(31) En que se sigue hablando de los peligros de la técnica en la Cultura de la Muerte
Continuamos en este post con la reflexión sobre la técnica en la postmodernidad, y su instrumentalización mágica por la cultura de la muerte. Sé que el tema os ha dejado un tanto estupefactos. Por eso, a continuación, os propongo algunos puntos más de análisis.
La Carta Encíclica de Benedicto XVI Caritas in Veritate, en su capítulo VI, nos va a servir de mapa de ruta.
El nº 68 empieza muy sólidamente. Deja sentado el principio que ha de orientarnos en esta reflexión:
Dice Benedicto XVI:
“Nuestra libertad está originariamente caracterizada por nuestro ser, con sus propias limitaciones. Ninguno da forma a la propia conciencia de manera arbitraria, sino que todos construyen su propio «yo» sobre la base de un «sí mismo» que nos ha sido dado. “
Es importante esta idea, central en la antropología cristiana. El ser es bueno. Alejarnos de nuestra naturaleza propia es tachar el ser, como diría tal vez Heidegger.
Y, ¿cuándo tachamos nuestro propio ser, asumiendo lo malo como propio? Cuando pretendemos ser nuestros propios creadores. Por eso, Benedicto XVI comienza su reflexión sobre la técnica advirtiéndonos de esta peligro:
“El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. De modo análogo, también el desarrollo de los pueblos se degrada cuando la humanidad piensa que puede recrearse utilizando los «prodigios» de la tecnología.”
Es la tentación mágica por excelencia. Es la esencia de la Goecia, tal y como vimos en el post anterior de la mano de este filósofo católico de nombre impronunciable, Budziszewski:
“Goeteia es la “antigua práctica cuyo objetivo consistía en acumular poder saltándose la naturaleza, deformando sus formas, aniquilando lo creado“ (Edit. Rialp, Madrid, 2005, pág. 266)
”Esta es la esencia de la goeteia. No hay naturaleza; no hay nada dado; la realidad será lo que decidamos. Magia negra”. (Edit. Rialp, Madrid, 2005, Pág. 267)
Fijaos la tentación:
La realidad será lo que decidamos. El ser humano se vuelve así creador de su propia realidad. Y para ello, ha de deconstruir su propio ser, negando la propia naturaleza.
Benedicto XVI nos enseña, sin embargo, que
“Nuestra libertad está originariamente caracterizada por nuestro ser”
Tachando nuestro ser, pues, tachamos nuestra libertad.
Es por esto que todo pensamiento goético conduce al determinismo. Y es por esto que el pensamiento típico de la postmodernidad, que impregna la Cultura de la Muerte, es profundamente determinista. Tal y como advertíamos en posts anteriores, conectando el mecanicismo racionalista con el mecanicismo irracionalista de la New Age.
Este determinismo se vive a nivel popular, como un sentimiento de masas.
En su libro sobre la Ley Natural, nuestro filósofo de cuyo nombre cuesta acordarse le dedica un subcapítulo al papel del determinismo en la actual cultura abortista y anticonceptiva. Y comenta:
“DETERMINISMO, el culto a los sentimientos irresistibles, según el cual nos creemos simples mecanos de genes, u hormonas, o circuitos neuronales, y acabamos haciendo una parodia inconsciente de Martin Lutero: lo siento así, no puedo hacer otra cosa. ” (…) las madres (abortan) a sus hijos (…) “si sus hijos nacen en mal momento. Y ¿cómo describe su estado mental? Pues, sienten que no tienen alternativa” (Obra cit. págs. 240-41)
Muchos cristianos que han trabajado en la causa provida, apoyando a madres en situación de abortar, saben que a menudo existe en ellas en este sentimiento de fatalidad. Se ven abocadas al aborto y sienten que no tienen alternativa.
Pues bien, uno de los apostolados más urgentes para los católicos de hoy día es precisamente transmitir una idea adecuada de la libertad, que corrija el concepto determinista que reina hoy día, y haga comprender que con el auxilio de la gracia siempre es posible el acto virtuoso y la elección buena.
Pero, ¿qué relación tiene esto con la técnica?
Pues mucha. En la Cultura de la Muerte, es la técnica la tentadora oficial. Es la que hace posible la mala decisión, la que presenta fácil y aséptica la mala obra, la salida equivocada, el tachado del ser y de la Ley natural como recurso único.
La técnica al servicio de la Cultura de la Muerte postmoderna hace posible el mal sueño de realizar el propio destino faltal. Es un instrumento del determinismo.
Por esta razón, Benedicto XVI enfatiza el papel de la libertad a la hora de ejercer un uso responsable y libre de la técnica.
Dice:
“La técnica atrae fuertemente al hombre, porque lo rescata de las limitaciones físicas y le amplía el horizonte. Pero la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral. De ahí la necesidad apremiante de una formación para un uso ético y responsable de la técnica. Conscientes de esta atracción de la técnica sobre el ser humano, se debe recuperar el verdadero sentido de la libertad, que no consiste en la seducción de una autonomía total, sino en la respuesta a la llamada del ser, comenzando por nuestro propio ser”
La técnica por tanto en sí misma puede ser un instrumento bueno de desarrollo si es orientada teotrópicamente, es decir, si sirve a la Ley Natural.
“El problema del desarrollo en la actualidad está estrechamente unido al progreso tecnológico y a sus aplicaciones deslumbrantes en campo biológico. La técnica — conviene subrayarlo — es un hecho profundamente humano, vinculado a la autonomía y libertad del hombre. En la técnica se manifiesta y confirma el dominio del espíritu sobre la materia. «Siendo éste [el espíritu] “menos esclavo de las cosas, puede más fácilmente elevarse a la adoración y a la contemplación del Creador”». La técnica permite dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar esfuerzos, mejorar las condiciones de vida”
La técnica ha de responder al mandato de cultivar y custodiar la tierra (.Gn 2,15), que Dios ha confiado al ser humano. Pero su rostro ha de ser clarificado, porque es ambiguo. Por una parte, influida por un dinamismo antropocéntrico efecto de la descristianización, tienta con tachar el ser y prescindir de la esencia inherente de las cosas, impidiendo al ser humano responder con su vida a las exigencias éticas de su propio ser y la verdad de su naturaleza.
“Por eso, la técnica tiene un rostro ambiguo. Nacida de la creatividad humana como instrumento de la libertad de la persona, puede entenderse como elemento de una libertad absoluta, que desea prescindir de los límites inherentes a las cosas. El proceso de globalización podría sustituir las ideologías por la técnica, transformándose ella misma en un poder ideológico, que expondría a la humanidad al riesgo de encontrarse encerrada dentro de un a priori del cual no podría salir para encontrar el ser y la verdad.”
Es oportuno reflejar aquí la concepción del bien con que la cultura grecolatina y el cristianismo ha enriquecido a Occidente, y que es eclipsada en la postmodernidad.
Lo recordamos de la mano del gran tomista Etiènne Gilson, en “El espíritu de la filosofía medieval” Rialp, Madrid, 2009:
“Para una cosa, ser buena es ser lo que debe ser para satisfacer a su propia esencia y a las exigencias de su naturaleza; adquirir el hábito de obrar como es debido teniendo en cuanto lo que somos es, pues, una cualidad moralmente buena, y llevar a cabo el acto que surge espontáneamente de un hábito de este género es obrar bien, o como también se dice, hacer el bien. un acto es moralmente bueno, o virtuoso, cuando concierta con la naturaleza de lo que lleva a cabo” (Pág. 298)
La impostura radical de la Cultura de la Muerte consiste en tentar con la técnica, de cuyo rostro ambiguo surge la posibilidad goética de alterar las esencias, y fabricar un bien artificial ajeno totalmente a las exigencias de la propia naturaleza humana. Como enseña Benedicto XVI:
“La fecundación in vitro, la investigación con embriones, la posibilidad de la clonación y de la hibridación humana nacen y se promueven en la cultura actual del desencanto total, que cree haber desvelado cualquier misterio, puesto que se ha llegado ya a la raíz de la vida. Es aquí donde el absolutismo de la técnica encuentra su máxima expresión. En este tipo de cultura, la conciencia está llamada únicamente a tomar nota de una mera posibilidad técnica. Pero no han de minimizarse los escenarios inquietantes para el futuro del hombre, ni los nuevos y potentes instrumentos que la «cultura de la muerte» tiene a su disposición. A la plaga difusa, trágica, del aborto, podría añadirse en el futuro, aunque ya subrepticiamente in nuce, una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos. Por otro lado, se va abriendo paso una mens eutanasica, manifestación no menos abusiva del dominio sobre la vida, que en ciertas condiciones ya no se considera digna de ser vivida. Detrás de estos escenarios hay planteamientos culturales que niegan la dignidad humana. A su vez, estas prácticas fomentan una concepción materialista y mecanicista de la vida humana.”
Esta en juego, pues, liberarnos de la amenaza de un mecanicismo determinista que la Bestia Liberal, decididamente tecnocrática, instaura en las conciencias. ¿Cómo? Mediante este juego de tentación diabólica por excelencia, que es jugar a ser dioses creadores de nuestra propia vida. Mutar nuestra naturaleza, alterar nuestra esencia, transmutar el ser.
No podemos ser cómplices de este desvarío biotécnico, sino antes bien darnos cuenta del carácter antirreligioso de la goeteia postmoderna y su esoterismo mecanicista. Ante el espíritu del mundo no podemos permanecer callados. Como dice el P José María Iraburu en “De Cristo o del mundo” (Fundación Gratis Date, Estella, Navarra, 2001, pág. 146:
“se hace cómplice objetivo de los mundanos sinDios aquel cristiano que no reconoce los males de este mundo actual en su raíz claramente antirreligiosa, y piensa así que esos graves daños se producen a pesar de los justos y razonables planteamientos de nuestra época moderna”
Los cristianos no podemos vivir inconscientes de la intensa componente goética de la técnica postmoderna antirreligiosa y de los grandes males que la Cultura de la Muerte ponen en marcha a través de ella. La técnica, en sí misma, es buena y sirve al bien común si es liberada del antropocentrismo titánico y liberal.
Sólo Cristo puede ayudarnos con su gracia liberadora. Una sana Teología, firmemente apoyada en la filosofía realista del Doctor Humanitatis, concorde siempre con el Magisterio de la Iglesia, puede contribuir decididamente a la importante tarea de domesticar la técnica y reorientarla hacia la Ley Natural, liberándola de las manos del pensamiento goético de la Cultura de la Muerte.
Alonso Gracián
8 comentarios
En cuanto a la doctrina del libre albedrío, cuando estudié la resistencia alemana dentro del III Reich-que fue resistencia cristiana fundamentalmente-comprobé que los luteranos observaban una conducta contraria a su teoría porque demostraban una resolución difícil de explicar por determinismo alguno. La vida de Bonhoeffer y de muchos miembros de su familia demuestra que no se conformaron con la Fe sino que actuaron siguiendo dictados de su conciencia, lo mismo que los católicos.
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A.G.- Ese libro de Pieper es magnífico, lo he leído muchas veces y utilizado a menudo. Lo que dice de la prudencia es profundamente tomista, y sin duda muy iluminador.
Respecto a lo que dice de los luteranos. En general, más allá de los casos particulares, y de la buena praxis, que es de sentido común, la teología reformada en general afirma la depravación total, la inutilidad completa del libre albedrío, que ha quedado inoperante por la Caída.
Gracias por el comentario. Saludos cordiales.
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A.G.- Añado que en realidad toda buena praxis es un obrar en conciencia. De hecho, el juicio de la sindéresis es un juicio práctico. En medio de tribulaciones, seguir la voz de Dios es importante, y la fe es absolutamente necesaria para contemplar el dolor con visión sobrenatural. Lo decisivo es la gracia, que ilumina el entendimiento, y auxilia la sindéresis, libera la voluntad.
Respecto al caso que comenta, no lo conozco bien, por no haber leído sobre el tema, así que no puedo aportarle gran cosa, salvo la precedente reflexión general sobre buena praxis/conciencia/libertad y gracia.
Ningún alemán murió por delitos religiosos, que no estaban contemplados en el código penal. No me he encontrado caso de persona alguna que no muriera por cuestiones de conciencia y ésta es inoperante si no existe el libre albedrío. La Fe da mártires a millares pero los casos de conciencia son siempre particulares, lo que explicaría que el número de cristianos muertos en Alemania no fuera muy grande comparado con las grandes persecuciones religiosas.
Aquello fue un caso de algo más que buena praxis, el sentido común recomendaba no hablar y no obrar (porque rezar se podía incluso públicamente), por lo que creo que la conducta de los luteranos afirmaba el libre albedrío por muy inútil que éste fuera según su propia teología.
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A.G.-En tiempos de dolor y persecución el Señor envías gracias sobreabundantes. Las personas que actúan con coherencia en medio de las tribulaciones dan testimonio, además de libertad, de la misericordia de Dios.
Muchas gracias Alonso,
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Así es, José Luis, de Cristo o del mundo. Como nos recuerda el magnífico libro del P Iraburu, que tantos cristianos mundanísimos deberían leer y releer.
He leído declaraciones ante los tribunales, ante la Gestapo, correspondencia y todo tipo de escritos de los cristianos alemanes y ninguno, ni protestante ni católico, dice en ningún momento que por sus acciones se ganara por si mismo la salvación de su alma. Todos tienen en cuenta la Gracia de Dios y a la Misericordia Divina se entregan.
Precisamente, ante una conciencia subjetiva que está en boga, nosotros defendemos una conciencia objetiva, externa al sujeto y sujeta a la Ley Natural (en el caso de los no creyentes) o a la Ley Divina.
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A.G.- Importantísimo leer bien a Newman y a Benedicto XVI, que en su libro "Elogio de la conciencia", edit. Palabra, analiza magistralmente la cuestión.
Un fuerte abrazo.
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A.G.- Gracias.
Puede leer la encíclica de BXVI, que puede descargarla de la página de la Santa Sede. Sobre la técnica y la cultura de la muerte y su relación con la goecia, es insustituible el libro de Budziszewski "Lo que no podemos ignorar", edit. Rialp
Saludos cordiales
1) Gran post, con citas de BXVI y otros.
2) Hace tiempo participaba yo, en un blog católico de nombre "longinos converso", y participaba a menudo un gran católico conocedor de la fe católica, de nombre "Alonso Gracián".
Quisiera saber si es usted, o a menos que sea un homónimo. Ese "Alonso Gracián" era muy amable explicándome cosas que no entendía de la fe católica, entre otros temas, como del peligro del Yoga, etc, etc. Y pues, usted también por lo visto es muy amable para responder a los cibernautas en sus comentarios que realiza, aparte destacando su gran sapienza. Entonces, me quedo pensando si era usted ese "Alonso Gracián" que participaba en ese blog. Si dado caso, no es usted,........ pues vaya! me he encontrado a 2 estupendos "Alonso Gracián" que son católicos y conocedores profundo de la doctrina católica y otros temas a discutir.
Bendiciones!
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A.G.- Claro, yo he participado a menudo en el buen blog de Longinos, "Opiniones de un converso", efectivamente soy el mismo, si se refiere a ese blog.
Muchas gracias por el comentario y por leer.
Saludos cordiales
Pues, qué bueno que es usted!
Saludos Cordiales
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A.G.- Encantado de ser yo.
Saludos en Cristo
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