27.02.12

Serie Bienaventuranzas en San Mateo.- 1ª : Pobres de espíritu

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Explicación de la serie

Sermón del Monte

S. Mateo, que contempla a Cristo como gran Maestro de la Palabra de Dios, recoge, en las 5 partes de que consta su Evangelio, la manifestación, por parte del Hijo, del verdadero significado de aquella, siendo el conocido como Sermón de la Montaña el paradigma de esa doctrina divina que Cristo viene a recordar para que sea recuperada por sus descarriados descendientes.

“No creáis que vengo a suprimir la Ley o los Profetas” (Mt 5,17a). Con estas palabras, Mateo recoge con claridad la misión de Cristo: no ha sido enviado para cambiar una norma por otra. Es más, insiste en que no he venido a suprimirla, sino a darle su forma definitiva (Mt 5,17b). Estas frases, que se enmarcan en los versículos 17 al 20 del Capítulo 5 del citado evangelista recogen, en conjunto, una explicación meridianamente entendible de la voluntad de Jesús.

La causa, la Ley, ha de cumplirse. El que, actuando a contrario de la misma, omita su cumplimiento, verá como, en su estancia en el Reino de los cielos será el más pequeño. Pero no solo entiende como pecado el no llevar a cabo lo que la norma divina indica sino que expresa lo que podríamos denominar colaboración con el pecado o incitación al pecado: el facilitar a otro el que también caiga en tal clase de desobediencia implica, también, idéntica consecuencia. El que cumpla lo establecido tendrá gran premio.

Pero cuando Cristo comunica, con mayor implicación de cambio, la verdadera raíz de su mensaje es cuando achaca a maestros de la Ley y Fariseos, actuar de forma imperfecta, es decir, no de acuerdo con la Ley. Esto lo vemos en Mt 5, 20 (Último párrafo del texto transcrito anteriormente).

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26.02.12

La Palabra del Domingo .- 26 de febrero de 2012

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Mc 1, 12-15

Biblia

12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, 13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.14 Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: 15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»

MEDITACIÓN

1.- Cuando Jesús es bautizado por Juan, en el Jordán, y, después de haber sobrevolado sobre Él el Espíritu Santo (al igual que en el Génesis, mientras Dios creaba, el mismo Espíritu, su Espíritu, sobrevolaba las aguas) se deja llevar por aquella persona que constituye la Santísima Trinidad y marcha camino del desierto, donde sólo se oye su corazón y a Dios buscando su seno porque necesita esa íntima comunicación.

Quizá buscaba lo que dijera Isaías (32, 10) “en el desierto morará el derecho, y la justicia habitará en el vergel”, es decir, que trataba de hallar la plenitud de la voluntad de Dios; quizá quiera pasar una prueba puesta por su padre (Dt 8,2), al igual que pasara, con el paso del desierto, el pueblo de Israel: acuérdate del camino que el Señor te ha hecho andar durante cuarenta años a través del desierto con el fin de humillarte, probarte y conocer los sentimientos de tu corazón y ver si guardabas o no sus mandamientos. El respeto buscado por Dios de su Hijo por sus normas, quizá fuera lo que buscaba Jesús. Y todo esto sabiendo lo que dijera, también, como tantas otras veces, Isaías, (58, 11): te guiará Dios de continuo. El caso es que Jesús, atareado en ese intento de descubrirse, no encuentra mejor sitio donde ir que a ese inhóspito espacio reseco.

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25.02.12

En los altares - San Elías, Profeta

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San Elías

A lo largo de la historia del que fuera pueblo elegido por Dios, el judío, se vio en la necesidad el Creador de suscitar, entre sus hijos, a los que hicieran de portavoces del Todopoderoso. Los profetas, así, hacían de lo que debían en la seguridad de estar cumpliendo con la voluntad de Dios. Y algo así le pasó a Elías.

Nació en la Transjordanía. Corría, más o menos, el año 900 antes de Jesucristo. Para aquel entonces ya se había dividido el pueblo elegido en dos reinos, quedando al norte Israel (capital Samaria) y al sur Judá (capital Jerusalén).

Hemos de acudir a las Sagradas Escrituras para conocer lo que le sucedió al profeta cuyo nombre habla mucho de Dios (“Mi Dios es Yahvé” significa “El” y “IA”). Allí, en concreto en 1 Re 17-19-21 y 2 Re 1-2.

Elías cumplía con su misión de profeta. Así, por ejemplo, hizo lo propio prediciendo que, por demérito de las idolatrías que seguían muchos judíos iba a producirse una gran sequía que duraría varios años y que afectaría al normal desenvolvimiento de la vida israelí.

Es de suponer, como solía suceder, que lo que Elías decía no era del agrado de muchas personas. Pero, sobre todo no era del agrado de Jezabel, la mujer devota de los falsos dioses fenicios que se casó con Ajab, heredero del trono de Israel.

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24.02.12

Eppur si muove - ¿Hay que desprivilegiar a la Iglesia católica?

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Antes que nada, espero que sepan perdonar al palabro “desprivilegiar” que he utilizado en el título pero que me parece que es el que corresponde para el caso. Así, sería como tratar de quitar los “privilegios” que algunos dicen que tiene la Iglesia católica.

En fin… las cosas están como están y con ellas tenemos que lidiar.

Algunos zascandiles de la política de izquierdas no saben para dónde tirar y vuelven a lo que solían y han practicado siempre: el anticlericalismo típico de aquellos que buscan enemigos donde no los hay o, en todo caso, los hay porque tienen el norte más que perdido y cojean más de la cuenta del corazón.

Quieren, eso dicen, que a la Iglesia católica se le quiten lo que llaman “privilegios” porque consideran que no son de recibo y que eso no se hace en una sociedad progresista y avanzada, esto y lo otro y lo de más allá…

Tenemos, por ejemplo y por citar algunos de los comportamientos típicamente “demócratas” de los comecuras al reciente Congreso del PSOE. En el mismo salió a colación el tema de las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado. Por una parte el Rubalcaba dijo que “Si retrocedemos […], el PSOE se replanteará seriamente la revisión de los acuerdos con la Santa Sede, ¡seriamente, seriamente!”.

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23.02.12

El humanismo cristiano de ciertas personas es así

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Aunque ya han pasado unos días desde que el Partido Popular, actual fuerza política gobernante en España, terminara en Sevilla su Congreso o como diantre le llamen a tal reunión, lo bien cierto es que las consecuencias del mismo estarán en vigor muchos meses y años y, por eso mismo, no es tarde decir algo más de lo hasta ahora dicho.

Algo de lo allí dicho y que toca a nuestro negociado católico es, así dicho, falso de toda falsedad y encubre un fariseísmo digno de ser echado en cara.

Esteban González Pons, capitoste del Partido Popular sentó la doctrina pepera al respecto de lo religioso y del humanismo cristiano. Para él, que además, entiende que lo religioso es cuestión ideológica, “Es simplemente una manera de caracterizar a determinados partidos políticos del centro y del centro-derecha europeo. A veces ese apelativo no ha estado en nuestros estatutos. Ahora está, y si tiene que debatirse no hay problema en que se debata“. Y que, por si no fuera ya suficiente decir que poco importa lo religioso en su partido, va y dice que “Los españoles hoy no tienen problemas ideológicos, tienen problemas económicos".

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22.02.12

Como luz en la tiniebla -Desde nuestras propias cenizas

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Hoy es Miércoles de Ceniza. Cuando se nos imponga el resto quemado de las palmas de la anterior Semana Santa, tendremos una obligación contraída con Dios: arrepentirnos y creer en el Evangelio. Así, arrepentidos, debemos resurgir de nuestras propias cenizas para caminar, hacia el definitivo Reino de Dios, en la seguridad de haber cumplido con nuestra obligación de hijos de Dios.

Valga este poema para impelernos, en efecto, a elevarnos sobre las cenizas de nuestro pecado e ir más allá de este mundo que, a veces, nos atrapa en exceso. Y Cristo como testigo y como Salvador.

Como luz en la tiniebla
Desde nuestras propias cenizas

Luz en la tiniebla

“Feliz aquel que, al encontrarme,
no se aleja desilusionado”

(Mt 11,6)

I

Miro, con la luz escasa que tienen
mis ojos mundanos,
el arrebato de tus manos ensangrentadas
y pendentes.

Desde que el cielo se cubrió de espanto
y callaron los ríos
su deambular sereno,
desde que fueron ausencia;
desde que los harapos que vestir te dejaron
cayeron como jirones
de tristeza, desde que supieron de las lágrimas
de tu madre al ser, por sus labios,
besados;
desde que tu cuerpo fatigado y tu espíritu liberado
se fundieron en una sola alma
y caminaste hacia tu definitiva morada;

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21.02.12

Un amigo de Lolo - El hombre y la luz de Dios

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

El hombre y la luz de Dios

Estamos hechos de materia. Eso cualquiera puede atestiguarlo con tan sólo mirarse a sí mismo y cerciorarse de que su cuerpo es más o menos sólido. Pero también estamos hechos de espíritu.

El espíritu nos colma desde que somos bautizados o desde que Dios nos crea cuando, al hacer lo propio con el alma nos pone el poder conocerle por encima de todas las cosas y el querer aceptarlo como lo mejor que pueda pasarnos.

En nuestra vida cotidiana nos vemos a nosotros mismos, a veces, como a unos extraños que no saben dónde está su destino. Hemos olvidado, muchas veces, lo que Dios quiere para nosotros porque bien nunca hemos sido capaces de escuchar lo que nos dice el Padre o bien si lo hemos escuchado no lo hemos tenido en cuenta porque nos propone algo que no queremos llevar a cabo.

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20.02.12

Serie Mandamientos de la Ley de Dios - y 10º.- No codiciarás los bienes ajenos

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Diez Mandamientos

RAZÓN DE LA SERIE:

Los Mandamientos de la Ley de Dios vienen siendo, desde que le fueron entregados a Moisés (Éxodo 20, 1-17) en aquella tierra inhóspita por la que deambulaban hacia otra mejor que los esperaba, una guía, no sólo espiritual, que el ser humano ha seguido y debe seguir. Quien quiera ser llamado hijo del Creador ha de responder afirmativa a Cristo cuando le diga, como al joven rico (Mc 10, 19) “ya sabes los mandamientos…” y ha de saber que todo se resumen en aquel “Quien ama, ha cumplido toda la ley” que dejara escrito San Pablo en su Epístola a los Romanos (13,8).

Por otra parte, los Mandamientos, doctrinalmente así se entiende, están divididos, o podemos así entenderlo, en dos grandes grupos: el primero de ellos abarca los tres primeros que son referidos, directamente a Dios y que se resumen en el “amarás a Dios sobre todas las cosas”; el segundo abarca el resto, 7, referidos, exactamente, a nuestra relación con el prójimo y que se resumen en el “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Tenemos, pues, que traer a nuestra vida ordinaria, el espíritu y el sentido exacto de los 10 Mandamientos de la Ley de Dios para no caer en lo que San Josemaría refiere en “Amar a la Iglesia” (El fin sobrenatural de la Iglesia, 11) cuando escribe que “Se rechaza la doctrina de los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, se tergiversa el contenido de las bienaventuranzas poniéndolo en clave político-social: y el que se esfuerza por ser humilde, manso, limpio de corazón, es tratado como un ignorante o un atávico sostenedor de cosas pasadas. No se soporta el yugo de la castidad, y se inventan mil maneras de burlar los preceptos divinos de Cristo.

Seamos, pues, de los que son llamados humildes, mansos y limpios de corazón y traigamos, aquí, el sentido que la norma divina tiene para nosotros, hijos del Creador. Sabemos lo que nos espera, en la vida eterna, en tal caso.

10º.- No codiciarás los bienes ajenos

Décimo mandamiento

En otros de otros capítulos de esta serie sobre los Mandamientos de la Ley de Dios hemos hecho hincapié en lo propio de muchos de ellos: nos previenen, antes de cometer pecado, de lo que no tenemos que hacer para que, precisamente, no caigamos en tal forma de ser contra Dios.

Lo mismo pasa, exactamente, con el que hace el número 10 y último de los mismos.

El lenguaje, casi siempre, es definitivo para entender lo que se nos quiere decir. También pasa eso en materia cristiana, aquí católica. Así, por ejemplo, cuando decimos que alguien “codicia” los bienes ajenos estamos queriendo decir que muestra cierta ansia los mismos. En general pensamos que una cosa es pensar que se va a hacer una cosa y otra, muy distinta, hacerla.

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19.02.12

La Palabra del Domingo .- 19 de febrero de 2012

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Mc 2, 1-12

Biblia

1 Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. 2 Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. 3 Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. 4 Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. 5 Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» 6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: 7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» 8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados", o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda?” 10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -: 11 A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» 12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

MEDITACIÓN

1.- Jesús vuelve donde, en la sinagoga, había expulsado un demonio y asombrado a cuantos fueron testigos de tal hecho. Su presencia, cuya fama corrió por toda la comarca rápidamente, atrae tanto a aquellos que buscan el prodigio como a los que esperan, pacientes, la llegada del Mesías, aunque fuera un Mesías distinto o como ellos no esperaban.

Jesús vuelve a casa, a cada uno de nuestros corazones, para habitar en ellos (recordad aquello que dijo: el que me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará, vendremos a él y viviremos en él, Jn 14, 23). Y ante su puerta, ante la propuesta de aceptar su mensaje podemos apostarnos por si aceptamos lo que este supone; a la espera, si no tenemos suficiente fe, de algo que, de sus manos, pueda asegurarnos quien es. Muchas veces esperamos extraordinarios actos de la Palabra de Dios, que conforme nuestra vida de forma espontánea, imprevista. Si bien esto puede ser así, ¿no es más lógico que, de nuestra parte, pongamos ese esfuerzo y ese ruego para que la acogida a Cristo sea fundante de un nuevo existir? Dios se da… pero espera, como Padre, la solicitud amorosa de la hija, de cada uno de nosotros.

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18.02.12

En los altares - Santa Bárbara

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Santa Bárbara

Maximiano, emperador romano de finales del siglo III, comandaba la suerte de Roma cuando, en la ciudad de Nicomedia un hombre de nombre Dióscoro, rico, mundano y supersticioso, además de pagano tenía la mala costumbre de adorar dioses que no existían. Es decir, estaba lo más alejado posible de ser un discípulo de Cristo.

Tenía una hija de nombre Bárbara a la que su padre, por miedo a que tuviera contacto con la gente encerró en una torre muy alta que hizo construir al efecto. Y decidió, creyéndose dueño de su vida y su persona, darla en matrimonio a un príncipe que se sentía atraído por todo el misterio que acarreaba la vida que llevaba la hija de Dióscoro.

Bárbara, sin embargo, no tenía intención de contraer matrimonio y así se lo hizo saber a su padre. Ella tenía la intención de mantenerse célibe y buscar al Único Dios verdadero, muy alejado de todos aquellos diosecillos que adoraba Dióscoro y que lo llevaban a la perdición directa.

Pero Bárbara no se arredró y continuó por el camino que se había trazado en el corazón. Hizo colocar una cruz en el baño y hizo construir una ventana más que, añadida a las dos existentes, simbolizaba, al menos para ella, la Santísima Trinidad. Se bautizó Bárbara y, siguiendo la forma de vida de Juan el Bautista, se alimentaba de miel y de langostas. Además, mostró un celo cristiano grande cuando se enfrentó a los ídolos que tenía su padre por adorables y, escupiéndoles, les dijo que “Todos aquellos que a los que vosotros habéis inducido en error y creen en vosotros serán como vosotros”.

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