Llamazares en la caverna

De vez en cuando, individuos de la talla moral de Gaspar Llamazares, Coordinador del comunismo en España, nos salen con unas declaraciones relacionadas con la Iglesia católica que asquean por lo mentiroso, manifiestan un desconocimiento que raya con lo sublime (en el infierno) y, sobre todo, son una forma más que buena de conocer el escaso discernimiento que, como seguidor de Fidel Castro, ya le suponemos.

En esta ocasión, se le ha sumado (o sea, restado en las ideas y en lo presentable) el coordinador general de Izquierda Unida (¿?) de Asturias, Jesús Iglesias, que no me dirán que no tiene gracia (maldita) que se apellide de tal forma quien critica con tal saña a la Esposa de Cristo y que, además, se llame Jesús.

Esto, seguramente, será una broma del destino.

Pues eso, que a los dos amantes de la libertad les ha dado por sentar cátedra sobre qué tiene que hacer la Iglesia católica a la que tanta inquina muestran cada vez que han de soltar, por su boca, alguna declaración sobre tal benéfica institución religiosa.

A mí, es que el comunismo no me gusta nada. Seguramente será por eso que tengo como aberrante cualquier declaración que se pueda hacer desde una ideología que ha sostenido a los regímenes más abyectos que en la humanidad ha habido y siguen, por eso mismo, con esos ideales más propios de personas que no quieren salir de la caverna.

Como hay que dar a cada uno lo que le corresponde, tengo que decir que las declaraciones de Llamazares e Iglesias venían en Religión Digital que parece un medio muy dado a proclamar desde la terraza de internet lo que no debería salir del sótano de la barbarie y, además, esconderlo debajo del celemín hasta que se olvide tanta tontería.
Las declaraciones, o así, lo fueron a dúo o a título individual.

Declaraciones a dúo

Llamazares e Iglesias pidieron a la Iglesia católica que no quiera pretenda “adoctrinar” a la sociedad española y que, además, no busque interferir en el Estado de Derecho.

No sé yo de qué extraño lugar se sacan estas personas de ideología extremista que la Iglesia católica quiere “adoctrinar” a nadie de la sociedad española. No es tal la intención ni es, de hecho, el actuar de la Esposa de Cristo.

La Iglesia católica, mal que les pese a los dos comunistas citados, no pretende, ni siquiera intenta, inculcar “determinadas ideas o creencias” a nadie. Es más, es tan elemental esto que nadie que no quiera aceptar la doctrina de la Iglesia tiene obligación alguna de hacerlo, ni siquiera los propios católicos (como ejemplo de esto tenemos a Redes Cristianas, asociación internáutica a la que hice referencia ayer)

Además, cuando se imputa un “querer” (en este caso “adoctrinar”) se está poniendo sobre la mesa la posibilidad de que la Iglesia católica (la “jerarquía”, en término que suelen utilizar estos ateos) tiene voluntad e intención de inculcar sus creencias a nadie. Y esto, como es más que sabido, por cualquier persona que no manifieste una ignorancia supina sobre temas religiosos católicos, no es más que otro dislate propio de los que se sienten a gusto predicando, con falsedades, sus raquíticas ideas políticas.

Y, además, en el Estado de Derecho no se interfiere cuando se ejercen los derechos propios de cada cual. Eso deberían saberlo tanto uno como otro.

Declaraciones a título individual

Llamazares dixit

1.-Llamazares cree que la Iglesia católica “Se queja de vicio, hacen quejas preventivas ya que por el momento mantienen sus privilegios“

Como no puedo faltar a la verdad, ciertamente tengo que decir que Llamazares, Gaspar, tiene sus cabales un tanto ladeadas hacia la izquierda porque cuando la Iglesia católica se pronuncia sobre determinado tema lo hace, en primer lugar, porque está legitimada para hacerlo y, en segundo lugar, porque no tiene más remedio que hacer oír su voz (ya dijo San Pablo aquello de “!Ay de mí si no predicare¡” (I Cor. 9, 16), aunque, ya comprendo yo que hacer comprender a Llamazares al apóstol de los gentiles es pedir demasiado y, además, peras al olmo.

Y sobre los privilegios que se le imputan a la Iglesia católica, sería conveniente que tanto Llamazares, Gaspar, como todas las personas (bien sean de fuera de la Iglesia o de dentro de ella) que lo tengan por oportuno, cuáles son tales “privilegios” para ver si, en realidad, se trata de eso o no son más que simples derechos legítimamente adquiridos.

Sin embargo, también comprendo que no darán tal paso para que no descubramos su incuria intelectual (la cual, por cierto, se da por existente).

2.-Llamazares cree, también, que “La Iglesia puede hacer manifestaciones públicas y adoctrinar a sus fieles, pero no puede pretender determinar la moral pública, no puede adoctrinar al conjunto de la sociedad“

Muchas gracias sean dadas a Gaspar Llamazares por permitir que la Iglesia católica haga manifestaciones públicas y, además, adoctrinar a sus fieles.

Como ya he dicho arriba eso del adoctrinamiento, sólo me queda por decir que la determinación de la moral pública se hace desde las instancias oficiales actualmente presentes en España que pretenden, por ejemplo, con Educación para la Ciudadanía, precisamente, dirigir y determinar la moral de ciertos ciudadanos, cuyo estado existencial es el de ser educandos, con la malsana intención de convertirlos en puros borregos sociales fácilmente manipulables.

Iglesias dixit

Como conmilitón de Llamazares, Jesús Iglesias, también ha manifestado, sobre la Iglesia católica, su básico y elemental desconocimiento:

Dice, por ejemplo, que, en este caso “No se busca ningún enfrentamiento, pero es lógica la separación entre la Iglesia y el Estado“.

Pues, francamente, disimulan bastante mal porque se nota a la perfección que lo que se pretende desde los sectores más extremistas de la progresía española política (por ejemplo, Llamazares e Iglesias) y religiosa (Redes Cristianas, Teólogos/as Juan XXIII, etc.) es, exactamente, enfrentar a la Iglesia católica con la sociedad española porque no otra cosa se puede entender de todo lo que se dice y lo que se hace porques todo lo que se dice y lo que se hace sólo busca enfrentar, crear malestar entorno a la Iglesia católica y, sobre todo, dividir a la misma.

Por tanto, su intención de hacer ver que todo es producto de la casualidad y del no sé cómo pasa esto, no cuela. Se nota demasiado lo que hacen. Y, además, hiede.

2.-Cree, Iglesias, que la asistencia de las autoridades autonómicas a la Santa Misa de Covadonga va en detrimento de la representatividad de las mismas. Por eso es de su entendimiento que lo que dijo el Arzobispo de Oviedo en la citada homilía se ve apoyado por las mismas autoridades citadas arriba.

Por eso, en demostración del sentido democrático que tiene tal dirigente comunista, no es adecuado que acudan tales autoridades a “escuchar la línea doctrinal que marca el arzobispo”. Por eso, “Pueden ir como creyentes, si así lo consideran, pero no como cargos públicos y representantes de los ciudadanos“.

Ni más ni menos que dijo eso. Y se quedó tan ancho el gachó.

La verdad, si alguien cree que una autoridad se va a sentir influenciada por una homilía es que, francamente, no sabe lo que cree. Las autoridades, más las que en el artículo se citan, no han de ser, casi seguro, muy favorables a la Iglesia católica porque, además, acuden a tal acto por causas protocolarias y no (aunque alguna habrá que sí lo haga) por gusto y gozo propio. No se puede ser tan inocente o, directamente, tan poco hábil intelectualmente, como para creer que se puede producir tal extraña disociación: personas creyentes y cargos públicos. La persona o es creyente o no lo es y, como sabemos que la religión es una realidad anterior al mismo ser humano (pues se basa en algo trascendente que le supera) no es posible que se pueda acudir a una Santa Misa sólo como creyente dejando el cargo fuera de la Casa de Dios.

Esto es un dislate muy propio de alguien que ignora lo que es la fe, lo que es la religión y, en definitiva, lo que supone creer.

En fin, que lo dicho por Llamazares e Iglesias, no deja de hacernos ver que existen personas que son capaces de, en su inquina contra la Iglesia católica, sembrar cualquier cizaña y esperar a que crezca con el trigo para, si es posible, pudrirlo y que se pierda para el beneficio humano (aquí espiritual)