Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"
NOTA PREVIA
Como administrador del Blog “Mera Defensa de la Fe” comunico a las personas que tengan algún interés en comentar alguno de mis artículos que, en lo sucesivo, no se admitirá ninguno que pueda llevar, implícita o explícitamente, blasfemia o insulto grave contra la Iglesia católica. Cualquier comentario que incurra en tan grave acto será borrado de inmediato. Construir, aunque sea con la crítica, es una cosa… destruir es algo muy distinto y que no puede admitirse.
El artículo de hoy es el siguiente:
Opus Dei: “‘Camino’: el camino de la Fe”
Serie “El Camino de la Fe”
El Camino de la Fe - 5
A pleno corazón
“El corazón, a un lado. Primero, el deber-
Pero, al cumplir el deber,
pon en ese cumplimiento el corazón: que es suavidad”.
Camino, Capítulo 5, punto 162.
San Josemaría
El corazón, como sabemos, no es sólo órgano que bombea sangre al resto del cuerpo sino, en una interpretación espiritual, el espacio donde habita el Espíritu (“¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1) y, yendo más allá, la forma más natural de diferenciar entre lo que nos conviene como hijos de Dios y lo que no es, sino, una visión luminoso, pero falso, del mundo.
San Josemaría distingue, con perfección serena, entre lo que es aceptar nuestra naturaleza (y la filiación divina que se deriva de ello) y dejarse dominar por la mundanidad.
Entre lo que es la aceptación de nuestra naturaleza como hijos de Dios y la mundanidad, lo mundano (que tantas veces nos aleja de Dios-Padre) existe, como dice S. Josemaría “un hilillo sutil” (2). Si lo rompemos accedemos al camino que “te hace tropezar y aún caer” (3).
Entre una realidad y la otra, nos dice el autor, “!Qué patentes los obstáculos¡…”(4) pues son evidentes aquellos que nos permiten evadirnos de las ataduras del mundo.
Sin embargo, no quiere de ir esto que no hay esperanza a la que asirse. La hay: “!qué armas para vencerlos!” (5)
Por eso queda, por así decirlo, la voluntad de querer romper con la mundanidad. “¿A qué esperas para cortarlo… y avanzar?” (6)
Pero, como había dicho arriba, el Fundador del Opus Dei hace una distinción bastante clara entre lo siguiente:
1.- Reconocer y aceptar que somos hijos de Dios y las consecuencias de tal realidad espiritual.
2.-Dejarnos dominar por lo mundano.
Convencimiento de ser hijos de Dios
Los cristianos sabemos que la frase del profeta Isaías “sacaréis agua con gozo de los hontanares de la salvación (Is 12:3) tiene un sentido exacto para nuestra vida: salvarnos.
Por esto, ante lo mundano se pregunta S. Josemaría: “¿Por qué abocarte a beber en las charcas de los consuelos mundanos si puede saciar tosed en aguas que saltan hasta la vida eterna?” (7)
¿En quién, pues, tenemos que fijar nuestra atención y a quién tenemos que responder de forma positivamente abierta? Al fin y al cabo, ¿A quién entregar nuestro corazón?
Ninguna duda le cabe al autor de “Camino”.
En primer lugar, desasirse de lo mundano ha de tener gran recompensa. Pero tal desasimiento no ha de ir en el sentido de abandonarse en la nada sino, reconociendo la seguridad de que nos aguarda “más paz y más unión cuando” (8) hayamos “correspondido a esta gracia extraordinaria que te exige un total desasimiento” (9) Entonces sólo podemos luchar “por Él , por darle gusto: pero fortalece tu esperanza” (10)
Sin embargo, es muy posible que tal entrega y tal desasimiento nos produzca, incluso, malestar espiritual: “Deja esa preocupación: si era de Cristo -¡Todo de Cristo!- para todos tendrás – también para Cristo- fuego, luz y calor” (11) que es, sin duda, el fuego del amor que todo lo malo quema; la luz que ilumina el paso y el calor que no permite que el corazón se enfríe.
Y todo eso porque, en realidad, “Jesús no se satisface ‘compartiendo’: lo quiere todo” (12)
Por otra parte, en más de una ocasión, los cristianos nos vemos zaheridos por la manifestación de tal realidad espiritual. Al contrario de lo que nos pasa con las cuestiones mundanas (soportamos agravios, a lo mejor, con gusto) al sufrir una “humillación” (13) es muy posible que no seamos capaces de soportarla. Por eso nos dice S. Josemaría “Tú… que por un amorcillo de la tierra has pasado por tantas bajezas, ¿de veras te crees que amas a Cristo y no pasas, ¡por Él!, esa humillación?” (14)
Y es que, a veces, el corazón de espíritu no es tan de espíritu ni Su Templo.
Dominados por el mundo
Si el corazón, como Templo del Espíritu Santo, lo podemos conducir por el camino recto que lleva al definitivo reino de Dios, también es susceptible de ser dominado por el mundo. Así, sería mundano, llevado por la seda de lo que dijera Juan el Bautista que había que enderezar (15)
Resulta conveniente, en el plano referido al comportamiento que podemos manifestar en nuestra vida de fe, tener ejemplos a los que imitar. Cristo es uno, el mejor, de ellos.
Pero, además, contamos con los que son de los santos que, con la huella de su paso por el mundo, nos sirven de guían.
En otra ocasión ya dejó escrito S. Josemaría que los santos eran personas normales (En el punto 9 de “Es Cristo que pasa” dice que “Y cuentan, de algunos de ellos”, se refiere a los santos”, “que en su infancia no lloraban, por mortificación no mamaban los viernes… Tú y yo nacimos como Dios manda y asíamos el pecho de nuestra madre sin preocuparnos de Cuaresmas y de Témporas”). Por eso nos los pone de ejemplo cuando dice “¿Cómo va ese corazón?-No te me inquietes: los santos – que eran seres bien conformados y normales como tú y como yo – sentían también esas naturales inclinaciones. Y si no hubieran tenido, su reacción “sobrenatural” de guardar su corazón –alma y cuerpo- para Dios, en vez de entregarlo a una criatura, poco mérito habría sido.
Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón, no debe ser obstáculo para un alma decidida y ‘bien enamorada’” (16)
Por eso sabemos, a ciencia cierta, que ante el mundo, ante la mundanidad y ante lo mundano, tenemos a quién aferrarnos.
De todas formas, S. Josemaría, como conocedor de la naturaleza humana, sabía que, en determinadas ocasiones nos pasaba a aquello que decía San Pablo al respecto de que hacía lo que sabía que no quería hacer y no hacía lo que debía: “No quieres sujetarte a la voluntad de Dios…y te acomodas, en cambio, a la voluntad de cualquier criaturilla?” (17)
Y esto porque, en realidad, lo que tenemos que hacer no lo hacemos y adecuamos nuestra conducta, las más de las veces, a lo que el mundo dice que tenemos que hacer.
En realidad, no ha de resultar nada extraño que, como seres humanos que somos, estemos sometidos a las pasiones que nos circundan y que nuestro corazón se revele, así, contra Dios. Ante las mismas, o las tentaciones, no estamos, siempre, preparados, como lo estuvo Jesús en el desierto, para hacer frente y evadirnos de ellas.
Entonces, “Flaquea tu corazón y buscas un asidero en la tierra.- Bueno; pero cuida de que el apoyo que tomas para no caer no se convierta en peso muerto que te arrastre, en cadena que te esclavice” (18)
Y esto se entiende: entregarnos a lo mundano, olvidando los valores que Cristo vino no ya a traer sino a recordar como propios de la Ley de Dios. Exclama, con razón, S. Josemaría “No me saques las cosas de quicio: si se te da Dios mismo, ¿a qué ese apego a las criaturas?” (19)
Tal apego lo mostramos, más de una vez, cuando puede dar la impresión de que el corazón lo llevamos “en la mano, como ofreciendo una mercancía: ¿quién lo quiere?” (29) Tratamos, así, a lo mejor, de congraciarnos con el mundo. A esto responde, seguramente, no, el mismo.
¿Qué hacer, entonces, con nuestro corazón dejado de lado?
En el mismo punto anterior (146) responde el fundador del Opus Dei: “Si no apetece a ninguna criatura, vendrás a entregarlo a Dios. ¿Crees que han hecho así los santos”
Con esta pregunta, directa al mismo corazón, el autor de “Camino” inquieta nuestro ánimo: si bien, como hemos dicho antes, los santos han sido personas ordinarias, comunes, no por eso han dejado de manifestar una especial entrega a la voluntad de Dios, pues una cosa no quita la otra.
Quizá una respuesta digna de un cristiano (que pide perdón cuando peca y se levanta para seguir caminando) lo encontramos en el punto 167: “!Ah, si hubiera roto al principio!, me has dicho –Ojalá no tengas que repetir esta exclamación tardía”.
Y ojalá, también, nosotros sepamos escoger entre un corazón llevo del Espíritu Santo y dirigido, en actos y obras, hacia Dios y uno mirando al mundo que, en apariencia, todo lo da pero, siempre, a cambio del alma que, recordemos, sólo es de Dios.
NOTAS
(1) Lo dice S. Pablo en la Primera Epístola a los Corintios en 6:10
(2) Punto 170.
(3) Ídem anterior.
(4) Ídem anterior.
(5) Ídem anterior.
(6) Ídem anterior.
(7) Punto 148.
(8) Punto 152
(9) Ídem anterior.
(10) Ídem anterior.
(11) Punto 154.
(12) Punto 155.
(13) Punto 165.
(14) ídem anterior.
(15) El Evangelio de san Lucas, concretamente en 3: 3-6, hace mención de a lo que Juan, primo de Jesús, se refería: “Preparar el camino recto del Señor, enderezad sus sendas”.
(16) Punto 164.
(17) Punto 156.
(18) Punto 159.
(19) Punto 157.
(20) Punto 146.
16 comentarios
En realidad, lo único que hago o, al menos, pretendo hacer, es no dejar escondido bajo el celemín el talento que Dios me ha dado que creo que es escribir.
No es que lo haga bien. Sin embargo, no lo dejo morir en el cajón de la desidia ni lo políticamente correcto.
También creo que no es doctrina cristiana ponernos a luchar contra nuestros enemigos (enemigos del alma, se entiende, ya que estamos hablando de religión y no de otra cosa); pues por la Escritura se nos enseña que " yo pondré tus enemigos como estrado de tus pies". Y también "Amar a Dios es resto os vendrá por añadidura".
Para mí, lo que no se conforma con lo dicho, no lo considero lo mejor de la doctrina cristiana. Y cada uno es cada uno. Así de fácil.
Debemos ser asesinos, fornicadores, ladrones, falsos, adúlteros, corrompidos, avaros... Porque combatir a los enemigos del alma no es doctrina cristiana.
Es bastante cierto lo que Ud. dice.
Sin embargo, no es, tampoco, menos cierto, que no podemos quedarnos mirando al tendido como si la cosa no su fuera con nosotros. Incluso en el tema de los enemigos del alma.
Ya dijo Jesús que teníamos que cargar con nuestra cruz. Pero no para darle a nadie con ella sino para soportarla nosotros mismos.
También dice S. Josemaría (más o menos) que hay que poner el corazón en el suelo para que los demás lo pisen y sea más dulce su vida.
Me quedo con los dicho:
¿No sabéis que vuetro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, que tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Me quedo con lo dicho pues: Entre todo aquello que en grado y manera que procede de Dios: Si yo fuera Papa esto, lo dicho aquí, que atañe a la más íntima consubstancia de luz y vida que alimenta la razón del ser y existir del ser humano: Lo declararía Dogma de Fe.
No ya porque lo haya dicho San Pablo. Que me cae muy bien; -aunque no guste tanto a ciertas féminas-: Sino porque es es la expresión más exacta que con menos palabras hombre alguno haya dicho concerniente a la obra de Dios. -al Opus Dei, vale-
..."y que no sois vosotros",.. dice. Y podría haber añadido: sino Dios que en vosotros mora.
Mora en el hombre el Espíritu Santo como energía de luz y vida limitada en su fuero; Allí como manantial de vida eterna que nunca termina de salir.
Muy mucho del fuero interno de la intimidad celular humana. Allí cohabitando; sofocado y engullido por el que es dueño de la oscuridad y la muerte.
Sin San Pablo hubiera expliacado esta intimidad del hombre en su coeficiente de física nuclear de la humana masa: ¿lo habrían entendido?
Hay un postulado y fórmula que define la interhacción de este universal binomio del ser y existir como oscuridad y muerte, y luz y vida que se llama: Principio del movimientocontinuo o control de la energía libre ilimitada
Hasta que ya pronto muy pronto la gran división venga. Y los que son del espíritu de la energía que es oscuridad y la muerte: Serán apartados de aquellos que son de los de la energía de luz y de vida.
Y unos se confirmarán en su oscuridad y muerte;
Y otros -los menos- resucitarán confirmados en la luz y la vida que como tierna caña y tenue pabilo ni se troncharon ni se apagaron. Que es el Dios Espiritu Santo en ellos morando, como uno dentro de un todo en Trinidad.
Sigamos cultivando nuestro corazón que, por ser templo del Espíritu Santo, merece el mayor de los cuidados espirituales.
Y, también, esperemos ser de los de la luz cuando llegue el momento oportuno de rendir cuentas a Dios.
Entiendes las cosas como te da la gana.
Digo: que la doctrina cristiana nos enseña que para vencer la lujuria (no hay que luchar), sino AMAR la Pureza.Para vencer la soberbia (no hay que luchar), sino Amar la humildad. Y así, etc, etc. Para vencer al Mundo hay que Amar al Dios Invisible. Así es como se combaten a los enemigos del alma. ¿Te parece bien? Así es lo que yo entiendo por doctrina cristiana o "ciencia del amor". Y no hablo sólo de oídas.
Eleuterio:
Me parece que se comprende lo que quiero decir.
Ahora bien; una cosa es la religión y otra la política: son ciencias distintas, como la informática también es una ciencia distinta, ni más ni menos. Y es un error montar un batiburrillo o un colas tomando de aquí y de allí; sino que los conceptos, principios, medios y fines, tienen que ser precisos, claros y definidos con toda nitidez, para que salgan las cosas bien.
Dicho lo dicho digo, que no veo ningún problema en que el buen cristiano actue en política, sepa informática etc. Es más creo que el cristiano por ser cristiano debe de ser el mejor indudablente en todo lo que se le ponga por delante.
La pena me viene porque miro a mi alrededor y veo que hoy las cosas no son así. Y por qué no son las cosas así: pues yo creo que es porque hay un desconocimiento general de la doctrina cristiana; pues la doctrina cristiana es perfecta sin ninguna duda. Así lo creo. yo.
En tu respuesta a mi comentario, me demuestras que hay que luchar. Hablas de vencer y se vence cuando se pudo salir derrotado. Hablas de combatir a los enemigos del alma. ¿Cómo es que decías que no había que luchar? ¿Eres un ángel? No, ¿verdad? Pues entonces el mundo, el demonio y la carne te intentan derrotar como a cualquier hijo de vecino. Y si dices que no hablas sólo de oídas...sabrás que no es fácil y que muchas veces sales derrotado porque la carne es débil y eres pecador. Pero que tienes que levantarte y seguir luchando.
Saludos
Lo vuelvo a decir, la forma correcta de luchar el cristiano contra los enemigos del alma ES AMAR la virtud o el ángel, o lo que sea contrario, al enemigo del alma en cuestión que nos de las puñaladas.
Lo mejor de lo mejor es amar sin tregua al Dios Invisible, que como nos tiene prometido, pondrá sin falta a TODOS nuestros enemigos como estrado para nuestros pies.
Cuando digo que no hablo sólo de oídas quiero decir eso: que no hablo sólo de oídas. Y a partir de ahora, con la estrategia y las armas perfectas: a ganar siempre. La humildad es el "cañon" imprescindible sin duda. Y Jesús desde el mismo día de su nacimiento hasta el final quiso que la tuvieramos presente siempre.
Espero ser capaz de cumplir lo que he dicho.
Quiero decir, que espero no se me escape ningún insulto a la Iglesia católica.
Y a tal efecto recomiendo la lectura de un artículo del Sr. Francisco Rodríguez en conoze.com, cuyo enlace es http://www.conoze.com/doc.php?doc=8986
No se puede explicar mejor.
Gracias por lo dicho y también gracias por el enlace a la página de Juanjo Romero.
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