La Palabra del Domingo - 6 de julio de 2008

Me gustaría, antes de empezar la publicación del contenido de la Categoría denominada “Apostolado laico - La Palabra del Domingo” advertir que, como indica el propio título de la misma, el que esto escribe no es teólogo ni sacerdote ni religioso. Por tanto, los comentarios que, desde hoy domingo, se vayan a hacer a los textos Sagrados se hacen desde una óptica propia de un laico que tiene, más que nada, un sentido meramente significativo para la vida ordinaria de la persona que, no habiendo sido consagrada para alguno de los estados propios de la consagración, se siente en la obligación fraterna de compartir la luz de la Palabra de Dios.

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6 de julio de 2008

Mt 11: 25-30

Biblia

25 En aquel tiempo, Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.

26 Sí, Padre, porque así lo has querido.

27 Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

28 Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.

29 Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

COMENTARIO

Humildad, mansedumbre y sabiduría

1.-El texto del evangelio de san Mateo que nos reserva el calendario litúrgico para hoy es, sobre todo, uno que clarifica muchas cosas con relación a Jesucristo y en el que el Hijo de Dios y hermano nuestro se muestra como en realidad era: humilde, manso y sabio.

2.-Cuando Jesús dice, dirigiéndose a Dios, que, en realidad, el Padre, Su Padre, ha preferido revelar las cosas que son importantes a los pequeños, a los más humildes, está diciendo algo muy claro y decisivo para comprender su doctrina: aquel que se cree sabio pero que es sabio en el error, no está, precisamente, en el conocimiento de la verdad sino todo lo contrario.

3.-Jesucristo tenía una íntima preferencia por los humildes, por aquellos que no hacían de la fe escabel para su posición social sino que la entendían con la sencillez que, al fin y al cabo, llega al fondo de las verdades divinas. Por tal razón entiende que ha sido Dios el que ha elegido revelar a tales personas lo importante para el hombre y lo necesario para ser, verdaderamente, semejanza del Creador que se reconoce en tal semejanza y fraternidad con el otro.

4.-Cuando Jesús dice que “nadie conoce al Hijo sino el Padre” (y viceversa) lo que, en realidad, está queriendo decir, exactamente, es que el Padre y el Hijo son dos personas en una misma porque, en realidad, sólo uno mismo se conoce a sí mismo. Así lo dice Cristo, con el lenguaje que siendo, a veces difícil de entender, exige un discernimiento por parte de quien lo lee o escucha.

5.-Pero, seguramente, lo que más llega al corazón del creyente en Dios es cuando nuestro Maestro se pone por delante de los que sufren y se afligen para sufrir y afligirse con ellos, para calmar el dolor y la desazón, para no dejarnos, al fin y al cabo, solos.

6.-Quizá pueda pensarse, con pensamiento egoísta, que Jesús les invitaba, nos invita, a llevar su carga y eso para un mundo de comodidades como el nuestro puede parecer un tanto exagerado.

Sin embargo, el yugo (con el que se alivia la carga) con el que estaba cargado Cristo (y que les/nos invita a compartir) es uno que lo es de humildad y de mansedumbre y, efectivamente, ser humilde y manso es, muchas veces, algo muy pesado de sobrellevar.

Y eso es lo que Jesús quiere que compartamos con Él.

7.-Algo bueno, muy bueno, encontraremos al compartir tal yugo (el de la humildad y el de la mansedumbre): alivio. La carga de Cristo es muy ligera y su yugo, suave. Es por esto que ser humilde y manso ha de conducir a la sabiduría (a la verdadera) y a cambiar nuestro corazón de piedra (duro con los demás, no comprensivo con los errores ajenos, más pendiente de lo que hace el otro mal que en lo que hace bien, etc.) por uno de carne (comprensible, amable, gozoso, etc)

8.-Y eso es lo que nos ofrece Jesucristo: ayudarle a llevar su tan especial carga porque con tal carga llenaremos nuestros corazones de lo que es humilde, de lo que es manso y de lo que es sabio.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a soportar la carga que nos ofrece Tu Hijo; ayúdanos a no despreciarla por creernos del grupo de sabios y no del grupo de los pequeños.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado del Servicio de Biblia de www.catholic.net

2 comentarios

  
Ana
A veces queremos ser hacer todo impecable, estar siempre estupendos pase lo que pase pero Jesús sabe que no es así que a veces estamos agotados física y psiquicamente y el remedio es ser humildes y acudir a El
06/07/08 8:30 PM
  
Eleuterio
Ana

Cuando Jesús nos da esa divina posibilidad de acudir a Él para, es cierto, cargar con su yugo, pero también gozar de su amor, hemos de estar en la seguridad de que habremos ganado la eternidad.

La salvación eterna, tan soñada por el que fuera pueblo elegido por Dios, el judío, ahora la tenemos, digamos, al alcance de nuestro corazón. Ser cristianos es, más que nada, comprender que somos Hijos de Dios y, por tanto, hermanos de Jesucristo.

Él nos dice que su yugo es suave y que se forma y constituye de humildad, de amor, de voluntad de cumplir la que lo es de Dios. Por eso nada podemos hacer mejor que acudir a Cristo, Aquel que dando su vida nos salvó a nosotros.

Sí, acudir a Jesucristo es nuestro remedio más seguro de amar, de sentir gozo, de vernos mejorados en nuestra existencia.
06/07/08 9:45 PM

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