(229) Ráfagas e incisiones -II: La moral cristiana exige obedecer los mandamientos del Señor
La fenomenología de la persona tiende a enfocar los problemas morales bajo un punto de vista experiencial o axiológico. Es decir, centrándolos en la teoría de los valores, o en experiencias subjetivas. Ello conlleva una des-naturalización de la ley, que deja de ser considerada una participación del logos divino, para ser vista a la manera convencional, como una norma general arbitraria dada extrínsecamente.
—En ello insisten en general los formadores y divulgadores del personalismo. Configuran sus propuestas pastorales de futuro bajo perspectivas historicistas, o experienciales, deshabilitando el papel de la conciencia como función de la razón práctica, que aplica la sabiduría de Dios al caso. Coinciden más o menos, todos, en una instrumentalización de lo natural, para resaltar unilateralmente la experiencia religiosa subjetiva como fundante de la respuesta moral del sujeto. Se pretende, pues, reducir la moral cristiana a una valoración ética de los fenómenos de la experiencia religiosa, contraponiendo Evangelio a ley moral y oponiendo gracia y naturaleza. La moral cristiana deja de ser un conjunto de enseñanzas de la Iglesia (en nombre de Jesucristo, Logos de toda moral) para ser una experiencia de los valores del encuentro religioso.
En esto, como digo, coinciden en general los divulgadores del personalismo teológico. Veamos sólo algunos ejemplos entre muchos posibles:
«La moral del Nuevo testamento goza de una novedad radical, pues no es primariamente una enseñanza, sino una persona» (A. FERNÁNDEZ, Pensar el futuro. Apostar por la verdad y el bien: la Moral en el siglo XXI, Palabara, Madrid 2003p. 189)
«La moral cristiana no deriva de la ley natural.- A partir de lo dicho en el capítulo 5 (evitar reducir el cristianismo a un programa moral, pero tambien admitiendo que el mensaje moral forma parte integrante de la revelación), se ha de partir del hecho de que la moral cristiana no es una moral que deriva de la ley natural. La “inflación naturalista", como queda consignado, ha sido una vieja característica de los viejos manuales, anteriores al Concilio vaticano II. Pero una cosa es aceptar la ley natural interpretada con rigor y otra muy distinta es constituir esta ley como fundamento y razón última de la conducta del creyente.» (Ib., p. 187-188)
«la propuesta moral cristiana a las nuevas generaciones del siglo XXI debe partir no de las exigencias de la ley natural, ni de la voz autorizada del magisterio, ni tampoco del imperativo de los mandamientos, ni siquiera de la enseñanza evangelica, sino de un modelo concreto: la vida histórica de Jesús de Nazaret» (Ib., p. 196)
«Por ello el creyente en Cristo, al proponer el mensaje moral cristiano, ha de partir de la profunda convicción de que el primer dato de la fe y de la moral, la persona de Jesús, “está en alza” en la apreciación de la gente (lo que, en efecto, “está en baja” es la Iglesia)» (Ib., p.190-191)
«La experiencia moral nace de un encuentro interpersonal y éste es el encuentro con Cristo. Entendemos que la experiencia moral cristiana está fundada en la importancia existencial y salvífica del encuentro con Cristo» (A. CAYUELA, Personalismo y teología moral: la singularidad del encuentro con Cristo, Comunicación presentada en las I Jornadas de la AEP: “Itinerarios del personalismo”, UCM, 26-27 de noviembre de 2004) Visto en la página de la Asociación española de personalismo
«Pero en el cristianismo el fundamento de la ética natural es dinámico, es el dinamismo del hombre que responde libremente a la llamada de otro, una conciencia que es movida y activada por una llamada de otro, conmovida por el amor de Dios en Cristo Jesús. Para von Baltasar la fe dramática confronta la libertad y la experiencia concreta del hombre con el acontecimiento de Cristo. Es un encuentro interpersonal.» (Ibid.)
Esta experiencialización de la moral cristiana tiene consecuencias. Es un giro fundacional, por el cual la vida moral pasa de orientarse en torno a la sabiduría eterna de Dios (la ley moral) a dejarse guiar por la fenomenología de la experiencia religiosa personal.
Un descentramiento considerado un cambio de paradigma, por el cual se deja atrás el anterior, estático, despersonalizado, rigorista y legalista, por el nuevo, personalista, amable, dinámico y existencial. La espacialidad de la ley moral, inscrita en la naturaleza humana, es sustituida por la temporalidad del valor. El espacio inmutable de la ley es subordinado al tiempo cambiante de la experiencia. O dicho con otras palabras:
«la teología moral, en efecto, había cristalizado en una doctrina excesivamente rígida, que insistía de modo desmesurado en cuestiones como el pecado, la ley, el deber o las normas, lo cual conducía a ver la moral como algo extrínseco a la persona, como un mero conjunto de leyes y deberes promulgados por Dios, o por la Iglesia que se imponían desde fuera de la conciencia […] Ante esta situación algunos vieron en los principios personalistas una posibilidad de salir de esta situación » (J.M. BURGOS, El personalismo, Palabra, Madrid 2000, p.165)
«La moral tiene mucho más de deliberación, interrogación, paradoja, búsqueda o discernimiento que de demostración o mecánica de aplicación de principios y normas para resolver los dilemas de la existencia» (J.L. MARTÍNEZ S.I., Discernimiento y Moral en el Magisterio del Papa Francisco, Revista Medellín 168 / Mayo - Agosto 2017, p. 378)
«Por lo dicho aparece claramente que los conceptos propia salvación, leyes y mandamientos conservan toda su importancia. Pero en ninguno de ellos vemos la idea central de la moral católica. Más apropiado nos parece el concepto de responsabilidad, entendiéndolo en sentido religioso. En este sentido, podemos decir que su misma estructura verbal señala el carácter religioso, propio de la moral, que es el carácter dialogal respuesta : responsabilidad. Nos parece que por ella se expresa mejor la relación personal del hombre con Dios. El Dios personal dirige al hombre la palabra, mediante el llamamiento que le hace a cumplir su divina voluntad; responde el hombre al tomar una decisión y así se responsabiliza ante Dios.» (B. HÄRING, La ley de Cristo, Herder, Barcelona, 1961, p. 81-99)
Pero al descencentrarse la moral cristiana de la ley moral, se malinterpreta el papel de la gracia, cuyo papel se proyecta al seguimiento personal de Cristo, pero no al cumplimiento de la ley moral, como si ambas cosas se excluyesen:
«La gracia del Espíritu Santo no es algo accesorio, que se añade de una manera postiza a la ley nueva. Tampoco es exactamente una ayuda o una fuerza que se nos concedió después para que pudiésemos cumplir los preceptos de una ley exigente y difícil.» (B. HÄRING, la nueva Alianza vivida en los sacramentos, Herder, Barcelon, 1971, Pág.112)
El tópico en cuestión adopta esta forma:
“La moral cristiana no se basa en la ley natural, sino en el mensaje de Jesús.”
Con sutiles sutiles VARIANTES:
“El cristianismo no tiene una moral propia".
“La moral cristiana no se basa en el Decálogo".
“La moral cristiana no es una enseñanza, sino una Persona".
“La moral cristiana no consiste en cumplir la ley, sino en seguir a una Persona".
“Los Mandamientos no son lo fundamental de la moral católica, sino los valores evangélicos, la libertad humana o la respuesta personal y responsable que el hombre ofrece a Dios, en su propia situación”
“La moral cristiana no consiste en cumplir mandamientos sino en seguir a Cristo”
“La gracia no se da exactamente para cumplir los mandamientos, sino para el seguimiento de Cristo”
Etc.
PERO LA LEY NATURAL ESTÁ ORDENADA AL FIN ÚLTIMO
«Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y última» (Catecismo 1951), porque «el fin de la ley es Cristo para justificación de todo creyente» (Rm 10, 4). La moral cristiana tiene mucho que ver con la ley, en todas sus acepciones, porque la ley tiene por fin a Cristo. Creer que la moral cristiana no tiene que ver esenciamente con la ley es una insensatez llamada anomia. Es evidente, a la luz de los últimos acontecimientos eclesiales, que el personalismo, en teología moral, está derivando hacia la Teología de la Anomia.
—La ley moral, por tanto, está ordenada al fin último.- Y por ello, íntimamente conectada con la moral cristiana, que la recuerda, la codifica, la explica, la enseña. Y no por legalismo preconciliar, como cree el tópico personalista, sino porque su cumplimiento es condición de vida sobrenatural, y su transgresión grave supone su pérdida.
Conforme a la Palabra de Dios, la ley es condicion del seguimiento de Cristo: «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama» (Jn 14, 21); «en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.» (1 Jn 2, 3). «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor» (Jn 15, 10).
Por ley moral entendemos pues «el conjunto de preceptos que Dios ha promulgado para que, con su cumplimiento, la criatura racional alcance su fin último sobrenatural» (R.SADA y A. MONROY, Curso de teología moral, Palabra, Madrid 1989, p. 46.). Como sabemos, los preceptos que integran la ley moral se contienen en a) la ley eterna, b) la ley natural, c) la ley divino-positiva y d) las leyes humanas. Por eso, la ley, en cuanto divina, es eterna, natural y positiva; en cuanto humana, eclesiástica o civil (Ib. p. 48).
—Es doctrina católica tradicional, por tanto, que la ley moral se da para el fin último sobrenatural, y que la Nueva Ley sobrenatural es su perfeccionamiento y fin y no su cancelación. Y esto no implica que lo sobrenatural “derive” de lo natural, sino que lo natural es perfeccionado por lo sobrenatural, que lo subsume, pero no minimiza
Por ello, siendo la ley natural parte de la ley moral, ¿cómo es que la pastoral personalista gusta de desvincularla esencialmente de la moral cristiana, como si ésta sólo consistiera en la experiencia religiosa, o las enseñanzas que cada cual, con libre examen, extrae de los evangelios? ¿Cómo es que el personalismo considera legalistas los manuales basados en el cumplimiento de la ley natural?
En general el personalismo, como su paralelo la Nueva teología, hibrida el orden natural con el sobrenatural.- Y lo hace mediante un vago principio de inmanencia que ha dado enormes problemas a la teología dogmática, tal y como lo desarrollaron vagamente, cada cual a su manera, de Lubac (1896- 1991), Rahner (1904- 1984), Maritain (1882- 1973) y sobre todo Teilhard de Chardin (1881- 1955) y Blondel (1861- 1949). Este último ha contribuido notablemente a la propagación de este principio de inmanencia, que no es más que una hibridación del orden natural y el orden sobrenatural, con vistas a superar un supuesto extrinsecismo de la gracia y de la ley moral.
—Para huir de este extrinsecismo se personaliza lo sobrenatural de forma que lo natural queda suprimido, y desaparece la naturaleza, la ley natural, y la razón. De esta manera, para huir del mencionado extrinsecismo de lo sobrenatural, se minimiza la ley eterna, como si anulándola se resaltara el papel de la gracia y se eliminara esa supuesta extrensicidad. La naturaleza, la sustancia, las esencias quedan pulverizadas y transformadas en valores, y la ley natural reducida a normas abstractas generales.
La obsesión del personalismo teológico es evitar un supuesto extrinsecismo de la gracia y de la ley moral. En base a este prejuicio, heredado de la via moderna, construye como alternativa una pastoral de valores y fenómenos que contrapone enseñanza y experiencia, ley y gracia, mandamientos y seguimiento de Cristo. Esto produce un descentramiento de la moral cristiana cuyas primeras consecuencias son, por desgracia, la Moral de Situación y la Teología de la Anomia.
David G. Alonso Gracián
23 comentarios
Si es que los herejes, con o sin mitra, son bien poco originales.
_________
A.G..
La falta de verdadera formación es preocupante a todos los niveles. Alcanza, desde luego, a la jerarquía.
El error, como la novedad, su madrastra, nunca es original. Ya lo dijo, genialmente, Eugenio D´Ors: todo lo que no es tradición es plagio.
________ _________
A.G.:
Gracias por el ilustrativo y profundo testimonio. Poco se puede añadir.
_________
A.G.:
Palas Atenea, es que la ley natural es la misma ley eterna, la mismísima sabiduría de Dios. Enfrentarla a la ley nueva es absurdo. Es como enfrentar a Dios con su propia sabiduría.
De hecho, la cita de JM Burgos que referencia Ud. sobre la "cristalización" y la "rigidez" de la moral, solo puede entenderla quien conozca de primera mano el tipo de/EDIT/ espiritualidad voluntarista en extremo, con cuenta matemática de resultados y medición del grado de fidelidad a la propia vocación en función de los mismos. No es de extrañar que, llegado un momento, el péndulo se vaya para el otro lado haya individuos sometidos a este ambiente que acaben adoptando por reacción posiciones como las descritas en el post.
________
A.G.:
Estoy de acuerdo con lo que dice. Este voluntarismo que Ud- critica tiene tintes de absolutismo experiencialista, de falta de objetividad.
Como comprenderá, no puedo publicarle las alusiones concretas, se las edito. Es norma prudencial de este blog limitarnos exclusivamente a las ideas, sin hacer alusiones personales o institucionales.
Le leo despacio y lo vuelvo a releer y doy gracias a Dios porque nos provee de maestros leales a El. ¡Que bueno es poder seguir lo que usted escribe!
Estaba muy agobiada pensando que en el Vaticano algunos se querían cargar el evangelio por intereses contra la Iglesia, pero puede ser que estén equivocados creyendo que lo que piensan es lo adecuado y no un contradios. No todos los sabios aciertan en sus teorías y no todos los teólogos están vacunados de errores.
Seguiré orando pidiendo que Dios nos libre de equivocaciones, pero duele menos pensar que son fallos y no maldades.
_________
A.G.:
Gracias Martinna por su oración y su lectura atenta.
Mi reflexión hoy es la siguiente: ¿Cabe pensar en un personalismo que evite las nocivas consecuencias negativas que tú señalas? Pienso, por ejemplo en el Papa Juan Pablo II, o en Dietrich von Hildebrand.
¿Realmente se puede decir del pensamiento de este último que "La naturaleza, la sustancia, las esencias quedan pulverizadas y transformadas en valores, y la ley natural reducida a normas abstractas generales"? Así, tal cual. Acaso no se puede apreciar el peso óntico absoluto que él reconoce en los valores auténticos e integrarlo en la visión en la filosofía realista?
Actualmente la desviación abierta por la ambigüedad de la "Amoris Laetitia" cae en esa trampa fatal, y la publicación de la "orientaciones pastorales" de los obispos bonaerenses en las Actas de la Sede Apostólica, -por muy Papa que sea quien lo ha dispuesto- de ninguna manera puede invalidar el magisterio expresado sin ambiguedad en la Encíclica Veritatis Splendor del Papa Juan Pablo II, a la cual contradicen abiertamente las orientaciones pastorales de estos obispos a quienes el Papa ha otorgado su nulla ostat.
________ _________
A.G..
El personalismo de Wojtyla se fue mitigando bastante con el tiempo, le pasó algo semejante a Edith Stein, una maduración hacia la síntesis escolástica. Se nota, por ejemplo, en su estudio de San Juan de la Cruz. Distingo entre el personalismo de Wojtyla, que es una filosofía privada y no obliga, obviamente, y, por otra parte, el magisterio de S Juan Pablo II, que en lo esencial afirma la doctrina católica tradicional. Veritatis splendor es una síntesis magistral de la teología moral clásica, una obra importantísima, dados los tiempos que corren.
Von Hildebrandt es un personalista sui generis, no es personalista al uso, más bien a su manera. Es el más aprovechable, en mi opinión, y el menos personalista de los personalistas. Tiene cosas excelentes. Otras menos.
Los fragmentos ambiguos de AL8, como he explicado en otros posts, son más bien reflexiones personales y teología privada, no magisterio propiamente dicho. No puede cancelar la enseñanza católica de Familiaris consortio ni Veritatis splendor, porque nadie tiene autoridad para caducarla.
No soy nada culto como usted y como algunos de sus comentaristas. Pero tengo la certeza de que clarifica y sintetiza muy bien, diría que casi magistralmente, buena parte de las causas profundas de la gran crisis de identidad de la Iglesia en cuanto a su doctrina, y mucho más específicamente en cuánto a la doctrina moral. Crisis que que va de la mano de la directa aniquilación infame y terrible por la vía de los hechos de casi toda la escatología, Al fin y al cabo el inmanentismo y el horror a una ley moral absoluta e universal que denuncia son caras de una misma moneda, resultante de la falta de fe que deriva en complejo de inferioridad en algún momento dominante en buena parte de la Iglesia (parece que ya antes del Concilio Vaticano II). Complejo respecto a poder proponer la ley moral y la trascendencia / misterio de Dios y del hombre, hecho para servir y amar a Dios y destinado a la vida eterna, y no a una "felicidad" psicológica en esta separada totalmente de toda referencia trascendental / escatológica, como posible de cumplir / conocer para buena parte de la sociedad moderna. Esto no es opinión personal, es algo perfectamente comprobable en tantas homilías u otro tipo de discursos o enseñanzas que hoy se tienen oportunidad de escuchar, que o bien son perfectamente prescindibles y no dicen nada trascendente, o se quedan en el nivel voluntarista / inmanentista (perfectamente pelagianos, sin referencia a la gracia y la ley moral universal) y/o no tienen nada que decir sobre la vida moral objetiva en relación con la fe (salvo el tan manido amor buenista todo-"misericordioso"), impulsando una perfecta separación entre la fe y la vida, dejándolo todo en el mejor de los casos, como bien dice, a la experiencia del encuentro con Cristo (algo cómo que por otra parte se da como por supuesto y sobre lo que pocas indicaciones espirituales se dan).
La pérdida de la escatología y el al menos menosprecio de la ley moral objetiva en muchos ámbitos presuntamente de fe, y en bastantes pastores, es para mí un "tsunami" para la vida de la Iglesia y de las almas. Es tremendamente, muy trascendentalmente, dramático. Pudiera ser de vida o muerte eterna para muchos.
Tenía del personalismo una vaga idea no muy definida; algo de duda/sospecha pero en principio una opinión tendente a ser favorable a partir de las vidas presuntamente virtuosas de Maritain y Mounier. Pero, siendo ciertas las citas que expone, es muy cierto que la presunta ortodoxia deriva sobre todo en ese inmanentismo y primacía del subjetivismo de la experiencia personal sobre la ley moral objetiva que tan bien describe. Y de lo que tantas consecuencias a ojos vista se pueden hoy en día palpar, culminando en el capítulo 8 de "Amoris Laetitia".
Ahora bien, creo que mal haríamos en reducir el gran desarrollo de este camuflado virus modernista a la falta de formación o a una formación deformada. Una vez que las consecuencias anti-evangélicas, y de devastación para la Tradición, el Magisterio y la vida eclesial están a ojos vista para las personas básicamente instruidas y con algo de vida de fe que medianamente quieran profundizar en la realidad (lo cual con algo de amor al Señor debe ser lo natural) creo que es muy difícil que no haya una voluntad rebelde a los mandamientos y a la Voluntad de Dios, voluntad apóstata.
El discernimiento que sucita la Gracia siempre será "hágase en mi según tu voluntad".
La tención del hombre siempre será simular discernir a partir de un estado de básico conflicto de la gracia santificante y su voluntad. Ahí encuentra su sitio la apostasía para decir "Señor, Señor" pero no hago su voluntad sino la mía, la que me dicta mi conciencia.
Se sitúa en un legislador supremo. Pero el problema de este no es solo crearse una Constitución, sobre la otra sino es que sirve de engaño a quiénes ven la manzana atractiva. Se crea la impostura y se disparce como lluvia, lluvia que terminara llevándose la casa de la falsa casa y sus habitantes.
Ave María Purísima, Sin pecado concebida..
Pero para la naturaleza rescatada por los méritos de Cristo, la ley se constituye justamente en el camino hacia la auténtica libertad.
De ahí que, suprimir la gracia sólo se justifica "racionalmente" si -simultáneamente- se "borra" la caída original, haciéndola así innecesaria.
En esas condiciones, cada hombre tiene "garantizadas" sus buenas decisiones, cualesquiera sean.
Pero todo esto no son más que consecuencias "lógicas" o "ideológicas" de premisas falsas: negar la naturaleza caída y, por consiguiente, negar la necesidad y eficacia de la Salvación Redentora de Cristo.
Ahora bien, todo sería más o menos coherente si no fuese porque pretenden seguir llamando a esto Cristianismo. Aunque no creo que sea un error, sino la corona del engaño y el anzuelo perfecto para la perdición de las almas.
Necesitamos aprender, cada día.
Gracias a Palas Atenea por ponernos la piel de gallina con el "¿Por qué a mí, Señor?", del que he dado fe. El cristiano nunca está solo y siente ligero y como un don el peso de la silla vacía.
Gracias por ver Grego "un tsunami" en tantas pérdidas incluso entre personas destacadas de la Iglesia católica. Por ello escribí que aceptaremos no sin extremo dolor la voluntad de Dios de que no quede piedra sobre piedra (la devastación), porque en esa indispensable ruina nuestra hay corredención.
No todos los católicos están llamados a tener encuentros "místicos"
sensibles con Dios. Todos están llamados a, por gracia, cumplir sus mandamientos.
Aplaudo que defiendas el catolicismo auténtico, agradezco tantos temas tan buenos que compartes y tan bien como lo haces.
Como bien dices todos estamos llamados por gracia de Dios a cumplir sus mandamientos porque eso es amarle.
Juan, Andrés, Tomas, Mateo, Bartolomé...Eran distintos y diferente su discipulado pero igualmente sincero. El Señor trataba a cada cual según convenía... Lo que dices sobre sensiblería barata de algunos, pienso que la gente tenemos distintas sensibilidades y manera de expresarlas, debemos ser tolerantes con los sentimientos y la maneras de ser diferentes. No son menos auténticas. A mi los carismáticos, pentecostales, y otros me parecen sinceros en sus oraciones y maneras de vivir su relación con Dios.Unos tenemos una formación y vivencias y otros otra. Encuentro muy parecidas las experiencias de los místicos católicos, de los sufíes, de otros. Quizá sea ingenua o ignorante pero me conmueve su intimidad con Dios, que para mí la quisiera. Me parece bien que bailen, canten, alaben si surge así. Es cierto que debemos orar en la intimidad a solas con el Señor, pero los que están llenos de amor por El y lo manifiestan como hacia David, o los gitanos que le cantan y bailan son igual que el incienso, agua bendita o gregoriano
Solo es mi parecer, disculpa, no quiero contradecir nada.
Se ha insistido tanto en la parte de la causa segunda, que se ha olvidado que la causa primera es todopoderosa, y sus caminos no son nuestros caminos.
Esas acciones extraordinarias son ordinarias para Él, el sana, habla al corazón, conmueve las entrañas, purifica el alma, habla en lenguas para suplir nuestra negligente oración ("gemidos inegables"), profetiza y hace milagros. Es Él quien lo hace, y sin embargo nos hemos acostumbrado tanto a lo "normal" que la reacción ante sus obras suele ser el temor, la suspicacia y la huida.
Dios sigue siendo Dios, en tiempos de los apóstoles, hoy y siempre, y si entonces actuaba de este modo hoy también. ¿Dudamos de esto? :-)
Un saludo en la Fe
__________
A.G.:
Bien dicho.
Curioso sesgo el suyo. ¿Nos hemos acostumbrado a lo “normal”, a la “causa segunda”?
No haga reír, por favor. Los católicos a lo que estamos ACOSTUMBRADÍSIMOS es a la causa primera y a la acción inefable, sí, del Espíritu Santo.
¿Quiere un ejemplo? Lea: “recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les han sido perdonados; a quienes se los retengáis, les han sido retenidos”. Ésa es la acción del Espíritu Santo. Iterum dico: ÉSA.
¿Cómo en el tiempo de los Apóstoles? Exactamente así.
¿La suspicacia y la huída? No. Yo huyo de los estados alterados de conciencia y las sugestiones comunitarias, pero de la acción verdadera del Espíritu Santo no huyo: confesión y comunión, cuanto más, mejor. Ésa es la acción del Espíritu Santo.
En los dos primeros párrafos hace vd una exposición muy clarificadora del problema.
Después de este y de tantos otros textos suyos, queda meridianamente claro que Fenomenología y Personalismo son epígonos del virus nominalista, desgraciadamente inoculado en el pensamiento occidental y católico. Si se abandona el realismo metafísico, inevitablemente se incurre en la sacralización del más radical subjetivismo. Se impone entonces la voluntad sobre la verdad y triunfa el nefasto antropocentrismo de Pico della Mirandola señalado por vd en otros textos. Ley divina y ley moral son trágicamente disociadas, y por esta vía, siguiendo esta lógica perversa, se llega a la terrible consecuencia de despojar al hombre de la túnica inconsútil de su semejanza divina, dejándolo desnudo y alzado en una cruz que no redime, la del endiosamiento susurrado por el diablo: "seréis como Dios". De esa forma resulta que el Personalismo, pese a su pretendida exaltación de la persona, adonde realmente conduce es a la aniquilación de la grandeza del ser humano, al cercenamiento de su más alta dignidad, a dejarlo sumergido en el polvo de la tierra y a arrebatarlo del torno en el que el Divino Alfarero lo modela a su imagen y le insufla su aliento de vida.
A.G., el Señor que era, que es y que viene y su Madre Inmaculada le bendigan
________ __________
A.G.:
Gracias amigo José Díaz.
Creo que lo ha sintetizado tan bien, que podría utilizar su comentario de sinopsis, jeje. En efecto, el abandono del realismo ha sido nefasto, porque no es más que un abandono de la tradición, y por ello de la realidad. Parece exagerado afirmar esto, pero es que los cristianos vivimos de tradición. Es por tradición que nuestra razón se ilumina y capta el ser. Dependemos, dada nuestra condición, de saberes heredados. Todo pensamiento al margen de lo tradicional es, de una forma u otra, un regreso a la sinrazón del pecado original.
Pienso que el personalismo tiene aportaciones muy buenas, y que pueden ayudar a desarrollar la teología en la línea de San Agustín y Santo Tomás, que ya incorporaban la distinción de la dignidad personal en todo, y mantener eso es vital para no "mecanizar" la visión del ser humano en teología y evitar hacerla inaceptable. Pero lo que no puede hacer un teólogo o filósofo es partir del personalismo como quien parte de 0. Cualquiera que parta de 0 se equivocará necesariamente. Primero, porque aunque sea muy listo no será capaz de avanzar mucho sin la ayuda providencial de los padres y santos teólogos. Segundo, porque al partir de 0 ya demuestra que muy listo no es... así que el costalazo será multiplicado.
Un abrazo en Cristo y la Inmaculada
________ _________
A.G..
Desde luego, ese querer partir de cero es una gran locura, una especie de réplica del pecado original. Los cristianos vivimos de tradición, de saberes heredados. De hecho, hasta el darnos cuenta de la ley natural es heredado, porque nos remite al principio, cuando el Señor nos creó a su imagen y semejanza y para ello escribió en nuestro corazón su sabiduría.
Dejar un comentario