(213) Tópicos del personalismo, II: semipelagianismo, prejuicios contra la razón, pusilanimidad
1.- El católico actual, por regla general, vive en el paradigma personalista.- Posee una idiosincrasia propia, a la que adhiere una ideo-sincrasia particular, un conjunto de prejuicios antropológico-teológicos cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar, y suministra el modelo para la resolución de problemas pastorales.
2.- Despertar del paradigma va a ser doloroso.- Hemos sido educados en él, hemos crecido con él, hemos sido católicos a través suya, vivimos y creemos inmersos en su atmósfera antimetafísica, antropocéntricamente devota. Recuperar la virtud de la racionalidad va a ser difícil, si antes no se descartan los prejuicios antiescolásticos que la mente católica ha heredado de la fenomenología de la persona.
3.- Quisiera el personalista nato que Dios reconociera al hombre como causa primera, y no causa segunda. ¿No parece a menudo, en su ideo-sincrasia, que quisiera a Dios como causa coordinada, que sólo se sumara, cual mera observadora, a la humana voluntad, causa primera también? Toda sobrevaloración de las posibilidades reales del hombre adámico, de origen voluntarista, tiende naturalmente al semipelagianismo, y es subjetivista en esencia.
4.- Cuánto rechina en los oídos personalistas que el ser humano sea tan sólo una causa segunda, dependiente de Dios para todo y no protagonista, necesitada de redención y auxilio constante, y no señora de sí misma ni autorredentora “con la ayuda de Dios"; cuánto rechina a su naturalismo “teocéntrico" —no por teocéntrico menos naturalista ni menos antropocéntrico— que salvarse no depende principalmente de él, sino de la gracia.
5.- Y en cuanto a la conversión, no cree el personalismo tanto en la teologalidad, como en el diálogo; no tanto en el recibir, como en el intercambiar. De ahí su preferencia por expresar la conversión en términos de interacción, y no de recepción, elección y predestinación.
6.- El mito del misteriosismo.- Parece al personalismo que en la vida cristiana todo es misterio, y nada es cognoscible ni comprensible por la razón, y que todo esfuerzo de comprensión es racionalismo. Parece al personalismo que es poco en la fe lo que se puede conocer. Y con ello se van arrancando del poder la razón cada más ámbitos de la realidad. Mas no todo le parece misterio incognoscible. Que todos se habrán de salvar, porque Dios es bueno, sí parece poder saberlo con seguridad, que eso no es misterio ni vana presunción, como enseñaba Trento (ses. VI, cap. IX). Y así cree, con imprudencia suma y sin sentido del misterio, que Dios no puede castigar, ni condena para siempre, porque es bueno…
8.- ¿El mayor bien es evitar la confrontación?.- Parécele al personalista, por el pacifismo que ha heredado del progresismo, que donde hay violencia no puede haber cristianismo. Olvida que existe una violencia justa, que en ocasiones es necesaria e incluso debida. Y es que es preciso y justo y necesario defenderse de un injusto agresor, tutelar el bien común y garantizar el orden público, o incluso combatir el propio yo carnal, conforme a las palabras de Nuestro Señor: Desde el tiempo de Juan Bautista hasta el presente se consigue el reino de los cielos por la violencia, y aquellos que se violentan lo arrebatan (Mt 11, 12)
9.- ¿Por qué parece, entonces, al personalismo, que toda confrontación es mala? ¿Por qué anhela firmar la paz con sus cuatro enemigos: mundo, demonio, carne y modernismo? Porque tiene un concepto absoluto de la persona, a la que considera causa primera y no causa segunda. De este concepto absoluto se desprende su falta de comprensión de la expiación como fruto del castigo. Y porque de este absolutismo de lo personal procede el absolutismo de lo interpersonal, es decir, del dialogo.
10.- De su concepto absoluto de la persona como causa primera, se desprende su incomprensión del bien de la propia aceptación del castigo, en cuanto violencia recibida. Cree que toda violencia es mala, y por tanto no entiende la expiación. Por eso no entiende el sacrificio de Cristo, no entiende que su Pasión se produjera, ante todo, para aplacar la ira del Padre. Por eso prefiere entender la Misa como banquete pero no como sacrificio expiatorio, que siempre considera injusto, porque injusta le parece toda violencia y toda pena. Por eso al personalismo le falta épica, le falta belicosidad, le falta heroísmo y le falta virilidad. Virtudes, a fin de cuentas, del verdadero cristianismo.
14 comentarios
Saludos cordiales.
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A.G.:
Gracias Néstor.
El personalismo es exactamente lo que dices: El personalismo consiste ante todo en la alergia a los conceptos de sustancia, esencia, naturaleza. De esta alergia al realismo metafísico procede su tendencia al situacionismo, de índole sin duda nominalista.
Por supuesto, hay una clara visión existencialista de la fe.
Néstor, espero impaciente abordes este tema también jeje. Se precisa darle la puntilla a este asunto y aunar fuerzas para ello, concentrar el fuego.
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A.G.:
Sin duda, chico. Durante el posconcilio la "filosofía" estudiada ha sido el personalismo, y la teología, pues la Nueva Teología. Causa pasmo, además, escuchar a los teólogos de este estilo la ligereza y complejo de superioridad con que confiesan su alergia al tomismo. Como si uno pudiera apartarse del Doctor Angélico sin grave daño.
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A.G.:
Justamente es eso, un híbrido convertido en paradigma.
Y es muy cierto: la falsa antítesis tener-ser ha logrado desenfocar gravemente las enseñnzas cristianas.
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A.G.:
Asi es, Ricardo, yo creo que es uno de los tópicos más difundidos. De origen progresista, paréceme.
¿Más coincidencias? Murieron a edad muy avanzada en el mismo año del Señor de 1.973, y se convirtieron al catolicismo luego de casados.
Y como si esto fuera poco, los dos dejaron una huella profunda entre los católicos de su tiempo.
Es difícil encontrarse con biografían tan paralelas.
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A.G.:
Releyendo sus obras estaba precisamente pensando en ese paralelismo. Me has leído la mente.
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A.G.:
Lo has expresado muy claro: urge el conocimiento.
- "El mismo sistema económico y el proceso de producción redundan en provecho propio, cuando estos valores personales son plenamente respetados. Según el pensamiento de Santo Tomás de Aquino,25 es primordialmente esta razón la que atestigua en favor de la propiedad privada de los mismos medios de producción. Si admitimos que algunos ponen fundados reparos al principio de la propiedad privada— y en nuestro tiempo somos incluso testigos de la introducción del sistema de la propiedad «socializada»— el argumento personalista sin embargo no pierde su fuerza, ni a nivel de principios ni a nivel práctico. Para ser racional y fructuosa, toda socialización de los medios de producción debe tomar en consideración este argumento. Hay que hacer todo lo posible para que el hombre, incluso dentro de este sistema, pueda conservar la conciencia de trabajar en «algo propio». En caso contrario, en todo el proceso económico surgen necesariamente daños incalculables; daños no sólo económicos, sino ante todo daños para el hombre" (Juan Pablo II, LE 15).
"La Encíclica del Papa Pablo VI señalaba esta diferencia, hoy tan frecuentemente acentuada, entre el « tener » y el « ser »,51 que el Concilio Vaticano II había expresado con palabras precisas.52 « Tener » objetos y bienes no perfecciona de por sí al sujeto, si no contribuye a la maduración y enriquecimiento de su « ser », es decir, a la realización de la vocación humana como tal. Ciertamente, la diferencia entre « ser » y « tener », y el peligro inherente a una mera multiplicación o sustitución de cosas poseídas respecto al valor del « ser », no debe transformarse necesariamente en una antinomia. Una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: en que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que no poseen casi nada. Es la injusticia de la mala distribución de los bienes y servicios destinados originariamente a todos.
Este es pues el cuadro: están aquéllos —los pocos que poseen mucho— que no llegan verdaderamente a « ser », porque, por una inversión de la jerarquía de los valores, se encuentran impedidos por el culto del « tener »; y están los otros —los muchos que poseen poco o nada— los cuales no consiguen realizar su vocación humana fundamental al carecer de los bienes indispensables. El mal no consiste en el « tener » como tal, sino en el poseer que no respeta la calidad y la ordenada jerarquía de los bienes que se tienen. Calidad y jerarquía que derivan de la subordinación de los bienes y de su disponibilidad al « ser » del hombre y a su verdadera vocación" (Juan Pablo II, SRS 28)
"Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria" (Benedicto XVI, CV 42).
Saludos cordiales
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A.G.
SJuan Pablo II y Benedicto XVI aprovecharon las nociones acertadas que hay en el personalismo. Es algo que reconocí y afirmé en el post anterior, primero de esta serie.
¡Es de cajón que toda herejía que se precie (y con más razón sus variantes encubiertas) tiene que tener partes de verdad!
Muchísimo más todavía una doctrina como el personalismo que se presentó y que se vendió como un aporte ortodoxo al pensamiento cristiano. ¿Cómo no va a tener muchas partes de verdad?
A mí me cuesta encontrar la palabra exacta para calificar a quienes hacen hincapié en la parte correcta de las herejías, de las cripto-herejías, de las semi-herejías y de las proto-herejías. ¿Cómo llamarlos?
Los católicos, por gracia de Dios, tenemos gloriosos exponentes de las verdades cristianas que lucen en sitiales de honor. No tenemos ninguna necesidad de ir a buscar las verdades a los cambalaches donde -como bien lo expresa el tango titulado justamemente "Cambalache"- yace la Biblia junto a un calefón.
entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna?
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A.G.:
Sí esa es la razón secundaria de la Pasión . La razón principal es reparar la ofensa al Padre y darle gloria aplacando su justa ira.
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A.G.:
No se exceda, nadie está afirmando aquí que el magisterio de Juan Pablo II sea herético. Se trata del personalismo en sí mismo, de sus defectos.
Respecto al personalismo de Wojtyla, en cuanto obra teológica privada, que en modo alguno es magisterio, es licito disentir e incluso preferir otro tipo de teologías y filosofías.
Lo que tiene de bueno el personalismo ha sido ya aprovechado por San Juan Pablo II y Benedicto XVI, como he repetido varias veces. Criticar la filsofía personalista es perfectamente lícito. No tenemos por qué considerar intocable ni magisterial la filosofía de Maritain, Marcel, Mounier, etc, ni siquiera la filosofía privada de Wojtyla ha de ser tomada como magisterio en modo alguno.
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A.G.:
jaime le publico este comentario, pero ninguno más en ese tono excesivo. Es mejor debatir con asespsia emocional y objetividad.
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A.G.:
El hombre por el pecado se vuelve por naturaleza hija de la ira. Es el Sacrificio del Hijo el que repara la ofensa, y satisface el Padre. Esta reparación da gloria a Dios y confiere al Hijo el poder de salvar a los hombres.
El fin último por tanto, de la vida cristiana, es la gloria de Dios, no la santificación de los hombres, que es fin secundario.
Dios ama al hombre por ser su criatura, pero lo aborrece por razón de su pecado. El sacrificio del Hijo es redentor porque suprime la causa de aborrecimiento y rescata al hombre, para que de inmundo e hijo de la ira, pase a ser amigo de Dios, por la gracia santificante recibida en el bautismo.
Alonso Gracian, esta frase me la copio, la prefiero a las mejores del personalismo.
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