La Palabra para el Domingo - 27 de noviembre de 2022
También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.
23 ‘Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.38 Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.40 Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; 41 dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. 42 ‘Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. 44 Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.’”
Cuando menos pensemos vendrá Cristo
Velar, estar atentos, no despistarse de lo que verdaderamente importa. Esto es lo que Cristo quiere decirnos y lo hace de una forma más que convincente.
Nos parece que el Hijo de Dios quiere meter miedo en el cuerpo y en el alma a quien escuche esto. Y es que, en efecto, el fin buscado es el santo temor de Dios y a su Justicia.
En tiempos de Noé, como bien nos dice Jesucristo, la vida se desarrollaba, para la gran mayoría, por caminos pecaminosos. Dios había llegado a pensar que la creación del hombre no había resultado como quería su corazón. Y decide castigar a una humanidad que se había separado demasiado de Quien la había creado. Deja, de todas formas, una luz de esperanza (Dios nos quiere demasiado como para no hacer eso) y destina a Noé y su familia a ser los nuevos Adanes y Evas (por decirlo así) del mundo.
El ser humano, por eso mismo, iba a tener una nueva oportunidad, volver a empezar, por decirlo así.
Sabemos que, en efecto, el ser humano volvió a repoblar la Tierra. Pero sucedió, libre albedrío en acción, que las cosas estaban volviendo por su cauce no demasiado bueno para el fin buscado por Dios acerca del hombre. Y tuvo que enviar a su Hijo para dar una nueva oportunidad, una nueva alianza, entre el Todopoderoso y su pueblo.
Y les dice que velen.
Velar supone, hablando pronto y claro, no dormirse. Es decir, permanecer en un estado espiritual de tal jaez que suponga que no se nos va a escapar nada, espiritualmente, importante. Supone, pues, oración, petición a Dios de un corazón blando y no de piedra y, en definitiva, poner todos nuestros sentidos del alma a la escucha del Espíritu Santo que quiere guiarnos por el bueno camino hasta el definitivo Reino de Dios.
Jesús habla, en este texto de San Mateo, del ladrón que puede llegar a la casa con intención de robar. Y nosotros, en tal sentido, somos como los señores, protegiendo nuestra alma, que no quieren que el ladrón maligno robe nuestro bien espiritual. Por eso debemos permanecer atentos… velando por nuestro bien definitivo que no es otro que ocupar alguna de las mansiones que el Hijo nos está preparando y gozar para siempre, siempre, siempre, de la Visión Beatífica y de la Bienaventuranza.
Y, para terminar, la última advertencia: no sabemos cuándo ha de venir el Hijo del hombre. Eso sólo lo sabe Dios. A nosotros lo que nos corresponde es velar, velar, velar.
PRECES
Por todos aquellos que no quieren escuchar las claras advertencias de Cristo.
Roguemos al Señor.
Por todos aquellos que quieren velar y dejan todo al amparo del Mal.
Roguemos al Señor.
ORACIÓN
Padre Dios; ayúdanos a velar para que no nos coja desprevenidos la llegada de tu Hijo ni seamos dominados por el Mal.
Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.
Eleuterio Fernández Guzmán
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy: