5.02.14

¿Qué es sagrado?

Aborto No

Está la mar de bien que cada cual diga o haga lo que bien le parezca pues es la mejor forma de conocernos.

En el mundo en el que nos ha tocado vivir la libertad de expresión está garantizada y, salvo estropicio propiciado por quien la ejerza es fácil poder escuchar y ver de todo.

Todo lo que vemos no siempre es agradable porque sobre gustos ya sabemos que no hay nada escrito que puede tenerse como ortodoxo y a cada cual le gusta lo que le gusta y muestra lo que muestra.

En cuanto a lo que se puede mostrar oscila la cosa entre la vergüenza y lo escasa que tal realidad pueda estar en la persona: a más vergüenza, más se muestra lo indecente que uno puede llegar a ser; a menos vergüenza, justo lo contrario.

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4.02.14

Un amigo de Lolo - Escoger lo que nos conviene

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Escoger lo que nos conviene

“¡Qué grandeza la de poder crear personalmente un hermoso destino, pero qué escalofrío labrarse también voluntariamente la propia desgracia! ”

Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (142)

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Muchas veces se dice, porque es verdad, que Dios de entre los dones que entrega al ser humano cuando lo crea hay uno que es muy preciado por el mismo: la libertad.

Sin libertad podemos decir que, en realidad, de seres humanos sólo tenemos la apariencia pues es el libre albedrío (dentro de los límites del respeto a los derechos del prójimo) el que determina que una persona pueda escoger de entre las posibilidades que se le presentan la que crea conveniente para sí mismo.

Por eso, hacer de tal don un uso adecuado nos debe llevar a conocer, en primer lugar, la voluntad de Quien nos creó y, luego, libremente, a hacer compatible nuestra existencia con la misma.

Así, vamos construyendo una vida de acuerdo con aquello que tenemos como importante para nosotros. Entre eso debe estar, sin duda, el amor a Dios y a nuestro prójimo.

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3.02.14

Serie oraciones – invocaciones - Oración a San Blas

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Oración a san Blas.

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2.02.14

La Palabra del Domingo - 2 de febrero de 2014

Biblia

Lc 2, 22-40

“22 Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, 23 como está escrito en la Ley del Señor: = Todo varón primogénito será consagrado al Señor = 24 y para ofrecer en sacrificio = un par de tórtolas o dos pichones =, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 25 Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. 26 Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. 27 Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, 28 le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 ‘Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; 30 porque han visto mis ojos tu salvación, 31 la que has preparado a la vista de todos los pueblos, 32 luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.’ 33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. 34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: ‘Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.’ 36 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, 37 y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. 38 Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. 39 Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.”

COMENTARIO

El Mesías estuvo, está, aquí

En un momento determinado de la predicación de Jesús, años después de lo que recoge en evangelista Lucas en este texto, dice el Mesías que no había venido a abolir la Ley de Dios sino, al contrario, a procurar que se cumpliera hasta el último acento y la última tilde.

Eso es lo que, por ejemplo, hacen José y María: cumple con lo establecido y acuden al Templo a presentar a Jesús pues, al ser primogénito (y, por cierto, único hijo de María) debían consagrarlo a Dios en tal lugar. Y presentar la ofrenda que era, como podemos imaginar en el caso de los padres de Jesús, muy pobre.

Y eso es lo que hacen. Pero, para su sorpresa, alguien les iba decir más de lo que hubieran esperado escuchar.

Simeón y Ana están destinados por Dios para recibir a su Hijo y confirmar, al menos ante María y José, que aquel niño, de apenas unos días, es muy importante para la historia de Israel y, por extensión, del mundo entero.

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1.02.14

Serie Fundación GRATIS DATE – San Francisco de Javier – Cartas selectas

GRATIS DATE

Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

Espero, por otra parte, que las personas “afectadas” por mi labor no me guarden gran rencor por lo que sea capaz de hacer…

San Francisco de Javier – Cartas selectas

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31.01.14

Eppur si muove - Cuando las palabras las carga el Diablo

La maldad

Ni siquiera pienso decir quien ha dicho esto que aquí se trae hoy. Como lo ha dicho muchas veces a lo mejor hasta, es posible, que alguien se dé cuenta de quién se trata. Y esto no es una adivinanza sino simple hartazgo.

Algunas palabras, para desgracia de según qué personas, significan lo que significan y, por muchas vueltas que se les quiera dar son lo que son y no son otra cosa.

En el caso del aborto (¡Sí, otra vez este tema!) lo que pasa es que la verdad no tiene más que un camino. Tratar de hacer otra cosa disimulando o mirando para otro lado lo único que sirve es para que cada cual se retrate.

Pues bien, a decir de la persona que no voy a nombrar aquí, no es lo mismo abortar que interrumpir la gestación y, por lo tanto, en determinados casos lo que se hace, al parecer, es interrumpir el embarazo pero no hay aborto.

Bueno. Ante esto, cualquiera que tenga dos dedos de frente, concluye que quien sostenga eso o bien no tiene ni idea de lo que dice o lo que dice lo sostiene con maldad, llevado por la mano del Maligno que, sin duda, se ha apoderado de su pensamiento. Y, como la persona de la que aquí se habla no puede fingirse ignorante en el tema (pues es “bioeticista” aunque ya podemos imaginar qué vida defiende y con qué ética dice lo que dice) debemos creer que lo que pasa es lo segundo. Y si consiente en que esto pase…

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30.01.14

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

La ecología, en cuanto pretenda proteger aquello que es natural tiene todas bendiciones que quien pueda darlas dé. Por eso es extraño que, en el caso del nasciturus, se olvide fácilmente lo que con tanto ahínco se defiende.

El autor del artículo sabe, sin embargo, muy al contrario del comportamiento cínico de muchas personas con relación al aborto, que la vida del ser humano es digna por el hecho mismo de serlo. Por eso merece defensa desde el mismo momento en que es ser humano distinto del padre y de la madre o, lo que es lo mismo, desde la concepción.

Por eso, “Cuando no se ama a la persona porque es persona, cuando no se ama la vida porque es vida, todo es vacío, máscara”. Y, a lo mejor, el problema que subyace en el aborto es que sus partidarios ni siquiera aman a su propia especie y, por eso, no les cuesta nada bien legislar para que se mate a ser humanos que aún no han visto la luz del día, bien aceptar el aborto de un hijo que se lleva en el vientre. Además, esto supone, como bien dice el autor del artículo una violencia contra el ser humano y una falta de respecto contra la persona.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

Ecología de la vida

Pablo Cabellos Llorente

“En la novela de Wallace Stegner, “En lugar seguro", el protagonista y narrador, mientras mira el pasado, dice que su mujer es muy sociable y las personas le interesan simplemente porque son personas. Es envidiable esa forma desinteresada de tener interés. Se parece un poco a nuestra época la que él recuerda de sus comienzos profesionales, cuando la gran Depresión, afirmando que es hermoso ser joven y pobre; con la esposa adecuada, y yo la tenía -escribe-, las privaciones se convierten en un juego.

No retrata un tiempo dorado si así se considera lo fácil -ya es mayor y su esposa tiene los días contados-, pero ama lo que ha vivido y lo resucita con ternura. Leyendo, he pensado en la vida, en nuestras vidas, en el respeto a la persona por serlo. Y es que descubrir la verdad sobre el hombre, observar la realidad humana es algo complejo y rico que sólo se aprende con el tiempo. La vida humana, cualquier vida, es algo extraordinario, incluso aquellas que, según expresión del Papa Francisco, algunos consideran material de desecho; quizá éstas valen más.

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29.01.14

La extraña equidistancia del obispo Uriarte

Asesinados por ETA

Antes de empezar, recordemos que fue el obispo, que lo fuera de San Sebastián, Juan María Uriarte el que le dio el Nihil obstat al polémico libro del teólogo José Antonio Pagola sobre Jesús. Y, claro, como sabemos qué escribió en tal libro y tantos y tantos lo han destripado para descubrirle unas tripas bastante podridas, no es difícil entender lo que ahora, y antes, antes y antes, ha pasado con este obispo emérito repleto, a contrario, de méritos buenos y benéficos.

Está muy bien eso de quedarse a mitad de camino entre dos situaciones y, desde allí, predicar sobre lo buena que es la reconciliación y que qué bien si todos somos hermanos.

Es cierto que todos somos hermanos pero también lo eran Caín y Abel y miren lo que pasó. El asesino pagó, para siempre, la muerte de su hermano porque creía que no era su guardián cuando, en verdad, lo era, pues para eso era su hermano.

Pues algo así pasa aquí.

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28.01.14

Un amigo de Lolo - Nuestra alma imbuida por Dios

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Nuestra alma imbuida por Dios

“¿Por qué habrá querido Dios plantar en este barro mío una semilla de tanta grandeza”

Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (128)

Tener conciencia de lo que somos nos puede venir muy bien para evitar ciertos comportamientos egoístas y soberbios. Además, nos sitúa en el lugar exacto que nos corresponde cuando hablamos como hijos de un Padre como Dios.

Dios debió querer mucho a la idea de hombre que tuvo. Y esto, que pudiera parecer idea que contraviene un concepto creacionista del ser humano no es, sino, la confirmación de qué es lo que quiso el Creador cuando imbuyó el alma en un ser existente al que, luego, llamó hombre hecho a su imagen y semejanza.

Es más que probable que Dios, en la sabiduría y poder total de sus intrínsecas posibilidades, creara todo lo existente pero que, a lo largo del tiempo, tal creación fuera evolucionando de tal manera que llegó a ser lo que hoy es. Por tanto que en un momento determinado tomara “barro” o, lo que es lo mismo, algo ya existente (pongamos un homínido) y le insuflara el alma a través de su aliento, no es nada extraordinario ni fuera de sus posibilidades. Y eso cambió, radicalmente, la historia, el ser, el comportamiento, de aquella especie creada por el Padre.

Existe, por lo tanto, una diferencia entre el resto de seres animados por Dios y el ser humano y que tiene que ver con el alma. El alma es, por lo tanto, lo que deja manifiesto el poder del Creador.

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27.01.14

Serie oraciones – invocaciones - Oración a San Juan Bosco

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Oración a San Juan Bosco

San Juan Bosco

Oh Don Bosco Santo, que con tan gran amor y celo cultivasteis las múltiples formas de acción católica que hoy florecen en la Iglesia, conceded a sus asociaciones el mayor progreso y desarrollo. Redoblad en todos los corazones la devoción a la Santísima Eucaristía y a María Auxiliadora de los Cristianos. Acrecentad en ellos el amor al Papa, el celo por la propagación de la fe, un solícito esmero por la educación de la juventud y grandes entusiasmos para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. Haced que en cada una de las naciones se fomente y arraigue la guerra contra la blasfemia y el mal hablar y contra la prensa impía; haciendo surgir en todas partes nuevos cooperadores para las diversas formas de apostolado recomendadas por el Vicario de Cristo. Infundid en todos los corazones católicos la llama de vuestro celo, para que, viviendo en caridad difusiva, puedan al fin de su vida recoger el fruto de las muchas obras buenas practicadas durante ella.

Padrenuestro…, Dios te salve…, Gloria…
San Juan Bosco, rogad por nosotros.

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