(148) Descristianización e impostura moderna
Varias etapas de impostura marcaron el curso de la Modernidad. Varios momentos en la aceleración del Maelstrom, en ese itinerario hacia la negación del ser europeo, por el cual la descatolicidad se fue convirtiendo poco a poco en falsa cualidad de Occidente. Esta profunda crisis de identidad que comenzó sospechando de las esencias se agravó durante el Renacimiento y se hizo un monstruo que perdura hasta hoy. La exaltación inmoderada de la libertad del hombre, bandera del humanismo renacentista y prototipo del pensamiento progre de nuestros días, condujo no sólo a la enfermedad modernista, sino, como diría el P. José María Iraburu, también a la disolución de la razón en “pensación", propia del numen posmodernista de hoy.
Muy lejos de nosotros parece quedar aquel 23 de septiembre de 1339 en que el nominalismo era prohibido en París, y poco después condenado. Aún así, se fue difundiendo rápidamente por toda Europa hasta descondenarse y rehabilitarse y volverse políticamente correcto. Era el surgimiento, la aurora, que diría Nietzsche, de algo nuevo, que fue llamado vía moderna.
Podríamos quintaesenciarla en la negación de una famosa figura de Pedro Lombardo (†1160): en las cosas de la fe, «hacemos caso a pescadores y no a dialécticos». El drama comienza con esta negación: en las cosas de la fe, Europa ya no hará caso a pescadores, sino a dialécticos. La deconstrucción de la Cristiandad, ese gran monumento al señorío de Cristo, fue comenzada por un franciscano llamado Guillermo de Ockham (†1349)..
Ya el nominalista Juan de Mirecourt (†1399), del que en 1347 fueron condenadas cuarenta y siete proposiciones de sus Comentarios a las Sentencias, consideraba que hay «dos formas de apreciar las consecuencias de la fe: la del creyente y la del dialéctico». Ya ameneza una doble vía, una doble manera de ser cristiano: como creyente y como dialéctico.
El nominalismo ensalza la dialéctica como intérprete de la fe. De esta forma, se reinterpreta la realidad como una especie de Matrix de la cual hay que liberarse. Esto no podía rechinar en oídos como los del obispo nominalista Pedro de Ailly (†1420), que postulaba un mundo de apariencias sin sustancia, mera ficción, a la manera de una realidad es una mera idea.
La sospecha entonces comenzó a recaer sobre lo real. El siguiente paso era el ataque a las esencias. El movimiento del Maelstrom se aceleraba así hasta la cultura de la muerte..
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Sabemos que San Anselmo culpaba al nominalismo de las herejías en que cayó Roscelino (†1125?). Y es que sospechar de los universales, en definitiva de la ley natural, no puede hacerse sin grave daño de la fe, y en consecuencia de la mente católica.
El desconstructivismo nominalista se extendía como la pólvora pulverizando el pensamiento en torno a los universales. En su Metalogicus Juan de Salisbury (†1180) recoge algunas de las doctrinas existentes sobre ello: los universales residen en voces (Roscelino), en formas ejemplares (Abelardo, †1142), en las ideas (Bernardo de Chartres), en formas originarias (Gilberto Porretano, †1154), en cantidades de individualidades (Jocelin de Soissons, †1152) etc.
La fragmentación del pensamiento europeo comienza, pues, con la deconstrucción de los conceptos con que la mente católica reflexionaba acerca de las esencias y de la naturaleza de las cosas. Sólo quedaba por abatir el viejo bastión de la sabiduría grecolatina, el más potente cimiento de la metafisica tradicional y de la teología natural. Era preciso conquistar la Numancia de la antigua sabiduría, desmontar la Veterum Sapientia, como diría San Juan XXIII. Y de eso, amigos, se encargaria el Renacimiento.
Lo veremos en el próximo post.
9 comentarios
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A.G.:
Gracias por sus palabras, Miguel. Sin duda el tema, aunque difícil, es importante. Los males que nos aquejan vienen de lejos, vienen de aquí, de este virus introducido en la mente católica, y la deconstrucción que ha producido. Como bien apunta, la New Age, la cultura de la muerte y demás tendencias oscuras proceden de este ataque a las esencias producido en el corazón de Europa..
Lo interesante es la paciencia (si cabe decirlo) y estratgia demoniaca para ir armando la rebelión contra Dios a partir de la sutil filosofía nihilista posmoderna.
En espera de las próximas entradas...
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A.G.:
Así es, RafaelC, el afinalismo es una consecuencia de este ataque a las esencias, y desemboca, como bien observa, en el nihilismo. Spaemann, por cierto, le dedica unas páginas magníficas en su libro "Ensayos filosóficos".
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A.G.:
Hector, en el Renacimiento aún seguía la Cristiandad en pie, si bien empezaba a desmantelarse. Había todavía un gran arte cristiano, una música verdaderamente cristiana, un pensamiento y una cultura en general verdaderamente cristianos. Sobre todo, en España, con el Siglo de Oro.
El problema es que el virus nominalista y antropocéntrico se estaba extendiendo, y es en el Renacimiento cuando irrumpe promoviendo la "creación" de un NUEVO paradigma de cristianismo, que yo llamo catolicismo reducido. Por tanto, aunque hubo cosas muy buenas, en general, el espíritu que lo alimenta creo que es el mismo espíritu de la Modernidad, de hecho, es la Modernidad metiéndose por dentro de la cristiandad para aniquilarla desde dentro.
Hubo grandes santos y grandes genios del arte, y sobre todo esa gran maravilla del Espíritu Santo que es el Concilio Tridentino. Y esto es fruto de la Europa cristiana, de la cristiandad. Pero por dentro nace una enfermedad nueva, y se llama antropocentrismo. De hecho, no es que nazca, porque nace con el nominalismo en la decadencia de la Edad Media. Pero en esta época cobra conciencia y se levanta desafiando a la Cristiandad. Y ese espíritu nuevo de autonomía e independencia, antitradicional, revolucionario, es lo que se llama Renacimiento.
La historia de la disminución de los Pantocrátor en Occidente, después de la Caída de Constantinopla en manos de los turcos (s. XV) y su representación en Oriente-la mayoría de los posteriores a esta fecha son iconos ortodoxos-son una buena muestra de la nueva cosmovisión que supuso El Renacimiento en Europa.
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A.G.:
Palas Atenea, me parece muy interesante lo que menciona del Pantocrátor. Sin duda que es un diagnóstico adecuado a la realidad de lo que sucedió. Porque las imágenes que pueblan la mente de un pueblo dicen mucho de esa mente.
Me parece especialmente acertado este párrafo de su comentario:
"El que tenía un don lo atribuía a Dios, no a sí mismo, y por eso arquitectos, pintores y escultores no consideraban que la posteridad conservara sus nombres sino la Gloria de Dios."
- No sabía que el nominalismo tuviera esta transcendencia
- Desearía saber más sobre lo que es el nominalismo, explicado sencillamente, no lo entiendo, o lo que entiendo quizás es una enormidad de error: que las cosas sólo existen si tienen nombre
- Me gustan las fechas, pues el orden cronológico y el orden de acontecimientos es muy importante, así como las obras y sus autores
- Quizás es un esfuerzo supremo, pero sería bueno describir un poco el contexto, sobre todo el intelectual: por ejemplo, Guillermo de Occam ¿en qué contexto cultural vivió para desarrollar tal idea? ¿Qué vivencia o pensamiento le sugirió tal posición?
- Quizás iría bien un pequeño diccionario, simple, breve y sencillo:
-- universal: ...
-- esencia: ...
-- deconstrucción: ...
Para muchos sería una obviedad e inútil, pero recuerdo que cuando era muy joven y no conocía lo suficiente los conceptos, agradecía profundamente las ayudas del autor cuando daba explicaciones entre paréntesis, con notas a pie de página, glosarios...
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A.G.:
Jordi, me alegra mucho que le interese el articulo. En efecto, el nominalismo tiene gran importancia. Recojo sus propuestas, las tendré muy en cuenta.
En los próximos posts encontrará algunas respuestas. Gracias.
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