(193) Contra la falsa fe de moda, que quiere dudas y no seguridades
Está de moda sospechar de la certeza de la fe. Está bien visto tener dudas y convivir con ellas normalmente. Porque, si como dicen confusamente muchos de nuestros pastores, ser cristiano no consiste en profesar una doctrina, pues entonces es normal una fe sin seguridades y con dudas. Nos quieren enseñar que tener seguridades es malo, que es bueno dudar, que la certeza es cosa de racionalistas y que creer es sólo confiar.
Confieso que hace varios años, cuando empecé a escuchar a laicos y sacerdotes hablar de lo malo que es una fe con seguridades, presentí que muchos errores y problemas nos vendrían con este nuevo virus.
De la noche a la mañana, se pasó de defender una doctrina consistente, defendida tenazmente por San Juan Pablo II, a criticar la certeza de fe, a hacer propaganda de las bondades evangelizadoras de la falta de seguridades. Ya se sabe, decían, que el tiempo es superior al espacio y el movimiento mejor que el reposo.
Pero con el tiempo, esta idea inicial se ha ido transformando en una impostura, en una falsa fe: que sólo consiste en confiar en Cristo, pero no en tener doctrinas o catecismos o profesar dogmas o recitar credos. Una falsa fe que quiere movimiento sin fin, que afirma no querer descanso ni paz ni que la mente repose sobrenaturalmente en sus seguridades (que, recordemos, son TEOLOGALES, es decir, infundidas por Dios).
Pues bien, releyendo el Catecismo Tridentino (reconozco que soy carca), nos encontramos cómo, nada más empezar, nos avisa que:
«Esta primera profesión de fe significa exactamente: “Creo con toda certeza y confieso sin ninguna clase de duda que existe un Dios Padre, primera Persona de la Santísima Trinidad, que con su omnipotencia sacó de la nada el cielo, la tierra y todo cuanto hay bajo el cielo y la tierra; y una vez creadas todas las cosas, las conserva y gobierna»
Esto ya empieza a sonar católico. Pero es que hay más:
«Creer no significa aquí pensar, juzgar, opinar…, sino que, como enseña la Sagrada Escritura, tiene la fuerza de un asentimiento certísimo, por el que la inteligencia del hombre se adhiere de una manera segura y constante a Dios, que revela los misterios.
Cree, por consiguiente - en el sentido que la palabra creer tiene en este lugar -, quien, sin ninguna clase de duda, tiene certeza absoluta sobre alguna verdad.»
A continuación dice algo también sorprendente:
«Cuando Dios nos manda creer, no nos quiere entretenidos en escudriñar sus juicios divinos o en averiguar su causa y razón; nos exige un asentimiento inalterable, que hace que el espíritu DESCANSE en el conocimiento de la verdad eterna.»
Así es, hermanos. La fe teologal nos concede el descanso en la verdad. Reposar en la certeza teologal es bueno; dejar de movernos de un error a otro, es bueno; estar seguros de en qué creemos, es bueno; creer en todas las verdades reveladas por Dios para nuestra salvación, es bueno.
La seguridad de la fe es infundida por Dios Uno y Trino, y es buena, da potencia apostólica y gran celo por las almas. La gracia lo hace posible. La fe más sólida y profunda es DOGMÁTICA. Se cristiano es creer sin duda y con absoluta seguridad en Cristo y, al mismo tiempo y como la misma cosa, profesar su doctrina redentora.
Por eso, hermanos, termino con este axioma, católico de siempre y de verdad: tener seguridades es bueno, tener dudas es malo. No nos dejemos engañar.
Enlazo y recomiendo el post de Bruno M., que trata de forma excelente el mismo tema.
19 comentarios
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A.G.:
José Diego, coincido. Eso mismo pienso yo, que es una cesión a la modernidad, o más concretamente, al modernismo.
También hay huellas de proluteranismo.
Una vez más: en el fondo se vislumbra el ansia de "caer bien", el "estar a la moda". Y, dado que lo más notorio de esta "cultura" (¿ - ?) es negar la metafísica, los valores perennes y endiosar a la "historia", lo "dialéctico" ('San Hegel' ¿ ¿ ¿ ¿ - ? ? ? ), no queda bien aparecer seguros, inconmovibles en el credo de siglos primitivos, medievales (¡¡¡¡horror !!!!), alejados de los vaivenes postmodernos, que tantas veces no hacen más que retornar a la época sofística, anterior a Sócrates.
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A.G.:
Lo ha dicho Ud. muy expresivamente, Don Miguel Antonio:
"No veo, cómo se pueda pretender "confiar en Cristo o en Dios", "desconfiando" de las seguridades, que nos ofrece su revelación, proveniente de ALGUIEN infinitamente más sabio, que el Einstein más pintado."
Me parece especialmente acertado que mencione la negación de la metafísica. Es una de las ideas que quiero desarrollar en otros posts: la sospecha de la razón como sospecha de la seguridad que aporta la fe.
Muchas gracias.
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A.G.:
Realmente, Juan Andrés, mi intención es esa: dejar claro qué pilares no podemos tocar, a riesgo de que se derrumbe el edificio entero. Dios no lo permita.
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A.G..
Sí, y es curioso, Jesús Pereira, que este deseo posmoderno de volver inciertas las cosas coincida tanto con una pandemia heredada de sempelagianismo, como con la moda actual del proluteranismo.
Y es que ambos son aliados de la delicuescencia posmoderna, y ambos siembran la fe de incertidumbre.
San Ireneo de Lyon, hoy su fiesta.
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A.G..
En efecto, María, el error se disfraza de verdad, para que los buenos no lo rechacen de golpe. Va calando subrepticiamente.
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A.G.:
Hay que ver todo documento magisterial como parte de un cuerpo orgánico de verdades. Dejar en suspenso el asentimiento del juicio acerca de todo aquello que no nos cuadre con el sentir unánime de siempre. Lo seguro está ahí, en lo que siempre se creyó.
Sorry?
Yo no sé ni lo que significa eso. En todo caso: indagar, batallar, indagar, batallar, explorar todas las perspectivas.
"Suspender el juicio" tiene un antídoto: Newman.
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A.G.:
Suspender el asentimiento en el juicio, me refería. No el entendimiento ni el sensus fidei, jeje. Sólo asentir de fe a lo que es de fe, sólo asentir como tradicional a lo tradicionalmente creído por todos, siempre y de la misma manera. Lo he matizado.
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A.G.:
Así es, estamos en manos del idealismo, del subjetivismo, y de tantos ismos... Estemos, mejor, en manos del catolicismo, jeje
Ante este momento de tamaña perplejidad, cada dia con mas fuerza resuena en mi interior la intuición que estamos viviendo una época única en la historia de la Iglesia, que pone al alcance de quien persevere firme hasta el final el don de la santidad.
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A.G.:
Gracias Osvaldo.
La perseverancia, en efecto, es vital, y es gracia inmerecida, así que hay que pedirla con insistencia.
Estamos en tiempos aciagos. Refugiémonos en Cristo, combatamos por la verdad, sin temor alguno, y mucho amor por la Iglesia.
El Catecismo de San Juan Pablo II, también lo deja clarísimo por si encuentras a bien añadirlo:
- 215 "Es verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos tus justos juicios" (Sal 119,160). "Ahora, mi Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad" (2 S 7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre (Cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a DUDAR de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad.
- 2088 El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de PECAR contra la fe: La DUDA voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia propone creer. La DUDA involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta. Si la DUDA se fomenta deliberadamente, puede conducir a la ceguera del espíritu.
In Domino +
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A.G..
Está claro, desde luego. Gracias por las citas, han venido muy bien.
No me inspira confianza
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A.G.:
La inseguridad es mala. La fe teologal proporciona certeza y seguridad, que viene de lo alto. No tenga miedo.
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A.G.:
Gracias Dante A. Es que la Iglesia lo dice en su magisterio. Digámoslo también nosotros, que somos sus hijos.
Mi fe no es ciega y también "Creo con toda certeza y confieso sin ninguna clase de duda que existe un Dios Padre, primera Persona de la Santísima Trinidad, que con su omnipotencia sacó de la nada el cielo, la tierra y todo cuanto hay bajo el cielo y la tierra; y una vez creadas todas las cosas, las conserva y gobierna".
Abrazos y bendiciones
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A.G.:
José,
Trento es que es una maravilla, no solo por la claridad y belleza de su doctrina, sino por la caridad y unción con con que está escrito.
Dice Ud. bien:
«Se olvida con demasiada frecuencia que la fe, con la certeza que de ella proviene, es un don de Dios sin relación con mérito alguno de nuestra parte.»
En efecto, sobran dosis de modernismo.
¡Luchemos con Cristo, por la Inmaculada!
Que misterio ..no?
Por otro lado : quien busca, encuentra.
Seamos como niños, poniendonos en sus manos sin tratar de entenderlo todo.
Confiemos por que lo amamos.
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