(154) Inconveniencias eclesiales IX: crisis de lenguaje, crisis de fe
Nuestro refranero, no pocas veces rico en sabiduría, lo dice claro: al buen entendedor, pocas palabras le bastan. La Veterum Sapientia lo enseñaba así, tajantemente, como un dardo: inteligenti pauca.
Pocas palabras cumplen al buen entendedor, se dice en el Libro de Buen Amor, y en La Celestina se omite la mitad, de tan conocida: A buen entendedor… Cervantes en la segunda del Quijote lo recalca: al buen entendedor, pocas palabras.
En la lista de refranes del Seniloquium, ya en el siglo XIV, se consigna el refrán de manera actualísima: A buen entendedor, pocas palabras.
Por eso, quien predica ha de saber que el buen entendedor no necesita más palabras que las precisas. Que captará el sentido, sea verdadero o falso. Pero que el mal entendedor lo entenderá al revés y quedará sumido en confusión
Es necesario, pues, dominar el lenguaje con la ayuda de Dios y el fruto de sus dones; utilizarlo bien, con belleza y verdad, sea conceptual, de imágenes, metafórico, técnico, filosófico, teológico. Todo lenguaje al servicio de la Iglesia debe ser lo más competente posible, ardientemente sobrenatural. De Escritura y Tradición. Sin renunciar a los tesoros de expresión forjados a través de los siglos por la cultura cristiana.
La inflación de voces fatuas y el retorcimiento del sentido fragmentan la doctrina y entorpecen la comunicación, suscitando conflicto y divisiones.
Es la verborrea interminable de la mala metafísica, el bla bla bla que te vuelve embabiado, que te uniforma político-correctamente, sectorizándote de buenismo poliédrico.
Es el problema del espíritu de vértigo en el discurso teológico, causante de seísmos en el sentido de la fe, productor de oleajes en la mente, piedra de demolición de ciudades enteras de doctrina; es el problema de las paráfrasis cansinas que disfrazan el error y lo camuflan de borrón y cuenta nueva, de una cosa y otra que ambas valen, aun siendo contrarias. Es el problema, hermanos, del sí pero también no, de la ausencia de precisión y el bisturí mellado, que no sirve para curar. Es el problema de la neoteología católica de estos tiempos.
Sé que a muchos parecerá problema digno de irrelevancia, sulfuro de ansiedades legalistas, rigideces de fariseo desubicado y rigorista. Pero aunque al piadosamente satisfecho le parezca asunto baladí, no lo es. Es un asunto muy grave, porque nos va la fe en ello, nos va la salvación. O se habla en cristiano, o es mejor callar. Porque si no se habla con dominio, si no se controla el sentido, si no se habla con belleza, precisión, profundidad, habrá buenos entendedores por ahí que no necesitarán de verborrea teológica para calar el error e instrumentalizarlo como pseudoverdad.
Constato en el Centro Virtual Cervantes, además de lo relativo al refrán de marras, en Refranes o proverbios en romance (1555), que Núñez lo escribe con variante, así: A buen entendedor, breve hablador.
Pues eso. El buen católico entiende bien, no necesita que le hablen y le rehablen y le requetehablen para no decirle lo que entiende que se le dice. Es urgente resolver la cuestión: el lenguaje pastoral no ha de ser blablacista: no ha ser ultraparlante, ni modernizante, ni ambiguo, ni vanamente alargado como sombra de obelisco; no ha de ser giróvago cual laringe de demonio.
Ha de ser como quiere Nuestro Señor: sí, sí, no no. Porque lo demás ya sabemos de quién procede.
Queramos doctrina clara, precisa, bella, perfecta, sólida. Se aprende en la buena Escolástica, que de tanto ser escupida, se ha convertido casi en palabra de Ecce Homo. Se aprende con sano Magisterio, en las fuentes de la Tradición. Y nada más, lo demás es blablería.
Pasaron los tiempos en que uno había de formarse con Chardines, Bergsones o Maritaines, pasaron los tiempos de aprender la doctrina en las revistas teólogicas de moda, ni aun llamándose Concilium. Pasaron los tiempos del sí pero no también.
Porque es la hora de la sana y recta doctrina, que es buena porque no es mutante. Es la hora de la verdad que salva y no parlotea, que es firme cual diamante contra el error. Es la hora de volver a la Tradición, al sano Magisterio, a Santo Tomás. Es la hora de clamar contra el error y condenarlo con claridad. Es la hora de los buenos entendores y de las palabras exactas que liberan y dan la vida.
Es la hora de predicar con belleza verdades silenciadas, para que vuelvan a tener garganta.
13 comentarios
¡Cuánta sabiduría la de san Juan Pablo II, quien se esforzó por dejarnos como herencia el Catecismo de la Iglesia católica! (En el que trabajó con tanto empeño el futuro Benedicto XVI). Es tiempo de profundizar en ese compendio de Magisterio, Tradición y Escritura y difundirlo con entusiasmo, ya que es “regla segura para la enseñanza de la fe” e “instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial”. Aunque se nos califique de “proselitistas”.
Dios te bendiga a ti y a tu familia.
_________
A.G.:
Gracias Juan Enrique. Como muy bien dices, La Iglesia no es la dueña, sino solamente custodia y transmisora del Mensaje de la Salvación, y esto tiene que hacerlo fielmente.
El proselitismo del bueno es necesario, porque es necesaria la misión.
______________
A.G.:
Gracias Juan Andrés.
En sustancia es eso, como apunta: «el blablaismo nos ha infectado, y lo hemos tomado de la moda de hace ya varios años, con contornos ideológicos, para apelar al sentimentalismo instintivo como medio para ganar adeptos»
Tiene ud mucha razón cuando dice: «Y la Iglesia no es ajena en tanto se sube a ese tren y cuando apela a engorrosos, farragosos y largos documentos»
En definitiva es eso: «decir mucho y sin sustancia»
Es que después de todo este tiempo de leer lo que está pasando en la Iglesia y orar, y esperar a ver si aclaraban los asuntos dudosos.Me ha dado por pensar que, lo que sucede es que realmente quieren cambiar lo tradicional por algo diferente porque lo creen necesario y ante la oposición abierta tratan de colarlo sin hacer más ruido del inevitable. Te pregunto si, como dice el Evangelio, Pedro puede atar y desatar aquí lo que crea bueno y se aceptara en el cielo tal cual, aunque sea algo nuevo y diferente de lo dicho, porque los hombres son duros de corazón y Dios quiere darles facilidades. No me alargó más porque tú mejor sabes entenderlo. Es que este papa parece que cree con sinceridad que hace lo que la Iglesia necesita según la información que tiene y nosotros no sabemos...
_________________
A.G.:
Gracias Martinna.
Verás, Cristo tiene el control. Si Dios permite que se extiendan males y errores en su Iglesia es por razones que sólo Él conoce. Pero él no quiere ambigüedades ni oscuridades. Quiere el esplendor de la verdad que es vida.
Saber que si pasa todo esto es porque el Señor permite que pase, nos fortalece, nos anima al combate por la fe, desde el amor a la Iglesia, y al Vicario de Cristo. Pero un amor sobrenatural, no ciego ni sectario.
Dios no puede querer que su santa doctrina cambie, porque su doctrina es suya, no nuestra. Lo que Dios quiere es nuestra fidelidad. Que ayudemos a nuestros pastores, si están confusos. Que caminemos en santidad, en el corazón de la Iglesia, para contribuir a su reforma, no a una falsa reforma a la manera de los herejes y los cismáticos, sino una santa reforma según los derechos de Dios. ¿No te parece?
Espero haberte ayudado.
Todo este tema de fondo se transforma en absurdo, particularmente por la época donde vivimos. Pareciera como si de la noche a la mañana nuestra civilización cristiana de 2 mil años se ha rebajado a la par del paganismo predominante actual, olvidándonos del amplio proceso de desarrollo cultural experimentado por el lenguaje a través de la historia. Bien lo decía Voltaire "el sentido común no es muy común"..... Es escandaloso que el VALOR del lenguaje este siendo basureado desde esferas tan altas. Esto es similar a la manipulación del lenguaje de políticos contemporáneos que disfrazan la mentira y la envuelven en eufemismos y más eufemismos.
Al pan pan, y al vino vino. Será tan difícil para quien ( o quienes ) esta supuesto a escuchar tener que comprender esta simpleza de nuestro maravilloso lenguaje castellano ?
Aquí en Estados Unidos hemos elegido un nuevo presidente que habla clarito, y es muy difícil que no sea comprendido por la población. Vienen al menos 4 años sin eufemismos presidenciales aquí. Será tan difícil que eso ocurra en la Iglesia, la cual esta supuesta a liderar en claridad, rechazando ambigüedades ?
Paul en California
__________
A.G.:
Gracias Paul.
Gran verdad la que menciona: "el sentido común no es muy común" Tengo la convicción de que cuando el papel de la gracia se confunde, el sentido común se resiente. Fue lo que ocurrió en el renacimiento, como vengo enseñando en este blog.
Coincido con sus palabras:
«Al pan pan, y al vino vino. Será tan difícil para quien ( o quienes ) está supuesto a escuchar tener que comprender esta simpleza de nuestro maravilloso lenguaje castellano»
Sin duda, manipular el lenguaje es la estrategia del error.
______________
A.G.:
Sí señor. Los grandes clásicos, como Cervantes, nos enseñan a los cristianos a utilizar con belleza y propiedad nuestro maravilloso idioma. Es cultura cristiana acendrada y acrisolada. Bebida en doctores, como bien, bien dice.
y condenación.
En cuanto a lo que ocurre en los púlpitos, las pamplinas que oímos son pesadas y torturadoras; ya dijo el entonces cardenal Ratzinger que muchas misas se han convertido en farragosas charlas religiosas.
Lo dicho, un gran artículo, clarificador y oportunísimo.
__________
A.G.:
Muchas gracias Curro Estévez.
Pues sí, mucha, mucha gente lo piensa. Se han contaminado de posmodernismo, de amor a novedades. Tienen mente neotérica.
Pero nosotros, amigo, sigamos en el faro, trabajando por gracia con la luz, para que muchos no se estrellen contras las rocas y lleguen a buen puerto.
Iluminemos la oscuridad. Dios lo quiere. Como enseña el padre Iraburu, ¡reforma o apostasía!
Gracias por tu respuesta, que Dios te lo pague.
Me alegro de haberme atrevido a preguntarte porque me lo has explicado muy bien. Lo he copiado para recordármelo a mí misma de vez en cuando, para tener las ideas claras al respecto.
__________
A.G.:
Gracias Martinna, me alegro mucho te haya servido. Laus Deo.
______________
A.G.:
Muchas veces el Papa habla como debe. Otras no. En ese caso, le pedimos con el debido respeto que aclare o corrija lo que ha dicho, si es incorrecto o confuso o ambiguo. Es lo que he hecho en este blog en mis post sobre Amoris Laetitia.
En general, pienso que el problema del mal lenguaje viene de mucho atrás. Como he demostrado en este blog. Es un virus deconstructivo, que ahora produce la afección más grave.
__________________
A.G.:
Igual que la RAE depura y precisa el vocabulario de nuestra lengua, debería haber un órgano oficial que depurara y precisara el vocabulario doctrinal. Seria la primera medida que yo pondría marcha. Una institución normativa que velara por el lenguaje católico.
Si como oveja pregunto si puedo pasar o no por un lugar, pues desconozco si es seguro o no, y mi pastor responde que sí y que no, he de decir que las tinieblas tomaron a ese pastor, su mente está oscurecida por el «príncipe de este mundo», y su nombre de momento no se halla en el libro de la vida.
«Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más».
__________________
A.G.:
la escolástica es una de las cosas que impide a los lobos comer al rebaño
Me impresionó eso. Lo utilizaré para un post, con su permiso.
Si como oveja pregunto si puedo pasar o no por un lugar, pues desconozco si es seguro o no, y mi pastor responde que sí y que no, he de decir que las tinieblas tomaron a ese pastor
Así es. Gracias por su comentario. Sin duda, muchos, muchos males que nos aquejan se deben a que muchos pastores no hace nada, y abren la puerta a los lobos. Reforma o apostasía. No a la desistencia de la autoridad. No al concepto nominalista de autoridad.
En estos días me acuerdo de una breve reflexión del filósofo Julián Marías, al poco de haber accedido al pontificado Juan Pablo II. Detectaba una novedad en él y por la que pronosticaba un 'renacimiento' de la Iglesia: "Habla como un Papa".
Así es. Los fieles católicos no necesitamos un psicólogo, un sociólogo, un consejero matrimonial... ni mucho menos un político. Necesitamos que el Papa nos hable como un Papa, necesitamos un Papa. Porque, entre otras razones, el lenguaje del Sumo Pontífice, como bien señala usted en su escrito, entronca con la Tradición, con la doctrina, con el Magisterio y, por ende, con lo sobrenatural. Y no puede haber mayor servicio a los fieles que el de confirmarles en la fe.
Le reitero mi agradecimiento. Bendiciones.
__________________
A.G.:
Gracias a ud, Alex.
Gran frase ha escrito, gran verdad: «no puede haber mayor servicio a los fieles que el de confirmarles en la fe.»
prometo contestar siempre, o casi siempre. Si alguna vez tardo más de la cuenta, disculpadme.
Gracias a todos y seguid enriqueciendo este blog con vuestros valiosos comentarios.
El Señor que viene y su Madre Inmaculada le bendigan. Un abrazo
___________________
A.G.:
Apreciado amigo, ha realizado una buena y minuciosa síntesis del problema. En efecto, desde el momento en que los términos sobre las esencias son considerados voces vacías, como hace el nominalismo, la verborrea está garantizada, y lo que es peor, puesta al servicio de la demagogia propia de esa gran impostura que es el catolicismo reducido.
Como bien dice, urge recuperar un lenguaje sobrenatural, tradicional, preciso como punta de diamante contra la confusión y el error. Urge la metafísica, porque urge el Logos.
Abrazo.
Dejar un comentario