(62) ¡Es el Señor! ¡Es el Señor!
1.- ¡Ábrenos los ojos! Y nuestro grito atraviesa milenios, porque el Espíritu Santo nos abrió la boca y puso el deseo de ver en nuestra garganta, como una llama. - Señor, ¡ábrenos los ojos!
2.- Despierta la plenitud de Cristo en el goce de la mañana, y participa el cristiano su virtud, atesorándola y viviéndola gracia tras gracia.
3.- ¡Es el Señor, es el Señor! Que caminando hacia nosotros, sobre el negro oleaje, se nos arrima y nos elige con eficacia: ven conmigo. Y vamos sobre el agua. ¡¡Es el Señor!!
4.- Todo queda en la oración, la tela entre el alma y su Maestro se prende y arde en gracia, redundando gozo y fragancia de arrimo.
5.- Contempla el alma de los santos, cómo gotean su oro líquido sobre las llagas del mundo, sanadas y curadas y elevadas a otro azul en Otro Lado, que es la Iglesia.
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6.- La Madre busca a su Hijo en nosotros, imágenes suyas. Y nos contiene en su abrazo de sagrario, templado de filiaciones: la tuya y la mía, la suya y la vuestra y la de todos los que nacieron en su Hijo, desde el principio del mundo.
7.- La mirada de la Madre, aparejada de claridades, nunca duerme, porque siempre vela al Hijo.
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8.- Ese imponente enjambre universal de pecado atormentando los oídos del Señor. ¡¿Padre, por que le has abandonado?!
9.- La muchedumbre enfurecida rodea a Jesús como una inmensa riada negra. -¿Dónde están tus elegidos? ¡Queremos tierra oscura sobre ellos! - gritan, para quede callada hasta la última herida. Pero el Señor es el Señor y es Pan y da salud, y no hay colmillo que lo rasgue. Triunfa en sus mártires, vence en sus mártires, ama y salva en sus mártires, y es semilla de cristianos en el surco que ha rajado el mundo en dos, de parte a parte.
10.- Arrebatados por el falso fervor del mundo, como oleaje hirviente de piojos de la Bestia, se arremolinan sobre el Hijo para escupirle, burlarle, quebrantarle, rajarle, agujerearle y pulverizarle en herejías, cismas, laceraciones; llagarle y desgarrarle y coronarle de punzones; simularle rey para humillarle y conducirle al Calvario a empujones, como Cordero liriado que no chista ni pierde blancor.
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11.- Porque Él es Cristo, el Señor, Adonai, el que Es y está en nosotros y por nosotros con nosotros, Pelícano que nos alimenta con toda esa Sangre. Y todo cuanto el mundo le agreda y le asalte, es angostura de redención
12.- Caminamos estremecidos por la Obediencia inimaginable del Hijo. Y todo el esplendor ardiente de su Sacrificio late en nuestros pasos.
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13.- Mira el silencio melodioso y suavísimo del Amor de Dios, ahogando toda disonancia y ajetreo
14.- Lejos del calor de la Iglesia el mundo sigue siendo frío, muy frío. Pero nosotros estamos arrimados al Fuego del Cielo en la casa de Dios, columna y fundmento de la verdad (1 Tim 3, 15).
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15.- Toma todo lo nuestro, Señor, sumérgelo en tu gracia. Que en ese mar inflamado moriremos, para nacer de nuevo.
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Alonso Gracián
9 comentarios
Consuela, sí, nuestra Madre, podemos acogernos a su abrazo, como bellamente dices; y ¡cómo nos guarda del falso fervor! Ella intercede para que en nosotros se cumpla la Escritura:
"Tened los mismos sentimientos de Cristo Jesús." (Fil 2, 5)
Gracias, y un saludo en Jesús viviente en María
Me ha impresionado lo que has dicho, amigo: "Nunca como hoy la fe es tan heroica, no por nuestra valentía, sino por nuestra cobardía."
Me recordó un pasaje muy querido de la Escritura:
"El arco de los valientes se hace trizas
y los cobardes se arman de valor." (1 Samuel 2, 4)
La imagen del surco que parte el mundo en dos refleja una realidad: tras la redención, o estás en pecado o estás en gracia, o con Cristo o contra él.
Coincido contigo en el retrato que has hecho del sentimentalismo buenista, que tanto daño hace. Bloy no lo podía soportar, y era objeto de sus más airadas páginas.
Gracias, amigo, por tu profundo comentario. Un abrazo en Jesús con su Madre que lo cuida, y lo busca en nosotros.
Aún no te has enterado , delante, detrás, arriba ,abajo, allí estoy y con nosotros su Madre adorada y nosotros buscando cosas y no a ÉL ,el Creador y Señor, miremos los obstáculos que nos impiden la clara visión de su Persona y supliquemos la luz que nos transforma y cambia la imagen y nos hace semejantes a Él, que nos dice , me ofrezco en alimento en la Eucarístia,Yo Soy.
Primero, corregirte afectuosamente una cosilla: es mejor, para referirte a la Santísima Virgen, que no utilices la palabra "adorada", sino venerada, amada, honrada. El verbo adorar sólo para el Señor. Aunque entiendo que lo dices en el sentido de muy querida, entrañablemente querida. Pero para que quede claro que no adoramos a María, es mejor usar los que menciono.
Dicho esto, comentarte: muy cierto, el Señor camina delante de nosotros, y seguimos esa estela que tan bien dices: la de su gracia. De esta forma nos previene, prepara nuestra voluntad, toma la iniciativa.
Como bien apuntas, la luz del Espíritu Santo nos transforma, porque nos abre los ojos.
Gracias por tu comentario, tan emotivo como siempre. Me gustó mucho cómo lo dijiste: "Aún no te has enterado , delante, detrás, arriba ,abajo, allí estoy "
Saludos en el Señor, con su Madre, y gracias.
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A.G.-- Gloria a Dios. Gracias.
Dejarse vencer por el miedo es malo, José Luis. Como bien dices, hay que "vivir conforme al Corazón de Cristo."
En efecto, nuestro hablar ha de ser claro y preciso: sí, sí, no, no. Nada de ambigüedades ni palabrerías, que disparan la escopeta que tiene cargada el diablo.
Como bien indicas, la oración nos ayuda a ser fuertes.
Gracias por tu comentario, como siempre, y un abrazo en el Señor, con su bendita Madre.
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