(182) Un nuevo tipo de homilía para la Santa Misa
Uno de los gritos de guerra de los buenos Partisanos de la Gracia podría ser: ¡Sólo Padres y Doctores!
Se habría de aplicar en tiempos de caída doctrinal, y ante todo, en homilías y textos magisteriales… sólo Padres y Doctores. Otra cosa serían predicaciones en general, charlas espirituales, artículos, conferencias, lecciones teológicas… ahí cabe todo lo bueno y verdadero, con buen criterio y sana prudencia.
Pero en la divina liturgia, en el ámbito sacramental y magisterial, creemos que debe alimentarse el sentido de la Tradición, de la buena y recta doctrina, de lo sacro y separado (del mundo): sólo Padres y Doctores. Se trata de superar un grave estado de precariedad doctrinal y confusión antitradicional. Se trata de vencer al modernismo depurando al máximo la homilías de la Misa y la catequesis en general.
No quiere decirse que, en casos especiales y concretos, se comente algún autor por una razón muy concreta, justificadísima, sobre todo si es para condenarlo, si es heterodoxo y condenable (y que no se pierda ocasión). Pero por regla muy general, el buen sacerdote, el buen obispo, solo ha de remitir a sus ovejas a Padres y Doctores, Escritura y Tradición.
Desde hace décadas los fieles venimos sufriendo un tipo de homilía de protagonismo, donde el oficiante es el actor principal y su estrella y su ingenio, y la divina liturgia es mero trámite y cuenta atrás, que es secundaria en la agenda, y cosa de cumplir y adiós, hasta la próxima.
Creemos que la homilía en la Misa debe ser voz de la Tradición, espejo límpido de la Escritura, garganta de la Iglesia y no del pensamiento privado.
Veamos a continuación algunos aforismos que percutan en esta idea. Su objetivo es contribuir a la urgentísima reforma del arte homilético en la Santa Misa, demasiado viciado ya por malos habitos modernistas. ¡Reforma o apostasía!
1.- Homilías personalistas, homilías fenomenológicas, homilías maritainianas, homilías heideggerianas, homilías fantasiosas, homilías cinéfilas, homilías machadianas, homilías en plan Pèguy, homilías en plan Bernanos, homilías en plan Julián Marías, homilías en plan Vicktor Frankl, homilías en plan educación en valores, homilías en plan libros de autoayuda, homilías como tesis doctorales, homilías en plan antihomilía, NO GRACIAS. Sólo Padres y Doctores por favor. Sólo Escritura y Tradición.
2.- No gire la homilía en torno a brillanteces intelectuales, ni se hipoteque en singularidades, ni gravite en derredor de las ocurrencias del oficiante, por mucha genialidad evangelizadora que profese; sea su discurso ventana y no pretenda ser paisaje. Porque los fieles no han de convertirse al celebrante, sino a Cristo Total.
3.- Intelectualadas no, gracias. Sino mucho entendimiento, de Escritura según la Tradición, sólo Padres y Doctores. Razón y fe, en armonía bíblico-tradicional. Cabe magisterio, caben preámbulos de la fe, cabe razón natural.
4.- Homilías ingeniosas no por favor. El arte de ingenio déjese para la literatura.
5.- Psicohomilías no, por nada del mundo. Que se encarguen los psicólogos de hablar de autoestima, y que nosotros no les escuchemos.
6.- Homilías sin filias ni fobias personales, por favor.
7.- No sea la homilía canonizadora de los gustos personales de ningún pontífice, ni dogmatice teologias privadas o filosofías de moda, por muy gustosas que le sean al pastor. No sea voz del propio estilo, ni del sentir particular, ni de la moda oficialista, ni tenga sabor de correción politica o eclesial. Sea voz de la Tradición, que para eso es Liturgia.
8.- Cuánto daño hacen esas homilías sin Tradición, donde no se da el agua pura de Padres y Doctores, sino citas de poetas, literatos, teologías privadas, cineastas, novelistas e incluso líderes del mundo o de falsas religiones. Lo que sí puede tener lugar en una charla, un ensayo o un artículo, no tiene sin embargo lugar propio en la divina liturgia. Sólo Padres y Doctores.
9.- Tipos de pseudohomilías:
la pelagiana del “tenemos que":
—hermanos, tenemos que ser capaces de ser como María y como los santos, tenemos que ser capaces de dar todo lo nuestro a los pobres, tenemos que ser capaces de darlo todo por los demás, tenemos que ser capaces de comprometernos con la evangelización, tenemos que ser capaces de ser buenos cristianos…tenemos que… tenemos que…
Alguien se levanta, mosqueado, y grita con voz tonante:
—Que noooo, que no podemos!!! ¡Que es NECESARIA LA GRACIA!
10.- Tipos de homilías:
la semipelagiana del Dios espera nuestra parte.
—Dios quiere salvarte, pero tú tienes que poner de tu parte, Dios espera que pongas tu granito de arena, que es solo tuyo. Dios cuenta con tu 1%, para Él poner su 99%. Dios quiere salvarte, pero respeta tu libertad, porque aceptar la gracia depende de ti únicamente, y bla bla bla.
CONCLUSIÓN.- En tiempos de catástrofe, la razón iluminada por la fe es distintivo de supervivencia. Sea la homilía bien apercibida de razón, sensata y muy realista, sin visos de ingenuidad ni de irracionalismo. Que hable en plata, y llame al pan pan y al vino vino. Cosas básicas, fundamentales, esenciales, de necesidad para la salvación. Florituras o hipótesis, para otro ámbito. Doctrina básica, fundada, necesaria, saludable. Sólo puro pensamiento bíblico-tradicional, conforme al sano magisterio.
17 comentarios
Saludos cordiales.
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A.G.:
Así es, Néstor, como bien dices las barbaridades han sido realmente pavorosas. Y no olvidemos que por la predicación en la Santa Misa se han transmitidos no pocos errores.
[67.] Sobre todo, se debe cuidar que la homilía se fundamente estrictamente en los misterios de la salvación, exponiendo a lo largo del año litúrgico, desde los textos de las lecturas bíblicas y los textos litúrgicos, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana, y ofreciendo un comentario de los textos del Ordinario y del Propio de la Misa, o de los otros ritos de la Iglesia. Es claro que todas las interpretaciones de la sagrada Escritura deben conducir a Cristo, como eje central de la economía de la salvación, pero esto se debe realizar examinándola desde el contexto preciso de la celebración litúrgica. Al hacer la homilía, procúrese iluminar desde Cristo los acontecimientos de la vida. Hágase esto, sin embargo, de tal modo que no se vacíe el sentido auténtico y genuino de la palabra de Dios, por ejemplo, tratando sólo de política o de temas profanos, o tomando como fuente ideas que provienen de movimientos pseudo-religiosos de nuestra época.
la instrucción general del misal romano dice:
65. La homilía es parte de la Liturgia y es muy recomendada,[63] pues es necesaria para alimentar la vida cristiana. Conviene que sea una explicación o de algún aspecto de las lecturas de la Sagrada Escritura, o de otro texto del Ordinario, o del Propio de la Misa del día, teniendo en cuenta, sea el misterio que se celebra, sean las necesidades particulares de los oyentes.
Muchas gracias por el post Alonso bendiciones
Un pastor así no necesitará que le digamos de qué debe hablar. En la homilía, por ser liturgia y no catequesis, buscará la forma de mediar en el diálogo entre Dios y su pueblo.
Dicho de otro modo: sin la santidad del pastor, de poco sirven los consejos. Y, con la santidad del pastor, ¿hacen falta? Yo mismo respondo: sirven, porque un pastor santo puede ser ignorante, y la mejor forma de no confundir a otros es no salir de lo seguro.
Pero no olvidemos que los apóstoles no contaban con Padres ni Doctores.
Se lo agradecería pues he oido en más de una ocasión eso del 1% y hasta ahora me había sonado bien.
Aprovecho para felicitarle también por las "historietas" del padre Vetusto, que enseñan y a la misma vez sacan alguna carcajada al lector.
Dios pone el 100% para que tu pongas el 100%. Y no hay ni un 1% de tu 100% que no te sea concedido ponerlo por Dios.
138. La homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración. Es un género peculiar, ya que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica; por consiguiente, debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase. El predicador puede ser capaz de mantener el interés de la gente durante una hora, pero así su palabra se vuelve más importante que la celebración de la fe. Si la homilía se prolongara demasiado, afectaría dos características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo. Cuando la predicación se realiza dentro del contexto de la liturgia, se incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como mediación de la gracia que Cristo derrama en la celebración. Este mismo contexto exige que la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo, de manera que el Señor brille más que el ministro.
Hay predicadores que en lugar de prepararse como se preparaban los Santos Padres, no lo hacen, ni con el estudio, y la oración precipitada a nadie puede ayudarnos.
El gran desinterés por el conocimiento de la Sagrada Biblia y la Sagrada Tradición se hace notar, su ausencia, en los momentos fallidos de explicar la lectura del Evangelio, o cualquier otras anteriores. Tiempo existe para prepararse. Como exhortaba San Carlos Borromeo. Pero no quieren hacerlo.
Si el sacerdote cuando dice la homilía, no tiene fe en sus explicaciones, no puede ayudar a los que buscan una respuesta conforme a Cristo. Se tiene que ir de vacío y triste.
Si se le dice a un sacerdote, "Don Fulano, cuando se habla de las cosas del Señor, se ha de hacer conforme al Magisterio de la Iglesia Católica", no suelen hacer caso, van a la suya. No me refiero a los sacerdotes humildes, porque estos sí que buscan la gloria de Dios y se esfuerzan en corregirse. Que no todos los sacerdotes son iguales. Porque los limpios de corazón, siempre hacen todo lo mejor para complacer a Dios. Pero los que no tienen fe, estos pobres sacerdotes, ni se ayudan así mismo, y es una carga para los planes del Señor que quiere que todos conozcan la verdad y se salven.
Cuando yo escuchaba que después de hablar de Dios con la boca, pero con el corazón terminaba hablando o de políticos, o de deportes, o de aplausos, o de cualquier diversión o entretenimiento terrenal, ¡peligro! No volver más ahí para que nuestra fe no se eche a perder.
Cuando leo los sermones de los Santos Padres, ahí tienen como objetivo la Gloria de Dios, y explican cosas.
En las homilías, el centro no es la abuela, ni el pastelero del barrio, etc. Sino Cristo, haced que el prójimo pueda comprender lo que significa esa lectura de la Misa.
Homilía narcisista, en la que que el sacerdote le da tal realce a la homilía, que se rompe toda armonía litúrgica, y la misa acaba pareciendo un sermón del cura con unas cuantas oraciones y ritos de relleno. Y para colmo, ni siquiera hay una clara relación de lo dicho en la homilía con la palabra proclamada, y menos con antífonas, oración colecta y plegaria eucarística.
Perdone la ironía, pero estando de acuerdo en la tesis, creo que es tremendamente injusto y prepotente en el desarrollo.
Yo ya he asumido que es lo que hay. Pero puestos a citar problemas, el primero de todos, consiste en eso. Que desde lo más alto de la Iglesia y descendiendo a todos los niveles, hoy se aplaude lo que Vd dice, y mañana se alaba la nueva evangelización de estos y aquellos. Lo nuevo se hace cuando lo viejo se entiende como viejo y amortizado, cuando no directamente malo. De ahí surgen infinidad de conflictos que en lugar de resolverse se esconden con silencios.
Ahora bien, un problema importante es que el Magisterio, sobre todo el más cercano, el de los papas del siglo xix y XX, dicen muchas cosas que hoy no se admiten ni por el fondo ni por la forma. Por un lado se predica que hay que ser fiel a lo que dice la Iglesia y por otro no se dice dónde aprenderlo.
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