). (RODRIGO GUERRA, Para comprender Amoris Laetitia. Premisas y argumentos, respuesta a dudas. Revista medellín168 / Mayo - Agosto 2017, p.424)

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USO CORRECTO Y CATÓLICO DE LA PALABRA NORMA

La palabra norma puede tener un uso correcto, como cuando nos referimos a la normatividad y obligatoriedad de la ley. Ciertamente, la ley es norma en cuanto «prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; proscribe los caminos del mal que apartan de Dios y de su amor. » (Catecismo 1950). La ley moral es normativa, sin duda, en cuanto que «los diez mandamientos, por expresar los deberes fundamentales del hombre hacia Dios y hacia su prójimo, revelan en su contenido primordial obligaciones graves.» (Catecismo 2072)

Pero el personalismo teológico, en su aplicación a la teología moral, usa la palabra norma de manera ambigua, produciendo confusión. Para referirse a la universalidad de la ley, por ejemplo, utiliza la expresión normas generales, desenfocando notoriamente el sentido de la universalidad, opiniéndolo a lo particular, como si la ley moral no abarcara todos los casos particulares. La doctrina de la Iglesia, sin embargo, enseña que es una falsa dicotomía oponer la “generalidad” a la particularidad de la persona singular, pues «la ley moral comprende necesaria e intencionalmente todos los casos particulares, en los que se verifican sus conceptos.»  (PÍO XII, Discurso sobre la moral de situación 1952). Más correcto y católico que la palabra “general” es el calificativo universal.

La ley moral natural no ha de verse como una simple norma o costumbre o convención arbitraria intercambiable por otra a voluntad de quien manda (como opina el nominalismo); ni como una regla utilitaria, basada en historicismos o costumbrismos; ni en un pacto institucional, o una mera imposición autoritaria; no debe tampoco considerarse un constructo humano o institucional, a la manera de la norma de un club, una asociación o un partido político; antes bien, la ley moral, más que una norma desvinculada de la naturaleza humana, es la misma sabiduría de Dios dada al hombre, recibida por el hombre, mandada al hombre, conocida por su razón y por la revelación. Como advierte Veritatis splendor, alertando del uso inmanentista de la noción de ley:

 «En efecto, la fuerza de la ley reside en su autoridad de imponer unos deberes, otorgar unos derechos y sancionar ciertos comportamientos: “Ahora bien, todo esto no podría darse en el hombre si fuese él mismo quien, como legislador supremo, se diera la norma de sus acciones". Y concluye: “De ello se deduce que la ley natural es la misma ley eterna, ínsita en los seres dotados de razón, que los inclina al acto y al fin que les conviene; es la misma razón eterna del Creador y gobernador del universo”»  (S JUAN PABLO II, Veritais splendor, 44, citando LEÓN XIII, Libertas praestantissimum 1888)

 

El personalismo teológico profesa la centralidad de la libertad humana. Es por ello que prefiere evitar hablar de mandamentos que obedecer, y prefiere hablar de norma, como si la norma surgiera de la condición ética propia. Es por esto que en lugar de hablar de naturaleza, en la que están inscritos los mandamientos dados por Dios, prefiere hablar de eticidad de la condicion humana, para resaltar la centralidad existencial de la persona

Son desenfoques sutiles, que producen confusiones sutiles, aun con buena voluntad. Toda expresión desenfocada produce confusión. 

Son desenfoques sutiles. Aun de apariencia menuda, pixelan un tanto la doctrina católica. Si la verdad moral es transmitida sin nitidez, el enemigo se hace fuerte, y utiliza la distorsión para distorsionar.

Por ello es vital concentrar el fuego, batir la ráfaga sobre el punto confuso, realizar la incisión donde es preciso, para extirpar los errores y sanar el Cuerpo. Y es que en el catolicismo la importancia de la palabra es total. Porque el más mínimo desenfoque doctrinal induce a error. Y no es voluntad de Dios que el hombre yerre, sino que conozca la verdad y se salve.

 

David G. Alonso Gracián
 
 

17 comentarios

  
josep
por encima de las normas está la bondad de Dios.
13/12/17 10:49 PM
  
Juan Andrés
Tengo que reconocer mi incapacidad intelectual y de conocimientos específicos para entender como se puede congeniar toda esta parafernalia retórica tendiente a distinguir entre normas dictadas por Dios, ya directamente ya por medio de la ley natural, y conductas concretas. Y ello porque es claro que sin Él nada podemos luego hacer, si le amamos a Él luego cumpliremos sus mandamientos, si buscamos primero el Reino de Dios y su Justicia luego lo demás viene por añadidura, es decir se nos presenta todo prístino para su cumplimiento. Si tenemos fe, esperanza y caridad, movidos por la gracia nuestra alma se ensancha en el conocimiento de la Trinidad y su querer para con nosotros, por lo que no otra cosa se puede hacer -se busca con ahínco hacer en realidad, somos movidos a tal fin- en coherencia con ello que cumplir los mandamientos y la ley natural. Cuando se ama a Dios el cumplir la "norma" moral divina o natural no viene de fuera, parte de dentro, del alma, como un acto obligado por amor a Dios del que no podemos prescindir. De esto trata incluso el temor de Dios. Estamos frente a quienes creyéndose sabios se tornaron necios, sin duda. Un cordial saludo y espero se entienda.
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A.G.:
Es una parafernalia, desde luego, Juan Andrés. Más aún, es un plagio, porque todo lo que no es tradición es plagio.
13/12/17 11:50 PM
  
Luis Fernando
josep, no te has enterado de nada.
14/12/17 12:06 AM
  
carmelo
El demonio es muy culto y astuto. El manejo de las palabras con otros sentidos los convierte en un gas inofensivo e inodoro pero letal, mortal, la gente muere al tiempo, unos con más sentido del olfato detectan y se quitan, se cubren. El demonio Parece ser “un tipo bueno” como desean ser recordado muchos. Pero detrás de esa “bondad” diabólica, esta: la dualidad, el camino no de la Verdad, sino el camino a la muerte eterna del rechinar de dientes, la esclavitud, el retorno a Egipto.
Ante los cultos, e iluminados, maestros de la logia y enredadores, en el post oportunamente Don Alonso nos da referencias específicas. VS, PÍO XII, Discurso sobre la moral de situación y Catecismo 1950 y 2072.
Es que Jesús en el Desierto cuando el diabólico “Satanás” tentaba, (ese que tiene dos sentidos ambiguo, el que daba el conocimiento), Jesús siempre le hablaba con la Palabra, con la Sagrada Doctrina. “no solo de Pan vive el hombre” mateo 4. "Deuteronomio 8:3”
La mentira de hoy es predicar que no se puede vivir en continencia, que dejar de vivir en pecado mortal es imposible si ello tiene que exigir al cuerpo abstenerse de convivir como esposos sacramentales con quien no es el consorte sacramental (no solo de sexo vive el hombre). La apostasía de hoy es formular que esa condición por ser “imposible (nocivamente formulada)” no es la deseada por Dios (sustituida por lo que según yo es lo que Dios me pide y desea de mi). es decir: como si Dios exigiera al Pueblo caminar 40 años, y luego comer Mana del cielo por pura maldad o exigiéndole cosas malas a su pueblo elegido. es un acto de rebeldía puramente contra Dios mismo.
“el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan”, y eso tiene en común: violencia y el acto de arrebatamiento- y lo hace intentando pasar por encima a la revelación. No lo admiten porque para ello hay que "ser pequeño". eso no quita que el pequeño sufra tal violencia y arrebatamineto y deba hacerlo porque es el "deber, es justo y necesario darle gracias siempre y en todo lugar"


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A.G.:
Hace bien, carmelo, en relacionar la manipulación del lenguaje y lo demoníaco de la apostasía. Curiosamente, en toda crisis de fe ambos pasan por inofensivos.
14/12/17 2:20 AM
  
Ricardo de Argentina
Alonso, como tu blog se llama "Mirada en Perspectiva", me atreveré a hacer lo propio con el Personalismo desde una perspectiva histórica.

La sociedad argentina, que proviene de una matriz católica, estaba en el período entreguerras bastante alarmada y escandalizada por la inmoralidad creciente que arrastraba el liberalismo dominante. Hubo un famosísimo tango del año 1935 que expresó de una manera eminente esos sentimientos que eran compartidos por la mayoría de la población:
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CAMBALACHE Letra y música de Enrique S. Discéplo

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,barones y dublés.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente,ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,generoso o estafador...
¡Todo es igual!¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura, y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia junto a un calefón.
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No cuesta demasiado esfuerzo encontrar aquí una crítica reciamente católica y tomista (nótese la frase "Qué atropello a la razón"), hecha al mundo liberal que se nos colaba.
Por ese entonces la Iglesia predicaba y evangelizaba. Un año antes, en 1.934, Buenos Aires había sido sede de uno de los Congresos Eucarísticos más impresionantes y multitudinario que se hayan realizado. La ley moral se acataba en general, y servía para poner blanco sobre negro al relajo liberal.
Por ello el liberalismo puso a la ley moral católica como enemigo a batir: había que diluirla, relajarla, relativizarla, desprestigiarla motejándola de "rígida", "estrecha", "acartonada", "a-creativa", "estática", anquilosada", "legalista", "coercitiva", "castrante", "esterilizante", "asfixiante", etc., etc., etc. y más etc.
Pero este trabajo de demolición había que hacerlo DESDE ADENTRO para que fuese efectivo. El acoso y derribo de la doctrina debía ser hecho por católicos bautizados en nombre de la fe. Y ahí fueron a por ella los comandos del personalismo.
Tuvieron señalado éxito, siendo la crisis actual de la iglesia su más elocuente demostración.



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A.G..
Ricardo me ha llamado mucho la atención el tango, tiene mucho jugo. Toda una crítica a la Modernidad buenista:

Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente,ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseados.


En efecto, lo del atropello a la razón tiene mucha miga.
14/12/17 3:54 AM
  
Juan
¿330 o 230?
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A.G.:
Gracias Juan, lo corregí.
14/12/17 10:35 AM
  
Alex Salas
Josep, Los mandamientos son pura bondad de Dios, porque Dios quiere salvarte. ¿Acaso no leíste el Post?
14/12/17 3:45 PM
  
Palas Atenea
Muy sutil la diferencia entre norma general y ley. Me alegro de leer este artículo porque esa matización se me había escapado, sustituir una palabra por un sinónimo no es gratuito porque un sinónimo sólo tiene en común con la palabra en cuestión un cierto parecido. La prueba de ello es que "norma general" es aplicable a muchas cosas en las que "ley" no tiene cabida: "Es norma general saludar a los compañeros al entrar en la oficina". La norma general puede no obligar, la ley es de obligatorio cumplimiento. Por eso el Decálogo es un conjunto de leyes, no de normas generales.
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A.G.:
Así es. En mi opinión, además cumple una función eufemística, porque el personalismo, al poner la libertad en el centro, prefiere rebajar el término, para que parezca que la ley surge del ser humano como de su fuente.
14/12/17 4:43 PM
  
Palas Atenea
Bueno, lo que quería decir es que toda ley es norma general pero no toda norma general es ley, al menos en el habla coloquial, con lo que hablar de "normas generales" parece rebajar el imperativo de la ley. No sé si me había explicado bien.
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A.G.:
Exactamente es eso, rebaja el imperativo. Añade, además, un matiz de convencionalismo, que descuaja la ley de la naturaleza humana.
14/12/17 6:38 PM
  
josep
gracias L. F.
14/12/17 9:05 PM
  
Alonso Gracián
En definitiva, amigos, el asunto se resume en esto:

si se consideran los preceptos de la ley moral como normas generales, da la impresión de que proceden de la Iglesia, y por tanto pueden cambiarse.

Pero si se consideran, como se debe, participación de la sabiduría divina, ley eterna e inmutable, pues no tanto....
14/12/17 11:03 PM
  
Ricardo de Argentina
O sea cambiar la Biblia por el Contrato Social, ¿verdad?. O los Mandamientos (órdenes de Dios) por una moral consensuada.
Eso ya se había hecho en la política desde la Francesada. La novedad es que tal subversión antropocéntrica haya podido penetrar las defensas de la mismísima Iglesia.
El personalismo tuvo mucho que ver en eso, supongo.
15/12/17 12:18 AM
  
chico
Y, yo, cuando leo todo eso y así, me sigo preguntando: Pero, por qué nuestros Obispos y el Papa nos hablan de todo esto, no nos avisan no nos enseñan...... Da la impresión de que nos tienen en la Luna de Valencia, de que nos tienen abandonados, no nos cuidan para que nos vayamos al Cielo después de esta vida terrenal, etc. etc.
15/12/17 3:38 PM
  
Daniel
Sabrosísima la exposición y los comentarios. Hacen reflexionar.

Ciertamente el acto creador divino, que es perfecto, lleva en si la "forma humana", a imagen del Unigenito, Jesucristo. Y esa imagen-forma tiene que incluir la ley natural y la "norma" a la que debemos ajustarnos para realizar el bien que Dios nos exige. Prohibitivo (no comeras del fruto...no mataras, no cometeras adulterio, ni fornicación ni impurezas... etc), o impositivo (amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser...)
Pero ocurre, que la formulación "personalista" es untuosa, y se hace atractiva estableciendo a priori una situación "mala" (=legalismo generalizado) que debe ser sustituida por un marco anómico indefinido, y vágamente empaquetado con la etiqueta "responsabilidad libre y personal (=madurez=santidad cristiana...).

Bueno, estas son mis pobres reflexiones. Juan Andrés... Dios descubre a los sencillos lo que oculta a los pretendidos intelectuales... no andas lejos del Reeino de Dios.
15/12/17 4:02 PM
  
Raul
Profesor Alonso Gracian.
Aunque no tenga relación directa con el artículo me gustaría que me recomendara manuales básicos para el estudio de la filosofía escolástica, concretamente tomista.
saludos
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A.G.:
Pues es muy buena la Síntesis tomista, del P Garrigou-Lagrange OP. y sobre todo La predestinación de los santos y la gracia; la Historia de la filosofía medieval de Gilson no está mal, o los libros de nuestro sabio bloguero D. Eudaldo Forment, por ejemplo la excelente antología tomista Esencial, publicada por Montesinos. Recomiendo sobre todo sus posts aquí en Infocatólica, donde encontrará la sabiduría tomista explicada con rigor y en profundidad. Destaco también los artículos tomistas de nuestros blogueros Manuel Ocampo y Néstor Martínez.
19/12/17 3:18 PM
  
Longinos
Hola, me ha parecido muy interesante. Es verdad que se ha preferido no hablar de mandamientos que obedecer. Pero a veces no ha sido para mostrar que la norma proceda de la conciencia ética de la persona, sino de la realidad de su propia naturaleza, de forma que no obedecemos a una autoridad arbitraria, sino que Dios manda lo bueno porque es bueno.
Esto ha parecido necesario por el enorme rechazo actual a la autoridad, confundida con el autoritarismo, lo cual habría que hacérselo mirar.
En el camino, no se puede negar que se pierden o difuminan nociones importantes, como la propia noción de Autoridad de Dios, la de mandato y la de obligación. Es verdad que Dios manda lo bueno, pero no podemos olvidar que lo manda, y que hay obligación de practicarlo no solo ya porque es bueno, sino porque Dios lo manda. Al perderse esto, otra consecuencia es que no se entiende que Dios castigue, sino que el hombre sufre el mal como consecuencia de quedar expuesto a él al rechazar la guía y salvación de Dios y actuar contra su propia naturaleza humana.
31/12/17 4:43 AM
  
Emilio Jesús Alegre del Rey
Muchas gracias, además, por estas observaciones, Creo que debemos caer en la cuenta de que en algo andamos mal, cuando nos hemos incapacitado para escuchar abiertamente el Evangelio, pues Jesús enseña "con autoridad" (Lc 4,16).. Al pensar que todo se reduce a actuar conforme a nuestra naturaleza, y obviar el mandato de hacerlo así, no entendemos que Jesús nos diga "vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando" (Jn 15, 14) y tantos otros pasajes. Por el hecho de ser creados como personas, a imagen del Creador. no debemos olvidar la enorme desproporción entre el Creador y la criatura, base para una justa autoridad de la que son reflejo las autoridades humanas, Estudiar por qué en el hombre moderno está tan herido el concepto de autoridad, creo que sería una de las claves para entender el liberalismo y el modernismo.
Un abrazo en el Señor
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A.G..
Gracias Emilio.

La referencia a la autoridad de Dios es muy necesaria, desde luego, porque siempre nos confronta con nuestra pequeñez, y nuestra absoluta dependencia de Dios, incluso cuando no comprendemos sus mandatos.
31/12/17 5:14 AM

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