Nueva Era.- 'Revista Fusión'. 1.-'El hombre nuevo'

Serie: Nueva Era

!AVISO!: lo que van a leer aquí no es producto de una imaginación calenturienta. Es pura, y peligrosa, realidad.

Dice el dicho que “Dios los cría y ellos se juntan”. Efectivamente, en el caso que hoy nos toca analizar, ha pasado, exactamente eso.

A raíz de tener que escribir los artículos referidos a Alberto Moncada, tuve que referir que habían aparecido, los suyos, en una revista internáutica de nombre “Fusión”.

Posteriormente, en un comentario que se hizo a uno de tales artículos, una persona, muy amablemente, tuvo a bien referir la existencia de una dirección electrónica que contenía un libro relativo a las sectas destructivas y demoníacas, cuyo autor es don Carlos Longarela.

Y todo esto tiene relación porque en tal libro se dice algo de la revista “Fusión” que me llevó a consultarla algo más profundamente de cómo lo había hecho para el artículo sobre Moncada.

En el libro, que, aunque sea electrónico, sigue siendo libro, de Longarela se dice que “Hermandad Rama es un grupúsculo de Oviedo escindido de Misión Rama y liderado por Miguel Copa. Fuentes policiales han confirmado que podrían estar operando también en Vigo (…) En la actualidad publican desde Oviedo la revista ‘Fusión’”

Y, como es sabido que la tal Hermandad no parece ser nada recomendable, me dirigí, casi en el acto, a ver el contenido profundo, las propuestas, que tiene y que se hacen en la revista “Fusión”.

Lo que allí se puede leer en forma de “10 Propuestas para mundo diferente” lo son para crear un mundo distinto al que ahora habitamos; para que la civilización cristiana deje, simplemente, de existir.

Es decir, es un ejemplo, más, de lo que pretende la Nueva Era y que no es otra cosa que la Era de Acuario (en la que parece que vamos a entrar pronto) cambie la faz de la tierra.

Iremos analizando, en el tiempo, cada una de las propuestas que hacen, como si nada, desde la revista “Fusión” ya que, aunque no merece tal publicidad gratuita, sí merece la pena que se conozca el desequilibrio a todos los niveles que representan las mismas.

Siempre, en este tipo de organizaciones, existe un ansia por construir un “hombre nuevo” porque parece que el actual no les gusta mucho. Ahora recuerdo, por cierto, que Pedro Casaldáliga, en su libro “Espiritualidad de la Liberación“ escribe sobre “Los 7 rasgos del Pueblo Nuevo (De Mujeres Nuevas y de Hombres Nuevos nace el Pueblo Nuevo)“. Quizá sea casualidad, pero quizá no.

En realidad, lo que quieren es hacer un hombre “a su imagen” (a la del grupo) y, claro, para eso, tienen que terminar (hay que terminar) con el ser humano que, hasta ahora, ha tenido un sentido de lo religioso distinto al “suyo”.

El texto viene contenido en las denominadas 10 propuestas en la misma página web de “Fusión”.

Y así están las cosas: proponen, para “un mundo diferente”, sus ideas que, no nos equivoquemos, son ideicas similares en todo el movimiento de la Nueva Era.

Por ejemplo, en lo que denominan “hombre nuevo” vemos, con dos “perlas” bastará, lo que ahora sigue:

1.-“Por otro lado, la visión de las religiones es tan mística que deja al individuo de a pie aún más confundido, porque todo está basado en la promesa del retorno a un estado paradisíaco o sobrenatural del que se disfrutará eternamente de la presencia de Dios. Pero si analizamos detenidamente todo ello, no nos ofrece nada realmente apetecible, porque la oferta anula lo que más nos enriquece, que es la búsqueda, la aventura, el riesgo, la superación constante”.

Sin embargo, al contrario, bien sabemos, por ejemplo, los católicos, que la vida en la tierra, en la que peregrinamos hacia el definitivo Reino de Dios, no anula nuestras posibilidades de actuación sino que las enfoca de otra forma.

Cuando refieren, por tanto, la tal “superación constante” quieren decir, sobre todo, que el ser humano no ha de conformarse con ser lo que es: una criatura de Dios y, por eso, reconocer las limitaciones que tiene pero, también, los “talentos” de los que le ha dotado el Creador. Lo que ha de ser es algo más, más… que Dios.

Sin embargo, cuando no se quiere reconocer los dones de Dios sino creer que las posibilidades del ser humano son ilimitadas (superando, con ello, al mismo Creador, pues no existe límite alguno) no se puede estar de acuerdo con la espiritualidad religiosa, en general, y mucho menos con la católica.

2.-“Y en medio de esa dualidad se debate la nueva criatura, en este tiempo que es para su aprendizaje, que forma parte del proyecto de Dios y de sus planes, y que le conducirá a otra fase en la cual será más consciente de su poder, de su Mente y de lo mucho que puede conseguir con el correcto uso de ella”

Es bastante fácil deducir que la “otra fase” a la que llegará el ser humano es la denominada “Era de Acuario” en la que el hombre será otro hombre, libre de prejuicios “religiosos” y, en fin, más a gusto de la nueva situación.

Subtitulan, además, lo referido al “hombre nuevo”, de la siguiente manera: “Un proyecto ilimitado” porque, como he dicho antes, en realidad, prefieren un ser humano que no tenga límite alguno; que alcance, por así decirlo, a Dios; es más, que lo supere. Por eso dicen aquello de que “el hombre, la criatura nueva del Sueño, está soñada para ser un Dios”

Con esto, además, indican que no existe “sólo” Dios sino que existen otros dioses (por eso dicen “un”), entre los que puede contar el hombre, el “hombre nuevo”.

Además les pierde su ambición. La misma forma de escribir la palabra “Dios” es síntoma de algo grave porque es sabido que cuando no nos referimos al Creador, al Padre, la palabra dios se escribe con minúscula para referir, precisamente, que Dios sólo es Dios.

Creo que esto los define a la perfección porque es lo mismo, en esencia, que lo que recoge el Génesis cuando “La serpiente dijo a la mujer: “No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn 3:4-5)

Por tanto, la conclusión de este acercamiento que la Nueva Era propone con relación al ser humano es la siguiente:

Un hombre que puede, que pretende, llegar a ser Dios es, precisamente, un hombre equivocado, un hombre que tiene ansias de ser lo que nunca puede llegar a ser y, según lo dicho antes, no es, precisamente un hombre nuevo sino un hombre tan viejo como el pecado original del que parece no querer salir.

Además, a esto bien se le podría aplicar aquello que dijo Jesús a sus discípulos: “¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? (Lc 6:39)