(219) Personalismo V: vanas pretensiones de realismo
COMENTARIO
«podemos apuntar, por un lado, la satisfacción por la tarea acabada y, por el otro, la conciencia de haber logrado al menos en cierta medida proporcionar una imagen global del personalismo y también de haberlo caracterizado de un modo suficientemente válido, primero, como una filosofía realista y, dentro de este amplio marco, como una filosofía nueva con unos rasgos lo suficientemente precisos como para distinguirla de otras posibles filosofías» (J.M. BURGOS, El personalismo, Palabra, Madrid, 2000, p. 194)
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Coincido con el autor de este libro en que en él se proporciona una buena imagen global del personalismo, y es un texto bien acabado y bien escrito. Sin duda, es un buen libro sobre el personalismo.
Pero no coincido con sus conclusiones ni con su estimación del pensamiento personalista.
Porque el personalismo ni es una filosofía propiamente hablando, cosa que evita ser, ni es realista en sentido metafísico.
—El personalismo no es una filosofía porque no pretende serlo; creo que por su asistematismo anti-abstractivo, o por la inconsistencia conceptual de sus principios fundacionales; también por su preterición del entendimiento al plano afectivo —es decir, a la voluntad.
Por eso, más que como una filosofía estrictamente hablando, podría caracterizarse como una idiosincrasia con ideo-sincrasia.
Y no es realista, porque es antimetafísico. Siendo antimetafísico —y teniendo en cuenta que la metafísica es el sustento conceptual del realismo —no puede ser realista.
Porque siendo el estudio del ente real el objeto propio de la metafísica, y siendo el personalismo contrario a la metafísica del ente real, no puede afirmarse por tanto que el personalismo sea ni realista ni clásico.
—Concedo que es benéfico y tiene elementos positivos, que pueden dar buen fruto; pero es algo nuevo, tan nuevo, que es poco tradicional, y en general neotérico (amante de novedades). Creo que esta palabra, acuñada por el tomista Romano Amerio, refleja bien la esencia del personalismo católico de Teilhard de Chardin, o de Rahner, por ejemplo.
No le niego por supuesto el carácter católico al personalismo: el personalista, en general, tiene voluntad de ortodoxia, es piadoso, y quiere respetar el magisterio eclesiástico. El problema, sin embargo, estriba en su debilidad de pensamiento, que le hace vulnerable a la toxina modernista, aunque no se identifique con ella, pero con la que interacciona inevitablemente debido a su orientación antropotrópica —esa tendencia al cristianismo secundario de la que habla Amerio en Iota Unum.
La debilidad interna, neorrenacentista, esencialmente utópica, de esta piadosa fenomenología de la persona, se concreta en:
1º) su carácter no-tradicional, transigente con la via moderna, reacio a lo antiguo, alérgico a lo medieval —que tanto menospreciaba Maritain—, y en general contrario a lo venerandum y lo tremendum de la via antiqua—. Pico de la Mirandola es su icono y antecedente más claro.
Y 2º) su visión nominalista de la función docente de la Iglesia, por confundir lo propiamente católico, lo bíblico-tradicional, con lo meramente oficial; por su afición a considerar la pedagogía magisterial en términos ensayísticos, privados, reflexivos, personales. —Se malentiende así el ministerio petrino, creyendo que los gustos teológicos personales de los Papas son un cuasimagisterio.
Entiende el personalismo que la verdad es ante todo verdad por ser promulgada por la autoridad, con lo que hereda el concepto de potencia absoluta del nominalismo; pierde el sentido de lo tradicional —en cuanto saber heredado— y padece por ello una visión terminista (=nominalista) de la obediencia, según la cual son los TÉRMINOS PERSONALES con que se expresa la autoridad contingente los conceptos mismos del Depósito.
—Es la causa por la cual las tesis ambiguas de la exhortación apostólica postsinodal Amoris lӕtitia han sido aceptadas sin dificultad por una gran parte del episcopado, clero y laicado, sin encontrar apenas resistencia: y es que el situacionismo puede ser defendido bajo presupuestos teológicos personalistas. Es un hecho. Véase si no la defensa personalista que del cap. 8 ha realizado Rodrigo Guerra en la Revista Medellín de la CELAM, criticada con eficacia por Bruno M. en este post y por mí mismo en este otro.
14 comentarios
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A.G.:
Gracias. En efecto, es eso, como una absolutización de lo humano, de esa que tanto gustaba al humanismo renacentista. El voluntarismo como virus de la Modernidad.
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A.G.:
Gracias antonio. Es un tema importante y delicado y hay que afilar el bisturí.
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A.G.:
Propiamente hablando, no existe una filosofía personalista, porque no es una filosofía, como digo en el post. Más bien es un constructo conceptual basado en análisis fenomenológico, valores, emociones y tópicos humanistas.
Los trabajos personalistas de Karol Wojtyla no son magisterio, ni obligan. El personalismo, además, ha sobredimensionado lo personalista de Wojtyla, cuyo pensamiento fue evolucionando.
Por cierto, que hay algunos trabajos suyos que están bien, precisamente por ir superando el personalismo-. Se fue liberando de él progresivamente.
En su magisterio, Fides et ratio, por cierto, se reivindica la metafísica, lo cual es muy significativo.
Te has superado, Alonso. Este artículo está para el bronce.
Nos estás regalando, sin aviso y sin anestesia, las claves para entender con una claridad deslumbrante, el derrotero de la decadencia filosófica que han ido recorriendo las últimas generaciones de católicos, llevados de la mano de sofistas sibilinos, sedicentes "católicos".
Decadencia cuyos frutos amargos estamos padeciendo ahora en lo doctrinal, en lo eclesiástico, en lo sacramental, en lo litúrgico, en... bueno, en todo.
MIL GRACIAS.
Dios te lo pague abundantemente.
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A.G.:
Gracias Ricardo.
Como bien dices el personalismo supone una enorme decadencia. Lo peor está en que ha sido asumido, por la mente católica común, como la "filosofía" oficial de la Iglesia, y esto ha producido y produce grandes daños a la vida cristiana. No dudo en afirmar que contiene un virus des-catolizador muy grande. Porque la fe que se monta sobre este constructo a menudo no es más que un castillo de naipes o mera opinión piadosa. Para muchos, sobre todo los docentes, Maritain, de Lubac, Mounier, Marcel, etc., son prácticamente magisterio.
He leído con mucho detenimiento sus posts dedicados al personalismo. Le agradezco enormemente su claridad y fundamentaciones.
A título personal, participé durante unos años en la Asociación Emmanuel Mounier de Argentina, que vino a fundar el Dr. Carlos Díaz (anterior presidente de la Sociedad Española de Personalismo, si no me equivoco). Asistí a varios de los Cursos que impartió en mi país. Su alergia al tomismo era explícita, pública y motivo de burlas de su parte. No perdía ocasión de referirse al tomismo con sarcasmo, diciendo "to-mismo", "to-mismo", como un neologismo campechano de "todo lo mismo, todo lo mismo". La ventaja que veo en esa personalidad tan hostil era su franqueza. Por el contrario, J. M. Burgos -a quien también conocí personalmente- es una persona más sencilla (menos irritante, si se me permite) y abierta al diálogo -me refiero en las conferencias y seminarios- y creo que su carisma tiene mucho que ver en la difusión y expansión de sus obras... Claro está, las cosas son o no son, independientemente de quién las diga y cómo se digan.
Un saludo muy cordial.
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A.G.:
Gracias por su comentario Marisa.
Como bien dice, y ha descrito, el personalismo cree presuntuosamente haber superado el tomismo, y presume de ello. Menosprecia la escolástica, y presume de ello. Resulta pasmosa la superficialidad con que cancela la tradición metafísica de la Iglesia, resulta inaudita la facilidad con que se pone fecha de caducidad a Santo Tomás. Y todo, ¿para qué? para irse en pos de una amalgama de tópicos humanistas y de mucho sentimentalismo moralizante.
He llevado una vida -que ya se ha hecho larga- sin entender el catolicismo de muchos católicos. Un catolicismo vergonzante, ansioso de ser aceptado por el mundo. Un catolicismo donde los catecúmenos (o sea los convertidos de grandes) en vez de aprender, daban lecciones de mundanidad a los "católicos de siempre". Un catolicismo que buscaba "refundarse", para hacerse tolerable y viable a los ojos mundanos. Un catolicismo donde los seminaristas estaban ansiosos de convertirse en curas "reformadores de una Iglesia carca", y cuando lo lograban se habían convertido en traidores progres.
Me he quedado peripatético con Paulo VI, quien luego de escribir Humanae Vitae, desautorizó pública y alevosamente a un buen obispo que sancionó a sacerdotes que negaban su magna encíclica (caso Washindton). ¿Esquizofrenia? No, Maritain. Un Maritaim que Paulo VI admiraba sin tapujos, no obstante lo cual concedió una audiencia privada al P. Cornelio Fabro, insigne impugnador de la modernidad, a quien le dijo que había leído todos sus libros (¿?)
Me he quedado bizco con S.J.Pablo II, un gran papa, pero que ha tenido puntos negros inexcusables:
* El beso del Corán.
* El aquelarre de Asís.
* El permiso de comulgar en la mano, universalizando una desobediencia que era acotada e injustificable.
* Nula persecución de las herejías.
¿La explicación? Padeció personalismo, y me alegra saber que con los años se fue librando de él.
Sí Alonso , es como dices: el personalismo es una patología católica causada por el virus de la modernidad.
Se trata de una enfermedad peligrosa, no sólo porque puede llevarte a la muerte, sino también porque es difícil de detectar: quienes lo padecen aparentan ser católicos y ellos mismos, se sienten plenamente católicos.
El personalismo se me hace, en suma, una sofisticada tecnología de lavado de cerebros. Qué digo, más bien una sutil tecnología de lavado de la fe y de perdición de las almas.
Propongo agregar esta letanía:
"Del personalismo, líbranos Señor".
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A.G.:
Cometieron errores de gobierno, porque los Papas no son dioses, pero en general fueron buenos Papas, porque en su magisterio afirmaron la verdad católica, más allá de sus gustos filosóficos. Fíjate la Humanae vitae, o la Veritatis splendor, qué documentos tan potentes, afirmando la verdad moral, natural y revelada, con claridad.
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A.G.:
En general el magisterio de Pablo VI es muy luminoso. Encíclicas bellas, de lenguaje preciso y cuidado, de doctrina tradicional. De San Juan Pablo II, aparte de esa gran síntesis de teología moral que es Veritatis splendor, me agrada especialmente Fides et ratio y su reivindicación de la filosofía del ser.
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A.G.:
"¿No es un poco fuerte decir que un personalista no es católico?"
Si ha leído el post, comprobará que yo no afirmo eso. Yo no digo que un personalista no sea católico. Lea por favor. Digo que NO NIEGO que el personalista sea católico, pues tiene voluntad de ortodoxia, si bien ésta es entendida de manera nominalista.
Muchas gracias.
Leyendo esto te explicas muchas cosas.
- "El personalismo no es una filosofía por sus prejuicios antifilosóficos, por su asistematismo anti-abstractivo". El personalismo no tiene prejuicios antifilosóficos, sino tan sólo prejuicios contra algunas formas de hacer filosofía (peor para él). Que no sea sistemático no significa que no sea filosófico (véase Platón). Tampoco que huya de la abstracción significa que no sea filosófico (véase Kierkegaard).
- "No es realista porque es antimetafísico". No es antimetafísico de cualquier metafísica, sino de una metafísica muy concreta. No toda la metafísica en filosofía tiene por qué ser metafísica escolástica. Las razones de por qué no es realista a mí me parecen más bien otras: por el carácter inconciliable que está a la base del personalismo entre las cosas (res, realitas) y las personas. Así que concuerdo en que el personalismo no puede ser realista, pero por razones diversas.
- "Su carácter no tradicional". Yo veo a muchos personalistas recuperar elementos de Platón, San Agustín, Ricardo de San Víctor, etc, etc. Incluso del propio Santo Tomás. Quizá el problema sea que el término tradición no sea tan unívoco como parece, o que habría que distinguir un uso teológico y otro filosófico.
- "Su visión nominalista de la función docente de la Iglesia". No lo acabo de entender, así que evito comentar. Pero me parece que el personalismo en general no entra en cuestiones de dogmática eclesial. Habría que distinguir el personalismo como movimiento filosófico y los católicos que se acogen a él (Burgos, Díaz). Sin embargo, una de las peores cosas del personalismo de algunos autores es su criptocatolicismo o cristianismo vergonzante.
- Afirmamos por tanto que el personalismo no puede ser realista porque (...) defiende la subordinación del entendimiento a la voluntad. Tampoco creo que su antirealismo venga por esta razón, sino por la que he expuesto arriba. Y por otro lado, que la voluntad (entendida como amor) esté por encima del entendimiento tampoco me parece tan grave, habida cuenta de que en la Iglesia tenemos venerandas órdenes religiosas que así lo defienden (agustinos, franciscanos, carmelitas).
Y gracias por la oportunidad que brinda para debatir estas cuestiones.
al plantearme sus objeciones, precisamente, parte de una concepción personalista de la filosofía, muy diferente a lo que la tradición de la Iglesia entiende por filosofía. Esta visión tradicional es la que yo expongo y defiendo, y me sirve de contraste.
No puede haber filosofía sin consistencia conceptual estructural (sistema). No puede haber filosofía si se subordina la razón a la voluntad. No puede haber filosofía si no se cree en la filosofía. Habrá otra cosa: literatura, reflexión, introspección, meditación, cavilación personal, ideo-sincrasia, pero no propiamente filosofía, en sentido tradicional, en sentido católico. Porque de eso se trata, no de Platón en sí mismo (que por cierto sí que era sistemático), ni de Kierkegaard en sí mismo (que no era sistemático en sentido hegeliano, pero sí que tiene un cuerpo conceptual bastante bien organizado, incluso en etapas y períodos), sino de filosofía en sentido católico. Es que el personalismo no pretende ser propiamente sistemático.
Por otra parte, de su comentario se desprende que Ud. cree que puede haber otra metafísica que no sea la metafísica. A lo cual respondo, contra el relativismo, que no. Metafísica solamente hay una. Sus principios, fruto de la Veterum Sapientia y de la mente de grandes santos y filosófos, constituyen precisamente un conjunto de verdades irrenunciable. Alejarse de la filosofía del ser, tal y como la providencia divina ha ido configurando a través de generaciones, es temerario.
Lo mismo respecto al realismo.
Apartarse del sistema tradicional de verdades filosóficas, y concretamente metafísicas, forjado a través de los siglos con el concurso providencial de Dios, es altamente temerario. Y por supuesto va contra la tradición filosófica de la Iglesia, que es la escolástica aristotélico-tomista-agustiniana.
Pero es un combate fundamental, yo diría básico, porque si no la tenemos clara, ¿hacia dónde vamos a avanzar?.
Y no puedo dejar pasar la ocasión de mencionar, porque hace al caso, la noticia de Infocatólica sobre el Card. Müller, que ha prologado una obra que critica a los autores de las "dubia", de la ·"correcto filialis" y también a Steifer. Concretamente, Müller defiende que se puede permitir la comunión de los divorciados sin negar la doctrina católica. Lo cual me parece alucinante.
Si es sincero en lo que afirma, está cometiendo un error de discernimiento gravísimo.
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