(195) Crisis actual y absolutismo oficialista
1.- Cuando la inteligencia se pervierte, desvinculándose de la Tradición y las tradiciones, deviene en modernismo, y supone su ocaso.
2.- La perversión de la inteligencia es causa próxima de la crisis modernista. Y esta pandemia tiene un medio de transmisión: el oficialismo absolutista.
3.- Cuando la mente católica se vuelve neotérica —amante de novedades, huérfana de Tradición y tradiciones—, su sentido de la obediencia se pervierte, se vuelve nominalista. Al faltarle sentido de dependencia respecto de los saberes heredados, se hace adicta al autoritarismo, necesitada de tiranía. Concibe la autoridad como fuente de verdad, y malentiende la función docente de la Iglesia. Cree que la autoridad es artífice de verdades nuevas, o que un texto magisterial puede sustituir o cancelar otros, y tiende a esa novedad con ansiedad y afán de sumisión. Es el absolutismo.
4.- A la perversión de la inteligencia, por su independización de la Tradición y las tradiciones, preceden dos causas remotas: una insana curiosidad, con su lujurioso afán de novedades; y una obstinada soberbia, esencialmente antitradicional, esclava de la praxis del aquí y ahora.
Como explica San Pío X en la monumental Pascendi, en 1907:
«Para un conocimiento más profundo del modernismo, así como para mejor buscar remedios a mal tan grande, conviene ahora, venerables hermanos, escudriñar algún tanto las causas de donde este mal recibe su origen y alimento.
La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualesquier errores.»
5.- Si la mente católica, en un acto de sedición, se independiza de la Tradición y las tradiciones de la Iglesia, malentiende el Magisterio —que es notario y guardián del Depósito—, y malentiende la fe, que entra en crisis. ¿En qué fundamentar, entonces, la obediencia religiosa? Pues en la mera autoridad, entendida en sentido nominalista, como potencia absoluta: un poder oficial independiente de la Tradición y las tradiciones, que puede revolverse contra el magisterio anterior sin conflicto alguno —y además sin parecerlo, con la delicadeza y protocolo de un gran eufemismo disolvente.
6.- Es un delirio de la razón católica. Como enseñaba Gregorio XVI, en la enciclica Singulari Nos, 1834, condenando a Lamennais (1782-1854):
«Es muy deplorable hasta qué punto vayan a parar los delirios de la razón humana cuando uno está sediento de novedades y, contra el aviso del Apóstol, se esfuerza por saber más de lo que conviene saber»
7.- La actual crisis eclesial que vivimos es una crisis de la mente eclesial, que quiere obedecer más de lo conveniente, y quiere mandar más de lo conveniente. Y que cree, como potencia absoluta, que la autoridad es dueña del bien y del mal.
Conviene recordar aquí unas pertinentes palabras de Ratzinger:
«El Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad.»
(Joseph Ratzinger, en la presentación de Mulieris digintatem. 30 de septiembre de 1988)
Y en su homilía en la toma de posesión de su cátedra en la basílica de San Juan de Letrán, 7 de mayo de 2005:
«El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley. Al contrario: el ministerio del Papa es garantía de la obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y alteración, así como frente a todo oportunismo.»
CONCLUSIÓN Y DIAGNÓSTICO
15 comentarios
Quien ahora viene con novedades sobre lo que con certeza hemos creído en la Iglesia, ni cree en el Espíritu Santo, ni cree en la autoridad del que sabe, porque todo lo sondea.
Este el el pecado original, presente con más vigor que nunca en nuestros días; dudar de la palabra de Dios revelada e interpretarla conforme a nuestros juicios adaptándola a las circunstancias, relativizando la verdad y haciéndola depender de una misericordia que lo único que pretende es acomodar la vida, sin responsabilidad de los actos y engañando a quien debe de luchar por su salvación a la manera del Señor, para alcanzar la felicidad auténtica y no una pasajera y cortita; desautorizado además su palabra.
El Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad.
(Joseph Ratzinger, en la presentación de Mulieris digintatem. 30 de septiembre de 1988)
Dijo algo muy parecido en su toma de posesión en Letrán, el 7 de mayo del 2005. Allí lo explicó así:
El Papa no es un soberano absoluto, cuyo pensamiento y voluntad son ley. Al contrario: el ministerio del Papa es garantía de la obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino vincularse constantemente a sí mismo y la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a todos los intentos de adaptación y alteración, así como frente a todo oportunismo.
Quien dice Papa, dice resto de obispos.
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A.G.:
Vienen muy bien estas citas, muy oportuna. Conviene tenerlas a mano. La he incluido en el post. Gracias Luis Fernando.
Muchas gracias por la cita al querido Papa Benedicto XVI: «El Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad.»
Me ha quedado claro el problema actual producto de la soberbia de algunos jesuitas y confío que salgan del error cuanto antes y dejen de "pontificar" sobre todo lo que va en contra de la Tradición.
Gracias por su apostolado.
In Domino.
Claro.
Así si que no seais curiosos.
Conformaos con lo que os digan los iniciados.
No dudéis, no sea que seáis capaces de ver la contradiciones que tenemos.
Como decía Ray Bradbury en fahrenheit 451 “Si escondes tu ignorancia, nadie te herirá y nunca aprenderás”.
o
“Un libro es un arma cargada en la casa de al lado … ¿Quién sabe cuál puede ser el objetivo del hombre que ha leído mucho?”
El progresismo antaño era clandestino, hogaño es oficialista.
Antaño luchó contra el absolutismo del poder civil, hoy predica el absolutismo del poder eclesiástico.
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A.G.:
Gracias, admirado Padre Federico. Como bien dice Ud., de clandestino ha pasado a oficialista. Es el absolutismo del nuevo cambio de rumbo; y es que entramos en una nueva etapa, en una nueva guerra antimodernista.
La primera fue luchada por grandes Papas, que avisaron del enemigo, diagnosticaron sus malas artes, dejaron clara cuál era la forma de combatirle. Por desgracia, en el intermedio se bajaron los brazos, se le dio cancha, y ahora está dentro como un alien. Pero seguimos combatiendo.
Gracias por su labor sobrenatural en esas lejanas tierras, luchando contra la idolatría.
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