(97) Gran cosa es ser católico
Gran cosa es ser católico.
El catolicismo, cuando no está aguado, da alegría, frescura, tranquilidad, como en los cuadros de Bellini, temperada armonía.
El azul ultramar es su color: perfecto, costoso, litúrgico, indescifrable por misterioso, a la vez profundamente racional.
Es el azul del Logos viviente, como del Agua de la Vida; es el azul atesorado por el arte, azul por el que el gran Claudio de Lorena pagaba lo que hubiera que pagar, para que ninguno de sus cielos sufriera miseria, o perdiera sacralidad.
El catolicismo, cuando es de una pieza, sólido y entero, alegra la vida, con su cristocentrismo original, profundo como el rincón más hondo de la historia de la salvación, y totalizador, como la mirada del que da la vida, y es vida, en su obediencia hasta la muerte de cruz.
Nos pasa que cuando escuchamos una buena predicación sobre la gracia, a lo tomista, por ejemplo, sentimos ese frescor de la catolicidad. Sin grises en rebajas, sin tonos artificiales, sin atmósfera cargada con el humo dormido de la vulgaridad. Sin cortinas que oculten el Gólgota.
No es una espiritualidad de diseño, no es una religión de chef para comensales de lujo; es la belleza, el bien, la verdad. Y la palabra contra el pecado.
Pero ante todo es gracia.
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Toda herejía, toda falsificación es vulgar, fea, sosa, sin misterio, sombrío como el pecado, pantanosa hasta la hez.
Pero todo destello de doctrina verdadera, cristiana, católica, universal, anticipada por la Liturgia, es verde cotidiano, verde de interior, como planta de hogar que refresca el salón o el rincón de lectura, y despeja el ambiente; dorada como icono en que reposa la mirada; plateada como cadenilla de bautismo, aquella que nos sujetaba al Ángel de la Guarda en la cuna, para que nos custodiara.
Gran cosa es ser católico.
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No hay salvación que no realice el Señor por medio de su Cuerpo, de una manera u otra. Sin su gracia es imposible caminar en la verdad que salva.
Nuestro Señor Jesucristo obra nuestra salud a través de su bella Esposa, en la que siempre se mueve cuando se mueve por el mundo: siembra, germina, cosecha, reparte fruto…
Su gracia se expande hacia las ventanas cerradas que quiere abrir, para que se abran; hacia las líneas de horizonte, para azularlas y expandirlas, sin límite de caridad; hacia las puertas encajadas, para liberarlas en un mismo umbral.
Como el Río de la Vida, atravesando nuestras ciudades, redundando los puentes de nuestras inquietudes, avasallando los anhelos del hombre caído y reorientándolos, rehaciéndolos en puro deseo de santidad, azulando el mundo caído, revolviéndolo según el Plan original, y más allá.
“Cristo siempre está presente en su Iglesia” (SC7c)
Porque la belleza de la Esposa es incomparable. Sólo contemplarla da holgura al alma pequeña y la dilata hacia horizontes infinitos.
El amor a la Iglesia… ¿será señal de elección? De predestinación es el amor a la Santísima Virgen, mapa de marfil de toda aventura, torre del mar de toda mediación, figura del Cuerpo de Cristo.
No hay dicha comparable a saberse miembro de la Iglesia.
Señor, ¡cuéntanos entre tus elegidos!
10 comentarios
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A.G.:
No imagino mejor elogio para mis escritos. El azul ultramar es símbolo de la gracia en la pintura sacra. Gracias Carmen.
Esta demasiado gris el mundo, cuanto bien le hace estas pinceladas de verdad infinita.
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A.G.:
Gracias Liliana, por su amable comentario. El mundo está gris, pero la verdad y la gracia nos vienen con Jesucristo (Jn 1, 17) Esta es la auténtica pincelada de belleza. Gloria a Dios.
Gracias Alonso por tus celestiales ilustraciones.
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A.G.:
Gracias. Gloria a Dios.
Este cuadro lo pinté pensando especialmente en el azul como símbolo de la gracia.
Cuando percibimos esos destellos de doctrina en Santo Tomas o en tus escritos, no solo se encienden luces, sino que nos pasa lo que a los discípulos de Emaus (¿no viste como ardían nuestros corazones?) por eso os leemos a ti y a otros de por aquí.
Aparte de buscar formación que nunca es suficiente.
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A.G.:
Amigo Juan Nadie, me gustó eso, de que nunca es suficiente. Durante un tiempo fue mi lema, pensaba que nunca era suficiente lo que hacía por el Señor. Siempre andaba pidiendo más. Y así me lleva el Defensor. Dios nos concede, realmente, hacer lo que nunca bastante.
Gracias por tus palabras. Gloria a Dios y a su maravillosa Madre, que es nuestra. Qué alucine, jeje
¡Me encanta mi heredad!
Gracias
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A.G.:
Gracias a ti por tu comentario. Gloria a Dios y a su Madre, reina de la heredad.
Los Santos Padres!!!!!La Gloria de la Iglesia, son sus Santos y la Música,Benedicto XVI!!!He escuchado, en el Blog de Raúl de Toro, la belleza, durante años!!, la Infabilidad en temas de Fe y Moral, hay un orden de acatamientto al Magisterio!!A CRISTO!!!!!!
Muchas GraciasLa Historia ,una buena,por supuesto.Santo Tomas!!Tanto!!!
Que Dios te Bendiga!!!
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A.G.:
Gran verdad, antonio, las heterodoxias son feas. Buen calificativo.
La belleza de la Iglesia, su doctrina, su Liturgia, sus sacramentos, es la belleza de la Esposa. Y ¡cómo y cuánto la cuida el Señor!
Tenemos necesidad de ese azul ultramar del que nos hablas.
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A.G.:
Sí, Maribel, muy cierto, tenemos necesidad de ese azul, propio del Hombre Celestial, de Cristo.
Muchas gracias, y gloria a Dios y a su Madre.
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A.G.:
jeje, la repera son los buenos católicos que se mudan a Cádiz... Doy fe de ello, :D
Me gustó la pintura. Y, a su vez viéndola, se me vino luego luego a la mente, "Torreciudad"... Que tiene un ligero parecido con la pintura, por la edificación(en sí, por el puente) y el río color azul ultramar.
Son cosas mías. No me hagas caso. Como digo, fue lo que se me vino a la mente. Sólo quería hacer el comentario.
Saludos
"No digo que el cielo se abre; no se abre, se eleva, se alza de pronto, fulguración silenciosa, de esta insospechada capilla en la que se encontraba misteriosamente incluido. ¿Cómo describirlo con estas palabras huidizas, que me niegan sus servicios y amenazan con interceptar mis pensamientos para depositarlos en el almacén de las quimeras? El pintor a quien fuera dado entrever colores desconocidos, ¿con que los pintaría? Es un cristal indestructible, de una transparencia infinita, de una luminosidad casi insostenible (un grado más me aniquilaría) y más bien azul; un mundo, un mundo distinto de un resplandor y de una densidad que despiden al nuestro a las sombras frágiles de los sueños incompletos." (André Frossard - Dios existe, yo lo encontré)
Pues sí, yo también me uno a los que dicen que es "mas bien azul"...
Gracias, un abrazo y que Dios te bendiga.
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A.G.:
Más bien azul, qué maravilla.
Gracias por el texto. Me gustó mucho.
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