Neuquén de nuestros ahoras
El pasado 13 de septiembre, Luis Fernando Pérez Bustamante nos regaló un vídeo sobre la defensa de la catedral de Neuquén (En Argentina) por un grupo de jóvenes de aquella nación ante los insultos de toda clase que proferían desde una manifestación de mujeres de, digamos, dudoso sentimiento humano.
Sobre la forma de actuar de las personas hay mucho escrito; también sobre el comportamiento que se puede llegar a tener si, antes de hacer nada, no se piensa lo que se hace.
El caso particular al que ahora me refiero está, creo yo, fuera de todo lugar y, por cierto, presagia malos tiempos, ya olvidados, para la Iglesia católica. Pero el presagio no se refiere a Argentina, donde, al parecer, pasan cosas de tal jaez sino para España, donde la vesania de una gobernantes y el apoyo incondicional de ciertos sectores progres dela Iglesia católica española, están haciéndonos recordar tiempos ya muy pasados.
En muchas ocasiones no se trata de nada grave, en principio. Al contrario, se trata de un menosprecio pequeño a Dios (que siempre es grande y grave) que se hace en tal circunstancia; se trata de que, por ejemplo, se hace de menos la cruz, símbolo por antonomasia del cristiano, y se hace lo posible para que no aparezca en actos públicos sin darse cuenta que se increpa, con tal actuación, no sólo a la Iglesia católica (y también a otros cristianos) y a sus fieles sino, nada más y nada menos, a Aquel que fue inmolado en aquellos maderos que trataban de infamar a Quien no podía ser infamado.
Por eso el Maligno, a través de manos espurias, trata de hacer daño a Dios, a su Iglesia (católica) y a todo lo que puede representar a uno y a otro.
En otras ocasiones no es, sino, una mera aplicación de la legitimidad democrática la que sirve de escabel para ver, desde la altura de miras (aquí bajeza moral) el mundo religioso como algo deleznable y tratar, si eso es posible, de atacar los valores que representan mucho para muchos millones de personas que, creyendo en Dios, no pueden entender tal tipo de actuaciones de parte de unas personas a las que, también, pagamos el sueldo. Pero mucho menos se puede entender de parte de aquellas otras personas que, diciéndose católicas, no son, sino, la mano negra del poder socialista en materia religiosa. Vamos, unos puros traidores con nombres, apellidos y títulos en Teología vulgar y común.
Por eso digo que, en realidad, Neuquén, la población argentina donde se manifestó el odio, la incomprensión y la falta de la más mínima vergüenza de parte de unas (y unos) manifestantes que entienden de libertad igual que yo de mecánica cuántica (o sea, nada) no es más que el terreno del ensayo, espejo, donde pueden mirarse todos aquellos que gustaría de llevar a cabo tales acciones; algo así como una hoja de ruta del desamor y de la victoria del mal sobre el bien.
En el vídeo del aquí se habla y aparece el mal en su estado puro; una forma de comportarse muy cercana, ya, al puro fascismo; una forma de querer defender unos supuestos derechos (quizás los de la mujer a abortar, asesinar, al ser humano que lleva en su vientre) que van en contra de otros que son, sin duda, más importantes porque recaen sobre quien no puede defenderse.
Pero, a pesar de todo, lo que allí pasó (conviene ver varias veces la producción videográfica que Luis Fernando Pérez Bustamante nos regaló para reflexión de unos y uso de la porra por otros y otras) no es más que un anticipo de lo porvenir, de lo que, nuestros laicistas, seguramente, están cogitando en su masa gris, a la espera de que, con el apoyo impagable (o pagable) de los progres que en la Iglesia hay, vuelvan aquellos tiempos en los que quemar Iglesias y asesinar fieles era una diversión muy propia de salvajes en los que el sentimiento de humanidad había desaparecido y de su pensamiento sólo fluía veneno y odio.
Seguramente como ahora, como nuestro ahora; como nuestro Neuquén.
4 comentarios
Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Es importante que los católicos estemos preparados para una "Tercera República". Cuando llegue, antes o después de Felipe VI, deberemos estar preparados hacer lo que no hicieron los católicos de la Segunda República hasta muy tarde: defenderse y defender sus parroquias, y no fiarse de los políticos católicos que no se comportan como tales.
Es importante empezar ya esa defensa. Luchando contra el aborto, la eutanasia, EpC, y todas y cada una de las faltas de respeto a las creencias de los "ciudadanos" católicos.
Un ejemplo magnífico es la propuesta de Luis Fernando Pérez Bustamante de desconectar Telecinco (y, en TDT, ONO, Imagenio y Canal Satélite Digital, Telecinco² y FDF) en protesta por el programa que denigró la imagen de Jesús Neira.
Es importante que el PP reciba en las próximas elecciones un mensaje alto y claro acerca de lo que pensamos de la "ilustrada derecha laica no conservadora" propuesta por Lassalle, impuesta por Rajoy y seguida, más o menos activamente, por todos los demás.
Es importante que el PP siga recibiendo ese mensaje alto y claro elección tras elección, hasta que cambie de orientación o desaparezca.
La verdad es que veo muy difícil la reacción de una sociedad, también la parte católica de ella, bastante acomodada.
Sin embargo, cada uno de nosotros (católicos) debemos hacer lo que nos corresponde y, sobre todo, llevar a cabo la defensa de la fe, obligación grave de cada hijo de Dios.
Y si, por ejemplo, el Partido Popular sigue una senda mundana... pues el voto, a la basura o donde mejor esté.
"No conseguiremos nada mientras no saquemos el cristianismo de nuestro Euskadi, eso del amor al prójimo es un lastre".
La barbarie en estado puro es lo que resulta cuando se suprimen los principios, se absolutiza un ideario y, además, existen instituciones que no se controlan.
Hay, desde luego, muchos tontos útiles dispuestos a hecer el juego a toda esta tropa, la de Neuquen y la de aquí; incluso en RL, donde nuestros "hermanos" separados despotrican y vociferan no viendo el peligro.
Para todos las palabras de Martin Niemöller
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Por desgracia, existen personas que, no viendo venir lo que se ve
venir creen que pueden hacer algo a favor de la fe si no se
oponen, de frente, a actitudes como la de Neuquén y como la de la
alumna de Goztone Mora a la que Ud. hace referencia.
Ya sólo les queda elegir la parte de las palabras de
Martin Niemöller de la que quieren ser víctimas.
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