(53) Contra tibiezas y quietismos y otras mediocridades
En el amor a Dios por encima de todo, y al prójimo como a uno mismo, ha de consistir nuestro día a día. En el ejercicio orante del bien no cabe quietismo, ni mediocridad alguna, ni falta de celo.
Antes bien, la caridad de Cristo nos empuja a la propia abnegación en la caridad, vínculo de perfección, y a dar testimonio de la verdad que libera.
En este post trataremos de ello.
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1.- La mala manera con que se hacen las cosas en la sociedad del hastío, es una forma de aniquilación lenta de la voluntad y de rechazo de las gracias actuales por las que Dios mismo intenta rehabilitarla. Quien es infiel en lo pequeño no puede ser fiel en lo grande.
2.- Se puebla la sociedad de monstruosidades, y tú te limitas a hablar de valores humanos. Con miel de abejas de Pelagio quieres endulzarle la boca al diablo.
3.- El buenismo en Occidente ha alcanzado proporciones galácticas.
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4.- La mística de san Gregorio Magno desemboca en pastoral. Sobre aquellos que deben predicar íntegramente la verdad, pero no lo hacen, dice:
“si echamos una mirada severa sobre su conducta, la encontraremos sin duda tanto más criminal cuanto mayor sea el bien que hubieran podido hacer”
5.- El potente estómago que se necesita para digerir la mastodóntica mediocridad que nos rodea, sólo se consigue con sana doctrina, mucha penitencia, vida austera y virtudes sólidamente asentadas en el Pan de los Fuertes, que nos vacunen contra el miedo al martirio, neurosis semipelagiana del mediocre.
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6.- Los laicos, los religiosos, los sacerdotes, los obispos y los cardenales y el Santo Padre, todos nosotros , matrimonios, ministros de Dios, personas consagradas, frailes y monjes y monjas, todos los miembros de la Iglesia, sólo somos los que no somos. Dios es el que es. Y ante esta verdad abrumadora sólo queda arrodillarnos y liberarnos de todo protagonismo vano y toda presunción estúpida.
7.- Siempre estuvo la Iglesia sitiada por demonios y defendida por Cristo y sus santos. Y ahora que el Maelstrom abre sus fauces, y atrae a muchos hacia su estómago, has de permanecer sereno y valiente en el Espíritu Santo, amando sin descanso a Dios en su Hijo, y al prójimo, amigo o enemigo, como a uno mismo, dispuesto al testimonio y al martirio como una ofrenda bella y agradable a Dios.
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8.- Ama, sufre y gástate, para que se complete el sufrimiento de Cristo por su Iglesia. Y no tengas miedo de persecuciones, que no has de callar para no sufrir, pensando que tu silencio sin dolor puede dar fruto. Confía en la pastoral de la voz que clama en el desierto, y no temas te corten la cabeza, a cambio de un testimonio que no muere.
“Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia.” (Colosenses 1, 24)
9.- Contra tibiezas y quietismos y subjetivismos egocéntricos, la Iglesia te defiende alentándote a oración litúrgica y a imitar las acciones de los santos. La potencia de la objetividad atraviesa muros.
10.- Entrénate en la lucha contra el diablo: ora, comulga, confiesa, ora, ayuna, ora, da limosna, ora, castiga la carne sin vanidad, ora, abnégate en bien del prójimo, ora.
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11.- Dios a menudo te da gracias de combate espiritual contra tus propios vicios. No las desperdicies con un buenismo vicioso e inútil, convirtiéndolas en balsas de aceite. La aceptación de la mediocridad es una de las peores desgracias, que inhabilita para la lucha contra el pecado.
Como dice el P. José Rivera en su impresionante escrito sobre la mediocridad:
“La admisión de la mediocridad me parece el daño más grave entre nosotros. Esperamos que se levanten en nuestras filas algunos santos, perfectos. Pero la Iglesia misma nos ha dicho -y Cristo mismo nos lo ha dicho desde el comienzo- que todos debemos ser santos.”
12.- Age quod agis. Haz bien lo que haces. El Espíritu de Cristo te mueve a obrar sobrenaturalmente con espíritu de perfección. La gracia da vida a la voluntad, en orden a la acción perfecta. De lo contrario, carecen de sentido las cosas, el tiempo y el esfuerzo que se pone en ellas. Sin tensión perfectiva el tiempo invertido es vano. O es serio y esmerado, o nuestro hacer naufraga. O procede del Señor, o es obra nuestra. Y no estamos hecho para hacer nuestra propia voluntad, que sólo hay gracia para el querer de Dios.
No nos cansemos, pues, de hacer todo el bien al que la gracia nos mueve, abnegados en la caridad que no acaba.
¡Señor, cuéntanos entre tus elegidos!
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
Alonso Gracián
7 comentarios
En realidad todo el post es muy bueno, pero la cita es una corona del mismo.
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A.G.-- Una maravilla la obra del P José Rivera. Estoy profundizando en ella y descubriendo sus tesoros.
Y hay dos libros en Edibesa con enseñanzas suyas.
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A.G.-- Sin duda, para leer y estudiar, porque nos muestra la primacía de la gracia, nos alienta a santidad, a luchar contra la mediocridad, a no tener miedo a dejarnos la piel por la Iglesia.
El enlace a su biografía en Gratis Date: (Porque es como dices una gracia leerla y meditarla bien. Vale la pena)
http://www.gratisdate.org/nuevas/rivera/default.htm
Y gracias por el enlace a la biografía del P. José Rivera.
Primero Dios lo leeré.
¡Señor, cuéntanos entre tus elegidos!
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A.G.-- Aquí están aforismos nuevos, y otros ya corregidos y ampliados. En facebook he dado anticipos para animaros a leer el post entero, jeje.
Saludos en Cristo, con su Madre
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A.G.-- Como apuntas, estimado Rexjhs, el cristiano es perseguido porque Cristo fue y es perseguido. Hay que orar intensamente y prepararnos para los tiempos que van a venir, en que los cristianos habremos de dar testimonio. El Espíritu Santo nos libera de todo miedo, y nos dispone al martirio si es preciso.
Gracias y un abrazo en Cristo con su Madre.
Gracias.
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A.G.-- Estimada Martina, tomo nota de la propuesta.
Muchas gracias por sus palabras, que me animan a seguir escribiendo,
y un saludo en Cristo con María.
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A.G.-- Recojo la idea del libro, y prometo trabajar en ello.
Lo cierto es que la aceptación voluntaria de la mediocridad es una de las peores equivocaciones que se pueden cometer.
Muchas gracias por tus palabras y saludos cordiales en el Señor, con su Madre
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