(125) Mediocridad y más mediocridad
No es talmente un misterio que el número de mediocres sea casi infinito. Siglos de cultura centrada en el hombre no pasan en vano.
Se dejó de hablar de Predestinación, y el mundo católico se volvió determinista. Y del determinismo molinista, permitido como un dolor de estómago que no se quiere curar, brotaron lodos de tibieza a raudales.
Sentirse de pronto el protagonista de la propia vida cristiana, no puede producir sino una náusea aún mayor que la de Sartre. Desde entonces, el catolicismo europeo sufre malas digestiones crónicas
Por eso digo que no es talmente un misterio el derrumbe del catolicismo en España, en Occidente en general. Es lo esperado: la lógica de la decadencia es implacable. Del atracón de malminorismo se puede morir de indigestión.
Que muchos cristianos, por ejemplo obispos y cardenales, hayan dejado de ser perros guardianes de la fe, para hacerse inofensivos perrillos falderos de Lutero, ya es grave. Pero mucho más grave es la indiferencia con que se mira pasar el tren de la sana doctrina. Es la ambición de algunos, que la sana doctrina descarrile, o que su tren sea desviado rumbo al medievo, como en una trayectoria de media distancia hacia la edad del olvido.
No es un misterio el desvarío de una gran parte del logos eclesial, salvo honrosas excepciones. Con el disparate de un neoaggiornamento buenista, sólo se puede tener la cabeza a pájaros. Anidan los cuervos en la mente del cristiano, y de pensar en la hermosura de Cristo, cuyo esplendor vence al mundo, se pasa a pensar en términos de carroña, cuya tibieza es caldo de cultivo de las heterodoxias más dispares.
¿Y qué decir de la familia? Para el derrumbe del templo doméstico sólo es preciso volverse antivida. Un uso tópico de anticonceptivos es suficiente para hacer de la fe un castillo de naipes. De una España anticonceptiva sólo puede brotar una España descristianizada.
¿Y qué contar del becerro de votos, ese malminorismo eclesialmente correcto? Que es una idolatría de la tibieza. Esencialmente, consiste en conformarse y volverse un bizcocho denso como la misma muerte, capaz de absorber la grasa del pecado y convertirla en un ingrediente de diseño. Su mal sabor se disfraza con toneladas de azúcar, pero cuando se come mata, aunque dulcemente.
No es talmente un misterio el derrumbe del catolicismo en España, sino una consecuencia de lógica implacable. En cierto sentido, ha mutado a moralismo progre. Bajo otro aspecto, se ha acartonado en mundomatrix, moldeable como plastilina al son del que manda. La fe cristiana, convertida en una mera opinión humana, demasiado humana, se vuelve pasta modelable por los poderes de este mundo.
La mediocridad genera dobles identidades, excusas de incansable e intransigente aconfesionalidad, deseos de cambiar la doctrina y transmutarla en aplauso; justificaciones silenciosas y cobardes, como si tener la boca cerrada ante el mal y no dar testimonio ante el mundo pudiera ser un signo de ser como Jesús ante Herodes.
Y es que la mediocridad genera derribos, derrumbes, terremotos. El suelo se abre y aparecen monstruos de los abismos. La Escritura se vuelve un tratadillo de educación en valores, y la Tradición, una mera mueca repetida por las generaciones.
17 comentarios
Hoy día los católicos, desde el papa hasta el último monaguillo, están intentando, de buena fe, compaginar su fe con la realidad que tienen delante de sus ojos y con lo que su razón les dice, pero la única manera de hacerlo es, efectivamente, aguar la fe. Se encuentran ante la elección de comulgar con ruedas de molino para seguir fieles o inclinarse por una fe más razonable y aceptable pero que está adulterada y que se adultera cada vez más, porque una vez que se entra por ese camino, ya no hay vuelta atrás.
Es, además, un camino en el que no hay remordimiento ni conciencia de culpa. Al contrario: se vive como una liberación.
Algunas sectas protestantes están más avanzadas en ésto que el catolicismo, así que desaparecerán antes. Ya se están diluyendo como un azucarillo en el café. Otras sectas y religiones, que hacen más hincapié en los sentimientos, en la pertenencia, en la moral y en la filosofía de la vida que en las verdades de fe, durarán algo más, pero no para siempre.
Así pues, si quieres mantener tu fe, no cedas ni un ápice, porque en cuanto se abre un agujerito, éste ya no se puede cerrar y sólo se va haciendo más grande.
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A.G.:
"Así pues, si quieres mantener tu fe, no cedas ni un ápice". Buen consejo, sí señor. De eso se trata, amigo Ramontxu, de no ceder nada de la verdad, porque la verdad es buena enterita, sin partir ni fragmentar.
Respecto a lo demás, qué decirle. Pues que nada es tan realista como la fe cristiana. Esa es la liberación, la verdad y la gracia que nos trae Jesucristo (Jn 1, 17). Lejos de Cristo impera lo irreal. La realidad es Dios, la realidad es su Iglesia. La auténtica liberación es la ley natural, la auténtica liberación es recibir la gracia para guardarla y que Dios mismo, creador de la libertad humana, venga a hacer morada en sus hijos adoptivos.
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A.G.:
La verdad nos hace libres, y por eso es fuente de consuelo, y dado que viene a nosotros junto con la gracia de Cristo (Jn 1, 17) es sanadora, es vida.
De hecho, no hay doctrina más liberadora que la del misterio de la Predestinacón. Dentro del decreto de predestinación, va incluida la respuesta libre humana, y por eso es doctrina liberadora y reconfortante. Como enseña el Catecismo:
"CAT 600 Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de "PREDESTINACIÓN" incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia: “Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Sal 2, 1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías PREDESTINADO” (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de salvación (cf. Hch 3, 17-18)."
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A.G.:
Amén.
Hagamos y escribamos eso, y no otra cosa. Solamente lo que Dios nos dé hacer y escribir.
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A.G.:
Maribel, no debe importarnos eso, jeje, porque ya el hecho de darse cuenta es bueno, la verdad libera.
El hombre-masa de Ortega y Gasset parece más actual a día de hoy que en la primera mitad del siglo XX que fue cuando fue escrita su ""profética"" obra, y es que si echamos la vista atrás podemos ver que las altas esferas del poder eran las propensas al acomodamiento, amoldar las costumbres,despreciar la fé, etcétera... mientras el manejado por ellos pueblo llano era mísero,reaccionario,analfabeto pero sobre todo cristiano y garantizaban que la olla no se pudriera.
Nos ha bastado menos de un siglo para que las masas se hallan vuelto tan o más mediocres que el resto.
Pero Dios mediante sabemos que esta situación no va a durar siempre, la pena no de haber vivido esta época no nos la a quitar nadie no obstante.
Y la lectura del AT del pasado domingo... también fuera... porque hablaba de la predestinación de un profeta antes de haber siquiera nacido.
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A.G..
Jo jo jo qué bueno. Y la gente diciendo que no es doctrina de la Iglesia....
La predestinación es como lo que sucede con los aviones, que están predestinados por los jefes de las compañías aéreas: este a París, aquel a Roma…
La predestinación es como decir omnisciencia, que Dios lo sabe todo aunque aún no haya sucedido; también si nos salvaremos o condenaremos. Y sólo lo sabe Él. Tampoco es una cosa del otro jueves. Mientras no lo diga a nadie, me parece bien. Nuestra salvación depende de nosotros porque Él quiere que nos salvemos. Que Dios nos coja confesados y me río yo de la predestinación. Ni tristeza ni preocupación ni nada. Para mí es como si no existiera. Misterios de Dios.
¿No es importante? Pues si no es importante el destino eterno de las almas, no sé qué puede serlo.
Que la Iglesia, hoy, casi oculte esa doctrina, es una desgracia. Una más.
Quizás, si algo, lo que nos falta ahora son personas extraordinarias. Pero tampoco es algo extraño. Igual era en tiempos de San Francisco, de Moisés y del mismo Jesús. Los borregos somos muchos, los pastores son pocos.
Ni la anticoncepción ni el divorcio, ni las guerras ni la rebeldía de los hijos contra los padres son inventos de los últimos 50 años. Y sí, también en otros tiempos se ha dicho que "han alcanzado niveles nunca antes vistos".
No hace falta ser profeta para saber que la humanidad siempre ha avanzado en ciclos que van de la más profunda religiosidad al más patente ateísmo. Y en ambas partes del ciclo siempre hay mediocres. Siempre los habrá.
Lo que debe interesarnos a nosotros no es el estado general del mundo, que siempre ha sido y será una porquería, en el quinientos seis y en el dos mil también. Lo que nos importa es qué hacemos nosotros con nuestra mediocridad. Cada uno. No el conjunto, sino cada uno.
Cada uno fue puesto en su lugar y sus circunstancias para que hiciera algo, así y ese algo sea apenas formar parte de la masa, ser carne de cañón. Todos podemos ser santos, pero no todos lo seremos. A menos que el promedio "predestinado" para la humanidad sea la santidad, es un hecho que solo habrá uno de cada cien. Al final, no es nuestra decisión formar parte de esa élite.
Tienes razón y además parece que menosprecio y me burlo de algo que ha salido de la voluntad del Señor aunque yo lo acepte sin acabar de entenderlo. Craso error por mi parte. Lo mío pasa de la mediocridad a un nivel inferior.
Muchas gracias una vez más por el post y que el Señor y María Santísima le bendigan. Un abrazo
Saludos cordiales.
Jesús de Nazaret, ese radical, amó hasta el extremo. No bastante, no mucho, no gran cantidad, sino hasta el extremo. Hasta dar la vida.
Ante Cristo crucificado, ¿cabe mediocridad alguna?
"A alguno le parecerá que eres un profeta de calamidades. Pero el profeta es profeta y dice lo que Dios quiere que se diga. Tanto si es una calamidad como otra cosa".
Huy, por un momento he creído que en lugar de Infocatólica esto era Religión Digital, tan cuajadita siempre de profetas. O a lo mejor es que en la gran plaza virtual los profetas se intercambian, como en las plazas reales los niños se intercambian cromos de futbolistas...
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