La "Nueva Era" sin máscaras
El contenido de lo que será la categoría “Nueva Era” (uno de sus símbolos se puede ver, aquí, en imagen) va a estar formado por aquellos movimientos, personas o instituciones que, desde tal punto de vista de aquella, tratan de cercenar la civilización cristiana que tanto gozo ha dado y da a los seres humanos que, a lo largo de los siglos, han podido disfrutar de ella.
NOTA PREVIA: este artículo fue publicado en www.conoze.com el día 14 de enero de 2008.
“El que esto escribe ha tenido la oportunidad, no sé yo si decir la suerte, de ver un anuncio que no por ser curioso deja de preocupar. En el mismo se anunciaba una colección de libros de la denominada Nueva Era. Nada más y nada menos. Incluso llegué a comprar 3 de ellos, más que nada, para obtener información de primera mano.
Sabemos (al menos algunas personas avisadas de la situación) que la denominada Nueva Era es, en primer lugar, un movimiento presuntamente espiritual y, en segundo lugar, un intento de sustituir, bajo la denominada Era de Acuario, al cristianismo.
Y eso es así, por muy increíble que pueda parecer.
Mucho se ha escrito sobre esa especie de masa invisible pero tangible (por los ámbitos sociales a los que afecta) y también la Iglesia Católica ha dicho lo que le correspondía sobre tal preocupante situación.
Así, el documento «Jesucristo. Portador del agua de la vida» subtitulado «Una reflexión cristiana sobre la ‘Nueva Era’» refiere, abundantemente a lo que, en realidad «representa una especie de compendio de posturas que la Iglesia ha identificado como heterodoxas»[1]. Esta situación es, muy propiamente, la que abunda hoy día, donde el principio moral por excelencia es el «todo vale» y donde lo que podría parecer aceptación de cualquier postura religiosa no es, sino, un grave empobrecimiento de la Verdad.
Pero, en realidad, ¿Qué es la Nueva Era?
Hay, seguramente, mucha confusión con lo que, en realidad, es esto. «No es un movimiento en el sentido en que normalmente se emplea el término ‘Nuevo Movimiento Religioso’, ni es lo que normalmente se da a entender con los términos ‘culto’ o ’secta’»[2]. Y todo esto lleva, seguramente, a una confusión notable a cualquier persona que quiera, siquiera, conocer a lo que se enfrenta su fe.
Sobre la persona humana, la Nueva Era niega la existencia de un Dios trascendente y establece, por así decirlo, que aquella tiene una especie de «yo auto-creador»[3] que le permite, independientemente del Creador, llegar a ser todo lo que su potencia como persona, pueda porque, en realidad, «somos co-creadores y creamos nuestra propia realidad»[4]. ¿No es esto, precisamente, lo que el Maligno propuso al hombre cuando, aún, habitaba el Paraíso?
Ya hemos dicho, arriba, que la Nueva Era no cree en un Dios trascendente. Se apoya, sobre todo, en las religiones procedentes de oriente y, claro, en todas las que sean anteriores al nacimiento de Cristo pues, por decirlo así, establece una especie de puente que uniría dos orillas de un gran mar de supuesta espiritualidad: la época anterior al cristianismo y el ahora mismo, una vez superada la llamada «edad cristiana».
Y es que, como, en su día, dijo el ahora Pontífice, «Dios no es una persona que está frente al mundo, sino la energía espiritual que invade el Todo»[5] y, por eso, «si no existe la verdad común, vigente precisamente porque es verdadera, el cristianismo es sólo algo importado de fuera, un imperialismo espiritual que se debe sacudir con no menos fuerza que el político»[6]
Una vez fijado el espacio básico de actuación de la Nueva Era, es conveniente, casi como si se tratara de un verdadero servicio público, traer, aquí, un ejemplo bien definido sobre lo que ese movimiento entiende sobre Dios.
El padre Jordi Rivero[7], facilita esta necesidad con algo que es, en sí mismo, símbolo y paradigma de la Nueva Era. Es un, a modo, de expresión de fe.
«Esta es mi idea de Dios:
1 Dios hombre, mujer.
2 Dios con la capacidad de entender y perdonar toda desviación humana.
3 Dios es animal, vegetal, mineral. Dios interconectado con toda la vida que palpita en el planeta.
4 Dios juego, Dios canto y alabanza. Dios festivo y risueño.
5 Dios con tendencia a ver la vida con la tranquilidad e inocencia de los niños.
6 Dios presente o ausente en las acciones humanas.
7 Dios equilibrio, estrella y universo.
8 Creo en un Dios sin sexo, ni edad, ni condición social o raza.
9 Creo en un Dios más allá de toda iglesia porque su amor es poco abarcable por los hombres actuales.
10 Creo en el Dios pintor, escultor, poeta, capaz de crear todas las maravillas del entorno.
11 Creo en un Dios comprensivo, que ama hasta el punto de dejarnos errar a lo largo de la vida.
12 Creo en un Dios que sonríe ante conceptos como cielo, infierno y purgatorio.
13 No creo en un Dios limitado a un solo espacio-tiempo.
14 Creo en un Dios sol, dios luna, Dios pacha mama, demeter, gea…etc.
15 Creo en un Dios sentimental, sensible y sabio como lo fue Jesús… uno de sus tantos enviados.
16 Creo que cada ser vivo en el planeta tiene en su alma una chispa divina, trocitos del gran padre-madre… dados por amor».
Y esto, confrontado con nuestro Credo, como eje principal de la fe cristiana, y con el resto de creencias propias del que confía en el Dios verdadero y único, Padre de Jesucristo, debería dejar las cosas bastante clarificadas para cualquiera que no sepa, exactamente, de qué tratamos aquí.
Pero, por si no fuera, eso, ya, suficiente, hemos de recurrir, porque es conveniente siempre, a las fuentes de nuestra fe que, como suele suceder, son fuentes de agua viva a donde podemos acudir cuando se nos haya quedado un poco seca el alma.
Así, Juan Pablo II Magno entendió, perfectamente, la necesidad de reacción. En el Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante, en 1990, dijo lo siguiente: «La misma vigilancia que ponéis cuando están en juego vuestros asuntos materiales, con el fin de no ser víctimas de los engaños de quienes quieren aprovecharse de vosotros, debe guiaros para no caer en la red de las asechanzas de quien atenta contra vuestra fe“.
Y, para decir esto no se apoya en un pensamiento que hubiera discurrido por él mismo sino que, lógicamente, tenía, y tiene, su origen evangélico tal decir. Es el evangelista Marcos[8] el que recoge el siguiente aviso de Jesús: “Mirad que no os engañe nadie -nos advierte el Señor-. Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo ´yo soy´, y engañarán a muchos … Si alguno os dice: ´Mirad, el Cristo aquí´. ´Miradlo allí´, no le creáis. Pues surgirán falsos profetas“, porque, al fin y al cabo, hemos de guardarnos de los “Que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis“[9].
Por eso ahora, en España, la Nueva Era ha quedado desenmascarada por voluntad propia. La labor de cada uno de los que nos consideramos cristianos y católicos es ahondar en su conocimiento para revelar su verdadero sentido, maligno, y hacer ver a aquellas personas que no son capaces de apreciar la importancia negativa que tiene tal movimiento dogmático para sus vidas.
En realidad, nos va la vida en ello. Aunque, por ahora, sólo sea la espiritual.
Notas
[1] “Jesucristo. Portador del agua de la vida” 1.4. del Consejo Pontificio de la Cultura-Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
[2] Ídem nota anterior, introducción apartado 2 “La espiritualidad de la Nueva Era. Visión general“.
[3] Ídem nota anterior, 2.3.4.1.
[4] Ídem nota anterior.
[5] Josep Ratzinger, “Situación actual de la Fe y la Teología“, en www.mercaba.org/TEOLOGIA/Articulos/teo-003.htm.
[6] Ídem documento anterior.
[7] En http://www.corazones.org/apologetica/grupos/nueva_era.htm puede leerse el resto de la información.
[8] Mc 13, 6. 21-22.
[9] Mt 7, 15-16.”
Por tanto, a partir del día de hoy, iré publicando, si es posible, los sábados, artículos relacionados con el fenómeno de la Nueva Era.
Que Dios nos coja confesados a todos.
8 comentarios
Pues no creo yo que se lo mismo ni que, por lo tanto, el párroco al que Ud. hace referencia sea un gurú de la Nueva Era.
Al contario, cuando se habla de Dios Padre-Madre el sentido que se le da es distinto en el siguiente sentido.
Sabemos que Dios es, esencialmente, Padre y Creador. Sin embargo, como muy dice el profeta Isaías: "Como un hombre es consolado por su madre,
así yo los consolaré a ustedes,
y ustedes serán consolados en Jerusalén" (Is 66:13)
Esto, lo que quiere decir es que Dios tiene, o se le atribuye el sentido de Padre, porque lo es, y de Madre, porque actúa, además de paternamente, maternalmente sobre, entonces, el pueblo de Israel y siempre, con nosotros.
Sin embargo, cuando la Nueva Era dice eso de "Dios hombre, mujer" ha descendido, digamos, un escalón en la escala de la vida porque lo que hacen, en tal caso, es querer equipara a Dios con el hombre y la mujer o, mejor, al hombre y la mujer con Dios.
Sin embargo, el hombre y la mujer son creación de Dios pero no son Dios ni pueden serlo.
Por eso creo yo que no es lo mismo decir Dios Padre-Madre que Dios hombre, mujer.
Estoy seguro, por otra parte, que el párroco referido por Ud. conoce tal diferencia.
Sin perjuicio de que el párroco de Óscar no se explique bien, son frecuentes las alusiones de personas, doctas o indoctas, clérigos o laicos, religiosos/as o simples catequistas que encajan en el hexadecálogo mencionado.
Si los "NewAgeros" tinen éxito se deb a la ignorancia supina y descuidada de los que tienen la palabra, mejor dicho La Palabra, y sueltan la primera ocurrencia que se le viene a la cabeza.
Me parece una excelente llamada de atención.Gracias.
La verdad es que yo mismo soy catequista (ahora soy guía de padres de Catequesis Familiar) y reconozco que muchas veces la formación de personas como los catequistas y otras de, digamos, más alto rango, no está a la orden del día.
Además yo creo que la Nueva Era es algo tan sutil que, muchas veces, ni se nota que estás dentro de ella. Por eso es muy posible que, efectivamente, se puede encajar en algunos de los puntos citados en el artículo.
De todas formas, este artículo es el primero (una introducción, digamos) de una serie que voy a procurar escribir los sábados sobre la Nueva Era y de la que el próximo ya lo tengo escrito y va, lo digo, de la revista "Fusión" a la que hice referencia en el artículo sobre Alberto Moncada de hace unos días.
De todas formas, espero que la serie sea muy larga para ir destapando a muchas de las personas, instituciones y organizaciones que, dentro de la Nueva Era hacen mucho daño a las personas (más a los llamados "sencillos")
Que la ternura de Dios es similar a la de una madre es indudable desde luego y así lo he experimentado tantas veces en mi historia... pero de ahí a modificar las oraciones y el misal pues...
No obstante, creo en algunos miembros del clero se han introducido argumentos New Age. Así lo he visto por desgracia en alguna ocasión.
Otra cosa... yo no he dicho que fuera mi párroco ese párroco.
Un abrazo
No seré yo quien le diga a Ud. que no es posible que se hayan introducido elementos de la Nueva Era en la Iglesia católica. Seguramente será así por la sutilidad de los mismos, es decir, por lo poco que se hacen notar y son presentados como religiosos y, al fin y al cabo, posibles de adoptar.
Tampoco a mí me parece bien que se modifiquen las oraciones y el Misal, por supuesto. Esto lo tengo claro.
Sustituyo el vulgarismo coloquial "el párroco de Óscar", por "el párroco que Oscar menciona",¿está bien así?.Saludos cordiales.
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